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Valquiria sonrió, el hombre secó sus lágrimas y la abrazó.

—¿Me estás siendo sincero?

—Más que sincero, mi amor, te estoy hablando desde el fondo de mi corazón. Por favor no estés molesta si vamos a ir a un viaje quiero que sonrías.

—Es que… yo me quería ir porque pensé que aún le jurabas amor a ella.

—¡Qué! O sea, que por puros celos es que estabas haciendo un viaje y planeando dejarme solo a mí. —¡Ja, ja, ja, te amo, cariño, eres única con tus ocurrencias!

—Ahora ve a decirle a tus hijos que se cancela el viaje, te van a reclamar a ti porque van a pensar que eres tú el que no quiere que vayamos. —La chica sonrió al imaginarse lo enojados que se pondrán los chicos.

—¿Quién dice que el viaje se cancela? Saldremos mañana a primera hora.

—No te creo, no puedes hacer un viaje tan de repente.

—Pero si tú ya lo tenías planeado, entonces no hay más nada que planear.

—Es que… es que yo en realidad no es a un viaje que iba. Yo… yo he comprado una casa y es para allí que tenía la intención de trasladarnos.

—¿Una casa? ¿Has comprado una casa, dices? —preguntó lleno de confusión, pues no sabe en qué momento sucedió ni cuál haya sido el motivo.

La chica le comentó que desde hace varios días está en esos asuntos de adquirir esa nueva casa para que en cualquier momento que él decida ya no tenerlos por más tiempo en su villa, ellos ya tienen un lugar decente a donde ir.

—Estoy muy molesto, Valquiria, ¿por qué haces las cosas a escondidas? No me molesta que hayas adquirido un nuevo bien inmueble porque eso lo puedes vender y obtener más de lo que a ti te costó. Lo que me molesta es el hecho de que no me hayas comentado nada siendo tu marido y se supone que debemos de tenernos toda la confianza y comunicación.

—Perdón cariño, lo hice cuando estaba enojada contigo.

—No lo acepto, estoy muy molesto.

—Estoy segura de que después de esto sí me vas a perdonar esa pasada.

Valquiria se puso de puntillas para besar sus labios, esos labios que cuando estaba en el instituto deseó probar tanto cuando conoció al profesor Morotova, después de un tiempo se le hizo realidad su sueño y ahora sigue disfrutando de ellos.

¿Cómo no perdonar por su pequeño error a la chica que le ha robado el corazón? El hombre tomó a la chica y la elevó hasta dejarla reposar en sus caderas sin dejar de besar sus labios y amasar sus nalgas con la mano.

—Eres la nena que me vuelve loco, por ti soy capaz de cruzar todo un océano inundado de tiburones si así me lo pides, pero eso sí que los niños se quedarán sin padre. —Bromeó. —Te amo demasiado amor mío. —Concédeme el deseo de ser tu esposo para toda la vida. —Pidió entre beso y beso.

—Te recuerdo que no somos esposos, tú mismo hiciste que nuestro supuesto matrimonio fuera falso. ¡Ah! No me provoques así, me haces perder la cabeza. —Pidió entre gemidos cuando él pasó su lengua por el borde de la oreja.

—Eso es lo que más deseo mi amor, que pierdas la cabeza. Pero antes quiero que me digas si aceptas que sea tu hombre para toda la vida.

—Ya eres mi hombre, tú y nuestros tres hijos son los hombres más importantes para mí.

—Y tú eres nuestra reina, mi vida, pero yo quiero saber si me aceptas como tu esposo.

—¿Me estás… proponiendo que nos casemos?

—Hasta que por fin lo entiendes cariño. —Dijo con una dulce sonrisa. —¿Qué dices, estás preparada para ser la esposa del señor Morotova y convertirte en la reina de este palacio?

—Un palacio no puede estar habitado solo por el rey, necesita de una reina para que lo gobierne y lo mantenga alejado de las plebeyas que se atrevan a coquetearle. Acepto ser su esposa señor Morotova. —Pero le aclaro que no acepto una ceremonia.

—¿Y entonces, cuáles son sus plegarias, señorita hermosa?

—Solo ponme un anillo y firmemos el papel que nos acredite como esposos, y asunto arreglado.

—Está bien, así será. Ahora baja un momento, iré por un anillo de compromiso. —Él intentó bajarla de su cuerpo, pero ella no lo permitió.

—¿A esta hora? No señor, usted ahorita tiene una misión y lo primero que hará como prometido es cumplirle a su prometida.

—Pero…

—Pero nada, ya me tienes caliente y deseosa de que me hagas tuya. Así es que más te vale que lo hagas ya. —ordenó.

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