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En la Villa Morotova…

—¿Mamá, te sientes bien? Es que veo como si has estado llorando. —preguntó uno de sus hijos al entrar a la habitación de sus padres y verla a ella sentada en el borde de la cama y con su mirada perdida.  

—Estoy bien, hijo, solo estoy feliz de que papá haya vuelto con nosotros. —Mintió.

—¿Y esa maleta? —Valquiria tiene una maleta en la cama, la está llenando con sus pertenencias y luego iría por la de sus hijos porque no quiere hacerles mucho alboroto por ahora.

—¿Te gustaría que nos vayamos de viaje?

—¡Yeah! Nos vamos de viaje. Ahora mismo voy a decirles a mis hermanos que hagamos nuestra maleta. —El niño corrió muy emocionado a buscar a sus hermanos, aquel viaje al campo les encantó y lo quieren volver a repetir.

Después de todo el ajetreo en la casa de su hermano, Brandon regresó a la villa. Ahora ya todo será felicidad, ya nada ni nadie va a impedir que sean una familia unida, su propio enemigo era su hermano y ahora ya está encerrado en un lugar en donde no podrá salir nunca porque está acusado de homicidio en contra de su amante, del feto no nacido no se le puede acusar porque en la autopsia que en su momento se le realizó a la chica no había indicios de que hubiera estado embarazada, por lo tanto, esa declaración del hombre se descarta.

También ha sido acusado por el delito de pretender acabar con la vida de su propio hermano en modo de atentado fallido. Todo eso conlleva una pena mínima de cincuenta años de prisión. El hombre ya cuenta con cuarenta y cinco años de edad, sumándole los de la amplia condena son muchos, lo que significa que es probable que él no vuela a poner un pie fuera de la cárcel durante el resto de su vida.

—Papá, te has tardado mucho. Date prisa para que nos vayamos lo más pronto posible. —Reclamó uno de los chicos al instante que entró a la casa.

—¿Irnos? ¿Para dónde vamos, que yo no me doy cuenta de nada? —preguntó con una sonrisa, ya que cree que es una sorpresa que su mujer le tiene preparada.

—Mi mamá nos ha pedido que nos demos prisa, no sabemos a dónde puede ser. —respondió el niño, encogiendo sus hombros a modo de dar a entender que no sabe.

—¡Oh, iré con mamá entonces!

Brandon entró a la habitación, su mujer está de espaldas observando hacia la ventana de cristal y no se movió pensando que son sus hijos quienes han entrado para avisarle que ya están preparadas las maletas.

—¿Listo para irnos, mi amor?

—Mmm, ¿a dónde me lleva mi amada chica?

—¡Qué! —Ella dio un salto, pues no se imaginaba que Brandon regresaría tan pronto.

Eh, no, no vamos a ningún lado, solo estoy haciendo un juego con mis hijos. 

—¿Y esa maleta va solita entonces? ¡Ah, no, no me acordaba de que los niños la van acompañando! —dijo entre sonrisas para burlarse de ella, pero de forma graciosa.

—Brandon…

—Amor, quiero que hablemos antes de irnos, ya no tienes que temer de mi hermano porque ya está pagando por sus maldades.

—Gracias, Brandon, ese es un gran alivio para mí porque ya no voy a pasar con el pendiente de que nos pueda hacer algo de nuevo. Pero… ¿Dime si tú estás obsesionado con la mujer que fue tu esposa?

—Valquiria, ¿a qué se debe esa pregunta?

—Es que lo escuché, tú dijiste que la amas y tengo miedo de que lo nuestro no vaya a funcionar, porque entre los dos siempre estará de por medio el amor que aún sientes por ella.

—No, mi vida, por favor, no vuelvas a decir eso, ella ya no está. Y sí, la amé con el alma mientras estuvo con vida y le guardé luto durante ocho largos años. Pero luego, con el desmadre que hizo mi hermano, apareciste tú y ahora eres la mujer que amo y de la que no me quiero separar nunca en la vida.

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