La monarquía gobernada por Kereem Abdalá aparenta ser invencible, pero bajo la fachada poder y prosperidad, se siente atrapado en una lucha interna que amenaza con desbordarse. Ante la presión de asegurar la sucesión, Kereem jura lealtad eterna a Sanem, prometiendo no tener otra esposa. Pero el tiempo avanza implacablemente, y Sanem siente que la sombra de su enfermedad amenaza con destruir su matrimonio y la estabilidad en el poder. La entrada de Zahar al palacio es un secreto de Estado, entrenada desde la infancia por su propio padre, ella solo llega con un objetivo: llevar a cabo un juego de engaño y seducción, siendo la amante secreta para ofrecer un heredero. ¿Será capaz Zahar de cumplir su misión sin despertar sus emociones? Mientras tanto, el golpe de Estado comienza a tomar forma desde las sombras, amenazando con desencadenar una serie de eventos que cambiarán su destino. En un juego de lealtades, engaños y pasiones prohibidas, cada uno intentará sobrevivir a los límites, dónde cualquier movimiento, puede resultar fatal...
Leer másZahar…El aire en la oficina de Víctor Branson se sentía pesado, y bastante tenso. Eso, sumando al hecho de que mañana por la mañana estaría esperando a Kereem de nuevo y vendría a tratar de explicarle a Víctor, algo que no sabía ni como dimensionar.Además, Kereem no estaba colaborando, cada una de sus palabras, por muy cortas que parecieran, se escuchaban y sentían como un martillo, estableciendo los límites de su control. Podía sentir su presencia a mi lado, dominante, casi sofocante, mientras él le sostenía la mirada a Víctor, y mi jefe afirmaba como si lo respetara. Sin embargo, esta calma apretada de Kereem, era muy evidente para mí, una posesividad que no podía ignorar.Víctor le mostró un asiento, y luego él se fue a rodear la mesa para desabotonar su chaqueta. Estaba un poco enigmático, como siempre, con una ligera sonrisa disfrazada y mirando como si me hiciera mil preguntas a la vez.Toda esta situación la hubiese manejado mejor sola, pero cada vez que sentía la mirada de
Kereem…No sé cuánto tiempo tenía aquí sentado viéndola dormir. Tal vez un par de horas, o muchas, pero no podía perderme los detalles.Me excitaba solo ver las marcas de mis manos en su piel, el saber que, a pesar de todo, solo mis manos la tocaban, y la poseían. El saber que abarcaba todos sus pensamientos, y que solo mirarla la encendía, hacía que mi parte más inconsciente, más retorcida, se alimentara de una forma abismal y sin límite.Pasé un trago cuando pasé la mano por mi rostro y luego vi cómo la pantalla de su teléfono se encendió.Mi ceño se frunció para ver la hora. Ya eran las seis de la mañana, y allí el sonido de su alarma.Noté como ella no se levantó de forma suave. Se sentó de golpe para tomar su celular y fruncir el ceño.Sabía ahora lo que pensaba, nunca se levantaba tarde, ni siquiera esperaba que la alarma se encendiera, pero era evidente que estaba agotada. Por mí.¿Y cómo? Yo aún estaba sediento de ella en mi forma más básica.Entonces, sus ojos se posicionaron
Terceros…Naim se recostó en el asiento de su auto mientras la brisa cálida del desierto comenzaba a colarse por las ventanas ligeramente abiertas. El palacio desaparecía en el horizonte mientras su mente seguía trabajando a mil por hora. La noticia de que Kereem y esa put@ estaban juntos, solo añadía más piezas a su plan, más oportunidades para desestabilizar todo lo que Kereem consideraba seguro.Sacó su teléfono y revisó el mensaje encriptado que había recibido de su contacto en Rusia. Las transacciones estaban completas, y el dinero estaba circulando en las cuentas que él había creado para desviar la atención. Todo avanzaba según lo planeado.Se pasó una mano por el rostro, tratando de mantener la calma. Sabía que las siguientes semanas serían cruciales. Todo estaba a punto de explotar. Pero eso era lo que él quería. El caos, el descontrol, le daría la ventaja sobre Kereem. Lo había visto demasiado confiado en los últimos meses, creyendo que tenía todo bajo control. Ahora, la mani
Terceros…Naim miraba la pantalla de su computadora, mientras tecleaba, y al mismo tiempo, respondía algunos mensajes encriptados provenientes de Rusia. Sin embargo, su mente funcionaba a mil por hora mientras trataba de encajar todas las piezas del rompecabezas que se desplegaba ante él.Había algo que le había incomodado mucho en las últimas semanas, y esa, era la maldita cercanía que Sanem quería tener con Kereem, aunque ella en el fondo sabía que su hermano, estaba en otro mundo.Sin embargo, lo que ella sabía, era que él había estado siguiendo cada uno de sus movimientos, asegurándose de que sus planes no se salieran de control… o más bien, que se ajustaran a los suyos.Y ahora mismo, esperaba una llamada.—Señor, hay una llamada para usted —Naim miró a un funcionario público y sonrió aceptando el teléfono. Sabía cómo podía poner a trabajar a la gente de Kereem para él, sin que se diera cuenta, todo a su servicio, y protegido en el mismo palacio.Ganarse un poco la confianza de K
Zahar.Mi respiración aún era irregular mientras mi cuerpo se acomodaba sobre el de Kereem, el calor de nuestras pieles entrelazadas en ese espacio que parecía ajeno al resto del mundo se había vuelto todo en este momento. Aún sentía el temblor en mis piernas, la intensidad del encuentro aún seguía crujiendo en mi interior.Sin embargo, en medio del caos de mis emociones, sabía que lo que acababa de suceder entre nosotros no había resuelto nada. Todo seguía siendo tan complicado, tan imposible, como antes.Me apoyé en su pecho, dejando que mi cabeza descansara en sus hombros, mientras sus brazos me rodeaban con fuerza. Su aliento aún era pesado, pero supe que no todo era deseo; había una carga en su mente, algo más oscuro y profundo.—Esto sigue siendo demasiado, incluso de explicar… —cuando lo dijo, cerré mis ojos, para mí era lo mismo, cada encuentro con él era un desborde, algo que no se cansaba de crecer, de jodernos de alguna forma.De acuerdo a lo que dijo de su matrimonio, me t
Zahar.El sonido del vaso chocando con la mesa resonó en mis oídos, arrastrándome de vuelta a la realidad. Observé a Kereem mientras se servía un trago, mientras la tensión en su cuerpo era evidente en cada movimiento. Mi corazón comenzó a latir más rápido, y una sensación de inquietud se instaló en mi estómago.Estaba hablando con Lidia, ella me preguntaba cómo había sido la noche, así que sonreí de pura ironía, cuando ella no se imaginaba lo que había pasado.Estaba segura de que en este punto, ya estaba odiando a Kereem, sin saber quién era realmente.Me senté rápidamente en la mesa, de punta y al otro extremo de Kereem. Él se sentó frente a mí, dejando su chaqueta a un lado, y me fijé en cómo sus manos temblaban ligeramente. El silencio entre nosotros era sofocante, pesado, lleno de cosas no dichas que se agolpaban en mi mente.—Hay dos razones por las que estoy aquí —comenzó con voz grave y cargada de una intensidad que me heló la sangre—. Una, por ti. Me estoy volviendo loco.Lo
Kereem.El calor del encuentro con Zahar todavía ardía en mi piel mientras salía de la suite, pero la urgencia en los ojos de Asad no dejaba espacio para la distracción. Caminamos en silencio por el pasillo, hasta que me condujo a una habitación más pequeña, y se metió conmigo.Pude notar que había varios hombres trabajando allí, en algunas computadoras, y Asad me ofreció un trago, pero negué.—¿Qué pasa? —le pregunté con voz baja, sintiendo el peso de la tensión en el aire.Asad no respondió de inmediato. En lugar de eso, sacó su tableta y comenzó a mostrarme una serie de imágenes. Cada una mostraba un lugar diferente, pero el común denominador era Zahar. Había fotografías de ella entrando y saliendo de edificios, capturas de cámaras de seguridad que seguían sus movimientos. El ángulo y la precisión de las tomas me pusieron en alerta.—Hemos estado vigilando a la señorita Zahar de cerca, como lo ordenó —comenzó Asad—, pero hemos descubierto que no somos los únicos.Alcé los ojos de g
Zahar… No tomé su mano cuando me la ofreció para subirme a la camioneta y traté de alejarme de su distancia cuando le ordenó a Asad ponernos en marcha. Mi cuerpo estaba lo suficientemente débil como para hacer un mal movimiento, además, en el encierro, el olor de Kereem me envolvió de forma tóxica y al mismo tiempo, me llenó de una familiaridad que desde hace meses no sentía. La camioneta comenzó a moverse, dirigiéndose hacia donde Kereem se estaba alojando. Eso creía yo. No hablamos durante el trayecto, porque él estaba pendiente de unas indicaciones de Asad, y luego se recostó para mirarme mientras durante el silencio la tensión crecía entre nosotros. Finalmente, la camioneta se detuvo frente a un lujoso edificio. Mi corazón latía con fuerza cuando Kereem abrió la puerta y salió, extendiendo una mano hacia mí. Dudé por un segundo, pero luego acepté su ayuda y descendí del vehículo. Entramos en el vestíbulo, y todo parecía un susurro distante mientras nos dirigíamos hacia la
Zahar.El eco de las palabras de Alessia resonó en mi mente como una sentencia ineludible: “todos los tratos se cerrarán con una sola persona, y ese es el Emir, Kereem Abdalá…”.Tragué en seco, sintiendo una mezcla de frustración y desesperación. Víctor, con su mirada de preocupación, intentaba leer mi expresión, pero sabía que debía mantener la calma. No podía mostrarle lo que realmente sentía, no ahora, cuando todo pendía de un hilo tan delgado.—No entiendo —Víctor le dijo a Alessia y ella pareció más confundida que él.—Ni yo, realmente había tomado unos contactos importantes, y se supone que esta reunión era para ello a pesar del cumpleaños del monarca.Los fuegos artificiales hicieron que todos nos giráramos, afuera era un festín de ellos, y yo vi cómo un pastel gigante entraba en un carrito dorado junto con velas de chispas.El monarca caminó, y le puso una mano a Kereem que lo acompañó hasta el centro.Parecían muy íntimos, y tuve que apartar la mirada de Kereem que parecía qu