La idea de Malih dejó a Kereem en un estado de confusión y dilema emocional. Mientras observaba el tranquilo jardín desde su despacho, las palabras resonaban en su mente:
«Una amante secreta»
Aunque la propuesta parecía ofrecer una solución aparentemente indolora para todos, el jeque sabía que las implicaciones emocionales y éticas eran profundas.
Inquieto, Kereem observó cómo se abría la posibilidad, dos días después de qué relacionista le dio la idea, y miró como su esposa Sanem, aun débil, pero con otro color, entró al despacho ofreciéndole una sonrisa plana.
Kereem se levantó de inmediato para recibirla y depositó un beso en su boca, mientras tomó su rostro.
—¿Cómo te sientes? —Ella asintió segura.
—Mucho mejor… están colocándome un tratamiento de vitaminas que me ha hecho sentir muy bien, gracias a Alá…
—Perfecto. Siéntate…
Él la dirigió al asiento, y se desajustó un poco la corbata.
—¿Pasa algo? Te ves incómodo —ella preguntó y Kereem asintió con la mirada seria.
—Se está complicando como lo dijiste —Sanem pasó un trago, pero afirmó completamente seria.
—Lo sé. Entonces… ¿Cuál es el siguiente paso?
—Hay una… forma.
—Estoy escuchando… —Lo odiaba. Kereem odiaba ver sus ojos llenos de tristeza.
—Según el relacionista, una amante…
Sanem abrió los ojos, Kereem siempre había sido directo, y nunca disfrazaba sus palabras.
Por su parte, él podía ver su pecho subir y bajar, pero necesitaba mantener el temple, más que nada por ella.
—¿Amante?
—Sí, una mujer secreta que tenga a nuestro hijo.
—Eso sería denigrarla… —Kereem pasó un trago duro, Sanem era la mejor mujer que había conocido en la vida.
Sin embargo, lo que tenía por decirle era peor.
—No pienso hacerla mi amante, si Malih tiene un plan, yo puedo manejarlo a mi antojo.
Sanem se levantó agitada.
—Esto no tiene sentido, lo mejor es que busques una esposa, que la respetes, y que se hagan las cosas como deben ser, ella tendrá a tu hijo, ese será el heredero, punto.
Kereem apretó los dientes.
«De ninguna manera»
—¿Y qué pretendes? ¡¿Que sea coronada como la reina?!
—Pasará lo que Alá permita, Kereem… ¿Cómo puedes siquiera pensar que tratarás a cualquiera que sea que elijas, en una ramera?
—Ni siquiera me has dejado terminar… —Sanem se puso la mano en la cabeza, y él se preocupó—. ¿Estás bien? —intentó levantarse, pero ella negó y se sentó de nuevo.
—Por favor… continúa.
—No tengo intención, te repito, de hacerla mi amante… —Sanem le envió una mirada seria.
—¿Entonces? ¿Qué planeas?
—Podemos utilizar su vientre… —El rostro de ella se puso más amargo y llevó las manos a su rostro.
—¿Te estás escuchando? Esto ni siquiera está permitido aquí de forma legal Kereem… además… —Sanem se volvió a levantar con los ojos nublados—. Es antimoral, atenta contra nuestros principios, nuestra fe. ¡Por amor Alá…! ¿Quién eres por pensar de esta forma?
Kereem se puso de pie, intentó abrazarla, y ella retrocedió.
—Nunca permitiré algo así… nunca utilizaré el vientre de una mujer para mi beneficio, prefiero separarme de ti…
Kereem abrió los ojos impactados ante su confesión, mientras vio su mandíbula titilar.
—Sanem… —ella negó.
—La idea de Malih, tiene mucho más juicio que la tuya…
Kereem cerró la boca esta vez.
Su reacción era demasiada, y él debía solucionar. No colocaría más cargas en Sanem, ella se veía demasiado débil, y relajó sus hombros intentando negociar.
—Está bien, olvidemos la reproducción asistida… —él notó como ella soltó el aire.
—¿Y cómo elegirás a la persona? —Kereem negó.
—Malih lleva un año en esto a mis espaldas…
—Claro… —Sanem miró al piso—. Todos están preocupados. Imagino que tu padre está en este asunto, e incluso me genera vergüenza.
Kereem se acercó levantando su barbilla, y lo hizo mirarlo.
—Nada de eso. Dejaré que Malih se encargue de esto. Luego, nos reuniremos en unos días para que nos muestre la candidata en un documento.
Sanem apretó la mandíbula, y luego asintió.
—Me parece lo más adecuado. Debe planificar la boda, y las invitaciones… yo puedo encargarme de otras cosas. Por ejemplo…
—No… —Kereem le envió una mirada fría, y esta vez hubo sentencia en su voz—. Puedo pasar lo de la reproducción asistida, y todo lo que quieras, pero te lo dejé claro, Sanem, no habrá una segunda esposa para mí…
—Kereem…
—Ella será mi amante, y eso, hasta que quede en embarazo… después, desaparecerá de mi vista.
Sanem abrió los ojos, pero la determinación de su esposo era afilada, que incluso ella le tuvo un poco de miedo.
Kereem estaba irritado, al menos había cedido en varias de sus peticiones. De forma suave acortó los pasos y lo abrazó colocando su rostro sobre su pecho, pero instantáneamente la puerta se abrió y escuchó cómo Asad se excusó.
—Lo siento, señor… ¿Me mandó a llamar…? —Sanem se limpió las lágrimas rápidamente y escuchó cómo Kereem le ordenó.
—Llama a Malih, dile que venga con el asunto en dos días… que quiero todo, y que hemos aceptado.
Asad asintió decidido cerrando la puerta, y Sanem solo se abrazó a sí misma, observando detenidamente por la ventana.
Sabía que le esperaba un tiempo de sombras, pero ella debía ser lo suficientemente fuerte porque amaba a Kereem más que a nada en el mundo.
Además, era su responsabilidad, una en la que había fracasado muchas veces, y debía poner reparo en ello cuanto antes.
***
—Perfecto… —Zahar trató de regular su respiración y luego le hizo una reverencia a su maestro de combate—. Pero nunca te confíes… las balas son rápidas y esas no perdonan.
—Lo sé, señor… —en el monumento en que ella contestó, una gran puerta del galpón se abrió como si alguien estuviese preparado para entrar.
Era el hombre de seguridad de su padre, Bakir, y parecía tener prisa en llevar a ella cuando sus zancadas fueron rápidas hasta llegar a su sitio.
—Zahar, su padre la requiere con urgencia.
Ella no titubeó en ponerse una capa encima de ella, despidió a su maestro para caminar rumbo a la camioneta, mientras algunos hombres la escoltaban.
—¿Hay alguna noticia? —Bakir no la miró, pero asintió de forma rápida.
—Ya lo sabrá.
Zahar, de veinte años, miró la carretera soltando el aliento. Sabía todos los pasos, nunca hablaban en autos, y, a decir verdad, ella solo tenía dos sitios que frecuentaba.
La mansión de su padre, y el galpón de entrenamiento, eso desde que tenía nueve años.
Nunca fue a un colegio de chicas, sus clases y educación eran privadas, y solo fue criada para un objetivo, se lo sabía de memoria, incluso dormida, podía recitarlo sin error.
Llegando a la mansión abrieron su puerta y fue Bakir el que la condujo rápidamente al despacho de su padre.
—Señor… —Zahar hizo una reverencia cuando Bakir saludó a su padre, y el hombre mayor, de unos cincuenta y cinco años, se giró con un puro en sus manos.
Tenía el turbante dorado, uno de sus favoritos, y una túnica blanca, porque, a decir verdad, Aziz Olayan, era extremo en su cultura.
—Déjanos solos… —Zahar se encogió un poco ante su orden. Muy pocas veces estaba con su padre a solas, e incluso no le gustaba mirarlo a la cara, él mismo le había enseñado que se trataba del máximo respeto—. Zahar…
Su mano levantó su rostro por primera vez, y ella pasó un trago grueso.
—Ha llegado nuestra hora… —Aziz sonrió como si resplandeciera, y luego soltó el humo de su boca—. Es el momento de nuestra gloria…
El resumen…
Había llegado el momento para el que la habían preparado tanto.
Entrar al palacio Masmak, y así comenzar su función…
El juego de engaño y seducción, había comenzado a partir de ahora.
La noticia de la llegada y la hora esperada, había sumido a Zahar en un estado quieto, mientras caminaba por los pasillos de la mansión junto a su padre. El peso de la responsabilidad se hacía más palpable con cada paso.—Sabes cómo es… —repitió Aziz, mirando a su hija con una intensidad que la hizo estremecer—. Bakir te llevará, y… que Alá te bendiga…Aziz dio un paso hacia ella, y estuvo a punto de tocar su cabeza con la mano, pero la retiró rápidamente. Zahar pasó un trago, y lo vio desaparecer.No tenía que darle detalles de nada, porque por años, le había repetido los caminos, y las estrategias a seguir.La mansión y el galpón de entrenamiento eran su único mundo, un mundo que ahora dejaba atrás para enfrentarse al complicado entramado del palacio Masmak.Miró a la amplia pared del salón y divisó el retrato de su madre. Había olvidado su voz, e incluso la visión de su mirada era un poco borrosa ahora en su mente.“Por la gloria de Arabia, por recuperar lo perdido” Bakir vino por
El salón se sumió en un silencio abrumador mientras los ojos de Zahar y Kereem se encontraron.Kereem pasó un trago y la boca se le puso seca, y no entendió por qué todo su cuerpo se tensó. Se quedó atrapado en la intensidad de la mirada de esa mujer, su cabello era largo y castaño oscuro, pero sus ojos eran de un color inexplicable.Había un azul intenso en sus ojos, pero a la vez un gris claro que lo traspasaba como si fueran agujas, mientras una mezcla se fundía en él. Había rabia, por supuesto, impotencia, y mucha testosterona exudando de sus poros.Zahar, por su parte, sintió una corriente eléctrica recorrer su cuerpo al encontrarse con la mirada penetrante de este hombre, tragó su propia saliva y achicó sus ojos.Lo había visto innumerables veces en fotos, siempre le pareció un hombre apuesto, pero su presencia, evidentemente, era otra cosa. La autoridad que emanaba, sus ojos de un verde y amarillo intenso bajo su piel morena, destacaban a un hombre que emanaba no solo poder, si
Naim salió del auto cuando casi el sol estaba escondiéndose en ese cielo amplio de su ciudad favorita.Riad. Su casa y hogar. Le hizo una seña a Emré, su primo de treinta y cuatro años, y muy amigo de Kereem. Lo habían estado preparando para su nuevo cargo como ministro de exteriores, y había viajado con él, hacia varias ciudades de Arabia Saudita. Ambos venían a apoyar a Kereem en todo el cambio de gabinete.—Nunca deja de robar el aliento… —ambos miraron el palacio alzando la cabeza cuando Emré lo dijo, eran casi las seis de la tarde, y las luces ya se habían encendido, dándole más majestuosidad al palacio.—Y ahora que estarás más junto a nosotros, no querrás salir.Emré asintió con una sonrisa.—Eso lo tengo claro.—Lleven las bolsas de compras a un salón… —ordenó Naim a unos hombres y luego se adentraron al palacio.Todos, a excepción de Kereem, debían pasar por una inspección antes de entrar.—¡Que Alá los bendiga! —Naim sonrió. Por supuesto, su madre, Hurem, había sido la pri
—Kereem… ¿Amor? —Kereem parpadeó varias veces y en su visión apareció Sanem.Su ceño se arrugó y se levantó de golpe.—Nunca habías dormido hasta tan tarde… —Él observó el reloj digital.Eran las nueve de la mañana.—¿A qué hora te dormiste? —Sanem tenía muchas preguntas esta mañana, pero él negó.—Casi no podía dormir, salí a la terraza en la madrugada y… —se rascó los ojos—. Me daré una ducha, dame un momento.—Malih nos espera… —Y Kereem la miró.—De acuerdo, lo haré rápido; si quieres, puedes adelantarte. —Solo le diré que vaya a un salón y le daré la orden a un guardia que lleve a la chica, que nadie lo sepa… hasta que lleguemos y decidamos qué hacer. Pero creo que es mejor que lo hablemos antes, llegar a improvisar, solo nos hará ver débiles.Kereem lo estuvo pensando toda la noche, pero incluso le dolió la cabeza.—Tal vez… quizás debemos decirle a nuestra familia la situación. No quiero avergonzarte, pero…—He pensado en una opción —Sanem se sentó a su lado como si estuviera
—Señor, su reunión comenzará en diez minutos… —Kereem asintió hacia su asistente y se acomodó la chaqueta.Se reuniría con algunos secretarios de la cámara, porque en tres días, sería el gran día donde anunciaría los nuevos cargos, desde ministros, hasta el personal que podía quedarse en el palacio.—Avísale a Naim que venga…—Ya viene en camino.—Perfecto.Kereem caminó a la sala de reuniones especial del palacio, y para cuando entró, los hombres los esperaban.Su hermano llegó un minuto después y se pusieron en marcha con un montón de trabajo que tenían acumulado.—Si tenemos estas nuevas conexiones con Europa, nos elevaremos cinco escalones más de lo que estamos de toda la comunidad árabe… —Un secretario informó y Naim sonrió hacia Kereem.—Eso es perfecto.—Sin embargo, no comenzaremos nada, ni daremos una firma, hasta que todo mi gabinete sea estructurado. Nos faltan tres días, desde allí, comenzaremos con este negocio.Los secretarios estuvieron de acuerdo, y luego de diez minut
Tres días después. Riad. Día de la restructuración de gobierno. La agitación de Zahar se volvió densa. Estaba dormida, pero era costumbre que tuviera pesadillas de vez en cuando.—Debes saltar… —ella miró la pendiente. Tenía sus rodillas raspadas, una lesión en su muñeca, y todo un día de entrenamiento. Este era su cumpleaños número quince, pero su padre no había aparecido ni una vez. Tenía frío, estaba cansada y falta de sueño como por tres días. Su cuerpo estaba tembloroso, sabía que no podía resultar. Este salto iba más allá de sus capacidades.—Creo que… no voy a lograrlo —su maestro castigó su espalda con un látigo. —Esa palabra no existe en tu vocabulario —y Zahar retuvo las lágrimas en sus ojos. Si ella dejaba caer una sola en su mejilla, su castigo sería peor. Corrió con piernas temblorosas y usó todas sus fuerzas para saltar, cayó al vacío moviendo las piernas, y luego sus brazos se colgaron de la pared improvisada, mientras su cuerpo chocó con toda la fuerza golpeand
Sala de reuniones. Primera sesión. La sala de reuniones estaba impregnada de tensión cuando Kereem entró. Los altos funcionarios y ministros presentes se acomodaron en sus asientos, y los murmullos cesaron al instante. Kereem ocupó su lugar en la cabeza de la mesa, con la mirada fija en los documentos que tenía delante.Naim estaba en la otra punta, era una estrategia, y su primo Emré a su derecha.Su tío y algunos familiares, estaban en las sillas, mientras que en la mesa seguían los miembros que serían despojados del cargo. La reestructuración del gobierno era una tarea crucial, y Kereem sabía que cada decisión que tomara tendría repercusiones en el futuro del país.—Bien, señores, comencemos…—¿Hemos incumplido con alguna de las cosas que su padre nos ordenó alguna vez? Tendrá mayor apoyo con nosotros…Kereem alzó la mirada al ministro de Relaciones Exteriores.Bueno, al exministro en unos minutos.—Tengo un miembro de mi familia cercano que ocupará su puesto, y es algo que solo
Una semana después.—Fue una semana tensa, espero hayas dormido bien… —Kereem alzó la mirada para ver entrar a su hermano Naim.—Lo fue, pero terminamos, gracias a Alá… —Eran las diez de la mañana y había anunciado a todo su gabinete descasar el fin de semana para retomar a sus puestos.—Creo que tenemos un gran equipo. Sin embargo, no podemos bajar la guardia, hay mucho por hacer.Kereem asintió, y le pasó algunos papeles a Naim.—Este montón, debes fírmalo tú. Llamaré al asistente para que organice las reuniones de esta semana.Naim aceptó y se quedó observando los papeles cuando dos toques en la puerta hicieron que ambos levantaran la mirada.Era Emré con una sonrisa.—¡Buenos días, majestades…! —ellos sonrieron ante su entrada, pero rápidamente el asistente general del palacio entró para informar:—Señor, la mayoría de los ministros están instalados, se les pasó una carpeta al correo de las normas, saben que cada que entren al palacio serán registrados. Aquí están de forma ordenad