—Kereem… ¿Amor? —Kereem parpadeó varias veces y en su visión apareció Sanem.
Su ceño se arrugó y se levantó de golpe.
—Nunca habías dormido hasta tan tarde… —Él observó el reloj digital.
Eran las nueve de la mañana.
—¿A qué hora te dormiste? —Sanem tenía muchas preguntas esta mañana, pero él negó.
—Casi no podía dormir, salí a la terraza en la madrugada y… —se rascó los ojos—. Me daré una ducha, dame un momento.
—Malih nos espera… —Y Kereem la miró.
—De acuerdo, lo haré rápido; si quieres, puedes adelantarte.
—Solo le diré que vaya a un salón y le daré la orden a un guardia que lleve a la chica, que nadie lo sepa… hasta que lleguemos y decidamos qué hacer. Pero creo que es mejor que lo hablemos antes, llegar a improvisar, solo nos hará ver débiles.
Kereem lo estuvo pensando toda la noche, pero incluso le dolió la cabeza.
—Tal vez… quizás debemos decirle a nuestra familia la situación. No quiero avergonzarte, pero…
—He pensado en una opción —Sanem se sentó a su lado como si estuviera preparada y lo interrumpió.
—¿Cuál es? —Kereem la miró por un momento, y asintió para que continuara.
—Creo que para nuestra familia será muy extraña la entrada de esa mujer. Así que podemos hablar de que se trata de una prima… una prima mía.
Kereem abrió los ojos.
—¿Una prima?
—Sí, podemos decir que es hija de mi tío, Coré… el que se fue a Omán.
Kereem asintió lento para seguir escuchándola.
—Eso es mejor, decimos que su madre murió, y ella está un poco perdida, así que mi tío me contactó y yo decidí recibirla, al menos hasta que él esté estable en Omán.
Kereem asintió.
—Sí…
—Si ella sale embarazada pronto…
—Un día a la vez, Sanem… —Kereem tomó su mano y ella asintió.
—Bien. Iré a avisarle a Malih. Disfruta de tu baño.
Kereem soltó el aire cuando cerraron la puerta y se metió en la ducha, dejando que sus ojos se cerraran y que su cuerpo se ambientara al agua fría. La imagen de esa mujer le generaba todo, pero lo que más relucía, era una rabia indescriptible.
Se puso un traje gris oscuro, y peinó su cabello hacia atrás cuando salió directo al salón donde de seguro ya estaba Sanem, y nada más entró, él pudo ver que su esposa se encontraba con Malih.
—Majestad… —el hombre hizo una reverencia y Kereem se sentó en el sofá con Sanem—. La señora me ha dado la información.
—Me adelanté un poco… —Él asintió hacia ella sin problema y luego miró a Malih.
—Una cosa más, Malih… ¿Ha tenido revisiones médicas para saber si es fértil?
Sanem pasó un trago y Malih no dudó en dar la respuesta.
—Todo su historial médico está en el iPad y la información que deseen de ella. Está en perfectas condiciones.
—Bien… —Kereem cortó—. ¿Dónde está ella? Debemos dejarle claro muchos puntos.
—La traeré.
Kereem no se inmutó, pero sintió cómo Sanem tomó su mano y entrelazó los dedos. Él recibió su mano cálida, y le besó el dorso.
—No puedo evitar sentir pena por ella.
Y Kereem apretó la mandíbula.
La puerta se abrió con Malih, y luego esa mujer dio un paso hacia ellos. Esta vez tenía un vestido blanco y Kereem profundizó su ceño.
—Siéntate, Zahar… —Malih no había terminado de decirle cuando Kereem lo preguntó sin darle tiempo a reaccionar:
—¿Por qué estás haciendo esto? ¿Qué ganas? —Malih se tensó, pero ella se quedó quieta sin ninguna emoción en su rostro—. Supuestamente, tu padre es rico, no he hecho negocios con él, pero…
—Yo puedo explicar… —Malih se ofreció y Kereem alzó la mano para detenerlo y callarlo.
—No… le pregunté a ella… ¿Qué ganas?
—Tengo metas personales… —Y Kereem soltó un bufido irónico.
—No estamos jugando aquí… —Se levantó, y Zahar, aunque no lo pidieron, se levantó también.
—Ni yo, majestad… —ella se puso derecha—. Quiero salir de Arabia Saudita una vez que termine mi propósito aquí… —Kereem y Sanem, que ahora sostenía su brazo, fruncieron el ceño y se miraron entre ambos—. Pidieron mi mano hace unos meses, pero la rechacé… mi padre no quiere tener mucho que ver conmigo, y no quiero casarme…
—¿No quieres casarte? —Sanem preguntó con sorpresa—. Pero, ¿por qué?
—Porque no estoy conforme, señora… no quiero vivir bajo nuestra cultura, y…
—¿Qué dices? —Kereem la cortó.
—Me pidió la verdad… ¿Cambian sus proyectos mis respuestas? Sé por qué estoy aquí. Quieren un hijo, uno que nacerá de mí, y será puesto en los brazos de la señora Sanem. Después de eso, desapareceré de sus vidas, y yo me ganaré mi libertad.
Kereem respiraba agitado, y Sanem no podía creer el ideal de la chica.
—Entonces… ¿Te irás de Arabia Saudita? —Ella asintió cuando volvieron a preguntarle.
—Con sus firmas no tendré ninguna objeción. Saldré del país.
—Ella irá a Inglaterra… —Malih se asomó de nuevo—. Así que no hay nada de qué temer, señor… no hay nada que arriesgar.
Zahar se volvió a sentar cuando Kereem rodeó el sofá y caminó por el salón. Sanem se mantenía quieta, mirando detenidamente a Zahar. Estaba impactada con su información y su seguridad al hablar.
—Queremos que te quedes —Kereem se giró cuando Sanem se adelantó por sí sola—. Solo tú, Kereem, Malih y yo, sabremos de este asunto.
Zahar alzó el rostro.
—Nadie sabrá quién eres realmente… —Kereem continuó—. Nuestra familia está en el palacio, somos unidos, y tu presencia levantará sospechas.
—Yo seré una tumba, señor… —Se apresuró a decir Malih y ambos miraron a Zahar.
—Serás mi prima aquí en el palacio —Sanem le informó—. Eres hija de mi tío Coré. Estarás una temporada aquí en el palacio. Tu madre murió, y tu padre está en Omán.
Zahar no se inmutó y asintió sin quitarle la mirada a Sanem.
—De acuerdo.
—Zahar, debes actuar con naturalidad, cualquier cosa que se te presente…
—Debes hablarlo con Sanem… —terminó por decir Kereem, y Sanem lo miró asintiendo.
—Así es, soy tu prima lejana, y así quedamos. Tu estadía depende totalmente de ti… —Kereem observó cómo esa mujer asintió hacia su esposa, y luego, alzó los ojos a él.
Él le sostuvo la mirada, había algo en ella como si lo retara, y esta vez, ella fue la que apartó los ojos cuando Malih intervino:
—Mi señor, en este momento me aparto del asunto, estoy a sus servicios para lo que requiera, y cualquier cosa que amerite…
—Amerito, que no hables de este hecho ni con tu mente… —Fue una advertencia directa.
—Por supuesto, majestad.
Todos se pusieron de pie, y Sanem se abrazó a sí misma.
—Ordenaré a que te pasen a una habitación de invitados, Zahar… —y pasando un trago se afirmó—. Quizás esta misma noche te presente a nuestra familia, así que, por favor, vístete acorde al momento… y por las prendas o ropa no te preocupes, ordenaré que alguien lo haga por ti.
Zahar afirmó en silencio. Kereem llamó a un empleado al que le dio directrices, y ambos vieron salir a la mujer, mientras Malih se despidió con una reverencia.
Pasaron unos segundos largos para que Sanem volviera a ver el rostro de Kereem, pero su toque suave, la hizo desarmar en el instante.
—Le pido a Alá que me dé fuerzas… —ella se abrazó hacia él, mientras Kereem la recibió en sus brazos como si la consolara con delicadeza.
Le dio un beso en la cabeza a Sanem, y luego la tomó de las mejillas acariciándolas.
—Quiero que entiendas, que esto es solo un acuerdo, un acuerdo que tendrá un fin, y espero que ni siquiera se quede en los recuerdos.
Sanem asintió limpiándose las lágrimas, y luego volvió a meter su rostro en su pecho.
Ella también pedía a gritos que fuese de esta forma, porque si no, ella moriría…
***
—Señor, su reunión comenzará en diez minutos… —Kereem asintió hacia su asistente y se acomodó la chaqueta.Se reuniría con algunos secretarios de la cámara, porque en tres días, sería el gran día donde anunciaría los nuevos cargos, desde ministros, hasta el personal que podía quedarse en el palacio.—Avísale a Naim que venga…—Ya viene en camino.—Perfecto.Kereem caminó a la sala de reuniones especial del palacio, y para cuando entró, los hombres los esperaban.Su hermano llegó un minuto después y se pusieron en marcha con un montón de trabajo que tenían acumulado.—Si tenemos estas nuevas conexiones con Europa, nos elevaremos cinco escalones más de lo que estamos de toda la comunidad árabe… —Un secretario informó y Naim sonrió hacia Kereem.—Eso es perfecto.—Sin embargo, no comenzaremos nada, ni daremos una firma, hasta que todo mi gabinete sea estructurado. Nos faltan tres días, desde allí, comenzaremos con este negocio.Los secretarios estuvieron de acuerdo, y luego de diez minut
Tres días después. Riad. Día de la restructuración de gobierno. La agitación de Zahar se volvió densa. Estaba dormida, pero era costumbre que tuviera pesadillas de vez en cuando.—Debes saltar… —ella miró la pendiente. Tenía sus rodillas raspadas, una lesión en su muñeca, y todo un día de entrenamiento. Este era su cumpleaños número quince, pero su padre no había aparecido ni una vez. Tenía frío, estaba cansada y falta de sueño como por tres días. Su cuerpo estaba tembloroso, sabía que no podía resultar. Este salto iba más allá de sus capacidades.—Creo que… no voy a lograrlo —su maestro castigó su espalda con un látigo. —Esa palabra no existe en tu vocabulario —y Zahar retuvo las lágrimas en sus ojos. Si ella dejaba caer una sola en su mejilla, su castigo sería peor. Corrió con piernas temblorosas y usó todas sus fuerzas para saltar, cayó al vacío moviendo las piernas, y luego sus brazos se colgaron de la pared improvisada, mientras su cuerpo chocó con toda la fuerza golpeand
Sala de reuniones. Primera sesión. La sala de reuniones estaba impregnada de tensión cuando Kereem entró. Los altos funcionarios y ministros presentes se acomodaron en sus asientos, y los murmullos cesaron al instante. Kereem ocupó su lugar en la cabeza de la mesa, con la mirada fija en los documentos que tenía delante.Naim estaba en la otra punta, era una estrategia, y su primo Emré a su derecha.Su tío y algunos familiares, estaban en las sillas, mientras que en la mesa seguían los miembros que serían despojados del cargo. La reestructuración del gobierno era una tarea crucial, y Kereem sabía que cada decisión que tomara tendría repercusiones en el futuro del país.—Bien, señores, comencemos…—¿Hemos incumplido con alguna de las cosas que su padre nos ordenó alguna vez? Tendrá mayor apoyo con nosotros…Kereem alzó la mirada al ministro de Relaciones Exteriores.Bueno, al exministro en unos minutos.—Tengo un miembro de mi familia cercano que ocupará su puesto, y es algo que solo
Una semana después.—Fue una semana tensa, espero hayas dormido bien… —Kereem alzó la mirada para ver entrar a su hermano Naim.—Lo fue, pero terminamos, gracias a Alá… —Eran las diez de la mañana y había anunciado a todo su gabinete descasar el fin de semana para retomar a sus puestos.—Creo que tenemos un gran equipo. Sin embargo, no podemos bajar la guardia, hay mucho por hacer.Kereem asintió, y le pasó algunos papeles a Naim.—Este montón, debes fírmalo tú. Llamaré al asistente para que organice las reuniones de esta semana.Naim aceptó y se quedó observando los papeles cuando dos toques en la puerta hicieron que ambos levantaran la mirada.Era Emré con una sonrisa.—¡Buenos días, majestades…! —ellos sonrieron ante su entrada, pero rápidamente el asistente general del palacio entró para informar:—Señor, la mayoría de los ministros están instalados, se les pasó una carpeta al correo de las normas, saben que cada que entren al palacio serán registrados. Aquí están de forma ordenad
Festejo revolucionado.—¿Este te gusta? Parece que es el que has elegido… —Zahar miró a Sanem mientras Janna le sonreía y preguntaba al mismo tiempo—. Sanem no es una dictadora, puedes elegir el que te guste, ¿verdad, Sanem?Sanem afirmó lento, y detalló el vestido que Zahar había escogido.Era precioso, pero a ella debía vérsele magistral. Tenía mangas, se tallaba a la figura, era entre plateado con brillantes, y se soltaba en las rodillas como una sirena.—Se te verá precioso, Zahar… resaltará tus ojos… ¿Estás segura de que no quieres casarte? Porque tendrás una larga fila… —Janna jugó con ella, y Zahar observó a Sanem que sacudía su vestido.—¿Kereem te dijo al fin qué color prefiere? —interrumpió y Janna se giró con el ceño fruncido.—Pensé que te llamaba para eso… —Sanem parpadeó y luego sonrió.—No, necesitaba hablarme de otra cosa.Los toques débiles en la puerta callaron a todas, y Tara, su criada, entró con su té y medicamentos.—Gracias, Tara-—¿Te has sentido mejor? —Janna
El camino hacia el lugar del evento transcurrió en silencio. Sanem estaba recostada en el asiento, aparentemente serena, pero su mirada reflexiva dejaba entrever que algo la preocupaba.Kereem, por otro lado, mantenía la vista fija en la oscuridad de la carretera, tratando de ahogar las sensaciones desencadenadas por el efímero contacto con Zahar.En cambio, Zahar estaba recta, con la misma expresión, mientras sus pensamientos eran una tortura.Ella reprimió sus ojos y abrió la boca para soltar el aire: “Por, más de que te sientas atraída, nunca muestres debilidad”.Reprimió sus ojos. No sabía si se trataba de que nunca había tenido ese tipo de contacto. A decir verdad, su maestro manoseó su cuerpo infinidades de veces, incluso trabajó con ella en la seducción hasta que Zahar aborreció el toque corporal.Y aunque era virgen en su cuerpo, algo muy necesario para llegar al palacio, su mente ya estaba completamente perturbada y destruida. Totalmente corrompida. Incluso estaba segura de q
El banquete continuó con brindis y conversaciones animadas. La familia Abdalá representaba una imagen de elegancia y poder en medio de la celebración. Janna, Jamil y Naim intentaban mantener un ambiente festivo, al contrario, Kereem tenía un semblante serio, y Emré no paraba de alabar cualquier cosa de Zahar.Y eso, sencillamente, lo tenía harto.Ibrahim Faisán dio unas palabras, y luego de eso Kereem junto con varios empresarios fumaron unos puros. De vez en cuando, Kereem miraba a la mesa de su familia, pero lo que quería es que esta maldit@ fiesta terminara lo antes posible.Y su hermana fue la salvación.—Creo que nos vamos… me llevaré a Zahar.Kereem negó.—No, me iré con ustedes.—¿Estás seguro? —Él asintió.Todos se despidieron de la pareja, y fue realmente una agonía la duración de despedida. Kereem caminó junto a todos, y miró a Naim cuando se detuvieron frente a los autos.—Tú te vas con Emré… —Kereem anunció a su hermano y este besó sus mejillas.En sus reglas culturales, n
Ardor… La piel le ardía cada vez que sus yemas pasaban por ella. Era como una cerilla que encendía el fuego que la quemaba entera y dejaba un fuerte ardor a su rastro, y su boca maestra solo aumentaba la desesperación de ambos.Kereem se despegó, incluso en el punto en que Zahar ya no tenía aire. Ella notó las llamas de deseo y desesperación que ardían en sus ojos mientras la observaba, había quitado todo su vestido, y hasta allí se dio cuenta de que no llevaba braguetas ni mucho menos brasier.Notó como su garganta pasó un trago, Kereem se apartó un poco para desvestirse sin apartar sus ojos de su cuerpo, y Zahar luchaba porque su pecho no respirara con tanta fuerza.La atmósfera estaba cargada de tensión, como una tormenta a punto de estallar.La rapidez con la que se desvistió Kereem fue abrumadora, sacó su camisa negra, los botones de las muñecas resonaron en el suelo de madera, y sus pantalones se bajaron, mostrándole a Zahar su desnudez y como se pronunciaba su erección.Una mu