El banquete continuó con brindis y conversaciones animadas. La familia Abdalá representaba una imagen de elegancia y poder en medio de la celebración. Janna, Jamil y Naim intentaban mantener un ambiente festivo, al contrario, Kereem tenía un semblante serio, y Emré no paraba de alabar cualquier cosa de Zahar.Y eso, sencillamente, lo tenía harto.Ibrahim Faisán dio unas palabras, y luego de eso Kereem junto con varios empresarios fumaron unos puros. De vez en cuando, Kereem miraba a la mesa de su familia, pero lo que quería es que esta maldit@ fiesta terminara lo antes posible.Y su hermana fue la salvación.—Creo que nos vamos… me llevaré a Zahar.Kereem negó.—No, me iré con ustedes.—¿Estás seguro? —Él asintió.Todos se despidieron de la pareja, y fue realmente una agonía la duración de despedida. Kereem caminó junto a todos, y miró a Naim cuando se detuvieron frente a los autos.—Tú te vas con Emré… —Kereem anunció a su hermano y este besó sus mejillas.En sus reglas culturales, n
Ardor… La piel le ardía cada vez que sus yemas pasaban por ella. Era como una cerilla que encendía el fuego que la quemaba entera y dejaba un fuerte ardor a su rastro, y su boca maestra solo aumentaba la desesperación de ambos.Kereem se despegó, incluso en el punto en que Zahar ya no tenía aire. Ella notó las llamas de deseo y desesperación que ardían en sus ojos mientras la observaba, había quitado todo su vestido, y hasta allí se dio cuenta de que no llevaba braguetas ni mucho menos brasier.Notó como su garganta pasó un trago, Kereem se apartó un poco para desvestirse sin apartar sus ojos de su cuerpo, y Zahar luchaba porque su pecho no respirara con tanta fuerza.La atmósfera estaba cargada de tensión, como una tormenta a punto de estallar.La rapidez con la que se desvistió Kereem fue abrumadora, sacó su camisa negra, los botones de las muñecas resonaron en el suelo de madera, y sus pantalones se bajaron, mostrándole a Zahar su desnudez y como se pronunciaba su erección.Una mu
El silencio que siguió al clímax era denso y cargado de un magnetismo extraño. Zahar intentaba recobrar el aliento, mientras Kereem observaba con intensidad cada reacción en su rostro. La habitación estaba impregnada de un olor a deseo consumado y sobre todo de un magnetismo inusual.Kereem, con su respiración aún agitada, se apartó lentamente de Zahar. Sus ojos de hielo, que antes ardían en deseo, ahora mostraban la misma frialdad, y Zahar notó como él comenzaba a vestirse con rapidez.Ella se sentó pasando un trago.Kereem finalmente se acercó a ella, y se agachó para recoger su vestido, y sin mirarla, se lo entregó.—Vístete… nos vamos en unos minutos… —Su voz era firme y ni siquiera la determinó en ese momento.Ella obedeció en silencio vistiendo la prenda que él le entregó. La habitación estaba impregnada de una extraña tensión, como si algo hubiera cambiado entre ellos. Y ella sabía perfectamente ahora, que había vuelto ese enorme muro.De todas formas, a ella no le importaba, p
Zahar se bajó de la máquina de correr y se agachó tratando de controlar su respiración. Se hizo una coleta alta, y luego tomó de la botella de agua.Caminó rumbo a su habitación, y se quitó la ropa para meterse en la regadera, pero antes de ello, se frenó al verse en el espejo.Sus vellos se levantaron como una ola seguida cuando sus ojos repararon en sus marcas. Marcas profundas en su clavícula, en su cuello. Sus pechos tenían también las succiones de Kereem, así como su cintura.Pero en vez de provocarle aversión, como cuando su maestro a veces la tocaba para adiestrarla, estas levantaban todo tipo de emoción dentro de su cuerpo.Zahar pasó un trago acercándose al espejo y llevó sus dedos a su clavícula, y luego miró sus propios ojos.Los cerró con fuerza cuando abrió su boca y las imágenes, sonidos, y jadeos, vinieron a ella como un gran golpe.“Nunca pierdas la cabeza” Sacudió sus pensamientos y abrió la regadera con fuerza. Había hecho ejercicios por dos horas continuas, y tenía
Sanem tomó el aire, sería débil reclamarle, no quería mostrarle sus sentimientos a nadie, y mucho menos sentirse derrotada frente a una desconocida.Esto solo era entre Kereem y ella, y no iba a rebajarse a su lugar de amante.Levantó la barbilla, se levantó y luego caminó hacia Janna.—Creo que trabajaré en unos asuntos. Estaba en el proyecto de la fundación cuando, ya sabes, perdí a mi bebé… —Janna pasó la mano por sus brazos frotándoselo.—Lo sé, si necesitas ayuda, ya sabes que estoy aquí… —Sanem asintió con una sonrisa, y Zahar podía escucharlas desde su distancia—. Gracias…—Prima Sanem… —Tanto Janna como Sanem se giraron, Zahar venía hacia ellas—. Dicen que hay una biblioteca aquí, donde también hay reliquias de los reinos pasados…Janna sonrió.—Es para morirse, está en el ala de los ministros, puedes pedir que alguien te acompañe.—¿No puedo ir sola? —Sanem apretó los dientes ante su pregunta, le molestaba que fuese tan importuna.—Es un ala donde hay muchos hombres, literalm
La biblioteca del palacio era un majestuoso laberinto de conocimiento antiguo, con estanterías de madera tallada y libros encuadernados en cuero que contenían historias de reinos pasados. Zahar caminaba con asombro por los pasillos, sus ojos exploraban no solo los libros sino las reliquias y toda la zona antigua que era muy impresionante. —Este lugar es increíble.—Sí, es un tesoro. Pero, sinceramente, creo que hay otras joyas que podrían destacar aún más en este lugar —dijo Emré con una sonrisa sugerente.—Nunca he visto tantos libros antiguos en un solo sitio —comentó Zahar, tratando de desviar la atención de las miradas insistentes de Emré.Ella sabía perfectamente las intenciones del primo de Kereem, pero no podía desviar su atención en ningún momento. Ni mucho menos, perder el tiempo con él.Solo estaba explorando el palacio para reconocer las zonas estratégicas; debía grabarse cada pasadizo, cada esquina, y todo el lugar en el menor tiempo posible.Lo que menos quería era una p
El sonido de pasos resonaba en los pasillos de la biblioteca mientras Kereem y Zahar intentaban recomponerse rápidamente. Los dos se separaron con gestos apresurados y Zahar intentó arreglar su ropa mientras Kereem se acomodaba la cremallera del pantalón.—Pasen por aquí, en el estante del fondo, tenemos una colección entera del mismo autor… —repetía la voz, esta vez más cercana. Kereem miró a Zahar con intensidad y se agachó para recoger los pedazos de la reliquia.—No hables… —murmuró Kereem y Zahar podía reconocer que su voz aún estaba cargada de éxtasis.Ella asintió intentando ocultar la turbación en su mirada. Se dirigieron hacia el estante mencionado, tratando de aparentar normalidad, y cuando pasaron el estante, se encontraron con el encargado de esta parte del palacio.—Emir… —hizo una reverencia y Kereem observó a un grupo de personas observándolos directamente—. No sabía que estaba aquí…Kereem se metió la pulsera en los pantalones.—Sigan en lo suyo… —Miró a Zahar para que
—¿No pasa por aquí cada vez que sale del palacio? —Bakir negó cuando su jefe, Aziz Olayan, preguntó en dirección de una maqueta.—No… A diferencia de Saad, este hombre es demasiado desconfiado. Siempre toma caminos diferentes, acaba de remover a todos los ministros de su asamblea, y aunque dejó al relacionista público, no podemos confiarnos del todo de Malih. Ya sabe, señor, él solo piensa que está ayudando a su Emir. Y confió como un pendejo.Aziz se sentó en su silla giratoria y le dio una calada a su puro. Se quedó en silencio mirando el panorama desde su ventana en un enorme rascacielos y sin mirar a Bakir, lo señaló.—Debemos conectarnos con Zahar en algún momento, quiero ver sus ojos, ellos me dirán cómo va la misión.—Malih se encargará de hacer un hueco en algún momento… —Bakir informó y Aziz asintió.—Aún nos falta unos meses como mínimo, que Zahar juegue el juego que le mostré, que este hombre haga lo que tenga que hacer, mientras mis relaciones deben aumentar, pero por sobr