Terceros…Los pasos de Naim resonaban firmes mientras avanzaba por el pasillo principal del palacio. Había sido escoltado por los altos mandos militares, mientras afuera, la nación hervía.Las calles estaban militarizadas, y había un silencio tan severo que incluso era preocupante.La muerte de miles de rebeldes podía incluso olerse. Había mucha sangre derramada, pero a él no le importaba, porque este había sido su plan desde un inicio. El grupo terrorista solo había sido un gancho, y ahora él iba a quedar como el verdadero héroe de esta historia.Nunca traicionaría su sangre ni la corona para poner a un terrorista en el poder, además, porque él era el nuevo poder. Y eso, también se determinaría a que Kereem no aparece, y si lo hacía, terminaría por desaparecerlo.Naim soltó el aire, lavándose las manos y viéndose al espejo. Habían sido días agitados, y tenía que comunicarse rápidamente con Rusia, para calmar los ánimos.Los toques en la puerta se hicieron escuchar y, secándose las ma
Terceros…Sanem respiró agitada, mientras la mano de Naim apretaba la suya. Ella estaba tratando de contener las lágrimas, pero era inevitable que se le salieran todas.La mirada y las palabras de Naim eran diferentes, y sabía que él había planeado algo desde hace mucho, sobre todo para herir a Kereem, pero no sabía ni se imaginaba hasta qué magnitud. Tampoco es que ella quería a Kereem muerto, porque a pesar de todo por lo que había tenido que pasar, él era su esposo y siempre lo sería.Naim pasó varias partes del palacio y ella notó que se iba hacia la habitación que siempre utilizaban, una muy allegada a la de Naim, en la zona del palacio más reservada.Después de que entró con ella, cerró la puerta y se giró hacia ella con una enorme sonrisa.—Hemos ganado, y tengo muchas noticias para ti —le ordenó que tomara asiento—. Siéntate y limpia esas lágrimas que me estresan.Sanem pasó un trago rápido, e hizo caso a todo lo que él decía, mientras lo vio caminar hacia una parte de la ampl
Zahar…La respiración abandonó mi cuerpo.Desaparecido. La palabra se me pegó al pecho como una maldición. La desaparición es un eco. Un agujero. Un espacio donde debería haber alguien. Y no está.Tomé el aire y lo volví a soltar, caminé por la base como una sobra, nadie me miraba ni hablaba.Eran las tres de la mañana cuando me metí en uno de los baños del servicio de la base y me quité el pasamontañas. Sentía que las costillas se me aflojan como ramas secas, y que todo el aire se me iba en un solo sollozo, pero las lágrimas no salían de mí en ninguna circunstancia.El llanto es un lujo para quien sabe a qué llorarle, y yo ni siquiera sabía dónde estaba, y él no podía dejarme sola.No podía…En un punto me dolieron las manos de tanto apretarlas. Pero estaba entrando en una crisis, estaban pensando que al cerrarlas pudiera sujetarlo. Como si pudiera traerlo de vuelta con solo apretar el aire.Por favor… por favor… por favor, Kereem…Unos golpes en la puerta me hicieron saltar y lueg
Terceros…Por la mañana, Naim tomó su café cargado mientras se sentó en aquel escritorio que había visto solo desde otra visión.No supo por qué una sonrisa de triunfo inundó su boca, pero aspiró el aire, sintiendo el olor de su baño resiente, y perfume. Su cabello húmedo caía ordenado sobre la frente, y su traje oscuro parecía recién planchado, como si nada estuviera fuera de lugar en el mundo… excepto, tal vez, su hermano.Sharid no había dormido nada. Los demás generales y él habían trabajado toda la noche y debía presentarse frente al primer ministro dentro de los próximos quince minutos, pero tenía cierto temblor en las manos.Nada de lo que estaba viendo le parecía normal.—He visto que otros sub generales están llegando al palacio. ¿Crees que vayan a otra misión?Él negó.No estaba entendiendo un poco el plan del ministro, pero que se hubiese reunido con el consejo sin la presencia de los generales destacados en este momento de crisis, no era nada bueno.“Sharid, no podemos avi
—Son inversiones importantes, mi señor… a la larga, podemos aliarnos a esas empresas. La monarquía se hace más fuerte con cada inyección de dinero…Kereem Abdalá, el Emir de Arabia Saudita, asintió y comenzó a leer los documentos.Sanem estaba a su lado un poco inquieta. Había un poco de sudor en su frente, los síntomas estaban volviendo cuando se colocó la palma en su vientre, y se dobló al sentir un fuerte dolor.—¿Te encuentras bien? —preguntó en susurro su esposo en susurro, pero ella asintió rápidamente.—Sí… creo que tengo que retirarme un momento… siento irme de repente.—Te acompañaré… —Kereem insistió.—No es necesario… — Ella apretó los dientes de forma ruda, para disimular su dolor, y con permiso de todos los presentes en el escenario, se retiró mientras Kereem quedó un poco preocupado observando su salida repentina.Sanem casi corrió por los pasillos del gran palacio, pero se detuvo llegando a la entrada de su habitación mientras otro dolor, mucho más fuerte que los anteri
Unas horas después, el tiempo pareció detenerse en la habitación mientras el peso de la tragedia se asentaba en el corazón de Kereem, observando cómo su esposa dormía con las lágrimas en los ojos.Sus puños se apretaron, salió de la suite para hablar con el médico, y nada más hizo la petición, lo pasaron a una sala espaciosa.—Señor… por favor, siéntese.—Me quedaré de pie… —El médico asistió y soltó el aire.—Las pruebas arrojan una pérdida de leucocitos… es como si su cuerpo se debilitara en pasos muy lentos… como si algo le hiciera daño. Sin embargo, no logramos saber qué la está afectando de esta forma…Kereem apretó la mandíbula.—¿Sus pérdidas, son causadas por esto?—No puedo asegurarle que sea exactamente por esto… son muy espontáneas… pero también existe la posibilidad de que esto que ataca su cuerpo, sea el principal causante de todo… incluso de su fatiga y debilidad.Kereem masajeó su cien, y negó.—¿Qué podemos hacer?—Yo voy a recetarle unas vitaminas… —y literalmente la
La sala de conferencias estaba llena de ministros y asesores, pero la mente de Kereem estaba lejos de las discusiones políticas. Sus pensamientos giraban en torno a la conversación con su padre y la difícil situación con Sanem. Aunque su amor por ella era inquebrantable, la presión de continuar la línea de sucesión lo atormentaba.Trató de enfocarse en los informes presentados, pero la ansiedad lo mantenía distraído.—De acuerdo con las producciones, tenemos todo controlado.—Ha habido ataques pequeños, siempre mantendremos enemigos cerca. —El gabinete nuevo será presentado en una semana, señor… Y Kereem levantó la cabeza para mirarlos a todos.—Mi hermano Naim será el que tomará el cargo de ministro general, él llegará de viaje en tres días.Hubo una ola de murmullos, y luego sus ojos se conectaron con su padre.Parte de su familia estaba aquí presente, varios de sus ministros eran tíos, primos, pero solo tenía un hermano, y dos hermanas que, trabajan en el palacio, pero no como mi
La idea de Malih dejó a Kereem en un estado de confusión y dilema emocional. Mientras observaba el tranquilo jardín desde su despacho, las palabras resonaban en su mente:«Una amante secreta» Aunque la propuesta parecía ofrecer una solución aparentemente indolora para todos, el jeque sabía que las implicaciones emocionales y éticas eran profundas.Inquieto, Kereem observó cómo se abría la posibilidad, dos días después de qué relacionista le dio la idea, y miró como su esposa Sanem, aun débil, pero con otro color, entró al despacho ofreciéndole una sonrisa plana.Kereem se levantó de inmediato para recibirla y depositó un beso en su boca, mientras tomó su rostro.—¿Cómo te sientes? —Ella asintió segura.—Mucho mejor… están colocándome un tratamiento de vitaminas que me ha hecho sentir muy bien, gracias a Alá…—Perfecto. Siéntate…Él la dirigió al asiento, y se desajustó un poco la corbata.—¿Pasa algo? Te ves incómodo —ella preguntó y Kereem asintió con la mirada seria.—Se está compl