—Son inversiones importantes, mi señor… a la larga, podemos aliarnos a esas empresas. La monarquía se hace más fuerte con cada inyección de dinero…
Kereem Abdalá, el Emir de Arabia Saudita, asintió y comenzó a leer los documentos.
Sanem estaba a su lado un poco inquieta. Había un poco de sudor en su frente, los síntomas estaban volviendo cuando se colocó la palma en su vientre, y se dobló al sentir un fuerte dolor.
—¿Te encuentras bien? —preguntó en susurro su esposo en susurro, pero ella asintió rápidamente.
—Sí… creo que tengo que retirarme un momento… siento irme de repente.
—Te acompañaré… —Kereem insistió.
—No es necesario… — Ella apretó los dientes de forma ruda, para disimular su dolor, y con permiso de todos los presentes en el escenario, se retiró mientras Kereem quedó un poco preocupado observando su salida repentina.
Sanem casi corrió por los pasillos del gran palacio, pero se detuvo llegando a la entrada de su habitación mientras otro dolor, mucho más fuerte que los anteriores, la sacudió con fuerza.
—¡Ahhh…! —su gemido fue delicado, y justo en ese momento, Tara, su criada personal de confianza, llegó a ella con rapidez.
—Majestad… ¿Qué le ocurre?
—Ayúdame, Tara… entrame a la habitación y cierra las puertas…
Con dificultad, ambas llegaron a la cama, y solo en ese momento, Tara se dio cuenta de que su señora tenía las piernas ensangrentadas.
Así que se puso las manos en la boca.
—No… —Sanem bajó la mirada alzándose el vestido, y sus manos temblaron junto a su mandíbula.
Rápidamente, sus ojos se llenaron de lágrimas, y su pecho comenzó a hipar.
—Déjeme buscar un médico con urgencia… por favor… —Sanem reunió el valor y la tomó del brazo con fuerza, impidiendo que su criada se fuera.
—Llévame a la tina…
Tara la observó con terror, y luego asintió.
Ella la sentó con cuidado, desnudando a su señora, y supo que la cantidad de sangre que estaba fluyendo, era importante. Pronto debía buscar a un médico, y avisarle al Emir.
—¿Ya le había dicho al señor? Quiero decir, ¿qué estaba embarazada…? —Sanem negó.
—No… pero pensé… —Sanem miró a Tara con las lágrimas rodando por su mejilla—. Pensé que esta vez…
Tara bajó la cabeza.
—¿Cómo es posible, Tara…? ¡He perdido cuatro embarazos! ¡Cuatro bebés!
La mandíbula de Sanem tembló significativamente, y un sollozo desgarrador salió de su garganta.
—No lo sabemos hasta que el médico la vea, mi señora… por eso es mejor que lo llame…
—¡Basta, Tara…! —la amargura en la voz de Sanem cada vez era más profunda—. Este es un castigo… pero no sé qué hice en la vida para merecerlo… amo a mi esposo, y soy una mujer correcta… ¿Qué hice, Tara? ¿Por qué? ¡¿Por qué?!
Tara saltó por un momento, pero tenía la confianza necesaria para abrazar a su señora y dejar que llorara en sus brazos por unos minutos.
Sin embargo, su secreto no duró mucho, porque en medio de todo el caos en el baño, Tara se separó de su señora, cuando vio una figura masculina que estaba abriendo la puerta con urgencia.
Sanem se giró de golpe y cubrió su cuerpo, pero para Kereem fue muy notoria la sangre en el agua.
—¿Qué está sucediendo? —preguntó.
Sanem temblaba en cuerpo completo, el aliento salió de su boca tratando de reprimir sus emociones, pero prontamente se desvaneció…
***
—Lo siento, señor… ella ha perdido al bebé… —Kereem apretó la mandíbula mirando en dirección de la cama, donde Sanem estaba completamente dormida, y ahora estaban pasando un tipo de suero para hidratarla.
—Ya lo sabe… nadie debe saber esto… —El médico asintió con respeto cuando Kereem se lo advirtió, y luego le informó:
—Estamos haciendo todos los exámenes… queremos determinar lo que…
—¡Han hecho miles de exámenes! Esto es de nunca acabar, nunca saben qué es lo que pasa… déjenos solos…
El doctor se retiró de la suite privada, de toda una planta reservada para la realeza, y Kereem esperó que cerrara la puerta, para pasarse la mano por la cara.
Si algo odiaba en este mundo, era ver una lágrima en el rostro de Sanem. Odiaba su sufrimiento y detestaba ver esa cara cuando la miraba, esos ojos que le decían que ella había fracasado, cuando lo único que le importaba era ella.
En pasos largos llegó a su cama y se sentó tomándole la mano para besarla.
No sabía qué estaba pasando, ella se veía cada vez más débil y no había forma de saber el porqué perdía a sus bebes.
Este último, solo lo había descubierto hace unas horas, y estaba seguro de que Sanem se lo había ocultado por temor de que pasara de nuevo.
Él la sintió removerse, y sus ojos se conectaron con ella cuando lo miró.
—Kereem…
—Shuuu… descansa… —ella negó rápidamente.
—¿Qué han dicho? Yo… no te lo pude decir antes… tenía la esperanza… —Kereem acarició su frágil rostro y negó.
—Nada de esto es tu culpa… buscaremos una solución, por ahora, solo me importa que tú estés bien.
Los labios de Sanem temblaron un poco.
—Lo siento… —Y Kereem apretó la mandíbula con impotencia.
—No, nunca… no es tu culpa. ¿Sabes que te amo? ¿Qué eres, la mujer del Emir? Mi mujer… —Kereem intentó sonreír para ella, pero la tristeza en el rostro de Sanem no podía desaparecer.
—¿Qué vamos a hacer, Kereem? Son cuatro… cuatro embarazos fallidos… ¿Y tu reunión? Se supone que debería estar a tu lado apoyándote… era una reunión importante.
Kereem negó todas las veces, apretó su rostro y besó su boca.
—Lo sabes Sanem… y todo el mundo lo sabe. Tú eres lo más importante para mí, y nunca, escúchame bien, nunca nada nos separará, ni esto, ni nada…
Sanem cerró los ojos cuando los labios de Kereem besaron su frente y luego ella tomó su rostro para hacer que la mirara.
—Kereem… creo que es hora…
—¿De qué estás hablando?
—Sabes de lo que hablo… sabes la situación del palacio… tu padre… Arabia…
—Sanem…
—Es hora, Kereem… solo yo sé que me amas, y nada me hará dudar de ello. No hay nada que pueda hacerme dudar de ti… pero es nuestro deber.
—Escucha, cariño…
—Kereem, por favor, escúchame a mí —Kereem frunció el ceño y pasó un trago grueso—. Tenemos diez años juntos… los años más hermosos que he vivido en toda mi vida… tengo treinta, y…
—Y eres demasiado joven… —él la interrumpió.
—Y no quiero ver, ni sentir que pierdo otro bebé… —continuó Sanem—. Yo me moriría del dolor… y creo que no puedo soportarlo más… —A Kereem le ardieron los ojos—. Debemos buscar otra esposa para ti, amor… es lo que tenemos que hacer…
—No… —Kereem arrojó las palabras como si fueran de hierro—. Escúchame bien, Sanem, yo nunca tendré una segunda esposa, y no pienso cambiar de opinión, jamás… eres y serás la única esposa del Emir de Arabia Saudí, y es mi última palabra…
Unas horas después, el tiempo pareció detenerse en la habitación mientras el peso de la tragedia se asentaba en el corazón de Kereem, observando cómo su esposa dormía con las lágrimas en los ojos.Sus puños se apretaron, salió de la suite para hablar con el médico, y nada más hizo la petición, lo pasaron a una sala espaciosa.—Señor… por favor, siéntese.—Me quedaré de pie… —El médico asistió y soltó el aire.—Las pruebas arrojan una pérdida de leucocitos… es como si su cuerpo se debilitara en pasos muy lentos… como si algo le hiciera daño. Sin embargo, no logramos saber qué la está afectando de esta forma…Kereem apretó la mandíbula.—¿Sus pérdidas, son causadas por esto?—No puedo asegurarle que sea exactamente por esto… son muy espontáneas… pero también existe la posibilidad de que esto que ataca su cuerpo, sea el principal causante de todo… incluso de su fatiga y debilidad.Kereem masajeó su cien, y negó.—¿Qué podemos hacer?—Yo voy a recetarle unas vitaminas… —y literalmente la
La sala de conferencias estaba llena de ministros y asesores, pero la mente de Kereem estaba lejos de las discusiones políticas. Sus pensamientos giraban en torno a la conversación con su padre y la difícil situación con Sanem. Aunque su amor por ella era inquebrantable, la presión de continuar la línea de sucesión lo atormentaba.Trató de enfocarse en los informes presentados, pero la ansiedad lo mantenía distraído.—De acuerdo con las producciones, tenemos todo controlado.—Ha habido ataques pequeños, siempre mantendremos enemigos cerca. —El gabinete nuevo será presentado en una semana, señor… Y Kereem levantó la cabeza para mirarlos a todos.—Mi hermano Naim será el que tomará el cargo de ministro general, él llegará de viaje en tres días.Hubo una ola de murmullos, y luego sus ojos se conectaron con su padre.Parte de su familia estaba aquí presente, varios de sus ministros eran tíos, primos, pero solo tenía un hermano, y dos hermanas que, trabajan en el palacio, pero no como mi
La idea de Malih dejó a Kereem en un estado de confusión y dilema emocional. Mientras observaba el tranquilo jardín desde su despacho, las palabras resonaban en su mente:«Una amante secreta» Aunque la propuesta parecía ofrecer una solución aparentemente indolora para todos, el jeque sabía que las implicaciones emocionales y éticas eran profundas.Inquieto, Kereem observó cómo se abría la posibilidad, dos días después de qué relacionista le dio la idea, y miró como su esposa Sanem, aun débil, pero con otro color, entró al despacho ofreciéndole una sonrisa plana.Kereem se levantó de inmediato para recibirla y depositó un beso en su boca, mientras tomó su rostro.—¿Cómo te sientes? —Ella asintió segura.—Mucho mejor… están colocándome un tratamiento de vitaminas que me ha hecho sentir muy bien, gracias a Alá…—Perfecto. Siéntate…Él la dirigió al asiento, y se desajustó un poco la corbata.—¿Pasa algo? Te ves incómodo —ella preguntó y Kereem asintió con la mirada seria.—Se está compl
La noticia de la llegada y la hora esperada, había sumido a Zahar en un estado quieto, mientras caminaba por los pasillos de la mansión junto a su padre. El peso de la responsabilidad se hacía más palpable con cada paso.—Sabes cómo es… —repitió Aziz, mirando a su hija con una intensidad que la hizo estremecer—. Bakir te llevará, y… que Alá te bendiga…Aziz dio un paso hacia ella, y estuvo a punto de tocar su cabeza con la mano, pero la retiró rápidamente. Zahar pasó un trago, y lo vio desaparecer.No tenía que darle detalles de nada, porque por años, le había repetido los caminos, y las estrategias a seguir.La mansión y el galpón de entrenamiento eran su único mundo, un mundo que ahora dejaba atrás para enfrentarse al complicado entramado del palacio Masmak.Miró a la amplia pared del salón y divisó el retrato de su madre. Había olvidado su voz, e incluso la visión de su mirada era un poco borrosa ahora en su mente.“Por la gloria de Arabia, por recuperar lo perdido” Bakir vino por
El salón se sumió en un silencio abrumador mientras los ojos de Zahar y Kereem se encontraron.Kereem pasó un trago y la boca se le puso seca, y no entendió por qué todo su cuerpo se tensó. Se quedó atrapado en la intensidad de la mirada de esa mujer, su cabello era largo y castaño oscuro, pero sus ojos eran de un color inexplicable.Había un azul intenso en sus ojos, pero a la vez un gris claro que lo traspasaba como si fueran agujas, mientras una mezcla se fundía en él. Había rabia, por supuesto, impotencia, y mucha testosterona exudando de sus poros.Zahar, por su parte, sintió una corriente eléctrica recorrer su cuerpo al encontrarse con la mirada penetrante de este hombre, tragó su propia saliva y achicó sus ojos.Lo había visto innumerables veces en fotos, siempre le pareció un hombre apuesto, pero su presencia, evidentemente, era otra cosa. La autoridad que emanaba, sus ojos de un verde y amarillo intenso bajo su piel morena, destacaban a un hombre que emanaba no solo poder, si
Naim salió del auto cuando casi el sol estaba escondiéndose en ese cielo amplio de su ciudad favorita.Riad. Su casa y hogar. Le hizo una seña a Emré, su primo de treinta y cuatro años, y muy amigo de Kereem. Lo habían estado preparando para su nuevo cargo como ministro de exteriores, y había viajado con él, hacia varias ciudades de Arabia Saudita. Ambos venían a apoyar a Kereem en todo el cambio de gabinete.—Nunca deja de robar el aliento… —ambos miraron el palacio alzando la cabeza cuando Emré lo dijo, eran casi las seis de la tarde, y las luces ya se habían encendido, dándole más majestuosidad al palacio.—Y ahora que estarás más junto a nosotros, no querrás salir.Emré asintió con una sonrisa.—Eso lo tengo claro.—Lleven las bolsas de compras a un salón… —ordenó Naim a unos hombres y luego se adentraron al palacio.Todos, a excepción de Kereem, debían pasar por una inspección antes de entrar.—¡Que Alá los bendiga! —Naim sonrió. Por supuesto, su madre, Hurem, había sido la pri
—Kereem… ¿Amor? —Kereem parpadeó varias veces y en su visión apareció Sanem.Su ceño se arrugó y se levantó de golpe.—Nunca habías dormido hasta tan tarde… —Él observó el reloj digital.Eran las nueve de la mañana.—¿A qué hora te dormiste? —Sanem tenía muchas preguntas esta mañana, pero él negó.—Casi no podía dormir, salí a la terraza en la madrugada y… —se rascó los ojos—. Me daré una ducha, dame un momento.—Malih nos espera… —Y Kereem la miró.—De acuerdo, lo haré rápido; si quieres, puedes adelantarte. —Solo le diré que vaya a un salón y le daré la orden a un guardia que lleve a la chica, que nadie lo sepa… hasta que lleguemos y decidamos qué hacer. Pero creo que es mejor que lo hablemos antes, llegar a improvisar, solo nos hará ver débiles.Kereem lo estuvo pensando toda la noche, pero incluso le dolió la cabeza.—Tal vez… quizás debemos decirle a nuestra familia la situación. No quiero avergonzarte, pero…—He pensado en una opción —Sanem se sentó a su lado como si estuviera
—Señor, su reunión comenzará en diez minutos… —Kereem asintió hacia su asistente y se acomodó la chaqueta.Se reuniría con algunos secretarios de la cámara, porque en tres días, sería el gran día donde anunciaría los nuevos cargos, desde ministros, hasta el personal que podía quedarse en el palacio.—Avísale a Naim que venga…—Ya viene en camino.—Perfecto.Kereem caminó a la sala de reuniones especial del palacio, y para cuando entró, los hombres los esperaban.Su hermano llegó un minuto después y se pusieron en marcha con un montón de trabajo que tenían acumulado.—Si tenemos estas nuevas conexiones con Europa, nos elevaremos cinco escalones más de lo que estamos de toda la comunidad árabe… —Un secretario informó y Naim sonrió hacia Kereem.—Eso es perfecto.—Sin embargo, no comenzaremos nada, ni daremos una firma, hasta que todo mi gabinete sea estructurado. Nos faltan tres días, desde allí, comenzaremos con este negocio.Los secretarios estuvieron de acuerdo, y luego de diez minut