Zahar…No escuché más.No vi más.Solo un sonido lejano en mis oídos. Un vacío antes de un grito que se construía en mi alma. Como si un vidrio estallara dentro de mi cabeza. Como si el mundo se hubiese quebrado, pero no en mil pedazos… sino en uno. Uno solo. Un punto negro y enorme que tragó toda la luz.Sentí que alguien me sujetó cuando trastabillé, pero no supe quién. Tal vez fue Milo, o tal vez mis propias rodillas al rendirse.La silla en la que caía o me sentaron estaba tan fría que parecía anestesiarme, pero el corazón, el corazón, ardía como si lo hubieran sumergido en fuego líquido.“No está con nosotros…”Esas palabras resonaban como un eco maldito, una y otra vez. Y cuanto más las repetía mi mente, más inverosímil me parecía.No.No, no, no…Kereem no podía estar muerto. No después de todo lo que habíamos vivido. No después de tantas promesas no dichas.Una mano me alzó el rostro entre mis pensamientos distorsionados, y este momento no podía dejar caer ni una lágrima cuand
Zahar…La decisión fue un susurro entre el caos.Milo me miró solo una vez antes de que todo comenzara a moverse como piezas de un ajedrez prohibido. Nadie supo que, mientras se preparaban armas, mochilas tácticas y mapas, y yo ya había empacado mi silencio. Un chaleco prestado, botas militares que no eran mías, una pistola que pesaba más por lo que significaba que por su acero.Por la tarde Milo apareció en mi habitación sin una palabra. Me dejó un paquete sobre la cama y ya sabía que estaba apoyándome.—Una hora antes que los demás. Silencio total —susurró, sin mirarme—. Si te ve Víctor, estás fuera. Debes salir de la base, y quedarte en el portón de entrada, ¿cómo lo harás? No me preguntes… cerraré esta puerta antes de salir, y se dejará la instrucción de no molestar afuera. Esa será tu protección mientras salimos.Asentí con fuerza, como si eso fuera suficiente para borrar el miedo. Y quizás lo era. A veces el miedo también se elige.Nada más se hizo la hora, corrí, Milo hizo una
—Son inversiones importantes, mi señor… a la larga, podemos aliarnos a esas empresas. La monarquía se hace más fuerte con cada inyección de dinero…Kereem Abdalá, el Emir de Arabia Saudita, asintió y comenzó a leer los documentos.Sanem estaba a su lado un poco inquieta. Había un poco de sudor en su frente, los síntomas estaban volviendo cuando se colocó la palma en su vientre, y se dobló al sentir un fuerte dolor.—¿Te encuentras bien? —preguntó en susurro su esposo en susurro, pero ella asintió rápidamente.—Sí… creo que tengo que retirarme un momento… siento irme de repente.—Te acompañaré… —Kereem insistió.—No es necesario… — Ella apretó los dientes de forma ruda, para disimular su dolor, y con permiso de todos los presentes en el escenario, se retiró mientras Kereem quedó un poco preocupado observando su salida repentina.Sanem casi corrió por los pasillos del gran palacio, pero se detuvo llegando a la entrada de su habitación mientras otro dolor, mucho más fuerte que los anteri
Unas horas después, el tiempo pareció detenerse en la habitación mientras el peso de la tragedia se asentaba en el corazón de Kereem, observando cómo su esposa dormía con las lágrimas en los ojos.Sus puños se apretaron, salió de la suite para hablar con el médico, y nada más hizo la petición, lo pasaron a una sala espaciosa.—Señor… por favor, siéntese.—Me quedaré de pie… —El médico asistió y soltó el aire.—Las pruebas arrojan una pérdida de leucocitos… es como si su cuerpo se debilitara en pasos muy lentos… como si algo le hiciera daño. Sin embargo, no logramos saber qué la está afectando de esta forma…Kereem apretó la mandíbula.—¿Sus pérdidas, son causadas por esto?—No puedo asegurarle que sea exactamente por esto… son muy espontáneas… pero también existe la posibilidad de que esto que ataca su cuerpo, sea el principal causante de todo… incluso de su fatiga y debilidad.Kereem masajeó su cien, y negó.—¿Qué podemos hacer?—Yo voy a recetarle unas vitaminas… —y literalmente la
La sala de conferencias estaba llena de ministros y asesores, pero la mente de Kereem estaba lejos de las discusiones políticas. Sus pensamientos giraban en torno a la conversación con su padre y la difícil situación con Sanem. Aunque su amor por ella era inquebrantable, la presión de continuar la línea de sucesión lo atormentaba.Trató de enfocarse en los informes presentados, pero la ansiedad lo mantenía distraído.—De acuerdo con las producciones, tenemos todo controlado.—Ha habido ataques pequeños, siempre mantendremos enemigos cerca. —El gabinete nuevo será presentado en una semana, señor… Y Kereem levantó la cabeza para mirarlos a todos.—Mi hermano Naim será el que tomará el cargo de ministro general, él llegará de viaje en tres días.Hubo una ola de murmullos, y luego sus ojos se conectaron con su padre.Parte de su familia estaba aquí presente, varios de sus ministros eran tíos, primos, pero solo tenía un hermano, y dos hermanas que, trabajan en el palacio, pero no como mi
La idea de Malih dejó a Kereem en un estado de confusión y dilema emocional. Mientras observaba el tranquilo jardín desde su despacho, las palabras resonaban en su mente:«Una amante secreta» Aunque la propuesta parecía ofrecer una solución aparentemente indolora para todos, el jeque sabía que las implicaciones emocionales y éticas eran profundas.Inquieto, Kereem observó cómo se abría la posibilidad, dos días después de qué relacionista le dio la idea, y miró como su esposa Sanem, aun débil, pero con otro color, entró al despacho ofreciéndole una sonrisa plana.Kereem se levantó de inmediato para recibirla y depositó un beso en su boca, mientras tomó su rostro.—¿Cómo te sientes? —Ella asintió segura.—Mucho mejor… están colocándome un tratamiento de vitaminas que me ha hecho sentir muy bien, gracias a Alá…—Perfecto. Siéntate…Él la dirigió al asiento, y se desajustó un poco la corbata.—¿Pasa algo? Te ves incómodo —ella preguntó y Kereem asintió con la mirada seria.—Se está compl
La noticia de la llegada y la hora esperada, había sumido a Zahar en un estado quieto, mientras caminaba por los pasillos de la mansión junto a su padre. El peso de la responsabilidad se hacía más palpable con cada paso.—Sabes cómo es… —repitió Aziz, mirando a su hija con una intensidad que la hizo estremecer—. Bakir te llevará, y… que Alá te bendiga…Aziz dio un paso hacia ella, y estuvo a punto de tocar su cabeza con la mano, pero la retiró rápidamente. Zahar pasó un trago, y lo vio desaparecer.No tenía que darle detalles de nada, porque por años, le había repetido los caminos, y las estrategias a seguir.La mansión y el galpón de entrenamiento eran su único mundo, un mundo que ahora dejaba atrás para enfrentarse al complicado entramado del palacio Masmak.Miró a la amplia pared del salón y divisó el retrato de su madre. Había olvidado su voz, e incluso la visión de su mirada era un poco borrosa ahora en su mente.“Por la gloria de Arabia, por recuperar lo perdido” Bakir vino por
El salón se sumió en un silencio abrumador mientras los ojos de Zahar y Kereem se encontraron.Kereem pasó un trago y la boca se le puso seca, y no entendió por qué todo su cuerpo se tensó. Se quedó atrapado en la intensidad de la mirada de esa mujer, su cabello era largo y castaño oscuro, pero sus ojos eran de un color inexplicable.Había un azul intenso en sus ojos, pero a la vez un gris claro que lo traspasaba como si fueran agujas, mientras una mezcla se fundía en él. Había rabia, por supuesto, impotencia, y mucha testosterona exudando de sus poros.Zahar, por su parte, sintió una corriente eléctrica recorrer su cuerpo al encontrarse con la mirada penetrante de este hombre, tragó su propia saliva y achicó sus ojos.Lo había visto innumerables veces en fotos, siempre le pareció un hombre apuesto, pero su presencia, evidentemente, era otra cosa. La autoridad que emanaba, sus ojos de un verde y amarillo intenso bajo su piel morena, destacaban a un hombre que emanaba no solo poder, si