El silencio que siguió al clímax era denso y cargado de un magnetismo extraño. Zahar intentaba recobrar el aliento, mientras Kereem observaba con intensidad cada reacción en su rostro. La habitación estaba impregnada de un olor a deseo consumado y sobre todo de un magnetismo inusual.Kereem, con su respiración aún agitada, se apartó lentamente de Zahar. Sus ojos de hielo, que antes ardían en deseo, ahora mostraban la misma frialdad, y Zahar notó como él comenzaba a vestirse con rapidez.Ella se sentó pasando un trago.Kereem finalmente se acercó a ella, y se agachó para recoger su vestido, y sin mirarla, se lo entregó.—Vístete… nos vamos en unos minutos… —Su voz era firme y ni siquiera la determinó en ese momento.Ella obedeció en silencio vistiendo la prenda que él le entregó. La habitación estaba impregnada de una extraña tensión, como si algo hubiera cambiado entre ellos. Y ella sabía perfectamente ahora, que había vuelto ese enorme muro.De todas formas, a ella no le importaba, p
Zahar se bajó de la máquina de correr y se agachó tratando de controlar su respiración. Se hizo una coleta alta, y luego tomó de la botella de agua.Caminó rumbo a su habitación, y se quitó la ropa para meterse en la regadera, pero antes de ello, se frenó al verse en el espejo.Sus vellos se levantaron como una ola seguida cuando sus ojos repararon en sus marcas. Marcas profundas en su clavícula, en su cuello. Sus pechos tenían también las succiones de Kereem, así como su cintura.Pero en vez de provocarle aversión, como cuando su maestro a veces la tocaba para adiestrarla, estas levantaban todo tipo de emoción dentro de su cuerpo.Zahar pasó un trago acercándose al espejo y llevó sus dedos a su clavícula, y luego miró sus propios ojos.Los cerró con fuerza cuando abrió su boca y las imágenes, sonidos, y jadeos, vinieron a ella como un gran golpe.“Nunca pierdas la cabeza” Sacudió sus pensamientos y abrió la regadera con fuerza. Había hecho ejercicios por dos horas continuas, y tenía
Sanem tomó el aire, sería débil reclamarle, no quería mostrarle sus sentimientos a nadie, y mucho menos sentirse derrotada frente a una desconocida.Esto solo era entre Kereem y ella, y no iba a rebajarse a su lugar de amante.Levantó la barbilla, se levantó y luego caminó hacia Janna.—Creo que trabajaré en unos asuntos. Estaba en el proyecto de la fundación cuando, ya sabes, perdí a mi bebé… —Janna pasó la mano por sus brazos frotándoselo.—Lo sé, si necesitas ayuda, ya sabes que estoy aquí… —Sanem asintió con una sonrisa, y Zahar podía escucharlas desde su distancia—. Gracias…—Prima Sanem… —Tanto Janna como Sanem se giraron, Zahar venía hacia ellas—. Dicen que hay una biblioteca aquí, donde también hay reliquias de los reinos pasados…Janna sonrió.—Es para morirse, está en el ala de los ministros, puedes pedir que alguien te acompañe.—¿No puedo ir sola? —Sanem apretó los dientes ante su pregunta, le molestaba que fuese tan importuna.—Es un ala donde hay muchos hombres, literalm
La biblioteca del palacio era un majestuoso laberinto de conocimiento antiguo, con estanterías de madera tallada y libros encuadernados en cuero que contenían historias de reinos pasados. Zahar caminaba con asombro por los pasillos, sus ojos exploraban no solo los libros sino las reliquias y toda la zona antigua que era muy impresionante. —Este lugar es increíble.—Sí, es un tesoro. Pero, sinceramente, creo que hay otras joyas que podrían destacar aún más en este lugar —dijo Emré con una sonrisa sugerente.—Nunca he visto tantos libros antiguos en un solo sitio —comentó Zahar, tratando de desviar la atención de las miradas insistentes de Emré.Ella sabía perfectamente las intenciones del primo de Kereem, pero no podía desviar su atención en ningún momento. Ni mucho menos, perder el tiempo con él.Solo estaba explorando el palacio para reconocer las zonas estratégicas; debía grabarse cada pasadizo, cada esquina, y todo el lugar en el menor tiempo posible.Lo que menos quería era una p
El sonido de pasos resonaba en los pasillos de la biblioteca mientras Kereem y Zahar intentaban recomponerse rápidamente. Los dos se separaron con gestos apresurados y Zahar intentó arreglar su ropa mientras Kereem se acomodaba la cremallera del pantalón.—Pasen por aquí, en el estante del fondo, tenemos una colección entera del mismo autor… —repetía la voz, esta vez más cercana. Kereem miró a Zahar con intensidad y se agachó para recoger los pedazos de la reliquia.—No hables… —murmuró Kereem y Zahar podía reconocer que su voz aún estaba cargada de éxtasis.Ella asintió intentando ocultar la turbación en su mirada. Se dirigieron hacia el estante mencionado, tratando de aparentar normalidad, y cuando pasaron el estante, se encontraron con el encargado de esta parte del palacio.—Emir… —hizo una reverencia y Kereem observó a un grupo de personas observándolos directamente—. No sabía que estaba aquí…Kereem se metió la pulsera en los pantalones.—Sigan en lo suyo… —Miró a Zahar para que
—¿No pasa por aquí cada vez que sale del palacio? —Bakir negó cuando su jefe, Aziz Olayan, preguntó en dirección de una maqueta.—No… A diferencia de Saad, este hombre es demasiado desconfiado. Siempre toma caminos diferentes, acaba de remover a todos los ministros de su asamblea, y aunque dejó al relacionista público, no podemos confiarnos del todo de Malih. Ya sabe, señor, él solo piensa que está ayudando a su Emir. Y confió como un pendejo.Aziz se sentó en su silla giratoria y le dio una calada a su puro. Se quedó en silencio mirando el panorama desde su ventana en un enorme rascacielos y sin mirar a Bakir, lo señaló.—Debemos conectarnos con Zahar en algún momento, quiero ver sus ojos, ellos me dirán cómo va la misión.—Malih se encargará de hacer un hueco en algún momento… —Bakir informó y Aziz asintió.—Aún nos falta unos meses como mínimo, que Zahar juegue el juego que le mostré, que este hombre haga lo que tenga que hacer, mientras mis relaciones deben aumentar, pero por sobr
Zahar se mantuvo firme ante la mirada intensa de Kereem. Aunque su presencia en la habitación de Sanem no estaba justificada, no demostró señales de culpabilidad. En lugar de eso, enfrentó la furia en los ojos del jeque con determinación, mientras él se levantaba y caminaba en largas zancadas hacia ella.—Repito… ¿Qué haces aquí?Zahar se quedó firme y miró a Sanem, pero esta le quitó la mirada, así que volvió a él.—La señora Sanem se veía enferma, comenzó a vomitar y…La mano de Kereem tomó su brazo cortándola y caminó con ella a la salida.—Kereem… —Sanem intentó decir, pero él ya estaba saliendo con Zahar.Incluso ella tenía casi que correr para mantener su paso, hasta que se detuvo y la soltó de golpe.—Nunca más vuelvas a entrar a esa habitación… ¿Entendido?Zahar se quedó mirándolo.—Solo la ayudé…—Pues no lo hagas más, no te quiero cerca de ella…—¿Teme que pueda hacerle algo? O tal vez… teme que le pueda decir algo…—¿Qué quieres decir?Zahar sonrió.—Algo como que, acabas f
Kereem quedó en silencio por un momento absorbiendo las palabras de Sanem. La gravedad de la situación se afianzó en su mente y la promesa que ella le pedía no era una simple declaración de amor, sino un compromiso profundo en medio de las incertidumbres que los rodeaban.La miró con intensidad, mientras su corazón se apretó, estaba muy preocupado por ella, pero asintió lento y rastrilló sus dedos en su mejilla en una caricia.La amaba, Sanem había estado desde hace mucho con él, se habían conocido desde que él tenía catorce años, y ella tenía apenas siete, y desde ese momento sintió que la quería proteger. Desde el momento en que ese sentimiento surgió en él, se había prometido a sí mismo caminar con ella, y era algo que había cumplido al pie de la letra hasta el momento.Se sintió un poco perdido en el instante, pero ese miedo en los ojos de ella, lo hizo carraspear. Era consciente de que su matrimonio no era perfecto, pero no se imaginaba su vida sin ella. La amaba con toda su alma