Zahar se mantuvo firme ante la mirada intensa de Kereem. Aunque su presencia en la habitación de Sanem no estaba justificada, no demostró señales de culpabilidad. En lugar de eso, enfrentó la furia en los ojos del jeque con determinación, mientras él se levantaba y caminaba en largas zancadas hacia ella.—Repito… ¿Qué haces aquí?Zahar se quedó firme y miró a Sanem, pero esta le quitó la mirada, así que volvió a él.—La señora Sanem se veía enferma, comenzó a vomitar y…La mano de Kereem tomó su brazo cortándola y caminó con ella a la salida.—Kereem… —Sanem intentó decir, pero él ya estaba saliendo con Zahar.Incluso ella tenía casi que correr para mantener su paso, hasta que se detuvo y la soltó de golpe.—Nunca más vuelvas a entrar a esa habitación… ¿Entendido?Zahar se quedó mirándolo.—Solo la ayudé…—Pues no lo hagas más, no te quiero cerca de ella…—¿Teme que pueda hacerle algo? O tal vez… teme que le pueda decir algo…—¿Qué quieres decir?Zahar sonrió.—Algo como que, acabas f
Kereem quedó en silencio por un momento absorbiendo las palabras de Sanem. La gravedad de la situación se afianzó en su mente y la promesa que ella le pedía no era una simple declaración de amor, sino un compromiso profundo en medio de las incertidumbres que los rodeaban.La miró con intensidad, mientras su corazón se apretó, estaba muy preocupado por ella, pero asintió lento y rastrilló sus dedos en su mejilla en una caricia.La amaba, Sanem había estado desde hace mucho con él, se habían conocido desde que él tenía catorce años, y ella tenía apenas siete, y desde ese momento sintió que la quería proteger. Desde el momento en que ese sentimiento surgió en él, se había prometido a sí mismo caminar con ella, y era algo que había cumplido al pie de la letra hasta el momento.Se sintió un poco perdido en el instante, pero ese miedo en los ojos de ella, lo hizo carraspear. Era consciente de que su matrimonio no era perfecto, pero no se imaginaba su vida sin ella. La amaba con toda su alma
La mañana siguiente trajo consigo una atmósfera tensa y cargada, aunque cada quien se vistió con miradas, una sonrisa, y un beso suave en los labios.Kereem se puso otro traje, el día estaba lleno de agendas, pero envió a buscar a Bahar para que fuera a su oficina principal.—Toc, toc… —Su hermana asomó su rostro con una sonrisa en los labios.Bahar se parecía mucho a Naim. Kereem sonrió y se levantó para saludarla de forma efusiva.—Estás hermosa.—Es que lo soy… —ella se sentó en la silla y comenzó a girar—. Y estoy ansiosa de saber qué es lo que desea su real majestad…Kereem volvió a sonreír, y dejó a un lado su laptop.—Quiero pedirte un favor.—Wooow… ¿Un favor?—Esto es serio.Esta vez Bahar se puso seria.—¿De qué se trata?—Se trata de Sanem… —Kereem puso los codos en la mesa.—¿Ella está bien? —Y él negó.—No mucho, está… enferma, y quiero que vaya a Estados Unidos a hacerse varios análisis. Contacté una clínica privada por correo, ellos se comunicarán conmigo en breve.—Lo
—Entonces todo resuelto… —Naim lo dijo, había un silencio raro en Kereem, que apartó los ojos de Zahar y soltó otro botón de su camisa.Sanem ordenó que se sirviera la comida, pero los ojos de Kereem volvieron a su primo Emré.Él seguía compartiéndole algo, mientras Zahar le miraba atentamente.—¿Debemos preocuparnos mucho por la situación de salud? —Janna preguntó y Kereem escuchó que Sanem respondió algo, pero su mente se estaba distorsionando un poco.Miró a Zahar de frente, vio cómo ella llevaba los alimentos a su boca y cómo Emré no dejaba de joderla en toda la comida. De vez en cuando ella lo miraba y Kereem se volvía inestable cuando, en vez de sumisión en su mirada, solo había reto.Quería levantarse de la silla, ir a ella, sentarla duro en la mesa y follársela hasta el cansancio.Masajeó su frente como si le doliera la cabeza y luego sintió la mano de Sanem sobre él.—Cariño… —Su mente dejó de funcionar y parpadeó hacia ella.La miró.—No has tocado tu comida… —Janna, Jamil y
—Recuerda llamar en cuanto llegues, ¿sí? —Kereem tomó a Sanem del rostro y la miró con la preocupación disfrazada de calma—. Nunca salgas sin la seguridad, y trata de mantener a raya a Bahar.—Oye, te estoy escuchando… —Bahar le sonrió y él negó con una sonrisa en sus labios.Sanem le dio un beso en la barbilla y lo abrazó.—Lo haré, no te preocupes tanto. Estaré bien, y tú, por favor, cuida de ti mismo —respondió ella con una mirada significativa—. Come bien, duerme las horas adecuadas. Arabia necesita un Emir fuerte y con la mente clara.«Imposible», la mente de Kereem gritó, pero asintió rápidamente hacia ella.—Voy a extrañarte mucho, pero será solo un tiempo breve.—Lo sé. Pero este palacio no será lo mismo sin ti —Kereem le dio un beso en la frente y, con ese último beso y una mirada cargada de palabras no dichas, abrió la puerta. Sanem se metió en el auto con Bahar, después de que se despidió de todos.Él dio órdenes precisas a los hombres que viajarían con ellas y ya su asiste
La tensión entre Kereem y Zahar era palpable. Ella lo miró fijamente, tratando de ocultar su sorpresa ante la pregunta de Kereem.¿Celos? Eso era inesperado, aunque no lo guardó mucho en su mente. Si algo conocía que era engañoso, esas eran las mismas emociones.—Entonces… ¿Qué tanto hablabas con Emré? —preguntó con una voz que destilaba una mezcla de deseo y desconfianza. Su mirada ardía en celos y posesión, aprisionando a Zahar contra la pared.—Emré, él solo me preguntó por cómo me sentía en el palacio y también me comentó de cosas cotidianas en la cena… —respondió finalmente con un leve temblor en su voz, pero no era por miedo, era más por cómo este hombre la afectaba sexualmente. —¿Emré? ¿Lo llamas por su nombre…? —su mandíbula se apretó—. Y claro, imagino que estaba muy preocupado por ti, aun cuando le advertí que se alejara de ti… —Zahar sonrió.—Es un buen hombre, quizás sabe que estoy en un inminente peligro con el Emir de la nación.La mano de Kereem agarró todo su rostro.
—¿Cómo estuvo tu noche? —Kereem alzó la ceja cuando Janna preguntó en el desayuno.—¿Qué quieres decir?—Ya sabes, no está Sanem, debiste sentir una soledad apremiante… —Kereem achicó los ojos a su hermana, y luego miró a sus sobrinos discutiendo algo sobre su tablet.—¿A qué horas saldrán?—Como unas dos horas… —Janna tomó un pan y lo masticó—. ¿Estás bien?Él asintió y se puso de pie acomodando su chaqueta.—Tenemos una larga reunión, la ONU para variar, defiende los derechos de los delincuentes.Janna sonrió.—Tómalo con calma.—Trataré, pero si insisten en ponerse pesados, los botaré de mi país —ella asintió orgullosa.—Ese es mi Emir, quien me representa de verdad… —Kereem se agachó para darle un beso en la cabeza y se despidió de ella para comenzar a caminar mientras, a su espalda, Asad lo ponía al tanto.—La seguridad está lista, utilizaremos autos blindados como siempre, su hermano Naim ya está en el patio principal, solo esperamos por el ministro.Kereem se detuvo por un mome
El caos reinaba fuera del restaurante.El tiroteo había cesado, pero la tensión aún se palpaba en el aire.Kereem, todavía en estado de shock por la destreza de Zahar se dio cuenta de que sus manos estaban sobre ella, mientras ella, aún estaba alerta.La giró en medio de todo y su respiración agitada se chocó contra su aliento perturbado y sobre totalmente perplejo.Su mirada la escaneaba y ella parpadeó preguntándole:—¿Estás bien? —preguntó y Kereem solo asintió.—¡Señor… entremos a los autos… ahora mismo! —Asad hablaba todo el tiempo por los cables, pero Kereem se aseguró de que su familia se metiera en los autos.Janna, recuperándose del shock inicial, se ocupaba de los niños, asegurándose de que estuvieran ilesos. La rápida reacción de Zahar había salvado a muchos, pero el peligro aún no había pasado. La policía y más seguridad llegaron al lugar, mientras Asad dio la orden para que se desplegaran al palacio, entretanto las calles se llenaban de guardias.Kereem sabía que esto ser