CAPÍTULO 28

La tensión entre Kereem y Zahar era palpable. Ella lo miró fijamente, tratando de ocultar su sorpresa ante la pregunta de Kereem.

¿Celos? Eso era inesperado, aunque no lo guardó mucho en su mente. Si algo conocía que era engañoso, esas eran las mismas emociones.

—Entonces… ¿Qué tanto hablabas con Emré? —preguntó con una voz que destilaba una mezcla de deseo y desconfianza. Su mirada ardía en celos y posesión, aprisionando a Zahar contra la pared.

—Emré, él solo me preguntó por cómo me sentía en el palacio y también me comentó de cosas cotidianas en la cena… —respondió finalmente con un leve temblor en su voz, pero no era por miedo, era más por cómo este hombre la afectaba sexualmente.

—¿Emré? ¿Lo llamas por su nombre…? —su mandíbula se apretó—. Y claro, imagino que estaba muy preocupado por ti, aun cuando le advertí que se alejara de ti… —Zahar sonrió.

—Es un buen hombre, quizás sabe que estoy en un inminente peligro con el Emir de la nación.

La mano de Kereem agarró todo su rostro.

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