Zahar…El silencio dentro del auto era denso. Ni siquiera la música de fondo lograba aliviar la presión que sentía en el pecho. Miraba el GPS cada dos minutos mientras el paisaje urbano se transformaba en zonas más tranquilas. Algo no estaba bien. Sentía esa molestia punzante en la nuca, y mi pierna titilaba.—Tranquilízate, puede que solo quiera hablar contigo.—Eso espero. ¿Puedes ir más rápido?—¿Quieres que choquemos?—Podemos intercambiar, y yo manejaré —Víctor sonrió y negó.—Eres imposible.—Lo sé.Demoramos más de lo que el GPS indicó y cuando me bajé, Víctor tomó mi mano impidiendo que saliera del auto.—Tranquila, Ana, espera. Yo mismo te acompañaré.—Estás agotando mi paciencia.Víctor se apresuró a bajarse y se puso a mi lado, para caminar hasta la casa de Lidia. Realmente respiré aliviada porque nada parecía diferente, y podía ver las luces encendidas en su casa.Estaba paranoica.Cuando toqué el timbre, y ella asomó el rostro, todo mi cuerpo descansó y le asomé una sonris
Kereem…La pantalla frente a mí parpadeó, encendiéndose con el código rojo que no había visto en años.Quizás cuando era un niño habían activado esta alerta, y no necesariamente porque querían destronar la monarquía."ALERTA DE SEGURIDAD NACIONAL: NIVEL MÁXIMO".Me quedé inmóvil por segundos, sintiendo cómo la tensión en mi pecho se volvía más densa. Yo mismo la había enviado a activar después de una serie de sucesos, esta era la semana donde nuestra inteligencia sabía que los rebeldes se habían sentido con la suficiente fuerza y la entrada de mercenarios rusos.Tenía todo esto a la vista, y en estas tres últimas semanas lo había esperado.Tres maldit@s semanas donde solo podía comunicarme con Zahar a través de un puto móvil o por la intercepción del micrófono. Tenía todas las noticias de ella, y fotos.Fotos de su sonrisa, mientras miraba al maldit* de Víctor.Era evidente que su acercamiento había sido inminente, y siempre me decía lo mismo.Tiempo…Pero odiaba al maldito tiempo.La
Kereem…La sala de conferencias estalló en flashes y murmullos; apenas pronuncié las primeras palabras. Sanem se encontraba a mi lado, y tuve que tomarle la mano.Sentí su tensión, ella podía sentir la mía cuando fue tan ajeno como sus dedos se entrelazaron en mi mano. Podía sentir la mirada de millones clavada en mí, evaluando cada palabra, cada gesto.— Ciudadanos de Riad, ciudadanos de Arabia Saudita… Estamos en guerra. Hoy, el enemigo ha cruzado líneas que jamás debieron ser tocadas. Hoy, nuestra nación enfrenta uno de los momentos más difíciles de su historia moderna. Pero les aseguro esto: no están solos. No los dejaré solos. Este no es un momento para el miedo, sino para la acción.Respiré hondo y continué.—El golpe de Estado no solo es una amenaza interna, sino que cuenta con el apoyo de fuerzas extranjeras. Pero nosotros no nos doblegaremos.Mi voz fue firme, calculada. Cada sílaba llevaba la certeza de la estrategia. Mientras hablaba, mi mente estaba en otra parte, en una l
Zahar…El cansancio se había convertido en una sombra pegajosa que no se desprendía de mí. Estas últimas semanas habían sido las peores en todos los sentidos, y eso, sumando a cierta irritabilidad que no me dejaba en paz.No estaba en Riad, pero cada minuto en esta guerra invisible traspasaba mi energía, y literalmente estaba acabando con mi estabilidad emocional.Víctor y yo hemos pasado días entre reuniones, informes y estrategias. Esta vez, la discusión en el gabinete de la Unión Europea gira en torno a la importancia del apoyo económico. Una salvaguarda, dicen, para mantener influencias y mover las piezas a nuestro favor.Había una conversación extensa; definitivamente, Víctor sabía jugar este juego de las influencias, y utilizaba palabras claves.No sé cuánto dinero estaba ganando con esto, pero era evidente que no lo haría por cualquier cosa. Era demasiado desgaste, demasiada voluntad.La cosa era que, parecía un muro, firme a mi lado, trabajando como una extensión de mi propia v
Zahar…A veces me preguntaba si todo esto se trataba de una maldición. Me preguntaba si yo realmente tenía un sello que iba por allí destruyendo vidas, o si simplemente este era mi destino y el destino de los que decidía amar.Lidia nunca se movió, aunque le imploré. Las ambulancias y los paramédicos llegaron 15 minutos después de que los encontramos, pero luego de que examinaron su cuerpo, se hizo presente la policía, para decir que iban a entrar en un proceso de identificación.Teníamos horas en las declaraciones, y en última instancia, ya estaban comunicándose con la familia, para decirles que ella había muerto. Sin embargo, la explicación del asesinato se las darían en persona. Y eso me estaba matando lentamente.—Ana —parpadeé de forma lenta cuando Víctor me ofreció un café. Sabía que estaba caliente, porque podía ver el humo frente a mis ojos, pero mi estómago estaba completamente cerrado.Estaba segura de que no podía pasarme ni una gota de agua.—Gracias —mi voz apenas se escu
Kereem…Kereem miró el móvil y lo apretó solo para estrellarlo contra la pared. Se sentía tan asfixiado, que, por más que lo intentaba controlar, no podía estar tranquilo.Tenía tanta necesidad de hablar con ella, explicarle lo que estaba pasando, pero aun su cuerpo no se movía.Quería solucionar el tema de Lidia. No podía imaginar cómo estaba Zahar, ella le había hablado de esa mujer infinidad de veces, y que la hubiesen asesinado, era un golpe demasiado bajo.Era evidente que fue el último paso de Bakir, y, por si fuera poco, no era lo peor del todo.—Señor, esta es la nota que Samir le quitó a Zahar de las manos —vi el teléfono, y la imagen.Era muy claro, le estaban demostrando a ella que el involucrarse conmigo había sido su peor decisión.Asentí quitándome el botón de garganta, y simplemente me senté.Hace unas horas había decidido acompañar a los militares a una zona de conflicto, pero el correo sobre la prueba genética, lo cambiaba todo.—Nadie sale del palacio, Asad, y llevab
Kereem…Sanem detuvo todo su temblor por un tiempo determinado, sus ojos ya no tenían lágrimas y su boca ya no temblaba. Lo único que podía escuchar de ella era su respiración, que no era continua. Ella soltaba el aire, lo retenía y lo volvía a botar mientras me miraba con los ojos muy abiertos.—¿Qué? —intentaba pasar los tragos, podía ver su garganta—. Eso… eso no… no puede ser cierto.Mi mirada estaba fija en sus ojos y luego me despegué de su cuerpo solo para masajear mi sien.—¿Quieres saber cómo lo sé? Porque es el mismo Naim quien mandó a cambiar las muestras. Él desea que este hijo sea suyo y que tú seas la madre. Él planeó esto, y solo llegué a esta conclusión, porque estuve detrás de sus hombres, y detrás de ti por meses y meses.Sanem abrió la boca para responder, pero nada salió de ella. Parecía que su mente estaba en caos insoportable y lo único que hacía era negar.—No… —negó con la cabeza—. No… no…—Oh, claro que sí —la interrumpí con una sonrisa fría—. Y es simple de e
Zahar…Víctor se sirvió un trago, y luego otro, y luego otro, hasta que al final lo vi soltar el aire varias veces. Teníamos minutos en silencio y le llevó un tiempo volver a estabilizarse.Sus manos se restregaron por su cara y luego se sentó en definitiva frente a mí, mientras en sus ojos parecía desatarse una tormenta oscura. Y su mirada, era otra cosa.—¿Zahar? —asentí de forma lenta—. ¿Dónde está tu familia? La verdadera.Negué todas las veces.—No tengo una. Fui un arma para mi padre, y las cosas se complicaron para él, punto final.—Es una locura —él volvió a negar y alzó la mirada para mirarme. Tenía atisbos en su mirada de mirarme como si fuera un monstruo. Tal vez lo era. Tal vez lo que me quedaba de alma estaba tan manchada que ya no podía distinguirse del barro—. Por supuesto, no podías ser Ana.Tragué saliva, firme.—Es muy sutil para mí.—Te condenas mucho.—¿De verdad? —Contraataqué—. Mírame. Soy la razón por la que Lidia murió. Soy…Él alzó la palma.—Solo veo a una ni