—Entonces todo resuelto… —Naim lo dijo, había un silencio raro en Kereem, que apartó los ojos de Zahar y soltó otro botón de su camisa.Sanem ordenó que se sirviera la comida, pero los ojos de Kereem volvieron a su primo Emré.Él seguía compartiéndole algo, mientras Zahar le miraba atentamente.—¿Debemos preocuparnos mucho por la situación de salud? —Janna preguntó y Kereem escuchó que Sanem respondió algo, pero su mente se estaba distorsionando un poco.Miró a Zahar de frente, vio cómo ella llevaba los alimentos a su boca y cómo Emré no dejaba de joderla en toda la comida. De vez en cuando ella lo miraba y Kereem se volvía inestable cuando, en vez de sumisión en su mirada, solo había reto.Quería levantarse de la silla, ir a ella, sentarla duro en la mesa y follársela hasta el cansancio.Masajeó su frente como si le doliera la cabeza y luego sintió la mano de Sanem sobre él.—Cariño… —Su mente dejó de funcionar y parpadeó hacia ella.La miró.—No has tocado tu comida… —Janna, Jamil y
—Recuerda llamar en cuanto llegues, ¿sí? —Kereem tomó a Sanem del rostro y la miró con la preocupación disfrazada de calma—. Nunca salgas sin la seguridad, y trata de mantener a raya a Bahar.—Oye, te estoy escuchando… —Bahar le sonrió y él negó con una sonrisa en sus labios.Sanem le dio un beso en la barbilla y lo abrazó.—Lo haré, no te preocupes tanto. Estaré bien, y tú, por favor, cuida de ti mismo —respondió ella con una mirada significativa—. Come bien, duerme las horas adecuadas. Arabia necesita un Emir fuerte y con la mente clara.«Imposible», la mente de Kereem gritó, pero asintió rápidamente hacia ella.—Voy a extrañarte mucho, pero será solo un tiempo breve.—Lo sé. Pero este palacio no será lo mismo sin ti —Kereem le dio un beso en la frente y, con ese último beso y una mirada cargada de palabras no dichas, abrió la puerta. Sanem se metió en el auto con Bahar, después de que se despidió de todos.Él dio órdenes precisas a los hombres que viajarían con ellas y ya su asiste
La tensión entre Kereem y Zahar era palpable. Ella lo miró fijamente, tratando de ocultar su sorpresa ante la pregunta de Kereem.¿Celos? Eso era inesperado, aunque no lo guardó mucho en su mente. Si algo conocía que era engañoso, esas eran las mismas emociones.—Entonces… ¿Qué tanto hablabas con Emré? —preguntó con una voz que destilaba una mezcla de deseo y desconfianza. Su mirada ardía en celos y posesión, aprisionando a Zahar contra la pared.—Emré, él solo me preguntó por cómo me sentía en el palacio y también me comentó de cosas cotidianas en la cena… —respondió finalmente con un leve temblor en su voz, pero no era por miedo, era más por cómo este hombre la afectaba sexualmente. —¿Emré? ¿Lo llamas por su nombre…? —su mandíbula se apretó—. Y claro, imagino que estaba muy preocupado por ti, aun cuando le advertí que se alejara de ti… —Zahar sonrió.—Es un buen hombre, quizás sabe que estoy en un inminente peligro con el Emir de la nación.La mano de Kereem agarró todo su rostro.
—¿Cómo estuvo tu noche? —Kereem alzó la ceja cuando Janna preguntó en el desayuno.—¿Qué quieres decir?—Ya sabes, no está Sanem, debiste sentir una soledad apremiante… —Kereem achicó los ojos a su hermana, y luego miró a sus sobrinos discutiendo algo sobre su tablet.—¿A qué horas saldrán?—Como unas dos horas… —Janna tomó un pan y lo masticó—. ¿Estás bien?Él asintió y se puso de pie acomodando su chaqueta.—Tenemos una larga reunión, la ONU para variar, defiende los derechos de los delincuentes.Janna sonrió.—Tómalo con calma.—Trataré, pero si insisten en ponerse pesados, los botaré de mi país —ella asintió orgullosa.—Ese es mi Emir, quien me representa de verdad… —Kereem se agachó para darle un beso en la cabeza y se despidió de ella para comenzar a caminar mientras, a su espalda, Asad lo ponía al tanto.—La seguridad está lista, utilizaremos autos blindados como siempre, su hermano Naim ya está en el patio principal, solo esperamos por el ministro.Kereem se detuvo por un mome
El caos reinaba fuera del restaurante.El tiroteo había cesado, pero la tensión aún se palpaba en el aire.Kereem, todavía en estado de shock por la destreza de Zahar se dio cuenta de que sus manos estaban sobre ella, mientras ella, aún estaba alerta.La giró en medio de todo y su respiración agitada se chocó contra su aliento perturbado y sobre totalmente perplejo.Su mirada la escaneaba y ella parpadeó preguntándole:—¿Estás bien? —preguntó y Kereem solo asintió.—¡Señor… entremos a los autos… ahora mismo! —Asad hablaba todo el tiempo por los cables, pero Kereem se aseguró de que su familia se metiera en los autos.Janna, recuperándose del shock inicial, se ocupaba de los niños, asegurándose de que estuvieran ilesos. La rápida reacción de Zahar había salvado a muchos, pero el peligro aún no había pasado. La policía y más seguridad llegaron al lugar, mientras Asad dio la orden para que se desplegaran al palacio, entretanto las calles se llenaban de guardias.Kereem sabía que esto ser
Kereem volvió a aspirar el puro mientras toqueteaba su mesa de roble con impaciencia.Las imágenes de su cabeza estaban acabando con él, porque, aunque hace unas horas Zahar estaba gimiendo encima de este escritorio, ahora mismo tenía una fuerte erección de solo recordarla.Asad entró pidiendo permiso, y él se giró en la silla para aceptar un teléfono nuevo.—La señora Sanem está histérica, ha llamado a casi toda la familia.Kereem asintió pidiéndole a Asad que se quedara, pero antes marcó su número y pegó el teléfono a su oreja.—¡Kereem! ¡Por Alá!—Estoy bien…—No puedo dejar de ver las noticias. ¿Qué pasó? —Kereem se restregó sus ojos dejando el puro en el cenicero y negó.—Estamos en eso, parece un grupo mínimo de rebeldes. No hay indicios de que sea un enemigo fuerte.—Imagino el terror que vivió Janna, estaban los niños con ella, y… ella me dijo que Zahar ayudó mucho.—Eso parece.—Pero… ¿Cómo?—Estamos investigando, cariño.—¿Realmente estás bien? Te notó extraño.Kereem pasó u
Emré observó a Kereem con una intensidad que rara vez mostraba. La noche envolvía el palacio en un manto de quietud, pero entre los dos hermanos, una corriente de tensión subyacente comenzaba a aflorar.Y Kereem sabía perfectamente de qué quería hablar, y esperaba que Emré no lo sacase de su paciencia.—Adelante… —Kereem lo instó y Emré se giró para llenar otro vaso de un John Walker, una de las bebidas favoritas de Kereem, y se la ofreció.—Creo que, al igual que todos, estoy impactado con esa chica… —Kereem tomó su primer trago y se mantuvo serio—. Yo… entiendo que es la prima de Sanem… entiendo que se mantiene un poco alejada, pero no puedo Kereem, siento que debo retenerla, que debo arrodillarme a sus pies y decirle que me dé una oportunidad de conquistar su corazón.Kereem apretó tanto su vaso, que cuando vio sus nudillos estaban totalmente blancos.—Hermano… —Emré puso la mano en su hombro—. Sé que tú y Sanem son los responsables de Zahar.—Basta, Emré.—No, no quiero detenerme,
Kereem dejó su teléfono a un lado de la mesa cuando finalizó la llamada, se sentó en la cama para observar esta habitación que no era la suya. Entonces se giró para ver un cuerpo totalmente desnudo a su lado.Zahar…Tomó su propio cabello, lo apretó y luego se restregó los ojos.Sí. La había buscado durante la noche un poco después de su discusión con Emré, fue a una habitación diferente a la suya para hacer y deshacer durante toda la noche junto a ella.Y pasó un trago duro. Zahar se veía completamente dormida, él tomó su ropa arrugada y se la puso, mirándola todo el tiempo mientras se apresuraba.Salió de la habitación caminando rápido y luego entró a la suya para tomar un largo baño. Salió de esta una hora después, ajustando su traje, con el cabello aún mojado, y caminó por los pasillos, encontrándose a su hermano Naim que iba saliendo del palacio.—Buenos días, hermano… —Kereem palmeó su espalda.—¿Sales?—Sí, hay mucho que hacer con lo del atentado… —Él asintió.—No te preocupes