Ser curvy y tener los ojos rojos, era algo que los miembros la manada Luna Roja no podían perdonar. Hicieron la vida Kara un infierno desde el día de su nacimiento. Ella pensó que todo cambiaría cuando fue elegida por la Diosa como la Luna del alfa. Sin embargo, él la despreció y rechazó delante de todos para entregarse a otra mujer. No le importó romper el vínculo que los unía, aún sabiendo que en su vientre llevaba a su hijo. Herida y devastada, a Kara no le quedó más que aceptar que el hombre que pensó que la amaba no sentía nada por ella. Pero cuando el vínculo se rompió, se dio cuenta de que su sufrimiento no terminaba ahí. El dolor que sintió era tan fuerte que cayó al suelo y todo a su alrededor se oscureció. Cuando despertó, descubrió que había sido abandonada a su suerte. El alfa había ordenado que fuera arrojada en la jungla, sin mostrar una gota de piedad… Y un hombre de piel oscura le decía que ella era su compañera.
Leer másLa oscuridad de la noche había caído sobre la jungla y el clan parecía envuelto en las sombras del inframundo. A medida que Darius se acercaba a la casa que compartía con su mate, una sensación inquietante recorría su espalda. Un escalofrío cargado de miedo se apoderó de su cuerpo y los vellos de sus brazos se erizaron. Darius caminó más rápido, deseoso de llegar a los brazos de su compañera, quería asegurarse que todo marchaba bien con ella. Estaba llegando a la puerta cuando escuchó que lo llamaban a sus espaldas. Se giró y sintió alivio al ver que se trataba del líder de los ancianos, pero de inmediato su ceño se frunció cuando vio que caminaba con uno de sus pies casi arrastras.—Finnian, ¿qué sucedió? —preguntó, cuando se acercó al anciano y vio que tenía más heridas en el cuerpo.—Alfa, ha ocurrido una desgracia —respondió Finnian, con la voz temblorosa.El ceño de Darius se frunció mucho más, no quería otro problema que lo apartara de los brazos de su amada. Sin embargo, no pod
La tensión dentro de la habitación se podía cortar con un cuchillo. La sanadora miraba de Kara a Rohan; en su rostro se podía ver que sufría. Luego, con determinación y a pesar de la tristeza, posó la mirada en el alfa.—Tengo que regresar al clan a buscar mis herramientas y el kit medicinal —dijo Eira, con la voz desapasionada, sin mirar ni una vez a Kara—. Hay varias pociones que puedo usar, pero tengo que encontrar la ideal para que pueda concebir nuevamente. Esa es su intención, ¿cierto?Rohan asintió, su deseo era dejar embarazada a Kara cuanto antes. Hinchó el pecho satisfecho y se dirigió hacia la puerta sin hablar. Antes de salir del escondite, se volvió hacia donde estaba el cazador y le lanzó una mirada que le decía que, si no cuidaba a Kara y ella escapaba, lo iba a pagar con su vida.—Kara, no me hagas enojar intentando escapar, nunca vas a llegar a tu destino. —dijo Rohan por encima del hombro, antes de desaparecer en la oscuridad de la jungla y llevarse a Caelum con él.
En la distancia, las luces del clan se intensificaban. Kara, con sus ojos que se le querían salir de las órbitas, comenzó a sentir pavor. Rohan la tenía atrapada sin poder escapar ni pedir ayuda. Él la mantenía agarrada con una mano por la cintura, mientras con la otra mano tapaba su boca para que no pudiera gritar. La desesperación la invadió y solo pudo pensar en luchar; no estaba dispuesta a rendirse.—Kara, no puedes seguir luchando en contra del destino —dijo Rohan, con voz fría—. Dejar a ese patético alfa será lo mejor para ti. Te irás conmigo y serás mi mate, como deseaba la Diosa.—¡No! ¡No quiero estar contigo! —gritó ella contra la mano que le impedía gritar con todas sus fuerzas, solo el alfa y sus cómplices podían escucharla—. Por favor, déjame ir.Rohan apretó los dientes con frustración, no le gustaban las respuestas de ella. Enojado, apretó con más fuerza el agarre que tenía sobre Kara. A la mente de Kara solo podían llegar imágenes de lo que podía ocurrir si el plan de
ActualidadEl ruido de la puerta al abrirse y el aire frío que dejó entrar puso en guardia a Rohan y a Caelum. Se pusieron de pie, con un arma, cada uno en las manos, mientras apuntaban al recién llegado.—Oh, es él —dijo Caelum al alfa mientras bajaba el arma y le hacía señas al visitante para que entrara y cerrara la puerta—. Él es quien nos ha estado ayudando.El recién llegado se acercó a la mesa que estaba en el centro de la habitación, dejó caer el morral que traía en sus manos sobre ella, levantando polvo en el proceso. Todo sin dejar de observar al alfa, que no bajó el arma y seguía apuntándolo con ella.—¿Todavía desconfías de mí? —inquirió el hombre con una mueca burlesca—. Gracias a mí estás vivo.—¿Qué insinúas? —Rohan apretó los dientes enojado, odiaba que le recordaran que estaba huyendo de Darius.—No insinúo nada. Todos aquí sabemos que estás huyendo de mi alfa. Si no estuvieras en este lugar, en este instante fueran un lobo muerto —respondió el hombre sin miedo en su
Dos días antesEl corazón de Rohan latía desbocado mientras corría a toda velocidad, tratando de alejarse lo más pronto posible del clan Hijos de la luna. Mientras más se alejaba de la manada, más silenciosa se tornaba la jungla. Solo de vez en cuando el silencio de la noche era interrumpido por el ruido de algún animal. El alfa traía los nervios a flor de piel, estaba consciente de que su plan había salido terriblemente mal y el alfa Darius iba a ir detrás de él.De repente, en la orilla del camino apareció un hombre, oculto por las sombras de los árboles que lo rodeaban. Le dio el susto de su vida, tan fuerte, que Rohan temió que su corazón se le fuera a salir a través del hocico de su lobo.Apretó el paso con desesperación, en los ojos se podía ver el terror que sentía en ese momento. Miró hacia atrás, asegurándose que no lo alcanzaban, pero lo único que vio fue al mismo hombre corriendo en la dirección que iba mientras movía los brazos, llamando su atención.Rohan se detuvo al rec
Darius dio varios pasos por el salón antes de detenerse frente a la ventana abierta que dejaba entrar la luz a través de sus persianas. Puso las manos encima del marco y se inclinó para mirar hacia fuera. Llevaba dos días de su clan al clan Luna roja esperando por el alfa despojado de su manada. De uno en uno iban eliminando a los opositores. Los lobos que habían amenazado y se atrevieron a atacar a su mujer y a los suyos estaban pagando por su atrevimiento.—¿Tu esposa sabe lo que estaba ocurriendo en su antigua manada? —preguntó Maximus, sentado de tal forma que estaba casi acostado en el sofá. Darius asintió con la cabeza y el guerrero siguió hablando—. ¿No le importa? Hemos asesinado a tanto que en este momento el clan debe de haber cambiado de nombre.—¿Cambio de nombre? —preguntó Darius sin desviar la mirada del centro de la plaza.—Ahora se llama Media luna, la mayoría de sus guerreros cavaron bajo nuestras garras —se burló Maximus—. Lo único que queda es el rojo por la sangre
Mientras corría a través de la penumbra de la noche que envolvía la jungla, el viento aullaba fuerte contra el rostro de Darius. El lobo del alfa se veía imponente, la luz de la luna que ya no se escondía entre las nubes le daba un toque más luminoso a su pelaje blanco, contrastando con sus ojos rojos que brillaban como dos ascuas ardientes como el fuego. Con cada paso que daba entre la frontera de los dos territorios, su corazón latía más fuerte. La furia que lo quemaba por dentro le hacía estar más determinado a llegar al clan Luna roja. No iba a dejar sin respuesta el vil ataque.Con cada zancada que daba el alfa intentaba ir más rápido, quería evitar que Rohan pudiera esconderse de su persecución. Solo de pensar que su enemigo pudiera librarse de la muerte, hacía que la adrenalina fluyera por sus venas como lava hirviendo. Cuando llegó al territorio rival y se detuvo a observar las casas a oscuras y el silencio sepulcral que lo recibió. No quería ser atrapado en una emboscada. Mir
El viento cortante y frío chocaba contra la cara peluda de Darius mientras corría. En Kara era en lo único que podía pensar. La inquietud lo embargaba más y más con cada paso que daba para acercarse a ella. El camino se le hacía interminable. Un cosquilleo en su piel le avisaba que algo estaba sucediendo y su instinto le hacía suponer que el suceso era más terrible de lo que podía pensar. Cuando finalmente llegó a la manada, su corazón latía acelerado.Lo que encontró cuando llegó le hizo perder el paso, sus patas delanteras fallaron casi dejándolo caer. Los guerreros que había dejado para cuidar a los vulnerables peleaban con lobos desconocidos y su compañera permanecía arrodillada frente a un lobo que estaba seguro era Leif. Con el corazón acelerado corrió hacia ellos y cambió a su cuerpo humano para poder ayudarlos.—Kara, ¿dónde están las heridas? —le preguntó con desesperación al ver que la ropa de ella estaba manchada de sangre.Kara estaba tan sumida en el dolor que ni siquiera
Aunque la noche ya no estaba tan oscura, para Kara seguía viéndose lúgubre. Estaba rodeada de su suegra, Leif y el resto de miembros de la manada, pero su mente estaba en Darius. Estaba consciente de que permanecer en el pueblo era lo más sensato; sin embargo, deseaba estar a su lado mientras luchaba. La incertidumbre de lo que estaba ocurriendo no la dejaba esperar tranquila, el miedo le atenazaba la garganta y le apretaba el pecho. Cuando comenzó la batalla y se escucharon aullidos en la distancia, el corazón de Kara comenzó a latir con fuerza.Kara sintió la imperiosa necesidad de correr hacia el lugar, el peso de su embarazo la detuvo. Darius tenía razón, no podía poner a su cachorro en peligro. Cerró los ojos para sacar a flote la mujer fuerte que había decidido ser, su pequeño tenía que llegar a este mundo sin más complicaciones. Pero cuando abrió los ojos, varios lobos aparecieron de entre los árboles. Frente a ellos lideraba un lobo de pelaje gris oscuro. Kara contuvo la respir