«¿Este embarazo es la confirmación de que soy la elegida, Diosa?». preguntó Kara mentalmente a la diosa luna, mientras se frotaba el vientre en una leve caricia delante del espejo. «¿Estás bendiciendo con un hijo el amor que Rohan y yo sentimos el uno por el otro?»
Una sonrisa de felicidad dividió los labios de Kara. En ese instante se sentía la mujer más feliz del mundo. Nada podría oscurecer su alegría. Todo gracias a la Diosa que le había revelado su embarazo en un momento en que se sentía abrumada por el gran día. En unas pocas horas sería coronada como la Luna de la manada y estaba segura de que muchos miembros estarían en contra. Ella misma había tenido dudas, se preguntaba una y otra vez que tenía de especial para tener el favor de la Diosa Luna. Le había dado por compañero a un alfa y no a cualquiera, era la mate del alfa Rohan de la manada Luna Roja. Había crecido entre burlas por su aspecto, no era la loba más hermosa de la manada, ni siquiera estaba entre las más bonitas, era fea y lo sabía. Sin embargo, sus inseguridades se escondieron cuando Rohan comenzó a visitarla en sus aposentos noche tras noche. Él no paraba de elogiarla y de decirle que para sus ojos era la más hermosa. Tanto amor recibió de él, que no pudo negar el vínculo. Estaban destinados a estar juntos. Nada ni nadie podría separarlos si la voluntad de la Diosa era verlos como compañeros. El que estuviera en contra de su unión no iba a poder hacer nada durante la coronación, tendrían que hacerle frente al alfa y no creía que fueran tan tontos para enfrentarse al lobo más fuerte de la manada. Si intentaran dañarla, su compañero se encargaría de enfrentar a su agresor. —Te amo tanto, Rohan. Seremos muy felices. Trabajaré tan fuerte a tu lado, que no tendrás motivos para avergonzarte de tu luna —murmuró Kara, acariciándose el vientre una vez más antes de regresar a realizar las labores que normalmente hacía para la manada, aunque esta vez era especial. Para la coronación se iba a celebrar una gran fiesta. La comida sería abundante y ella tenía que contribuir para que nadie quedara con hambre. A pesar de que su lista de invitados era muy corta porque tenía muy pocos amigos, la de Rohan era muy larga. El alfa quería crear nuevos lazos con mandas vecinas y no quería perder la oportunidad de hacerlo durante una celebración tan importante. A Kara no le agradó la idea, pero si quería ser una buena compañera tenía que aprender a entender y a apoyar las decisiones que tomaba su compañero como alfa. Rohan se lo repetía cada vez que ella se quejaba al ver un invitado que no le gradaba porque tenía fama de ser problemático y cruel. —Tengo que invitarlos, es una buena estrategia hacerlo ese día. Lo verán como una falta de respeto si no están a mi lado en un día tan importante. Tengo que ser inteligente, Kara, ¿entiendes ahora por qué lo hago? Kara no entendía, pero tampoco quería quedar como una tonta, lo único que le quedaba era asentir con la cabeza y sonreír. Ella esperaba que tuviera en cuenta sus opiniones luego de la coronación. Se pasó una mano por el vientre, recordando que su hijo sería el futuro alfa. Su padre sería el encargado de educarlo para ser un buen líder. Si su deseo era estar al lado de los dos, tendría que acostumbrarse a las opciones que podrían tomar para resolver un problema. Sonrió al recordar la vida que crecía en su interior. Su existencia no era de dominio público, ni siquiera Rohan sabía que estaba embarazada. Lo había descubierto esa mañana, luego de que él abandonara a escondidas su pequeña casa. Kara planeaba darle la noticia de que iba a ser padre cuando terminara la ceremonia y estuvieran a solas. Imaginaba que harían otra fiesta en la que no se sentiría cómoda, por lo tanto, deseaba que tuvieran un tiempo, por muy corto que fuera, donde solo ellos dos pudieran disfrutar de la noticia. —Llegas tarde y, aun así, te das el lujo de caminar despacio —la voz del jefe de los cazadores la sacó de sus pensamientos—. ¿Por qué no cambiaste para llegar rápido? Kara quiso excusarse, pero no le dio la opción de comentarle que había visitado a la sanadora porque no se había sentido bien en la mañana. Milo Rayne le dio la espalda y entre insultos le ordenó ponerse a trabajar. —Cuando sea oficialmente la luna, quiero verte repetir esos insultos —le dijo entre dientes, aunque no fue escuchada, Milo ya se alejaba sin darle una segunda mirada. ─── · 。゚☆: *.☽ .* :☆゚. ─── Ya era la hora. Las manos de Kara sudaban mientras permanecía fuera de la casa grande donde se realizaban los banquetes. Durante todo el día no había podido ver a Rohan y se sentía nerviosa porque no habían ensayado los ritos que se realizarían durante la ceremonia de coronación. ¿Y si se equivocaba y hacía que su compañero pasara vergüenza? Sin embargo, no podía dilatarlo más, tenía que ser valiente y confiar en que todo saldría bien. Con un suspiro profundo empujó la puerta de madera maciza, esperando encontrar del otro lado a Rohan aguardando por ella. Pero, se llevó una sorpresa al descubrir que él ni siquiera se acordaba de ella, caminaba entre los invitados con una mujer del brazo. Enojada porque esa noche giraba en torno a ellos dos y él se divertía con otra mujer, se acercó a ellos con pasos apresurados. Cuando estuvo a su lado, tomó a Rohan por el brazo que tenía libre para que le prestara atención. —¿Puedes explicarme que significa esto? —preguntó Kara, mientras señalaba con un dedo a la mujer que continuaba del brazo de su compañero. —¿Esto? ¿No lo ves? Es la mujer que he escogido para que sea mi Luna —respondió Rohan con burla. —Pero… pero, tu Luna soy yo —dijo Kara con voz entrecortada. —¿De verdad crees que con tu apariencia eres digna de ser mi Luna? —le dijo el alfa con desprecio. Kara observó a la mujer de piel clara y piernas largas. Sus ojos azules resaltaban en su hermoso rostro. Parecía una muñeca Barbie de piel tersa. Luego se observó a sí misma, era completamente diferente. Mientras la otra mujer podía ser confundida con una modelo, su figura era redondeada y su piel bronceada. Si las comparaban ella saldría perdiendo. No era más que un patito feo que nadie quería. —Entonces, ¿por qué sigues durmiendo conmigo? —le preguntó al alfa conteniendo el dolor que estaba hiriendo su corazón.Kara esperaba que Rohan comenzara a reír y le dijera que era una broma. Que lo que estaba sucediendo era parte de la ceremonia. Era solo una prueba de la manada para comprobar cualquier elemento que necesitaran y que ella no lograba entender. Sin embargo, el alfa permanecía en silencio. La miraba sin emociones reflejadas en el rostro. En sus ojos no lograba ver al compañero que visitaba su cama cada noche.Decepcionada, Kara estaba a punto de marcharse, pero un carraspeo llamó su atención. La mujer que permanecía al lado del alfa la miró con una sonrisa irónica antes de comenzar a hablar.—He estado ausente por un tiempo, por algo que no es de tu incumbencia. Es comprensible que mi amor tenga las necesidades de un hombre. Pero no esperaba… —La mujer hizo una pausa, miró a Kara de arriba abajo con un claro desdén. Luego continuó con un tono cargado de sarcasmo—: Su gusto ha disminuido muy rápidamente. Debe haberme extrañado tanto que ya no elige la comida. Pero eso es bueno, también me
El dolor que estaba recibiendo el cuerpo de Kara era tan fuerte que no pudo conservar su forma humana. Su lobo emergió mientras ella estaba inconsciente, queriendo curarla y ayudarla a eliminar el abrumador sufrimiento que estaba sintiendo. Pero no era suficiente, a pesar de recuperar la conciencia, Kara no podía cambiar, estaba atrapada en su forma de lobo impidiéndole comunicarse. La desesperación la embargó al sentirse atrapada, mientras su loba exigía la conexión que la unía a su pareja. Su inquietud aumentó cuando escuchó que alguien le preguntaba al alfa que harían con ella. Se preguntó si la llevarían a la cabaña de la sanadora en ese momento o la llevarían a su cabaña para que se curara sola. Un grito ahogado se quedó atrapado detrás de sus labios cuando escuchó la respuesta de Rohan.—Tírala en la selva, lo que suceda con ella depende de su destino —dijo Rohan, sin compasión.«¡No, por favor, no! No daré problemas. Me iré lejos y dejaré que seas feliz con la mujer que elegist
Kara abrió los ojos, sintiéndose aturdida y pestañeó varias veces cuando la luz le molestó. ¿Había perdido la consciencia otra vez? ¿Cuánto tiempo llevaba dormida? Preguntas sin respuestas llegaban a su mente, aunque sabía que ninguna sería contestada. De lo único que estaba segura era que debía mantenerse tranquila, para recuperar todos sus sentidos y movilidad. Respiró profundo y cuando su vista se adaptó a la luz del sitio en el que se encontraba, miró hasta donde le fue posible desde su posición, pero no reconoció el lugar. Si bien su vista todavía se encontraba borrosa, estaba segura de que nunca había puesto un pie o una pata de su loba en esa habitación.Kara intentó incorporarse para explorar y encontrar respuesta a su pregunta de por qué el lobo la llevó allí y no la mató en la jungla. Al levantarse se dio cuenta de que estaba acostada en una cama de suave colchón y había regresado a su forma humana. Sonrió al descubrir que había recuperado su capacidad de transformación, era
Las manos de Kara comenzaron a sudar. Seguía sin entender por qué la ira de ese hombre iba dirigida hacia ella. ¿Le había molestado que no quisiera su ayuda? ¿El alfa lo iba a castigar si no lograba complacerla? Kara se estrujó las manos con nerviosismo y en el estómago se le creó un nudo por el miedo que le generó la incertidumbre de haber actuado mal. Aunque no conocía las costumbres de la manada, le dio ansiedad que por su culpa otra persona fuera dañada.—No sé qué te enviaron a hacer por mí, pero si es importante para ti, te doy permiso para que lo hagas —le dijo ella, con palabras atropelladas.El hombre, de piel atezada, la miró con desdén, se rio con condescendencia y luego su rostro volvió a una expresión pétrea.La preocupación de Kara aumentó, se preguntó si había malinterpretado al beta pensando que la estaban cuidando hasta que se recuperara. ¿Las intenciones del alfa con ella eran otras y por eso envió al hombre cruel que ahora la miraba con ojos fríos?«¿Por qué no pued
Una semana despuésKara no dejaba de mirar hacia la puerta mientras llevaba un dedo a su boca y se mordía una uña. Leif le estaba hablando, pero era incapaz de prestarle el cien por ciento de su atención. Estaba pendiente de la llegada del alfa y eso la ponía nerviosa. Darius la visitaba cada día a la misma hora y llevaba media hora de retraso. Llegaba tarde, precisamente el mismo día que iba a contarle lo que esperaba del trato que él le impuso cuando la rescató. Esperaba que no faltara a su palabra, llevaba siete días en espera de que fuera su turno de exponer sus exigencias.—Que tengas la vista fija en la puerta no hará que el alfa aparezca por arte de magia —le dijo Leif con un tono de risa en la voz.Una risita corta y entrecortada escapó de Kara, acompañada de un rubor en sus mejillas por haber sido atrapada. A pesar de haber hecho buena miga con el beta que la cuidó desde el primer día que llegó, todavía se avergonzaba cuando él bromeaba de la relación que tenía con el alfa.—
Tres días despuésKara observaba la jungla con abundante vegetación desde la ventana de la cabaña que llevaba recluida desde que despertó. Aunque no se parecía en nada al lugar donde había vivido toda su vida, le hacía recordar el bosque donde cazaba y corría con libertad. En ese bosque que la ocultaba de los miembros de la manada que la molestaban. Un suspiro lleno de nostalgia escapó de sus labios, la sed de venganza que la embargaba no lograba eliminar ese deseo que tenía de correr a través de él.—Estoy seguro de que el alfa te va a permitir correr por el bosque —dijo Leif detrás de ella, confundiendo el suspiro involuntario.—No me ha dejado salir de la cabaña —le recordó ella.—Estabas heridas. Necesitabas recuperarte —señaló Leif.—¿Esa es la razón? —inquirió ella con ironía—. ¿Su intención no era ocultarme?—¡No! ¿por qué piensas eso? —El beta se veía consternado.Ella se encogió de hombros como si la respuesta fuera evidente. Seguía teniendo los mismos visitantes. La cabaña d
—Hay muchas personas, ¿qué tan grande es la manada? —Kara apretó el brazo de Leif con aprensión. Pensaba que estaba lista para salir de la cabaña, pero ahora no estaba tan segura.—Lo suficiente para defendernos si tenemos un ataque —respondió él, sin mencionar una cantidad exacta—, sin embargo, hoy hay muchos invitados, no todos pertenecen al clan.Kara continuó observando a la multitud casi escondida detrás del beta. Mientras Darius no fuera hacia ella, tenía que mezclarse con los invitados, o eso le había informado un guerrero minutos después de haber salido de la cabaña. Kara se preguntaba qué asunto era tan importante que no le permitió recibirla. El alfa era el más interesado en celebrar cuanto antes la ceremonia, que no estuviera le daba desconfianza. No obstante, ella agradecía la demora, le daba tiempo a conocer un poco a las personas con las que iba a vivir a partir de esa noche. Sonrió cuando vio a la sanadora a unos pasos de ella rodeada de su familia, la mujer le hizo señ
Darius no podía quitarle la vista a Kara. Sabía que ella no se había quedado contenta con su decisión de esperar para matar al alfa de la manada Luna Roja. Pero no podía, no en ese momento, si quería evitar romper relaciones con clanes que servían a su manada. Por algo que no lograba entender, el alfa Rohan era querido por miembros y líderes de varios clanes.—Estuve al creer que nunca nos ibas a presentar a tu compañera —le dijo su madre acercándose a él.—¿Dónde pensabas que íbamos a realizar la ceremonia?, ¿dentro de mi casa? —respondió él, haciendo reír a la mujer que le dio la vida.—Conociéndote, es posible —Freya puso los ojos en blanco sin dejar de sonreír.—Te culpo a ti por no enseñarme a compartir —bromeó Darius.—Te enseñé, pero eras mal estudiante —Freya frunció el ceño, pero no pudo eliminar el tono afectuoso de su voz.—Entonces culpemos a mi padre, por él tuve que aprender otras cosas.Freya y Darius sonrieron con nostalgia, Bjorn había sido un padre amoroso, pero exig