—Hay muchas personas, ¿qué tan grande es la manada? —Kara apretó el brazo de Leif con aprensión. Pensaba que estaba lista para salir de la cabaña, pero ahora no estaba tan segura.—Lo suficiente para defendernos si tenemos un ataque —respondió él, sin mencionar una cantidad exacta—, sin embargo, hoy hay muchos invitados, no todos pertenecen al clan.Kara continuó observando a la multitud casi escondida detrás del beta. Mientras Darius no fuera hacia ella, tenía que mezclarse con los invitados, o eso le había informado un guerrero minutos después de haber salido de la cabaña. Kara se preguntaba qué asunto era tan importante que no le permitió recibirla. El alfa era el más interesado en celebrar cuanto antes la ceremonia, que no estuviera le daba desconfianza. No obstante, ella agradecía la demora, le daba tiempo a conocer un poco a las personas con las que iba a vivir a partir de esa noche. Sonrió cuando vio a la sanadora a unos pasos de ella rodeada de su familia, la mujer le hizo señ
Darius no podía quitarle la vista a Kara. Sabía que ella no se había quedado contenta con su decisión de esperar para matar al alfa de la manada Luna Roja. Pero no podía, no en ese momento, si quería evitar romper relaciones con clanes que servían a su manada. Por algo que no lograba entender, el alfa Rohan era querido por miembros y líderes de varios clanes.—Estuve al creer que nunca nos ibas a presentar a tu compañera —le dijo su madre acercándose a él.—¿Dónde pensabas que íbamos a realizar la ceremonia?, ¿dentro de mi casa? —respondió él, haciendo reír a la mujer que le dio la vida.—Conociéndote, es posible —Freya puso los ojos en blanco sin dejar de sonreír.—Te culpo a ti por no enseñarme a compartir —bromeó Darius.—Te enseñé, pero eras mal estudiante —Freya frunció el ceño, pero no pudo eliminar el tono afectuoso de su voz.—Entonces culpemos a mi padre, por él tuve que aprender otras cosas.Freya y Darius sonrieron con nostalgia, Bjorn había sido un padre amoroso, pero exig
Los latidos del corazón de Kara se aceleraron cuando entró a la habitación donde dormía Darius. Los pensamientos que invadían su mente le hacían sentirse abrumada. La mezcla de nervios y ansiedad le jugaban en contra. Él no la ayudó a sentirse segura, la guio directo a sus aposentos sin mostrarle el resto de la casa. La urgencia que tenía por plantar su semilla en su vientre hizo que ella se preguntara por qué deseaba tener un hijo tan rápido. Pero al ver la inmensa cama, a Kara se le olvidó la urgencia que tenía el alfa por ser padre, se sintió tan insegura que no podía pensar en nada más que en sus inseguridades. ¿Y si no era lo que Darius esperaba? ¿Si era tan mala en la cama que la abandonaba en la selva como hizo Rohan? ¿Se iba a burlar de ella por su peso? Si se entregaba él… ¿su corazón saldría intacto? Darius estaba tan ocupado quitándose la ropa que no se había dado cuenta de que ella se detuvo en la puerta. Cuando se giró buscándola, se sorprendió de verla mirando la cama c
Lentamente, Darius fue dejando besos a lo largo del cuello de Kara, luego comenzó a bajar sin dejar de tocar su cuerpo con los labios, haciéndola suspirar de placer. Ella arqueó su espalda, buscando sentir más de la suavidad de sus besos. Nada importaba más que sentir el calor de sus caricias. Darius se detuvo cuando llegó a sus senos y las miró a los ojos. Sus miradas se encontraron y se perdieron el reflejo del deseo que los consumía. Luego, él bajó la cabeza y tomó el pezón entre sus labios, y muy suavemente comenzó a chuparlo. Le pasó la lengua hasta que la aureola de color rosa se puso dura. Ella enredó sus dedos en su cabello sin dejar de gemir.Con ternura, Darius deslizó una de sus manos por el costado de Kara acariciando su cintura hasta llegar a su cadera. A continuación, prosiguió hasta su monte de venus. Mientras intercambiaba su atención entre un seno y el otro con la boca, con uno de sus dedos buscaba entrar en ella. La humedad que encontró entre sus labios le facilitó l
Un mes después.Meara hablaba y hablaba, pero Rohan no le prestaba atención. Sus pensamientos estaban en otra parte. Una loba en medio de la jungla lo tenía inquieto.—¡Rohan! —exclamó la rubia exigiendo su atención—. ¿Escuchaste algo de lo que te dije?—No —respondió él de mala gana.—Te estoy hablando de un asunto importante —se quejó ella.Rohan puso los ojos en blanco. Desde que Meara había entrado a su oficina, no le había dicho nada que pudiera interesarle. Sin embargo, sonrió y la miró a los ojos. Ella todavía le servía a sus intereses y, hasta que no tuviera a Kara de regreso, tenía que usarla.—Averigüé lo que hace la gorda todos los días —La loba sonreía satisfecha de haberle entregado lo que ella imaginaba que era una información valiosa.El alfa se sentó derecho en la silla. Meara no sabía que él pensaba remplazarla con su excompañera; ella creía que solo deseaba deshacerse de ella.No le sorprendió escuchar que paseaba por la jungla con uno de los betas del clan. Estaba a
—¿Por mí? —preguntó Kara sin entender. Si había ido por ella, ¿por qué no la atacaba?—Sí. Sé que es posible que te cueste perdonarme, pero me gustaría que pudiéramos reconstruir nuestra relación.La boca de Kara cayó abierta. Esperaba cualquier cosa menos esas palabras. Después de todo el sufrimiento que le había hecho pasar, ¿él esperaba…?—Estás loco, Rohan. ¿Cómo puedes pensar que yo quiero volver contigo?—Sé que te traicioné, pero no sabes cuánto me arrepiento de lo que hice ese día. —Rohan esperaba que ella no escuchara la falsedad en su voz, deseaba que escuchara al hombre que pensaba que la amaba.Los ojos de Kara picaban por el deseo de llorar. Las lágrimas quemaban sus ojos por el deseo de salir y rodar por sus mejillas. La traición de él había sido tan cruel que por poco acabó con su vida.Habían sido cercanos antes de que la Diosa revelara que era su mate. Creyó que eran amigos. Sin embargo, a él no le tembló la mano para destruirla. Que se mostrara ante ella con expresió
El jadeo de dolor de su compañera hizo titubear por un segundo a Darius, pero al recordar que varios miembros de su manada lo habían seguido continuó apretando sus dientes. No lo dejaría escapar hasta que se rindiera ante él. Estaba seguro que su beta se ocuparía de Kara.A su alrededor había una pelea, que termino casi al mismo tiempo de iniciar. Los miembros de la manada Luna Roja sabían que no eran tan fuertes como los Hijos de la luna, no por nada los llamaban Garras Salvajes.Finalmente, un minuto después, Rohan se rindió, con una de sus patas tocó al lobo blanco pidiéndole piedad.Darius apretó sus dientes y luego lo soltó, levantando la cabeza en un gesto lleno de victoria, lo miró triunfante. Seguro de que tenía el respaldo de sus hombres, cambió a su cuerpo humano y se alejó hacia donde estaba su luna demostrándole a sus rivales quien era el vencedor. Cuando llegó a ella, puso una rodilla en el suelo y se inclinó sobre ella.—Estoy aquí, te llevaré con la sanadora —le dijo a
Darius se giró con calma hasta quedar frente a frente con Kara y se quedó mirándola fijamente sin decir nada. La imagen que él proyectaba mientras el agua caía sobre su cuerpo y la mirada intensa que tenían sus ojos, la tenían cautivada. Las gotas de agua resbalaban sobre su piel chocolate, creando una atmósfera de sensualidad que la hipnotizaba. Ella, sin pensarlo, se acercó, levantó una mano y, con un gesto suave, le acarició la mejilla.—Dime la verdad, merezco saberlo. —pidió ella, con emoción en la voz.Él continuó en silencio mientras el vapor que se acumulaba en el baño por el agua caliente los envolvía. Luego, como si hubiera salido de un trance, dibujó una sonrisa en su rostro. Le tomó la mano con la cual lo estaba acariciando, la llevó a sus labios y le besó la palma.—Te estás preocupando por nada. En lo único que tienes que pensar es en cómo quedar embarazada lo más pronto posible —le dijo él con los ojos brillantes. Luego, con un tono de voz ronco y susurrante, le preguntó