Hola, corazones. Disculpen la tardanza en las actualizaciones. Volveremos a tener capítulos de forma regular.
El corazón de Kara se detuvo por unos segundos. Le habían respondido lo que tanto quería saber, pero escucharlo… había esperado que Leif le dijera que estaba enfermo, ¿qué iba a morir? No, eso no era lo que hubiera deseado escuchar. —¿Tener un hijo lo ayudará a curarse? —Kara se sorprendió de que su voz saliera tan firme, contrario a como se sentía. Como si se estuviera enfrentando a un gran desafío, Kara tomó una respiración profunda mientras esperaba por la respuesta del beta. —No. El hijo que tendrán no curará a nuestro alfa —respondió Leif, con los ojos húmedos por las lágrimas—. Aunque tenga un heredero, su destino está marcado por la muerte. Kara cerró los ojos por un momento, la verdad era peor de lo que había imaginado. El golpe devastador que recibió con esa noticia le hizo sentir que la sangre abandonaba su cuerpo dejándola helada. —¿Qué enfermedad tiene Darius? —preguntó, en un tono de voz susurrante—. ¿Qué enfermedad puede ser tan fuerte que su lobo no le ayude a c
—No, no estoy mintiendo. Mi cachorro se está gestando en tu vientre —respondió Darius.Durante mucho tiempo, Darius había buscado a su mate. A pesar de sus esfuerzos, el destino le había negado la posibilidad de encontrarla. Ahora la tenía y, además, la Diosa bendijo su unión con un hijo. No podía evitar sentirse satisfecho, finalmente había logrado lo que daba por perdido e inalcanzable: un heredero. Podría morir en paz, seguro de que su clan sería liderado por otro alfa fuerte y capaz.Su felicidad se vio empañada por la negativa de Kara de darle un hijo porque no podía amarla y le prohibía que ella se enamorara de él. ¿Cómo podría? Sus días estaban contados. La culpa ya lo embargaba al tener que dejar a su madre, al clan y a su hijo que nunca iba a conocer. ¿También tendría que cargar con la culpa de dejar atrás a una compañera afligida por su partida?«No, te necesito fuerte, serás la loba que criará al alfa que la manada necesita». Pensó Darius mirándola con fiereza.Se preparó p
Caelum esperaba sentado en una silla frente al escritorio del alfa. El nerviosismo que sentía en ese instante le daba un poco de ansiedad. Que la oficina de Rohan estuviera sumida en la penumbra, casi llegando a oscuridad, a pesar de que fuera de la habitación el sol iluminaba el día, no contribuía a aplacar su inquietud. Desde que Kara había sido rechazada, su situación en el clan se había visto afectada. Por culpa de su hija malagradecida, su estatus se había visto dañado. Por ello, que el alfa ordenara una reunión donde solo estarían ellos dos, le dio miedo. La sonrisa y mirada siniestra que le dirigía su líder no era un buen augurio.—Tengo una tarea para ti, Caelum. Quizás la más importante que llegarás a tener en este clan —comenzó diciendo Rohan, con un entusiasmo que sorprendió al anciano—. Como debes saber, tu hija sobrevivió y la tiene el clan de las garras salvajes.El viejo lobo frunció el ceño, a sus oídos había llegado esa información, pero no había creído que fuera la m
Kara se quedó observándolos desde la puerta con una sonrisa dividiendo sus labios. Por dentro sus emociones parecían una tormenta, pero las ocultaba, mostrándose como la loba fuete que había decidido ser. Había pasado el tiempo, pero la crueldad con la que fue tratada por eso dos no fue olvidada. Su regreso tenía más de un objetivo y hacerles pagar por el daño que sufrió era una de ellas.Miró alrededor, la oficina no había cambiado, seguía teniendo la misma decoración que fue testigo de sus encuentros clandestinos. Rohan la observaba con una sonrisa llena de satisfacción, pero a su lado, los ojos de Meara estaban llenos de ira.—Kara, pensé que tendría que ir a rescatarte —dijo Rohan, el tono de su voz con una mezcla de sorpresa y alegría.—Pensé mucho en nuestro encuentro. Me hizo reconsiderar lo que deseaba en mi vida y elegí estar entre mi gente. Por supuesto… que desearas que mi regreso fue lo que más pesó en mi decisión —respondió Kara. La última frase iba dirigida a Meara, dese
Con una sonrisa de satisfacción contenida, Kara observó cómo no podían creer que ahora se defendía. Sabía que había logrado sorprenderlos y que nunca olvidarían ese momento, menos iban a lograr borrarlo de su memoria cuando lo que estaba por venir chocara frente a sus ojos. Su venganza sería inolvidable, de eso se iba a asegurar.—Iré a visitar a Galen y cuando termine con él, iré a tu casa, Rohan —le informó al alfa antes de darse la vuelta y marcharse.No había dado dos pasos cuando escuchó que Meara le hablaba.—Vas a visitar primero a ese viejo antes de que a tu padre.—No te metas en lo que no te importa —fue lo único que le dijo antes de continuar su camino.A Kara le hubiese gustado seguir molestando a la amante de Rohan, pero deseaba ver al único hombre que consideraba un padre. Mientras su verdadero padre la ignoraba o le hacía la vida imposible como el resto de la manada, el anciano cuidaba de ella. Fue Galen quien la ayudó cuando su loba emergió. Fue el único que le curaba
La luz de la luna entraba por la ventana que Kara había dejado entreabierta mientras ella permanecía acostada sobre la cama sin dejar de pensar en la confesión de Galen. Desde que llegó a la casa de Rohan no se había dejado de buscar ideas para engañar a Meara para que le diera la sangre que necesitaban. Se presionaba buscando una solución a ese problema. Aunque no era lo que esperaba, necesitaba la sangre de esa loba malvada; la vida de su mate y su hijo dependía de ello. Como le había dicho cuando se encontraron a su llegada, la vida no era fácil ni justa, tendría que ajustarse a lo que le estaba brindando en ese momento.Pero por mucho que pensaba, ninguna idea buena venía a su mente. Solo imágenes de ella arrastrándola a la manada de su compañero venían a su mente. Por otro lado, de nada iba a servir si no daba la sangre de forma voluntaria. Riendo por las locuras que se le ocurrían, decidió dormir y tomar otro momento que estuviera más descansada para encontrar una solución. Sin
Darius abrió los ojos y parpadeó varias veces cuando la luz del día que se filtraba a través de la ventana hirió su retina. Intentó ponerse de pie para cerrar las cortinas, pero un agudo dolor en el cuello lo detuvo. Después de dejar a Kara en la casa para darle tiempo a pensar en lo que le había dicho, se había ido a su oficina. Sin embargo, se quedó dormido en la silla en la que trabajaba a diario, que no era nada cómoda para descansar.Masajeándose en la zona donde le dolía, giró con lentitud la cabeza para ver qué hora marcaba el reloj de pared que adornaba la oficina. Un suspiro escapó a través de sus labios al darse cuenta que durmió más tiempo del que dormía normalmente. Se reprendió por ser tan irresponsable. Desde que se convirtió en el alfa de su clan, nunca había llegado último que sus guerreros a los entrenamientos de la mañana.Prometiéndose escoger un mejor lugar para descansar en un futuro, dirigió sus pensamientos hacia su mate. Si ella no había entendido que una relac
El sol se ocultaba y Kara no dejaba de pensar en regresar junto a Darius. Se había alejado de la manada mientras caminaba por el antiguo sendero que usaba para ir a cazar durante el tiempo que vivió allí, pero no deseaba volver. Sabía que tenía que hacerlo; sin embargo, se resistía a caminar el sendero de vuelta. Había dejado atrás sus inseguridades y los comentarios que le hicieran no le harían más daños; aun así, el tono naranja y la mezcla de azul y púrpura que estaban tiñendo el cielo le rogaban apurarse en cumplir el plan de venganza y de llevarse a Mera. Suspirando con desgana, dio medio vuelta y se dirigió al clan. Mientras caminaba con pasos lentos, escuchó ruido y al buscar de dónde provenía, se encontró con los ojos de Milo, el jefe de los cazadores. Ella lo recordaba muy bien, le había hecho la vida imposible cuando tenía que protegerla por estar bajo su mando, pero se había unido al grupo que no se cansaba de molestarla. Las burlas y las heridas que le provocaba con sus p