El origen de la enfermedad

—No, no estoy mintiendo. Mi cachorro se está gestando en tu vientre —respondió Darius.

Durante mucho tiempo, Darius había buscado a su mate. A pesar de sus esfuerzos, el destino le había negado la posibilidad de encontrarla. Ahora la tenía y, además, la Diosa bendijo su unión con un hijo. No podía evitar sentirse satisfecho, finalmente había logrado lo que daba por perdido e inalcanzable: un heredero. Podría morir en paz, seguro de que su clan sería liderado por otro alfa fuerte y capaz.

Su felicidad se vio empañada por la negativa de Kara de darle un hijo porque no podía amarla y le prohibía que ella se enamorara de él. ¿Cómo podría? Sus días estaban contados. La culpa ya lo embargaba al tener que dejar a su madre, al clan y a su hijo que nunca iba a conocer. ¿También tendría que cargar con la culpa de dejar atrás a una compañera afligida por su partida?

«No, te necesito fuerte, serás la loba que criará al alfa que la manada necesita». Pensó Darius mirándola con fiereza.

Se preparó p
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