Kara se quedó observándolos desde la puerta con una sonrisa dividiendo sus labios. Por dentro sus emociones parecían una tormenta, pero las ocultaba, mostrándose como la loba fuete que había decidido ser. Había pasado el tiempo, pero la crueldad con la que fue tratada por eso dos no fue olvidada. Su regreso tenía más de un objetivo y hacerles pagar por el daño que sufrió era una de ellas.Miró alrededor, la oficina no había cambiado, seguía teniendo la misma decoración que fue testigo de sus encuentros clandestinos. Rohan la observaba con una sonrisa llena de satisfacción, pero a su lado, los ojos de Meara estaban llenos de ira.—Kara, pensé que tendría que ir a rescatarte —dijo Rohan, el tono de su voz con una mezcla de sorpresa y alegría.—Pensé mucho en nuestro encuentro. Me hizo reconsiderar lo que deseaba en mi vida y elegí estar entre mi gente. Por supuesto… que desearas que mi regreso fue lo que más pesó en mi decisión —respondió Kara. La última frase iba dirigida a Meara, dese
Con una sonrisa de satisfacción contenida, Kara observó cómo no podían creer que ahora se defendía. Sabía que había logrado sorprenderlos y que nunca olvidarían ese momento, menos iban a lograr borrarlo de su memoria cuando lo que estaba por venir chocara frente a sus ojos. Su venganza sería inolvidable, de eso se iba a asegurar.—Iré a visitar a Galen y cuando termine con él, iré a tu casa, Rohan —le informó al alfa antes de darse la vuelta y marcharse.No había dado dos pasos cuando escuchó que Meara le hablaba.—Vas a visitar primero a ese viejo antes de que a tu padre.—No te metas en lo que no te importa —fue lo único que le dijo antes de continuar su camino.A Kara le hubiese gustado seguir molestando a la amante de Rohan, pero deseaba ver al único hombre que consideraba un padre. Mientras su verdadero padre la ignoraba o le hacía la vida imposible como el resto de la manada, el anciano cuidaba de ella. Fue Galen quien la ayudó cuando su loba emergió. Fue el único que le curaba
La luz de la luna entraba por la ventana que Kara había dejado entreabierta mientras ella permanecía acostada sobre la cama sin dejar de pensar en la confesión de Galen. Desde que llegó a la casa de Rohan no se había dejado de buscar ideas para engañar a Meara para que le diera la sangre que necesitaban. Se presionaba buscando una solución a ese problema. Aunque no era lo que esperaba, necesitaba la sangre de esa loba malvada; la vida de su mate y su hijo dependía de ello. Como le había dicho cuando se encontraron a su llegada, la vida no era fácil ni justa, tendría que ajustarse a lo que le estaba brindando en ese momento.Pero por mucho que pensaba, ninguna idea buena venía a su mente. Solo imágenes de ella arrastrándola a la manada de su compañero venían a su mente. Por otro lado, de nada iba a servir si no daba la sangre de forma voluntaria. Riendo por las locuras que se le ocurrían, decidió dormir y tomar otro momento que estuviera más descansada para encontrar una solución. Sin
Darius abrió los ojos y parpadeó varias veces cuando la luz del día que se filtraba a través de la ventana hirió su retina. Intentó ponerse de pie para cerrar las cortinas, pero un agudo dolor en el cuello lo detuvo. Después de dejar a Kara en la casa para darle tiempo a pensar en lo que le había dicho, se había ido a su oficina. Sin embargo, se quedó dormido en la silla en la que trabajaba a diario, que no era nada cómoda para descansar.Masajeándose en la zona donde le dolía, giró con lentitud la cabeza para ver qué hora marcaba el reloj de pared que adornaba la oficina. Un suspiro escapó a través de sus labios al darse cuenta que durmió más tiempo del que dormía normalmente. Se reprendió por ser tan irresponsable. Desde que se convirtió en el alfa de su clan, nunca había llegado último que sus guerreros a los entrenamientos de la mañana.Prometiéndose escoger un mejor lugar para descansar en un futuro, dirigió sus pensamientos hacia su mate. Si ella no había entendido que una relac
El sol se ocultaba y Kara no dejaba de pensar en regresar junto a Darius. Se había alejado de la manada mientras caminaba por el antiguo sendero que usaba para ir a cazar durante el tiempo que vivió allí, pero no deseaba volver. Sabía que tenía que hacerlo; sin embargo, se resistía a caminar el sendero de vuelta. Había dejado atrás sus inseguridades y los comentarios que le hicieran no le harían más daños; aun así, el tono naranja y la mezcla de azul y púrpura que estaban tiñendo el cielo le rogaban apurarse en cumplir el plan de venganza y de llevarse a Mera. Suspirando con desgana, dio medio vuelta y se dirigió al clan. Mientras caminaba con pasos lentos, escuchó ruido y al buscar de dónde provenía, se encontró con los ojos de Milo, el jefe de los cazadores. Ella lo recordaba muy bien, le había hecho la vida imposible cuando tenía que protegerla por estar bajo su mando, pero se había unido al grupo que no se cansaba de molestarla. Las burlas y las heridas que le provocaba con sus p
Caminar entre sus ex compañeros de manada nunca había sido tan difícil para Kara como en ese momento. Todos la observaban como si despreciar al padre que nunca la quiso hubiera sido una ofensa hacia ellos mismos. A ella no le importaban las miradas que la estaban juzgando, las de odio eran las que la mantenían en alerta.—Ni siquiera visitaste a tu viejo padre cuando llegaste y ahora lo tratas como si fuera basura —dijo Meara en voz alta cuando Kara estaba a pocos pasos de ella—. Hay malas hijas… y luego estás tú.Kara sonrió interiormente, adivinando el juego de la otra loba. Meara quería humillarla públicamente, sintiéndose respaldada por otras lobas despreciables que estaban detrás de ella.—Gorda y malagradecida —se burló Meara, provocando la risa de sus acompañantes y uno que otro miembro del clan—. Esa mezcla no es buena, deberías eliminar grasa o tener una buena actitud.¿Seguirle el juego o no? Kara no tuvo que pensarlo mucho, estaba lista para darle fin cuanto antes.—Tus ins
—Diste una buena pelea —escuchó Kara a su espalda.Rohan la abrazó por detrás, pero ella no le prestó atención. No quería quitarle los ojos de encima a Meara hasta ver que entraba sola a su casa, sin nadie más que le llenara el oído, animándola a pelear con ella.—Me excité solo de verte —continuó diciendo Rohan, sin darse cuenta de que ella ni caso le hacía—. Te veías sexy, poderosa. En lo único que podía pensar mientras te movías, era que te quería en mi cama. Esto merece una celebración. Iremos a mi casa y tendremos una fiesta tú y yo, entre mis sabanas.—Estoy cansada, ¿podemos dejarlo para mañana? —le dijo ella para que no insistiera.Al alfa no le gustó ser rechazado y la giró hasta ponerla de frente a él. Con el rostro rojo por el enojo, le exigió que cumpliera con él.—Aún me siento herida por lo que me hiciste. No has hecho nada para que yo quiera volver contigo. Así, como me siento, no puedo ir a tu cama —le dijo Kara zafando el agarre que tenía sobre ella.—¿Qué quieres que
A penas Kara salió del clan Luna roja, la lluvia comenzó a caer a cántaros. Con cada gota que caía sobre su pelaje le hacía preguntarse si eran un presagio. Ella esperaba que fuera la Diosa avisándole que su compañero iba a estar bien. Kara nunca había corrido con tanta urgencia y rapidez, menos a través de los árboles, aunque ya le eran conocidos, pero sabía que debía llegar cuanto antes a la manada, un segundo tarde podría significar demasiado. El corazón de Kara latió con fuerza, solo de pensar que podía perder a su mate y a su hijo le daban deseos de aullar de dolor.Minutos después, el silencio inquietante que la recibió cuando llegó a la manada, le hicieron detenerse, creyendo lo peor. ¿Dónde estaban todos? ¿Por qué nadie salió a su encuentro? Sin importarle que continuara lloviendo, Kara cambió a su cuerpo humano, recogió la bolsa donde guardaba la sangre y con pasos lentos inició el recorrido hasta la casa que compartía con su amado. A pocos pasos de la puerta, se encontró con