Saldar una deuda de sangre

—Diste una buena pelea —escuchó Kara a su espalda.

Rohan la abrazó por detrás, pero ella no le prestó atención. No quería quitarle los ojos de encima a Meara hasta ver que entraba sola a su casa, sin nadie más que le llenara el oído, animándola a pelear con ella.

—Me excité solo de verte —continuó diciendo Rohan, sin darse cuenta de que ella ni caso le hacía—. Te veías sexy, poderosa. En lo único que podía pensar mientras te movías, era que te quería en mi cama. Esto merece una celebración. Iremos a mi casa y tendremos una fiesta tú y yo, entre mis sabanas.

—Estoy cansada, ¿podemos dejarlo para mañana? —le dijo ella para que no insistiera.

Al alfa no le gustó ser rechazado y la giró hasta ponerla de frente a él. Con el rostro rojo por el enojo, le exigió que cumpliera con él.

—Aún me siento herida por lo que me hiciste. No has hecho nada para que yo quiera volver contigo. Así, como me siento, no puedo ir a tu cama —le dijo Kara zafando el agarre que tenía sobre ella.

—¿Qué quieres que
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