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Lily y su padre buscaron un taxi para ir a casa.

Su padre empezó a comportarse extraño y Lily, quien lo había aprendido a leer como a un libro abierto, entendió que algo más le estaba ocurriendo.

Solo tuvo que mirarlo a la cara para que él escupiera lo que le sucedía.

—No quiero comer su comida —dijo su padre, refiriéndose a la comida de su exesposa. Tenía orgullo y dignidad—. Así me conquistó cuando nos conocimos. Mano de monja divina. —Bajó los ojos por lo doloroso que le resultaba recordar todo—. No quiero que me reconquiste.

Lily lo contempló con angustia y, aunque no tenía mucho tiempo, pues debía ir al trabajo a apoyar a Christopher, no pudo negarle quince minutos de su tiempo al pilar fundamental de su familia.

Sin él, todo se desmoronaba y, además, solo eran quince minutos.

—Papá, solo es comida.

—Sí, lo sé —le reclamó él—, pero su comida siempre me ablanda y no quiero ser blando otra vez. No con ella, no se lo merece.

Lily sonrió.

—Por supuesto que no —unió ella.

Y comprendía mejor que nadie la parte en la que su madre buscaba una relación nueva, diferente, lejos de casa, pero no entendía el abandono hacia Romina. No había estado allí ni un solo minuto y ni siquiera había luchado por estar a su lado en su peor momento.

Simplemente se había desligado de ese amor de madre del que Romy no podía.

—Vamos por comida italiana a Tony’s. Una cubeta de pasta y...

—Con papas fritas... —dijo él, emocionado.

Empezaron a caminar por la calle. Él se agarró de su brazo con confianza.

—Papá, las pastas no se comen con papas fritas —le refutó ella.

—¿Quién dice? —preguntó él agarrado de su brazo.

Lily se rio.

—No lo sé, son dos carbos y... —Ella intentó explicarle.

Su padre bufó y rodó los ojos.

—Lilibeth, no me vengas con eso... tu comías pan con papas fritas —le recordó—. No seas descarada y déjame comerme mis pastas con papas fritas.

Se rieron fuerte y revivieron el pasado mientras caminaron por las calles húmedas de su cuidad.

La lluvia había cesado, pero el cielo continuaba turbio, oscurecido.

Mientras ella disfrutaba de un almuerzo de padre e hija, Christopher llamó a su puerta, mirando el “666” con una sonrisa divertida en sus labios.

—Pequeña demonio —susurró embobado, recordándolo todo con gusto.

—Puedo ser una demonio sexy si quieres —le dijo Vicky.

Christopher escuchó su voz y regresó en sí al verla de pie frente a él, con esas muecas seductoras que empezaban a desagradarle.

—Busco a Lilibeth —le dijo tajante.

Vicky trató de disimular su recelo hacia su hermana.

—No ha llegado, pero puedes pasar y esperarla —le dijo a sabiendas de que aun creía que podía ganárselo.

Christopher se rascó la nuca con fuerza y pensó cuidadoso en la situación. Se tensó al imaginarse a solas con esa muchacha.

Pensó en Lily. “¿Cómo se sentiría ella?” Se preguntó complicado. No quería herirla ni perder su confianza.

La lluvia se dejó caer otra vez y con más fuerza. Christopher trató de refugiarse bajo el techo de la entrada de la casa.

—Señor Rossi... —Lo saludó la madre de las hermanas López—. Pase, no se vaya a mojar... le serviré chocolate caliente. —La mujer lo agarró del brazo y lo metió a la casa antes de que se empapara.

Lo llevó a la cocina. Él se puso cómodo en una silla individual, donde sabía que podría mantener a Vicky lejos de él.

La mujer habló en todo momento del horrible clima y de lo mucho que extrañaba Miami. Él la escuchó incómodo y encontró un espacio para preguntar por Lily.

Ella le dijo que de seguro ya estaban por regresar y puso una tasa de chocolate caliente frente a él. Rossi la bebió con confianza.

—¿Y qué lo trae por aquí? —preguntó la mujer sonriente.

—Quería hablar con Lilly... algo privado —unió luego, cuando ella le miró con impaciencia.

Ni hablar de Vicky.

La mujer sonrió y asintió.

Vicky agarró una silla y se sentó a su lado, tan cerca que Chris pudo sentir su pierna tibia rozándose con la suya.

Se levantó espantado. Receloso de sentir algo incorrecto con quien no quería sentirlo.

Una llamada entrante en su teléfono móvil lo salvó.

Se rio y mostró el teléfono y caminó fuera de la cocina para atender en privado.

Era Marlene. Otra vez.

—¿A qué hora regresas a Craze? —preguntó ella sin siquiera saludar—. Necesito revisar las columnas, pero me dicen que tu asistente no ha llegado.

—Le di la mañana libre —respondió él con calma.

No iba a perder su compostura con ella. Aun recordaba su desagradable y humillante encuentro en los baños de su fiesta. Las palabras crueles que le había dedicado. Bien sabía que la mujer ansiaba verlo caer.

Marlene se carcajeó burlesca.

—Esto es Craze, no la m*****a caridad. No le damos mañanas libres a nadie...

—Bueno, ella es mi asistente y le doy las mañana libres que quiero —respondió duro—. Yo pago su sueldo, no tu.

Al otro lado del teléfono, Marlene alzó las cejas al escucharlo hablarle así, tan firme que, hasta se tambaleó en sus zapatos caros.

—Si sigues regalándole mañanas libres a esa...

—Por favor, abstente de comentarios ofensivos —la interrumpió él. No quería escucharla—. Nos vemos en Craze.

—¿A qué hora? —insistió Marlene.

Christopher terminó la llamada. No iba a permitirle a nadie que controlara su agenda.

Era el maldito editor en jefe. Era él quien debía controlar al resto.

Cuando se dio la media vuelta, se encontró de frente con Victoria. Tuvo que hacerse a un lado para esquivarla.

—¿Quieres ver mi cuarto? —preguntó Vicky—. Tengo cosas interesantes que sé que te gustarán...

Christopher se carcajeó y recordó los dildos tamaño colosal y negó.

—No, gracias, me gusta la cocina —le dijo él y regresó con su chocolate caliente.

Miró la taza con desconfianza, más cuando Vicky se sentó a su lado otra vez y esperó paciente a que bebiera.

Se imaginó muchas cosas y temió lo peor.

Supo que tenía que salir de allí cuanto antes.

Una segunda llamada entrante de Marlene lo puso más tenso aun.

La envió a buzón.

Vicky se osó a pasarle el pie descalzo por la pantorrilla.

Christopher retrocedió alterado y la miró con enojo. Podría haberle gritado algo horrible, pero su madre estaba entre ellos, mirándolos con dulzura.

—¿Hacemos linda pareja? —preguntó Vicky y se levantó para ponerse a su lado y luego tomó fotografías con sonrisas coquetas.

Christopher no entendió qué m****a estaba ocurriendo y se tensó más cuando una tercera llamada entró.

Ya no era Marlene quien llamaba, sino su padre.

Supo entonces que Wintour buscaba meterlo en problemas con su papá y entendió que debía regresar a Craze cuanto antes.

Había preparado un cheque para Lily y lo había guardado en un sobre sellado. Si se iba con el cheque, Lily no tendría tiempo de regresar hasta el hospital, así que decidió lo mejor para la familia.

Lo mejor para Romina.

—¿Podríamos hablar en privado? —le preguntó Chris a la madre de Lily.

Ella asintió.

Vicky apretó el ceño y dejó la cocina con paso fastidioso.

Chris cerró la puerta para sentirse más seguro y se abrió el saco para entregarle a la mujer el sobre sellado.

—Esto es para Lily. —Puso el sobre con el cheque en sus manos—. Es un asunto urgente y delicado —dijo con firmeza. Ella asintió—. Me gustaría esperarla, pero surgió algo en mi trabajo y...

—No se preocupe, yo se lo entrego —dijo la madre de Lily, sin pensar en nada malo.

—Muchas gracias —agradeció Christopher, sin saber que Vicky los estaba escuchando por la otra puerta—. Por favor, es urgente...

—Sí, señor Rossi, no se preocupe. —Ella le sonrió calma.

Christopher sintió su teléfono vibrar dentro de su saco y se tensó más al sentir la presión de su padre.

Ese deseo de hijo de no querer decepcionarlo se hizo presente y sus ansias por llenar sus expectativas también.

Se marchó apurado en un taxi, a sabiendas de que no iba a permitirle a Marlene salirse con la suya.

Vicky entró a la cocina sin decir mucho y miró el sobre sellado que su madre había dejado sobre la mesa. Esperó a que la mujer se descuidara para revisarlo.

Se quedó boquiabierta cuando vio un cheque con una gran cifra.

Sonrió maliciosa y no pensó en las consecuencias de sus terribles actos.

Lila Steph

AY, DIOS, aquí a los que odiamos a Vicky... que mujer tan detestable, pero ajá, sabemos que baby Chris la pondrá en su lugar jajajaj Disfruten, con amor CaroYimes

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