Antes de salir, miró a su hermana y le preguntó:
—Si dijo que las flores eran para mí, ¿verdad? —Lily sonrió—. ¿No lo imaginé?
Lily se carcajeó.
—Las compró para ti y son rosas julietas.
Romy enarcó una ceja.
—No sé qué m****a significa eso.
Lily sonrió y enamorada le dijo:
—Te falta romanticismo, hermana. —Sonrió traviesa y le dio una palmada en el culo—. Mueve tu culo gigante y hace feliz a ese pobre hombre.
Romy giró la manija y se detuvo antes de atreverse a salir.
—¿Qué tiene de pobre? —preguntó demorando la situación a la que iba a enfrentarse.
No podía negar que estaba cerca de un colapso. El corazón le latía tan fuerte que, en un punto, pensó que iba a desmayarse.
Lily rodó los ojos. Bien sabía lo que su hermana estaba haciendo, aun así, le siguió el juego un poco más.
—Siempre parece desdichado —respondió Lily y no tardó en añadir—: y no es cortés hacer esperar a un caballero. Eso podría empeorar su sufrimiento.
Romy sonrió y asintió para atreverse a salir.
Apenas James la vio aparecer por el pasillo, se levantó del sofá en el que pacientemente había esperado.
Romy apretó los puños cuando distinguió su altura. Hasta ese momento, no lo había mirado con los ojos correctos y no pudo negar que le resultó terriblemente atractivo.
Más inseguridades la redujeron al ver los encantos de ese hombre, pero se tuvo que convencer de que él estaba allí por ella.
Y no fue difícil. Su mirada se lo decía. Parecía embelesado incluso con su andar prevenido.
—Romina, que bueno que ya estás bien. —Rossi le dio la bienvenida.
Tras ella, Lily carraspeó y con un gesto le pidió a Chris que se retiraran.
Rossi suspiró entristecido. Él no quería perderse el chisme, pero de mala gana aceptó que su prometida tenía razón.
Merecían un poco de intimidad.
—Los dejaremos a solas para que...
—¿Qué? —Romy se exaltó.
De todos los escenarios que había imaginado, quedarse a solas con un hombre tan intimidante no estaba en sus planes.
—Si se siente incómoda... —James trató de intervenir.
Queria que ella estuviera bien.
Romy negó.
—No, no, por favor, no me malinterprete —rogó nerviosa y miró a James con angustia—. Es solo que... —rio y por unos segundos, buscó su mirada—. Es solo que ha pasado mucho tiempo desde que... —Volvió a mirarlo y eso solo empeoró lo que sentía.
Ni hablar de lo que él sintió. Había esperado ese momento desde el perrito caliente, pero era claro que ella no lo recordaba.
Por otro lado, él nunca la había olvidado.
—La entiendo —dijo él, siendo comprensivo.
Cuando Romy volteó para buscar a su hermana, la muy desgraciada se había marchado.
Suspiró con una sonrisa que no supo cómo interpretar. Podía ser una sonrisa alegre, o una sonrisa sarcástica. Podían ser las dos a la vez.
—Genial, me lanzó a los leones —pensó en voz alta.
Porque, aunque James era un caballeroso hombre que estaba a sus pies, aun cuando ella no lo sabía, se sentía como una presa acorralada bajo su mirada felina verde.
—¿Disculpe? —James parecía confundido.
—Oh, no... —Se agarró la frente con los nervios vivos—. No digo que usted sea un león, pero... —Romina suspiró rendida cuando supo que mientras más hablaba, más arruinaba las cosas.
James sonrió y con paso firme se acercó a ella.
La joven se tensó al tenerlo cerca, pero no huyó. Lo miró a la cara con valentía que no creyó que poseía y le sonrió dulce cuando entrevió que, lo que producían, no era simple química.
—Empezamos de forma equivocada —dijo él, queriendo revertir su torpeza de la mañana—. Lamento si la asusté o...
—No, no, creo que todo fue muy confuso y... —Romy suspiró antes de volver a mirarlo.
Era tan vigorizante que fácil la conducía a la fatiga por toda la tensión que sus pobres músculos sostenían.
Estaba corriendo entre dos extremos que no pensó conocer en tan pocos segundos. Tensa, pero con las rodillas tembladoras. Agitada, pero no había corrido nada. Acalorada, pero estaban en invierno.—Le traje flores, y le seré sincero... —Los dos se miraron con agudeza. Romy supo lo que era: un golpe de adrenalina—. No sabía cómo acercarme a usted. Tal vez en mi afán por verla, actué de forma impetuosa o...—No, fue perfecto —refutó ella y James apretó el ceño cuando escuchó aquello—. Ahora entiendo... —Le miró coqueta—. Ahora entiendo porque salió corriendo esta mañana.James sonrió.—Son para usted. —Le ofreció las flores—. Prometo que en nuestra primera cita, si es que usted acepta salir conmigo, después de esta cena, bueno, si me deja comer con usted, bueno, comer y cenar... —Sacudió la cabeza—. Rossi dice que puedo quedarme, pero... su padre no parecía muy convencido... le traeré... le llevaré... —Se le enredó la lengua—. Mierda... —Suspiró ahogado.Romy se mordió el labio inferior
No se pudo negar que la tensión perduró un largo rato.Si bien, todos se reunieron en la sala a charlar y a compartir con soltura y confianza, a James le costó un poco adaptarse a esa calidez familiar.No la acostumbraba y, si alguna vez la había gozado, ya la había olvidado. Tal vez, tantos inviernos en encierro, lo habían congelado; tal vez, tantos años sin amar le habían hecho desconocer ese sentimiento tan regocijante.Ver a las hermanas López con su padre removió escombros que pensaba enterrados y, aunque trató de mantenerse ajenos a ellos, supo entonces cuánto extrañaba amar y ser amado.—Papito, te trajimos un obsequio especial... —dijo Romy cuando su padre regresó de la cocina junto a Sasha.Habían servido chocolate caliente y galletas para su invitado especial y también para Rossi, quien adoraba disfrutar del chocolate caliente junto a la chimenea, con sus calcetines de polígonos y cintas navideñas.Julián sonrió emocionado y rodeó el sofá alargado para acercarse a ella con l
Se rieron maliciosas antes de lanzarlo al fuego. Lo hicieron juntas, quitándole la carga a su padre.Todos se quedaron boquiabiertos cuando la lana ardió frente a sus ojos y se rieron emocionados cuando terminaron de quemar el pasado.Literal.Fue entonces cuando James supo que se había equivocado.Se levantó con sobresalto, con la cara pálida y con un nudo en la garganta por el terrible error que había cometido; sin dudarlo mucho les dijo:—Si me disculpan...Y avergonzado volvió a salir por la puerta que conducía a las escaleras de emergencia.—Señor Dubois... —Lo llamó liada.—¡Dubois! —gritó Chris, tan perplejo como el resto de su familia.Romy se quedó paralizada al verlo partir tan inesperadamente. Le dolió, por supuesto y también se cuestionó, pero no dejó que nada de eso le afectara.No iba a cargar con ningún sentimiento de culpa. Nunca más.Lily miró a Christopher de forma desconfiada y el pobre de Rossi no puso qué decir para compensar lo que acababa de ocurrir. Todo pasó t
Romy alzó las cejas al entender lo que el hombre trataba de decirle y se ruborizó también.Tuvo que bajar la mirada unos instantes, porque no podía con tanto.—No es mi intención faltarle el respeto... —James no quería que las cosas empeoraran.Romy le sonrió traviesa y miró a su hermana antes de responderle lo que verdaderamente pensaba.Lily y Chris voltearon sobresaltados al verse descubiertos y disimularon mirando las decoraciones del árbol navideño.Con un susurro ella le dijo:—Hay lugares y momentos en los que sí me gusta que me falten el respeto, señor Dubois.El hombre se quedó perplejo.Tuvo que suspirar para asimilar lo que acababa de escuchar y, aunque pensó que tendría tiempo de responder algo tan inteligente como lo que Romina acababa de revelarle, Julián se hizo presente y tuvieron que aplacar el ardor en el que empezaban a arder.—El pavo está listo —dijo Julián, con cierto fastidio en la voz—. ¿Va a acompañarnos, señor Dubois? —preguntó mirándolo con una ceja enarcada
Tras la comida, el señor López le pidió a Dubois que le ayudara con los platillos sucios.—A la cocina —ordenó Julián con poca flexibilidad.Dubois enarcó una ceja. Él sabía bien que Sasha era la empleada de Rossi, él mismo había redactado su contrato de trabajo y otros asuntos legales, por lo que le costó entender porque ella no hacía su maldito trabajo.James la miró fijamente, queriendo que ella interfiriera y lo salvara en ese momento tan tenso con alguna frase inteligente, pero de fondo vio la cara de Christopher y supo que debía hacer lo que le pedían.Rossi estaba pálido y con disimulo movía la cabeza en negativa. Solo eso le hizo entender que, Sasha no lo salvaría.<
En la cocina, James y Julián organizaron los platillos en el fregadero y los prepararon para llevarlos al lavavajillas.Los primeros minutos solo hablaron de cómo limpiar los restos de comida y de cómo separar los cubiertos y las copas para que todo se pudiera limpiar perfectamente.James siguió las ordenes de Julián al pie de la letra, aunque muy nervioso. No quería cometer ni un solo error y cuidó de no dejar en evidencia que no tenía habilidades para algo tan fácil.—Relájese —dijo Julián cuando cerraron la puerta del lavavajillas—. No voy a castigarlo, si eso cree...—No, yo... —James no supo qué decir.Era difícil.
La joven no supo cómo manejar la situación, porque, claro, no entendía esa nueva amistad que acababa de surgir entre su padre y su supuesto pretendiente.Hasta hacía una comida atrás, su padre le lanzaba miradas como cuchillos y, después de lavar los platos juntos, se lanzaban miradas cómplices que la hacían poner en duda lo que había sucedido detrás de esa puerta.—¿Y tu hermana? —preguntó Julián, terminando de retocar el orden de la cocina, su lugar favorito en toda la casa—. No me digas que ya te dejó sola...Con las mejillas rojas y aún desconcertada por los hechos, Romina miró a su padre y luego a Dubois y no dudó en decir la verdad:—Follando. Por supuesto. &mdas
Pudo sentir el ardor en las mejillas y las cosquillas en la espalda baja. Tal vez sintió otras cosas un poco más abajo, pero prefirió ignorarlas, porque no quería verse tan desesperada.—No soy un experto en la cocina.... —musitó James y miró a padre e hija por igual.—Si no me dice, no me doy cuenta —bromeó Julián.Dubois sonrió.—Pero puedo intentarlo —añadió James y volvió a fijar sus ojos en Romina.A Julián le encantó escuchar algo así. Eso era todo lo que pedía. Que alguien quisiera intentarlo con su hermosa hija.—Ya saben lo que dicen... La intención es lo que cuenta &md