Lily suspiró entristecida al ver la respuesta de su hermana ante la llegada de un nuevo interés romántico y dejó caer los hombros cuando entendió que, pese a que las heridas de la partida de su hijo estaban curándose, las heridas del corazón seguían allí, tan latentes que no había tolerado la idea de aceptar flores de un desconocido.
—Si dije algo que la ofendió... —James tuvo que excusarse.
Lily sacudió la cabeza para que no dejara de alimentar sus ilusiones.
—No, no... —repitió nerviosa y suspiró cuando no supo cómo explicarle las cosas—. Déjeme hablar con ella y...
—¡Dubois! —Rossi apareció justo a tiempo para darle la bienvenida—. Amor, por favor, no tortures al pobre señor Dubois, que está en una crisis pre-López y necesita asistencia —bromeó.
Lily los miró a los dos con angustia.
—Christopher... —Ella quiso advertirle.
—¿Y Romina? —preguntó Chris cuando no vio a su cuñada y con la mirada la buscó en la sala. Cuando percibió la tensión, preguntó—: ¿Todo está en orden?
Lily levantó los hombros.
—Tal vez metí la pata —musitó Lily con culpabilidad.
—No, señorita López, por favor, no piense eso... —James quiso quitarle la culpa—. Es mi culpa. Yo actué mal... —Se inculpó. Sabía que había sido cobarde—. Esta mañana, no fue mi mejor momento... tal vez la asusté.
Rossi formó una “o” divertida con sus labios. Eso aclaraba su visita sorpresa de la mañana y su impecable actuación como Señor Darcy.
Lily sonrió cuando vio que James era capaz de reconocer sus errores y dispuesta a arreglar ese primer encuentro tenso, miró a los dos guapos hombres con dulzura y les dijo:
—Yo hablaré con ella.
Rossi puso su mano en el hombro pequeño de su prometida y con dulzura la besó en la sien.
—Ve, has lo tuyo —le dijo travieso y la empujó por el culo para que fuera a hablar con su hermana. Después fijó sus ojos en su abogado y con tono maduro le dijo—: Déjame servirte un trago de algo fuerte para que lo proceses.
James se tuvo que reír aliviado y con paso inseguro caminó detrás de Rossi.
Encontró el árbol navideño decorado de forma bella y, junto a una mesa elegante, una fotografía familiar que tuvo que admirar por largo rato.
—Linda familia —dijo James cuando Rossi le sirvió un trago.
Chris sonrió orgulloso.
—Ahora soy el hombre de la casa —dijo complacido.
James se rio y le palmeó la espalda. Se conocían desde hacía varios años y nunca habían hablado de su vida privada.
Sí, de los enredos de Chris, sobre todo de sus conflictos con faldas y casadas, pero nunca de lo que el corazón les dictaba.
—¿Y tu familia? —Rossi quiso saber un poco más.
James escondió la mirada unos instantes y con cierta vergüenza le dijo:
—En Francia... —Miró los cristales rotos con el ceño apretado y, a lo lejos, vio una placa dorada que no pudo leer por la distancia—. Un hijo abogado, en américa, defendiendo a millonarios... —se rio—. No los enorgullece mucho que digamos.
—Qué m****a —suspiró Rossi y se sentó en un sofá—. Los padres, nunca están satisfechos... —Y hablaba desde la experiencia.
James cogió valentía para sentarse frente a él, para sentirse un poco más cómodo, pero un hombre maduro apareció por una de las puertas y Dubois se levantó de rebote, porque, por alguna razón, le resultó imponente.
Rossi se rio al ver a su suegro y con orgullo dijo:
—Este es mi suegro. —Rossi se levantó para palmearle la espalda a Julián.
—Mucho gusto —saludó Julián, feliz de tener un nuevo invitado y estiró su mano para un primer estrechón.
James supo que ese era el padre de Romina y se tensó aún más.
Rápido respondió a su saludo y se presentó:
—James... Dubois.
La cara de Julián cambió drásticamente y sus ojos se posaron en Chris. No exigía una explicación, pero si entender qué estaba sucediendo, puesto que sabía que ese era el nombre del hombre que había “desestabilizado” a su pequeña y hermosa Romina.
Chris comprendió la mirada de su suegro y con tono travieso le dijo:
—Déjeme explicarle...
—No, no —Julián se negó—. Esta es su casa, usted puede...
Rossi negó también.
—No diga eso, que esta también es su casa —refutó Rossi, firme y Julián le dio una mirada conmovida—. A James le interesa conocer a Romina... quería ver si podía quedarse a comer y...
Julián miró a James como si tuviera un hacha en la mano y fuera a cortarle la cabeza.
—¿Mi Romina? —preguntó el señor L, un tanto alterado.
—Sí, su Romina —le confirmó Chris con firmeza.
James tragó duro cuando entendió lo que estaba sucediendo.
Acaban de presentarle a su suegro. ¡Su suegro! ¡Él nunca había tenido un suegro! ¡¿En qué infierno se estaba metiendo?!
Ya no había vuelta atrás. Y todo estaba ocurriendo muy rápido.
A Julián le tomó unos instantes procesarlo. Volvió a mirar al hombre frente a él con agudeza y luego vio las flores que aun sostenía en su mano. No iba a negar que eran hermosas y que era un gesto noble llevarle flores a una dama.Suspiró cuando entendió que no iba a poder proteger a Romina para siempre, además, ella merecía ser feliz, justo como Lily lo era.Tenía miedo, por supuesto. La había soltado una vez para pudiera volar libre, pero se la habían herido y aun no terminaba de curarle las alas. Con los ojos brillantes se plantó frente a él y le habló de hombre a hombre:—Mi Romina ha sufrido mucho y yo no la traje al mundo para que sufriera. —James se quedó paralizado al escucharlo. El dolor de padre no se igualaba a ninguno que hubiese escuchado antes en sus años de carrera—. Quiero verla feliz, y si usted... —Julián bajó la mirada para pensar bien en sus palabras. No podía decirle: si usted “cree” que puede hacerla feliz, porque no quería desfavorecerlo, así que le dijo—: Si u
Algunas semanas atrás...El hombre dejó su oficina temprano ese día.Quería pasar un par de horas en el gimnasio y cumplir a su cita con el médico.Llevaba semanas postergándolo, porque, en el fondo sabía la verdad de sus problemas y no estaba listo para enfrentarse a ellos.Llevó su coche a lavar y esperó dentro del auto para seguir trabajando. Su asistente se había tomado un par de días libres porque su hijo había enfermado por tercera vez en menos de un mes.Encendió la computadora y trabajó mientras le enceraron y pulieron la carrocería de su mercedes.La constante ausencia de
En casa se encontró con la mujer que limpiaba y cocinaba.Apenas salió del elevador, los hijos de su empleada corrieron a saludarlo. Él caminó sin siquiera mirarlos, mientras ellos gritaron a sus pies y le hicieron preguntas que no le interesaba responder:—¿Encerró a mucha gente hoy?—Mi mamá dice que usted siempre gana. ¿Es Dios?—No, mejor que Dios...—Dios era pobre.—No de espíritu.—El espíritu no paga cuentas.Dubois caminó hacia la mujer y con agudeza le repitió:—Te dije que no los quiero aqu&ia
Dubois pestañeó cuando la vio y volteó en su silla para mirar la ciudad tras el cristal.Solo se iluminaba por las luces y las primeras decoraciones navideñas que ya asomaban en los rascacielos.Genial, navidad. La aborrecía.Era una de esas fechas en las que todos se reunían en familia o viajaban a sus hogares para pasar las fiestas acompañados.Él no. Él se quedaba solo, porque no tenía a nadie con quien compartir.Cerró la computadora sin decir ni una sola palabra, cogió el archivo y se marchó sin mirar atrás.Cuando regresó a casa, vio los abrigos de los hijos de su empleada colgando en la recepción, pero lo niños n
Se marchó de mala gana, no muy convencido por los resultados de su investigación, y rodeó el hospital conforme pensó cómo abordar la situación sin levantar sospechas.Pero estaba atado de manos. No podía hablar de un tema tan delicado con el director del hospital. Era ilegal y poco ético lo que estaban haciendo, y no quería meter en problemas a Rossi, así que no le quedó de otra que asumir la verdad: tenía que olvidarse de esa investigación.Aunque había conseguido todo lo que Rossi quería, se sentía derrotado, como si hubiera fracasado.En la esquina del hospital se compró un perrito caliente y lo bañó en mostaza. No había desayunado. En realidad, había olvidado la última vez que había
Escondidas aun en el armario, Lily y Romy terminaron con su ataque de risa y se miraron cómplices por unos instantes, mientras se recuperaron y entendieron lo que juntas estaban viviendo.Era nuevo. El resurgimiento de las hermanas López.Romy tuvo que hacer mea culpa y ser consciente de sus capacidades. Fue duro convencerse de su fortaleza, porque su lado impostor siempre sobresalía para decirle lo contrario.Con un nudo en la garganta y un peso en el corazón, le reconoció parte de su dolor a su hermana:—Cuando Marcus me dejó, embarazada y se llevó el dinero de nuestro hijo, me derrumbé... porque no lo entendía... era nuestro hijo...Lily le recordó lo que al parecer había olvidado:—Marcus era un imbécil.Romina sonrió.—Lo es y ahora lo sé —explicó consiente de que ella no tenía la culpa—. Me dijo que ningún hombre iba a aceptarme con un hijo y, por unos instantes le creí... —susurró dolida—, pero luego pensé en mi hijo y... —se rio emocionada—... y supe que ese era todo el amor q
Antes de salir, miró a su hermana y le preguntó:—Si dijo que las flores eran para mí, ¿verdad? —Lily sonrió—. ¿No lo imaginé?Lily se carcajeó.—Las compró para ti y son rosas julietas.Romy enarcó una ceja.—No sé qué mierda significa eso.Lily sonrió y enamorada le dijo:—Te falta romanticismo, hermana. —Sonrió traviesa y le dio una palmada en el culo—. Mueve tu culo gigante y hace feliz a ese pobre hombre.Romy giró la manija y se detuvo antes de atreverse a salir.—¿Qué tiene de pobre? —preguntó demorando la situación a la que iba a enfrentarse.No podía negar que estaba cerca de un colapso. El corazón le latía tan fuerte que, en un punto, pensó que iba a desmayarse.Lily rodó los ojos. Bien sabía lo que su hermana estaba haciendo, aun así, le siguió el juego un poco más.—Siempre parece desdichado —respondió Lily y no tardó en añadir—: y no es cortés hacer esperar a un caballero. Eso podría empeorar su sufrimiento.Romy sonrió y asintió para atreverse a salir.Apenas James la vi
Estaba corriendo entre dos extremos que no pensó conocer en tan pocos segundos. Tensa, pero con las rodillas tembladoras. Agitada, pero no había corrido nada. Acalorada, pero estaban en invierno.—Le traje flores, y le seré sincero... —Los dos se miraron con agudeza. Romy supo lo que era: un golpe de adrenalina—. No sabía cómo acercarme a usted. Tal vez en mi afán por verla, actué de forma impetuosa o...—No, fue perfecto —refutó ella y James apretó el ceño cuando escuchó aquello—. Ahora entiendo... —Le miró coqueta—. Ahora entiendo porque salió corriendo esta mañana.James sonrió.—Son para usted. —Le ofreció las flores—. Prometo que en nuestra primera cita, si es que usted acepta salir conmigo, después de esta cena, bueno, si me deja comer con usted, bueno, comer y cenar... —Sacudió la cabeza—. Rossi dice que puedo quedarme, pero... su padre no parecía muy convencido... le traeré... le llevaré... —Se le enredó la lengua—. Mierda... —Suspiró ahogado.Romy se mordió el labio inferior