En el momento su trágica muerte, la princesa Aelina recibe un extraordinario viaje en el tiempo diez años atrás gracias a un misterioso reloj mágico heredado su madre. Reviviendo el fatídico día en que rechazó desposar al temible Rey Alfa Valdimir de los hombres lobo, Aelina se ve forzada a aceptar su propuesta esta vez. Aunque la aterroriza la idea de unirse a su futuro verdugo, un hilo de destino inevitable comienza a tejer un vínculo apasionado entre la princesa y el Alfa conquistador. Con el conocimiento del sangriento futuro que le espera si vuelve a negarse, la valiente Aelina se embarca en una peligrosa misión para cambiar el destino de su reino y tal vez descubrir el verdadero amor en los brazos de su enemigo. Atrapada en un matrimonio de conveniencia, deberá usar su astucia y coraje para desentrañar los secretos del reloj y detener la oscura guerra que se avecina, a riesgo de perderlo toda una vez más.
Leer más11 AÑOS DESPUES – PALACIO REAL DEL REINO DE LOS HUMANOS: VIENTALIAEl castillo estaba hecho un lío. Era el cumpleaños número once del príncipe Erik y todo el mundo andaba de un lado para otro preparando la fiesta.—¡Erik, no corras tanto! ¡Te vas a caer! —gritó Aelina, viendo a su hijo mayor correr como loco por los jardines.Valdimir, que andaba por ahí, vio su oportunidad. Se escondió detrás de una columna y, cuando Erik pasó corriendo, “¡zas!” Lo atrapó y lo levantó por los aires. El niño se partía de risa mientras su padre le daba vueltas.—¡Te pillé, cachorro escurridizo! —dijo Valdimir, abrazando a su hijo.—¡Papá, solo estaba jugando a ser un corredor famoso! —se defendió el pequeño Erik entre risas.Valdimir, con el niño todavía en brazos, se puso serio diciendo:—Tienes que hacerle caso a tu madre. Si te dice que pares de correr, paras. ¿Entendido?Erik hizo un puchero y asintió con la cabeza, dándole una mirada tierna con esos enormes ojos color ámbar que tenía. Valdimir sabí
UN MES DESPUÉS: PALACIO REAL DE VIENTALIA, REINO HUMANOTheodor sentía que su hora se acercaba. Lo había experimentado cientos de veces desde la caída de su primer reino, la gloriosa Tempus, con sus calles doradas y su esplendor, donde los Guardianes del Sol y los Guardianes de la Luna vivían en plena armonía. Allí había florecido el amor entre él y su hermosa Lyanna...HACE MUCHOS, MUCHOS AÑOS ATRÁSEl Rey, en el esplendor de su juventud, se encontraba junto a Lyanna bajo un árbol de flores rosadas dentro del jardín privado del castillo real de Tempus. Aprovechando la soledad del lugar, demostraron su amor de una forma más carnal. Desnudos bajo el árbol, él sobre ella, acariciaba su suave piel canela. Sus manos recorrían las firmes piernas de Lyanna mientras la embestía con una pasión que solo por ella había sentido.Su loba, su hermosa loba de cabello oscuro y ojos color ámbar, tan hermosa como ruda y admirable. Ambos habían luchado en los cielos contra la sombra, y ahora, en ese rei
Con reverencia, Erik y Celeste decidieron iniciar, poniéndose de pie. Erik inhaló profundamente, preparándose para el momento que tanto habían anticipado. Con dedos temblorosos, comenzó a aflojar los intrincados lazos que mantenían el vestido de Celeste ajustado a su figura. Era la primera vez que desvestía a una mujer, y que esta fuera su esposa le provocaba una mezcla embriagadora de nerviosismo y excitación.Capa tras capa, el vestido, el corsé y el armador fueron cayendo al suelo, revelando gradualmente la piel de Celeste. Finalmente, cuando no quedó nada más que quitar, el cuerpo desnudo de ella quedó expuesto ante la mirada admirada de Erik. Sus ojos recorrieron con asombro los senos y la intimidad de su hermosa rubia, provocando una inmediata reacción en su propio cuerpo.—Eres tan hermosa —murmuró Erik lleno emoción y deseo. Celeste sonrió, sintiendo que esas palabras eran el preludio de un nuevo capítulo que ansiaban escribir juntos.Luego, llegó el turno de Celeste para desve
Concluida la ceremonia nupcial, los jóvenes recién casados se encaminaron al centro del salón de baile, siguiendo la ancestral tradición de Vientalia que dictaba que los novios debían compartir un vals. Cuando llegó el momento, la orquesta comenzó a interpretar una melodía exquisita. Erik, poniendo en práctica las lecciones de su padre, inhaló profundamente y posó con delicadeza su mano en la cintura de Celeste, quien lo miró con una sonrisa radiante.—¿Preparada? —susurró el muchacho, sus ojos color ámbar chispeando de emoción.Celeste asintió, con una sonrisa deslumbrante dibujada en sus labios y un suave rubor tiñendo sus mejillas.—Sí, estoy lista —respondió con una mezcla de nerviosismo y algo de ansiedad, pues ella también había practicado para este baile con sus padres.Al cobrar fuerza la música, Erik guio a Celeste en la danza mientras todos los presentes admiraban a la hermosa pareja. Los invitados sentían como si estuvieran presenciando la boda de un príncipe heredero en lug
DIA DE LA BODA DE ERIK Y CELESTETal como había prometido el Rey Theodor, no se había escatimado en gastos para la boda de su nieto, conocido entre todos como el joven duque del reino de los lobos. Nadie cuestionó la fastuosa celebración que ahora se desarrollaba en la ciudad capital de Vientalia, donde las calles empedradas rebosaban de actividad desde temprano. Sirvientes y ciudadanos por igual se apresuraban para ultimar los preparativos de la celebración, pues todos habían sido invitados. La ciudad del Rey estaba alborotada de emoción: los nobles, intrigados por la pompa de ese matrimonio ducal, y los plebeyos, contentos ante la oportunidad sin precedentes de asistir a una boda real.Mientras tanto, en sus aposentos dentro del castillo, Erik se encontraba frente a un espejo de cuerpo entero, ajustando nerviosamente los puños de su camisa. Su atuendo, elegido con esmero para la ocasión por el rey Theodor y su madre Aelina, constaba de una finísima camisa de seda blanca con intrincad
Esa noche, cuando regresaron de su momento de conexión, padre e hijo lobos compartían una complicidad nueva, un entendimiento silencioso que iba más allá de las palabras. Con renovada energía y un brillo especial en los ojos, se dispusieron a regresar al castillo para la cena en donde Erik tenía pensado hacer oficial su matrimonio.La mesa estaba puesta con esmero, reflejando la importancia de la ocasión. Los padres de Celeste ya estaban presentes, añadiendo un aire de formalidad al ambiente. Cuando Valdimir y Aelina los vieron, no pudieron evitar que sus mentes viajaran al pasado, al reino de Tempus que vieron en los recuerdos que les mostró Theodor. La similitud entre esta pareja de humanos y los guardianes de la luz que recordaban haber visto era asombrosa.Valdimir intercambió una mirada cómplice con su esposa. Era evidente que Theodor había usado sabiamente su poder para llevar a Erik hacia la compañera perfecta. Aunque ya lo sospechaban desde el principio, ver a los padres de Cel
En sol comenzaba a descender en el horizonte en ese día de otoño, tiñendo el cielo en esos hermosos tonos anaranjados y rosáceos, cuando Valdimir y Erik se adentraron en la parte más remota del castillo real de Vientalia. El silencio el silencio entre ellos era cómodo, y solo era roto por el crujir de las hojas secas bajo sus pies y el ocasional gorjeo de algún pájaro lejano. El aire fresco de la tarde acariciaba sus rostros, trayendo consigo el aroma a pino y tierra húmeda.Cuando estuvieron seguros de que ningún alma se atrevería a acercarse a ese rincón olvidado, Valdimir se detuvo y miró a su hijo con una mezcla de ternura y emoción en sus ojos. La complicidad entre padre e hijo era evidente, y se sentía agradable solo mirarlos.—Convirtámonos en lobo, hijo —susurró Valdimir, con un tono de voz tranquilo.Sin mediar más palabras, ambos comenzaron a despojarse de sus ropas con movimientos fluidos y despreocupados. La tela susurraba contra su piel mientras las prendas caían al suelo,
Valdimir y Aelina caminaban en silencio, empujando la ornamentada carriola real donde el pequeño Erik bebé agitaba sus manitas con alegría, ajeno a las preocupaciones de los adultos. El descubrimiento reciente de la relación secreta de su hijo mayor pesaba en sus mentes, mezclando la alegría por su felicidad con la sorpresa de no haber sido informados.Valdimir, con una expresión pensativa, rompió el silencio:—Posiblemente lo hizo en estos días que han pasado —reflexionó, deteniéndose para observar al bebé Erik, que gorjeaba felizmente en su carriola. Luego, con un toque de humor en su voz, añadió—: Sin embargo, Erik no sabe besar...Aelina, sorprendida por el comentario, lanzó una mirada de reojo a su esposo, con una chispa de curiosidad brillando en sus ojos.—Ahora que mencionas eso —Aelina se volteó para mirar a su atractivo esposo —, ¿quién te enseñó a besar a ti, Valdimir? —preguntó, con su voz teñida de unos leves celos que la misma pelinegra no pudo evitar encontrar tontos, ac
4 DIAS DESPUES: REINO HUMANO DE VIENTALIALa brisa suave del atardecer de otoño acariciaba los jardines del palacio real, trayendo consigo el dulce aroma de ese ambiente otoñal que los envolvía. Erik, lleno de emoción y nerviosismo por esta nueva etapa de su vida, aún no había revelado a su abuelo ni al resto de su familia el secreto que guardaba celosamente: su naciente relación con Celeste.Cuatro días habían transcurrido desde que ambos, con una mezcla de temor y alegría, se confesaron sus sentimientos mutuos. Esos primeros momentos de descubrimiento eran como un tesoro para ellos, un oasis de intimidad lejos de las miradas inquisitivas y las expectativas de los demás. Sin embargo, en medio de su felicidad, Erik y Celeste habían tropezado con una realidad que les provocaba vergüenza y diversión en partes iguales: ninguno de los dos tenía experiencia besando.En ese instante que parecía casi mágico para la novata pareja, los dos jóvenes se encontraban sentados en uno de los rincones