02. El Pacto con su Verdugo
Entonces, su inusual situación no era producto de un sueño, todo lo que estaba pasando formaba parte del mundo real. Al llegar a esa conclusión, Aelina no lo pensó demasiado. En su reino existía la magia, y ella misma poseía poderes. Sin embargo, los viajes en el tiempo eran impensables, hasta ahora. Su madre, posiblemente, tenía secretos que no le había revelado en vida, y esta extraña situación era la causa.«¿Mi madre poseía la magia para controlar el tiempo?», se preguntó, tocando su collar mientras las doncellas le quitaban el vestido de casa para ponerle uno más apropiado para la visita.—¡Su alteza, no podemos perder más tiempo! —exclamó Dorotea, apresurada.Aelina recordaba aquel día como si fuera ayer. Su padre, el Rey Theodor, la había convocado a la sala del trono. Allí, ante su asombrada mirada, se erguía la imponente figura de Valdimir, el Rey Alfa de los hombres lobo esperando pedir su mano en matrimonio. Minutos después, cuando ya estaba lista, Aelina fue acompañada por
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