Todos los capítulos de Esposa de Otro Tiempo: Atada al Villano Rey Alfa: Capítulo 11 - Capítulo 20
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11. Despertando el Interés del Monstruo
—Si no puedes servirme con tu magia —comenzó a decir Valdimir, aprisionando a Aelina contra la pared con su cuerpo— entonces tendré que encontrar otro uso para ti —susurró con voz grave, esbozando una sonrisa depredadora al percibir la ola de miedo que emanaba de la joven—. De lo contrario, ya no me serás de utilidad... y no querrás saber el destino de lo que no me es útil.—Lo que no te es útil, lo matas... —murmuró Aelina, las palabras escapando de sus labios en un hilo de voz.La sonrisa de Valdimir se ensanchó levemente y, mientras la observaba con una pizca de extrañeza, asintió con la cabeza en señal de aceptación.—Así es, vaya... Apenas me conoces... ¿y ya puedes leerme la mente, acaso ese es otro de tus poderes? —susurró Valdimir, su mirada reflejando por primera vez un atisbo de intriga genuina hacia la joven humana.«¡Ya te conocí en mi otra vida, y sé que eres un monstruo!» gritó Aelina en pensamientos, pero no se atrevió a pronunciar tales palabras en voz alta. En su lugar
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12. La esencia mágica de Aelina
Valdimir clavó su mirada ambarina, fría como el oro fundido, en Aelina. La joven se encontraba acorralada contra el muro, su espalda presionada contra la roca fría y oscura de ese castillo. Su cuerpo menudo temblaba, el pulso acelerado revelando su temor ante la imponente presencia del Rey Lobo.Una sonrisa enigmática, casi depredadora, curvó los labios de Valdimir mientras acortaba aún más la distancia que los separaba con movimientos lentos y deliberados, similar a un depredador acechando a su presa. Aelina contuvo el aliento, sus pulmones ardiendo, cuando él alzó una mano con dedos largos y esbeltos. Con delicadeza inesperada, volvió una vez más a tocar su cabello, enredando un mechón de sus oscuras hebras entre sus dedos. La joven tragó saliva, el roce inconsciente de los nudillos de Valdimir contra su mejilla erizando su piel. Ella quería creer que no era voluntario que, mientras él le tocaba esos mechones de cabello, no se percataba que también le estaba acariciando una mejilla.
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13. Bajo la mirada del depredador
Con un movimiento fluido, Valdimir envolvió los cabellos brillantes en su puño, extinguiendo el resplandor mágico como si hubiera sofocado una pequeña llama. Aelina abrió sus ojos al ver cómo hizo eso, se notaba que no era la primera vez que descubría el poder de alguien por su cabello. Acto seguido, se alejó de Aelina, permitiéndole respirar con mayor libertad, aunque la confusión y el desconcierto seguían arremolinándose en su interior cuando él permaneció ahí robándole su espacio personal hace segundos atrás.La joven observó al Rey Lobo, incapaz de discernir si debía sentirse aliviada o aterrorizada porque, al parecer, Valdimir había confiado en sus palabras cuando ella le dijo que realmente no lo desobedeció por gusto, sino por inexperiencia. Por un lado, parecía haber despertado el interés de su esposo impuesto, lo cual podría mantenerla con vida por más tiempo. Pero por otro, el prospecto de ser utilizada por sus poderes desconocidos y explotada como un objeto era igual de atemo
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14. Alimentos y vestidos para la Reina
La joven reina se abrazó a sí misma, frotando sus brazos desnudos en un intento para quitarse el escalofrió que sintió mientras miraba disimuladamente de lado a lado en busca de una salida. No le agradó eso de quedarse encerrada.—¿No... me darás de comer?Valdimir arqueó una ceja, respondiéndole con una expresión burlona:—¿Qué clase de esposo no le da de comer a su mujer? Dentro de poco vendrán a traerte algo de comer y las ropas que utilizarás, más adecuadas para mi reino —El tono que usó fue tan irónico y seco que Aelina pudo sentirlo incluso si hubiese sido sorda o ciega.—Los esposos no estrangulan a sus esposas ni le arrancan el cabello —murmuró la chica mirándolo de reojo, su voz cargada de resentimiento—. Dejarme morir de hambre y con un solo vestido como si fuera tu prisionera no suena algo descabellado.Cuando ella dijo eso, Valdimir esbozó una risa que Aelina no pudo descifrar si era espontánea, natural o irónica. Pero tan rápido como llegó, se fue, en el instante que él vo
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15. El espejo de bronce
Aelina había devorado con avidez cada bocado que le trajeron, aunque al principio pensó en dejar parte de la comida para más tarde, terminó devorando con deleite el último pedazo de pan, la última jugosa fruta y el último trozo de carne asada que reposaban en la bandeja. Hacía ya dos largos y penosos años en su sombrío futuro que ella no comía así de bien. Debido a la interminable guerra y al implacable asedio sobre su reino, los exquisitos manjares que debía degustar una princesa se habían vuelto escasos. Podría decirse que, debido a la desesperante situación, ella se estaba alimentando como una humilde plebeya. Pero ahora, en su nueva y extraña realidad, volvía a comer no como una princesa, sino como una reina, así que debía aprovechar al máximo esa codiciada oportunidad que le brindaba su presente, viviendo en el pasado.Fue entonces que, después de limpiar con una servilleta los últimos restos de comida de la comisura de sus labios, Aelina posó su mirada pensativa en la ventana. Un
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16. ¿El futuro sigue su curso?
Una idea repentina e imprudente cruzó por su mente como un rayo al tener ese espejo en sus manos: «Este espejo es pequeño, en esta época tengo el poder suficiente para usar mi magia en un objeto así. Si miro a través del espejo, podría saber lo que Valdimir estaba haciendo en ese momento». Ella sabía que era una locura, un riesgo imprudente, pero la curiosidad la consumía. Tenía que intentarlo de todos modos.Mordiéndose el labio inferior con inquietud, miró por encima de su hombro hacia la puerta cerrada, asegurándose de que nadie la observaba. Después respiró hondo y se concentró, comenzando a canalizar su poder... Y así, con el corazón latiéndole con fuerza dentro del pecho, Aelina se sentó en el frío suelo de piedra y colocó el pequeño espejo frente a ella, sujetándolo con ambas manos. Por un instante, vio su propio reflejo en la pulida superficie de bronce, como lo haría cualquier persona que deseara usarlo para admirarse.Entonces, cerrando los ojos, volvió a respirar con profun
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17. El lobo furioso
El corazón de Aelina latía desaforado contra su pecho mientras tragaba saliva con dificultad. ¡Había sido descubierta! Su intento furtivo de espiar a través del antiguo espejo no había resultado como esperaba. Aunque, en su defensa, jamás imaginó que Valdimir regresaría con tanta premura. ¿Cómo lo había logrado? Fue el único pensamiento que cruzó por su mente antes de que el tiempo se detuviera en esa habitación, desde el punto de vista de la joven pelinegra.Ella no tuvo oportunidad de reaccionar cuando vio a Valdimir acercarse a zancadas largas y violentas. Con un movimiento brusco que la hizo estremecer, le arrebató el espejo de las manos.—¿¡Es que acaso no tienes respeto por las pertenencias ajenas!? —El gruñido grave de Valdimir pareció retumbar en las paredes de piedra de la habitación, mientras se encontraba peligrosamente cerca de ella, invadiendo su espacio personal.Aelina retrocedió instintivamente hasta quedar acorralada contra la fría pared de un rincón, su espalda presio
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18. ¿Esposa o cautiva del Rey?
Las palabras salían entrecortadas de sus labios, mientras luchaba por liberarse del férreo abrazo del Rey Lobo, quien sujetaba sus muñecas con una fuerza abrumadora. En ese instante, los labios de Valdimir se curvaron en una sonrisa complacida mientras sujetaba las muñecas de Aelina con firmeza, impidiendo que pudiera moverse demasiado. Con un movimiento brusco y despiadado, sujetó con facilidad las dos muñecas de la humana con una sola mano, y con la otra desgarró la tela de su vestido, exponiendo sus pechos al aire libre y dejando su torso completamente desnudo.—¡No! —gritó Aelina cuando lo único que permaneció intacto fue su ropa interior y las medias que cubrían sus pies, dejando sus piernas parcialmente vestidas.Aelina deseaba que la tierra se abriera y la tragara en ese preciso momento, consumida por la vergüenza ardiente que abrasaba sus mejillas. Sin embargo, su cuerpo la traicionó cuando su zona íntima se contrajo involuntariamente al sentir la mirada penetrante de Valdimir
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19. El castigo
El corazón de Aelina latía con una violencia arrolladora, sus pálpitos retumbaban de una manera frenética contra su pecho, amenazando con que corazón (como si aquello fuera posible) escapara de su prisión de carne y hueso. En ese instante, la tensión entre los "recién casados" era tan densa que podría cortarse con un cuchillo afilado, cargada de una electricidad estática que hacía erizar los vellos de sus brazos desnudos. La joven podía percibir la mirada abrasadora de Valdimir sobre su piel, quemando allí donde sus ojos se posaban. Aelina sospechaba que lo que sea que planeaba el lobo apenas estaba iniciando.El Rey Valdimir se encontraba demasiado cerca, invadiendo su espacio personal con una cercanía asfixiante. Sus grandes manos la manoseaban sin decoro, amasando sus senos con una devoción que la ruborizaba de forma inevitable. Aunque su carne débil parecía querer entregarse por tan solo sentir cómo su femineidad se contaría con cada roce, humedeciéndose ante las caricias prohibida
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20. Enredos temporales
Ante aquellas palabras, Aelina abrió los ojos de par en par y un jadeo ahogado brotó de su garganta. Comenzó a removerse frenéticamente, intentando librarse de sus ataduras hechas con esos adornos de serpientes de madera que aprisionaban sus muñecas, pero por más que forcejeaba era simplemente imposible soltarse.Valdimir observaba sus inútiles esfuerzos con un regocijo sádico, mientras una sonrisa ladina curvaba sus labios. Él caminaba con una lentitud deliberada a su alrededor, sus brazos cruzados a la espalda y el fuete escondido entre sus manos en una pose despreocupada que solo acrecentaba la impotencia de Aelina ante su situación.—No tiene sentido que sigas forcejando —la voz del Rey Lobo adquirió un tono severo que hizo erizar los vellos de la nuca a la joven—. La única forma que escapes de ahí, es que yo mismo te libere, y no lo haré. Dije que te castigaría para que no se te ocurra volver a tocar lo que no te pertenece.Sus ojos se ensombrecieron con una mirada oscura e implac
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