30. Visitando al Rey Lobo
Finalmente, cuando Aelina terminó de desayunar, cogió uno de esos vestidos que le habían traído, dándose cuenta de que ninguno era de colores vivos o de tonos florales como ella acostumbraba a usar en su reino. Sin embargo, todos estos eran de tonos sobrios, como color azabache, azul oscuro casi llegando a negros, también vestidos grises oscuros. Todos tenían elaborados bordados con hilos de plata y oro, y las telas se veían de excelente calidad, pero esos tonos oscuros, como si ella estuviera de luto, no le agradaban. Pero como no tenía nada más que usar, cogió uno de esos vestidos y se lo colocó ella misma lo mejor que pudo, ajustando los lazos y las cintas con dedos ágiles.Cuando terminó de vestirse, calzó sus pies con unos suaves zapatos de terciopelo con tacón y dejó su cabello suelto, dejando en claro que necesitaba accesorios para amarrarlo. La verdad era que Aelina deseaba salir y conocer el reino más a fondo, y quizás poder hablar bien con ese sirviente, porque se notaba que
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