En cualquier futuro, Valdimir le verá la chocha a Aelina... y ella no podrá escapar xD ¿como terminará eso? ¡descubrelo en el proximo capitulooo! gracias por leer, y comentar adioos
Aelina podía sentir la penetrante mirada del Rey Lobo fija en ella, como si sus ojos la atravesaran. Él la observaba con un interés que ella no lograba descifrar. ¿Era un interés sádico, deseoso de buscar cualquier excusa para castigarla como ella había visto en su visión del futuro? ¿O era un interés carnal, ese deseo que él se negaba de manera tan ferviente? Sea cual fuere la razón, Valdimir esperaba a que ella acatara sus órdenes, con una paciencia tensa que parecía vibrar en el aire tenso de la habitación.Desde su perspectiva, el Rey Lobo notaba cómo ella lo desafiaba con su mirada retadora, como si la humana estuviera decidida a oponérsele en cada paso del camino. Era una situación inusual para él, pues, aunque podía percibir el aroma del miedo en ella, su corazón palpitando desbocado en su pecho, ella continuaba mostrándose aparentemente valiente ante él, especialmente en su mirada desafiante en ese rostro singularmente bonito. Nunca había conocido a alguien que se atreviera a d
Valdimir estaba tan cerca de ella que Aelina tenía que alzar la cabeza para mirarlo de frente. Cuando ella habló con descaro, el lobo esbozó una sonrisa que ella no supo cómo leer, no sabía si era maliciosa, burlona, perversa, lo único que la joven observó fue como las comisuras de sus labios se curvaron mientras él decía:—Tu forma de hablar, no es digna para una inocente princesa humana… —dijo mientras sus manos se posaban sobre los senos de ella, apretándolos y acariciándolos de una forma idéntica a cuando lo hizo en el futuro que la joven intentó cambiar.Aelina entrecerró los ojos y, casi sin poderlo evitar, soltó un pequeño gemido involuntario cuando él comenzó a masajearle los senos de esa manera tan carnal, demasiado lasciva como para que ella pudiera permanecer impasible. El tacto del rey era áspero, la palma de sus manos la sentía tosca sobre su piel, algo muy típico en hombres curtidos por la guerra, ya que el constante uso y práctica con la espada o con cualquier arma les v
Al día siguienteLa claridad de un nuevo día se filtraba a través de los amplios ventanales de la habitación, acariciando suavemente el rostro de Aelina. Sus párpados se abrieron con lentitud, revelando unos hermosos ojos azulados que parpadearon desorientados. Por un instante, su mente permaneció atrapada entre el mundo del futuro y su nueva realidad, creyendo que todo lo vivido no había sido más que una ensoñación. Sin embargo, al contemplar el techo abovedado adornado con intrincados diseños, la magnífica cama con postes tallados en forma de serpiente supo que se encontraba en la imponente habitación de Valdimir, el temible Rey Lobo.Un leve suspiro derrotado escapó de sus labios rosados al comprender su situación, mientras su cuerpo se estiraba con gracia felina bajo las suaves sábanas de seda oscura. Fue entonces cuando se dio cuenta, con una mezcla de sorpresa y alivio, que ¡ya no se hallaba atada a la cama! Incorporándose de golpe, Aelina examinó sus muñecas desnudas, inmaculada
Aelina sintió que su corazón se aceleraba con cada latido ante la amenaza velada de Valdimir. Ella sabía, mejor que nadie, que él no bromearía con algo así. Un escalofrío descendió por su espina dorsal al recordar lo que él estuvo a punto de hacerle en el futuro que cambió, así que, por su bien, decidió obedecer, al menos por ahora, antes de provocar la furia del Rey Lobo. Con manos temblorosas, dejó caer la manta que cubría su cuerpo desnudo, exponiendo su piel de porcelana a la brisa matutina que se colaba por la terraza abierta.—Está bien, haré lo que pides, esposo mío —respondió con la misma ironía que él usó al llamarla "esposa mía", y sin más preámbulos, se encaminó hacia él con pasos vacilantes.Aelina sentía que el corto trayecto hacia la tina se alargaba conforme se acercaba, el suelo frío como el hielo quemaba la planta de sus pies desnudos. Sus piernas amenazaban con flaquear, pero hacía lo posible por caminar con firmeza, muy consciente de la mirada penetrante de Valdimir
Vladimir permaneció en un silencio imperturbable por unos instantes, pues ya no deseaba continuar la conversación con Aelina, y ella tampoco se atrevía a formularle más preguntas. Finalmente, con un movimiento grácil, el Rey Lobo se puso de pie dentro de la tina mientras la joven permanecía detrás de él. Aelina tragó saliva, observando con ojos desorbitados cómo el agua blanquecina se escurría por el cuerpo musculoso y bronceado de Vladimir. Aunque luchó por evitarlo, no pudo impedir que su mirada se desviara hacia la imponente figura de su esposo impuesto, contemplando sin pudor alguno cada detalle de su anatomía a la perfección.Ella se hundió en el agua tibia de color nacarado, dejando solo su nariz visible, en todo momento, observaba de reojo al hombre lobo. Los hombros anchos de él se alzaban con orgullo, sus brazos definidos por años de entrenamiento con la espada. El torso de Vladimir estaba cubierto por una tenue capa de vello oscuro que descendía hasta su abdomen perfectamente
Erik esperó pacientemente mientras ella daba un mordisco al pan, que aún despedía humo por lo calientito que estaba. Las migas se adhirieron a las comisuras de los labios de Aelina de forma descuidada y cuando el muchacho vio que se fijó en ese pequeño detalle por estarle viendo los labios a la Reina, agitó su cabeza para entrar en razón.—Si me disculpa, la esperaré afuera... me informaron que debo acompañarla al Cuarto del Espejo —anunció Erik en un tono respetuoso.—¿Cuarto del Espejo? —Y cuando ella hizo esa pregunta, al instante recordó esa habitación solitaria y lúgubre donde solo estaba ese extraño espejo enorme de marco dorado—. Oh, cierto, yo estuve ayer, me aprendí el camino, no es necesario que me acompañes, jovencito —respondió de forma tranquila, limpiándose los labios con una servilleta de lino.Erik vaciló, desviando la mirada hacia la puerta entreabierta.—Lo lamento, pero debo seguir órdenes, su majestad... Si me dijeron que la acompañara, debo hacerlo —declaró el jove
Finalmente, cuando Aelina terminó de desayunar, cogió uno de esos vestidos que le habían traído, dándose cuenta de que ninguno era de colores vivos o de tonos florales como ella acostumbraba a usar en su reino. Sin embargo, todos estos eran de tonos sobrios, como color azabache, azul oscuro casi llegando a negros, también vestidos grises oscuros. Todos tenían elaborados bordados con hilos de plata y oro, y las telas se veían de excelente calidad, pero esos tonos oscuros, como si ella estuviera de luto, no le agradaban. Pero como no tenía nada más que usar, cogió uno de esos vestidos y se lo colocó ella misma lo mejor que pudo, ajustando los lazos y las cintas con dedos ágiles.Cuando terminó de vestirse, calzó sus pies con unos suaves zapatos de terciopelo con tacón y dejó su cabello suelto, dejando en claro que necesitaba accesorios para amarrarlo. La verdad era que Aelina deseaba salir y conocer el reino más a fondo, y quizás poder hablar bien con ese sirviente, porque se notaba que
Los guardias intercambiaron miradas, dudando por un instante. Finalmente, después de una breve pausa, hicieron a un lado sus lanzas y uno de ellos abrió las puertas, lo suficiente para que pudiera pasar.Dentro del Salón de Reuniones, Valdimir estaba acompañado con sus hombres de más confianza, discutiendo asuntos cruciales. De repente, la entrada del guardia interrumpió la conversación. El hombre lobo se inclinó respetuosamente ante su Rey.—Su majestad... —comenzó, pero Valdimir lo silenció con un gesto brusco, el ceño fruncido en señal de molestia.—¿Qué hace la humana aquí? Desde hace rato puedo sentir su aroma —espetó, sus ojos brillando con sospecha.El guardia tragó saliva, nervioso ante la mirada penetrante de su soberano.—No lo sé, su Alteza... ella mencionó que debe decirle algo de vital importancia.Valdimir entrecerró los ojos, la curiosidad ardiendo en su interior. ¿Qué podría ser tan importante? Tras una breve pausa, asintió con sequedad.—Hazla entrar.El guardia obedec