Ya irán a tener su momento intimo los muchachos, ¿como les irá? ¡Enterate!
Con reverencia, Erik y Celeste decidieron iniciar, poniéndose de pie. Erik inhaló profundamente, preparándose para el momento que tanto habían anticipado. Con dedos temblorosos, comenzó a aflojar los intrincados lazos que mantenían el vestido de Celeste ajustado a su figura. Era la primera vez que desvestía a una mujer, y que esta fuera su esposa le provocaba una mezcla embriagadora de nerviosismo y excitación.Capa tras capa, el vestido, el corsé y el armador fueron cayendo al suelo, revelando gradualmente la piel de Celeste. Finalmente, cuando no quedó nada más que quitar, el cuerpo desnudo de ella quedó expuesto ante la mirada admirada de Erik. Sus ojos recorrieron con asombro los senos y la intimidad de su hermosa rubia, provocando una inmediata reacción en su propio cuerpo.—Eres tan hermosa —murmuró Erik lleno emoción y deseo. Celeste sonrió, sintiendo que esas palabras eran el preludio de un nuevo capítulo que ansiaban escribir juntos.Luego, llegó el turno de Celeste para desve
UN MES DESPUÉS: PALACIO REAL DE VIENTALIA, REINO HUMANOTheodor sentía que su hora se acercaba. Lo había experimentado cientos de veces desde la caída de su primer reino, la gloriosa Tempus, con sus calles doradas y su esplendor, donde los Guardianes del Sol y los Guardianes de la Luna vivían en plena armonía. Allí había florecido el amor entre él y su hermosa Lyanna...HACE MUCHOS, MUCHOS AÑOS ATRÁSEl Rey, en el esplendor de su juventud, se encontraba junto a Lyanna bajo un árbol de flores rosadas dentro del jardín privado del castillo real de Tempus. Aprovechando la soledad del lugar, demostraron su amor de una forma más carnal. Desnudos bajo el árbol, él sobre ella, acariciaba su suave piel canela. Sus manos recorrían las firmes piernas de Lyanna mientras la embestía con una pasión que solo por ella había sentido.Su loba, su hermosa loba de cabello oscuro y ojos color ámbar, tan hermosa como ruda y admirable. Ambos habían luchado en los cielos contra la sombra, y ahora, en ese rei
11 AÑOS DESPUES – PALACIO REAL DEL REINO DE LOS HUMANOS: VIENTALIAEl castillo estaba hecho un lío. Era el cumpleaños número once del príncipe Erik y todo el mundo andaba de un lado para otro preparando la fiesta.—¡Erik, no corras tanto! ¡Te vas a caer! —gritó Aelina, viendo a su hijo mayor correr como loco por los jardines.Valdimir, que andaba por ahí, vio su oportunidad. Se escondió detrás de una columna y, cuando Erik pasó corriendo, “¡zas!” Lo atrapó y lo levantó por los aires. El niño se partía de risa mientras su padre le daba vueltas.—¡Te pillé, cachorro escurridizo! —dijo Valdimir, abrazando a su hijo.—¡Papá, solo estaba jugando a ser un corredor famoso! —se defendió el pequeño Erik entre risas.Valdimir, con el niño todavía en brazos, se puso serio diciendo:—Tienes que hacerle caso a tu madre. Si te dice que pares de correr, paras. ¿Entendido?Erik hizo un puchero y asintió con la cabeza, dándole una mirada tierna con esos enormes ojos color ámbar que tenía. Valdimir sabí
Ese horrendo día quedará grabado a fuego en la memoria de Aelina para siempre. Las tropas del Rey Alfa Valdimir, el temible monarca de los hombres lobo, habían sitiado el castillo mientras su reino yacía en ruinas. En su hogar, el palacio real, la muerte y la destrucción impregnaban cada rincón con su hedor asfixiante, acechando a la princesa con cada paso que daba.En medio de su desesperada lucha por sobrevivir, Aelina empuñó la espada de su padre con manos inexpertas. Pero fue en vano. En un instante fatídico, la hoja afilada de un soldado enemigo, un hombre lobo, atravesó su carne, hiriéndola de muerte.—¡Ahh! —gimió la princesa, bajando su mirada borrosa hacia el estómago, donde la sangre burbujeaba a caudales. Su vestido se teñía de carmesí a una velocidad aterradora, y sus piernas cedieron, incapaces de sostenerla.Aelina cayó al suelo, golpeándose la cabeza en el proceso. Mientras su sangre se derramaba sobre las frías baldosas, Aelina cogió con manos temblorosas el collar de
Entonces, su inusual situación no era producto de un sueño, todo lo que estaba pasando formaba parte del mundo real. Al llegar a esa conclusión, Aelina no lo pensó demasiado. En su reino existía la magia, y ella misma poseía poderes. Sin embargo, los viajes en el tiempo eran impensables, hasta ahora. Su madre, posiblemente, tenía secretos que no le había revelado en vida, y esta extraña situación era la causa.«¿Mi madre poseía la magia para controlar el tiempo?», se preguntó, tocando su collar mientras las doncellas le quitaban el vestido de casa para ponerle uno más apropiado para la visita.—¡Su alteza, no podemos perder más tiempo! —exclamó Dorotea, apresurada.Aelina recordaba aquel día como si fuera ayer. Su padre, el Rey Theodor, la había convocado a la sala del trono. Allí, ante su asombrada mirada, se erguía la imponente figura de Valdimir, el Rey Alfa de los hombres lobo esperando pedir su mano en matrimonio. Minutos después, cuando ya estaba lista, Aelina fue acompañada por
Tras aceptar su destino, Aelina contempló cómo su padre impartía órdenes para que se oficiara la ceremonia de inmediato. La princesa, atónita, no lograba creerlo, pues pensaba que la boda se realizaría días después, luego de los preparativos habituales. Por ello, balbució confundida:—Pero, padre, ¿tan pronto? —inquirió, aunque en su mente anhelaba: «Quiero disfrutar de mi segunda oportunidad tan solo unos cuantos días más». Sin embargo, se guardó estas palabras para sí misma.Al escuchar a su hija, el rey Theodor le dirigió una mirada severa que no admitía réplicas. Con un chasquido de dedos, dos sirvientes aparecieron con un espejo de cuerpo entero que su progenitor utilizaba para crear su magia, ya que, al igual que ella, poseía la Magia de Espejo. Esta consistía en crear portales mágicos a través de cualquier superficie que reflejara, como espejos, agua o metal pulido. Tal hechizo permitía viajar instantáneamente, atrapar enemigos dentro de los reflejos o incluso presenciar evento
El semblante de Valdimir, el rey de los hombres lobo, permanecía impasible e inamovible, su rostro que parecía haber sido tallado con esmero en mármol, no dejaba entrever la más mínima emoción. Sus ojos ambarinos, fríos como el hielo invernal, no reflejaban nada mientras pronunciaba los votos nupciales con una voz grave y distante que resonaba en el silencio sepulcral del salón.Se notaba a simple vista, como no había ni un atisbo de atracción carnal o deseo en el monarca al desposar a la princesa humana Aelina. Esto la desconcertaba demasiado, pues cuando él le besó la mano en el instante que ella aceptó su propuesta de matrimonio, la joven pudo jurar que vio lujuria ardiendo en su mirada al tocarla. Pero ahora, actuaba con la indiferencia y el entusiasmo de un erudito realizando un papeleo rutinario.Entonces, cuando llegó el momento del intercambio de anillos, las manos de Aelina temblaban de forma incontrolable. Por más que deseaba mostrarse valiente, la presencia imponente del Re
Mientras el carruaje avanzaba traqueteante por los caminos lejos de su hogar, Aelina no pudo evitar mirar con nostalgia a través de la pequeña ventanilla. Aunque la noche había extendido su manto oscuro sobre el paisaje, eso no le importó, pues podía recrear con facilidad en su mente los frondosos bosques que antaño rodeaban el amado palacio que ahora se desdibujaba a la distancia. Un leve suspiro escapó de sus labios al dejar atrás los confines del bosque.Poco a poco, la capital fue tomando forma ante sus ojos a medida que se alejaban de la ciudad real. Diez años en el futuro, toda esa área se convertiría en un paisaje de ruinas humeantes, con las casas calcinadas y los ciudadanos masacrados o reducidos a cautivos por la despiadada mano de Valdimir. Un escalofrío recorrió la espina dorsal de Aelina al revivir aquellos funestos recuerdos. Finalmente, al cruzar las imponentes puertas de la gran muralla que protegía el reino, la joven reina tragó saliva con dificultad, consciente de qu