¿De quien será ese espejo? ¿será que es el espejito que Valdimir usa para afeitarse y no quiere que lo encuentren? xD ¡Pues eso lo sabras leyendo otro capitulo de: Esposa de otro tiempo! gracias por leer, y por comentar tambien :)
Una idea repentina e imprudente cruzó por su mente como un rayo al tener ese espejo en sus manos: «Este espejo es pequeño, en esta época tengo el poder suficiente para usar mi magia en un objeto así. Si miro a través del espejo, podría saber lo que Valdimir estaba haciendo en ese momento». Ella sabía que era una locura, un riesgo imprudente, pero la curiosidad la consumía. Tenía que intentarlo de todos modos.Mordiéndose el labio inferior con inquietud, miró por encima de su hombro hacia la puerta cerrada, asegurándose de que nadie la observaba. Después respiró hondo y se concentró, comenzando a canalizar su poder... Y así, con el corazón latiéndole con fuerza dentro del pecho, Aelina se sentó en el frío suelo de piedra y colocó el pequeño espejo frente a ella, sujetándolo con ambas manos. Por un instante, vio su propio reflejo en la pulida superficie de bronce, como lo haría cualquier persona que deseara usarlo para admirarse.Entonces, cerrando los ojos, volvió a respirar con profun
El corazón de Aelina latía desaforado contra su pecho mientras tragaba saliva con dificultad. ¡Había sido descubierta! Su intento furtivo de espiar a través del antiguo espejo no había resultado como esperaba. Aunque, en su defensa, jamás imaginó que Valdimir regresaría con tanta premura. ¿Cómo lo había logrado? Fue el único pensamiento que cruzó por su mente antes de que el tiempo se detuviera en esa habitación, desde el punto de vista de la joven pelinegra.Ella no tuvo oportunidad de reaccionar cuando vio a Valdimir acercarse a zancadas largas y violentas. Con un movimiento brusco que la hizo estremecer, le arrebató el espejo de las manos.—¿¡Es que acaso no tienes respeto por las pertenencias ajenas!? —El gruñido grave de Valdimir pareció retumbar en las paredes de piedra de la habitación, mientras se encontraba peligrosamente cerca de ella, invadiendo su espacio personal.Aelina retrocedió instintivamente hasta quedar acorralada contra la fría pared de un rincón, su espalda presio
Las palabras salían entrecortadas de sus labios, mientras luchaba por liberarse del férreo abrazo del Rey Lobo, quien sujetaba sus muñecas con una fuerza abrumadora. En ese instante, los labios de Valdimir se curvaron en una sonrisa complacida mientras sujetaba las muñecas de Aelina con firmeza, impidiendo que pudiera moverse demasiado. Con un movimiento brusco y despiadado, sujetó con facilidad las dos muñecas de la humana con una sola mano, y con la otra desgarró la tela de su vestido, exponiendo sus pechos al aire libre y dejando su torso completamente desnudo.—¡No! —gritó Aelina cuando lo único que permaneció intacto fue su ropa interior y las medias que cubrían sus pies, dejando sus piernas parcialmente vestidas.Aelina deseaba que la tierra se abriera y la tragara en ese preciso momento, consumida por la vergüenza ardiente que abrasaba sus mejillas. Sin embargo, su cuerpo la traicionó cuando su zona íntima se contrajo involuntariamente al sentir la mirada penetrante de Valdimir
El corazón de Aelina latía con una violencia arrolladora, sus pálpitos retumbaban de una manera frenética contra su pecho, amenazando con que corazón (como si aquello fuera posible) escapara de su prisión de carne y hueso. En ese instante, la tensión entre los "recién casados" era tan densa que podría cortarse con un cuchillo afilado, cargada de una electricidad estática que hacía erizar los vellos de sus brazos desnudos. La joven podía percibir la mirada abrasadora de Valdimir sobre su piel, quemando allí donde sus ojos se posaban. Aelina sospechaba que lo que sea que planeaba el lobo apenas estaba iniciando.El Rey Valdimir se encontraba demasiado cerca, invadiendo su espacio personal con una cercanía asfixiante. Sus grandes manos la manoseaban sin decoro, amasando sus senos con una devoción que la ruborizaba de forma inevitable. Aunque su carne débil parecía querer entregarse por tan solo sentir cómo su femineidad se contaría con cada roce, humedeciéndose ante las caricias prohibida
Ante aquellas palabras, Aelina abrió los ojos de par en par y un jadeo ahogado brotó de su garganta. Comenzó a removerse frenéticamente, intentando librarse de sus ataduras hechas con esos adornos de serpientes de madera que aprisionaban sus muñecas, pero por más que forcejeaba era simplemente imposible soltarse.Valdimir observaba sus inútiles esfuerzos con un regocijo sádico, mientras una sonrisa ladina curvaba sus labios. Él caminaba con una lentitud deliberada a su alrededor, sus brazos cruzados a la espalda y el fuete escondido entre sus manos en una pose despreocupada que solo acrecentaba la impotencia de Aelina ante su situación.—No tiene sentido que sigas forcejando —la voz del Rey Lobo adquirió un tono severo que hizo erizar los vellos de la nuca a la joven—. La única forma que escapes de ahí, es que yo mismo te libere, y no lo haré. Dije que te castigaría para que no se te ocurra volver a tocar lo que no te pertenece.Sus ojos se ensombrecieron con una mirada oscura e implac
Aelina se levantó tan deprisa que casi se tropieza y, sin más preámbulos, fue a regresar el espejo a donde lo había encontrado. Sabía que, en ese preciso instante, Valdimir estaba teniendo una reunión con sus hombres lobo, hablando acerca de conquistar el reino que él mismo destruyó años más tarde en el futuro. Con manos temblorosas, la joven devolvió el objeto a su sitio, cerró la gaveta y después suspiró con alivio mientras se tocaba el pecho, sintiendo que se había librado del castigo que él pretendía propinarle.Fue entonces que dirigió su mirada hacia donde el hombre lobo tenía ese fuete, colgado entre otras cosas. Aelina, con el ceño fruncido, lo tomó y después, sin importarle nada, lo escondió debajo de la cama.—No tendrá idea de que está aquí abajo —dijo con una sonrisa ladina, sentándose en la cama y esperando a Valdimir como si nada hubiese ocurrido.Minutos más tarde, afuera, cuando Valdimir apareció en el portal que abrió al terminar la reunión, pudo jurar que vio solo por
Las palabras del Rey Lobo flotaron en el aire, llenas de una amenaza velada que hizo que el vello de la nuca de Aelina se erizara. Valdimir buscaba cualquier excusa, por mínima que fuera, para saciar sus oscuros deseos. Conteniendo el pánico que amenazaba con paralizarla, la joven abrió los ojos de par en par.—¿Castigarme por quitarle mal sus botas? —la incredulidad tiñó su voz mientras su mente se agitaba—. «Él quiere que el futuro próximo siga su curso... aunque lo haya cambiado, el destino no deseaba cambiar de rumbo. ¡Está buscando un pretexto para hacerme lo que pretendía! ¡Debo actuar rápido!».Obligándose a apartar esos pensamientos aterradores, Aelina se arrodilló ante Valdimir y comenzó a desatar los cordones de sus botas con manos temblorosas. Al verla postrada a sus pies, una sonrisa complacida curvó los labios del Rey Lobo.—Rey Valdimir... —la voz de Aelina apenas fue un hilo.—¿Sí? —respondió él con desdén, como si le aburriera la mera idea de prestarle atención.Relamié
En el futuro de donde ella venía, Aelina tuvo un par de amantes que en más de una ocasión la hicieron olvidar las preocupaciones de la interminable guerra y los constantes asedios a su reino. Ninguna de sus experiencias carnales fueron algo serio, porque en ese momento, el matrimonio por amor, e incluso las uniones políticas habían dejado de ser importantes. Ella sabía cómo besar e intimar, después de todo, su mente tenía la madurez de una mujer de 28 años. Sin embargo, por un instante olvidó que en esa época se suponía que debía mostrarse como una joven e inocente princesa, donde las experiencias con el sexo opuesto eran impensables.Se había dejado llevar por la intensidad del momento, y su corazón latía desbocado mientras su respiración agitada debido al temor creciente chocaba con los labios de Valdimir. Él la miraba fijamente con sus ojos ambarinos, dilatados por una emoción que ella prefería pensar que no era excitación carnal... En ese instante, en contra de su voluntad, el cuer