¿Que le hará? ¡¿Le terminará de desgarrar la ropita que le queda? ¡Lo sabrás en los proximos capitulos! gracias por leer y comentar, adios!
El corazón de Aelina latía con una violencia arrolladora, sus pálpitos retumbaban de una manera frenética contra su pecho, amenazando con que corazón (como si aquello fuera posible) escapara de su prisión de carne y hueso. En ese instante, la tensión entre los "recién casados" era tan densa que podría cortarse con un cuchillo afilado, cargada de una electricidad estática que hacía erizar los vellos de sus brazos desnudos. La joven podía percibir la mirada abrasadora de Valdimir sobre su piel, quemando allí donde sus ojos se posaban. Aelina sospechaba que lo que sea que planeaba el lobo apenas estaba iniciando.El Rey Valdimir se encontraba demasiado cerca, invadiendo su espacio personal con una cercanía asfixiante. Sus grandes manos la manoseaban sin decoro, amasando sus senos con una devoción que la ruborizaba de forma inevitable. Aunque su carne débil parecía querer entregarse por tan solo sentir cómo su femineidad se contaría con cada roce, humedeciéndose ante las caricias prohibida
Ante aquellas palabras, Aelina abrió los ojos de par en par y un jadeo ahogado brotó de su garganta. Comenzó a removerse frenéticamente, intentando librarse de sus ataduras hechas con esos adornos de serpientes de madera que aprisionaban sus muñecas, pero por más que forcejeaba era simplemente imposible soltarse.Valdimir observaba sus inútiles esfuerzos con un regocijo sádico, mientras una sonrisa ladina curvaba sus labios. Él caminaba con una lentitud deliberada a su alrededor, sus brazos cruzados a la espalda y el fuete escondido entre sus manos en una pose despreocupada que solo acrecentaba la impotencia de Aelina ante su situación.—No tiene sentido que sigas forcejando —la voz del Rey Lobo adquirió un tono severo que hizo erizar los vellos de la nuca a la joven—. La única forma que escapes de ahí, es que yo mismo te libere, y no lo haré. Dije que te castigaría para que no se te ocurra volver a tocar lo que no te pertenece.Sus ojos se ensombrecieron con una mirada oscura e implac
Aelina se levantó tan deprisa que casi se tropieza y, sin más preámbulos, fue a regresar el espejo a donde lo había encontrado. Sabía que, en ese preciso instante, Valdimir estaba teniendo una reunión con sus hombres lobo, hablando acerca de conquistar el reino que él mismo destruyó años más tarde en el futuro. Con manos temblorosas, la joven devolvió el objeto a su sitio, cerró la gaveta y después suspiró con alivio mientras se tocaba el pecho, sintiendo que se había librado del castigo que él pretendía propinarle.Fue entonces que dirigió su mirada hacia donde el hombre lobo tenía ese fuete, colgado entre otras cosas. Aelina, con el ceño fruncido, lo tomó y después, sin importarle nada, lo escondió debajo de la cama.—No tendrá idea de que está aquí abajo —dijo con una sonrisa ladina, sentándose en la cama y esperando a Valdimir como si nada hubiese ocurrido.Minutos más tarde, afuera, cuando Valdimir apareció en el portal que abrió al terminar la reunión, pudo jurar que vio solo por
Las palabras del Rey Lobo flotaron en el aire, llenas de una amenaza velada que hizo que el vello de la nuca de Aelina se erizara. Valdimir buscaba cualquier excusa, por mínima que fuera, para saciar sus oscuros deseos. Conteniendo el pánico que amenazaba con paralizarla, la joven abrió los ojos de par en par.—¿Castigarme por quitarle mal sus botas? —la incredulidad tiñó su voz mientras su mente se agitaba—. «Él quiere que el futuro próximo siga su curso... aunque lo haya cambiado, el destino no deseaba cambiar de rumbo. ¡Está buscando un pretexto para hacerme lo que pretendía! ¡Debo actuar rápido!».Obligándose a apartar esos pensamientos aterradores, Aelina se arrodilló ante Valdimir y comenzó a desatar los cordones de sus botas con manos temblorosas. Al verla postrada a sus pies, una sonrisa complacida curvó los labios del Rey Lobo.—Rey Valdimir... —la voz de Aelina apenas fue un hilo.—¿Sí? —respondió él con desdén, como si le aburriera la mera idea de prestarle atención.Relamié
En el futuro de donde ella venía, Aelina tuvo un par de amantes que en más de una ocasión la hicieron olvidar las preocupaciones de la interminable guerra y los constantes asedios a su reino. Ninguna de sus experiencias carnales fueron algo serio, porque en ese momento, el matrimonio por amor, e incluso las uniones políticas habían dejado de ser importantes. Ella sabía cómo besar e intimar, después de todo, su mente tenía la madurez de una mujer de 28 años. Sin embargo, por un instante olvidó que en esa época se suponía que debía mostrarse como una joven e inocente princesa, donde las experiencias con el sexo opuesto eran impensables.Se había dejado llevar por la intensidad del momento, y su corazón latía desbocado mientras su respiración agitada debido al temor creciente chocaba con los labios de Valdimir. Él la miraba fijamente con sus ojos ambarinos, dilatados por una emoción que ella prefería pensar que no era excitación carnal... En ese instante, en contra de su voluntad, el cuer
Aelina podía sentir la penetrante mirada del Rey Lobo fija en ella, como si sus ojos la atravesaran. Él la observaba con un interés que ella no lograba descifrar. ¿Era un interés sádico, deseoso de buscar cualquier excusa para castigarla como ella había visto en su visión del futuro? ¿O era un interés carnal, ese deseo que él se negaba de manera tan ferviente? Sea cual fuere la razón, Valdimir esperaba a que ella acatara sus órdenes, con una paciencia tensa que parecía vibrar en el aire tenso de la habitación.Desde su perspectiva, el Rey Lobo notaba cómo ella lo desafiaba con su mirada retadora, como si la humana estuviera decidida a oponérsele en cada paso del camino. Era una situación inusual para él, pues, aunque podía percibir el aroma del miedo en ella, su corazón palpitando desbocado en su pecho, ella continuaba mostrándose aparentemente valiente ante él, especialmente en su mirada desafiante en ese rostro singularmente bonito. Nunca había conocido a alguien que se atreviera a d
Valdimir estaba tan cerca de ella que Aelina tenía que alzar la cabeza para mirarlo de frente. Cuando ella habló con descaro, el lobo esbozó una sonrisa que ella no supo cómo leer, no sabía si era maliciosa, burlona, perversa, lo único que la joven observó fue como las comisuras de sus labios se curvaron mientras él decía:—Tu forma de hablar, no es digna para una inocente princesa humana… —dijo mientras sus manos se posaban sobre los senos de ella, apretándolos y acariciándolos de una forma idéntica a cuando lo hizo en el futuro que la joven intentó cambiar.Aelina entrecerró los ojos y, casi sin poderlo evitar, soltó un pequeño gemido involuntario cuando él comenzó a masajearle los senos de esa manera tan carnal, demasiado lasciva como para que ella pudiera permanecer impasible. El tacto del rey era áspero, la palma de sus manos la sentía tosca sobre su piel, algo muy típico en hombres curtidos por la guerra, ya que el constante uso y práctica con la espada o con cualquier arma les v
Al día siguienteLa claridad de un nuevo día se filtraba a través de los amplios ventanales de la habitación, acariciando suavemente el rostro de Aelina. Sus párpados se abrieron con lentitud, revelando unos hermosos ojos azulados que parpadearon desorientados. Por un instante, su mente permaneció atrapada entre el mundo del futuro y su nueva realidad, creyendo que todo lo vivido no había sido más que una ensoñación. Sin embargo, al contemplar el techo abovedado adornado con intrincados diseños, la magnífica cama con postes tallados en forma de serpiente supo que se encontraba en la imponente habitación de Valdimir, el temible Rey Lobo.Un leve suspiro derrotado escapó de sus labios rosados al comprender su situación, mientras su cuerpo se estiraba con gracia felina bajo las suaves sábanas de seda oscura. Fue entonces cuando se dio cuenta, con una mezcla de sorpresa y alivio, que ¡ya no se hallaba atada a la cama! Incorporándose de golpe, Aelina examinó sus muñecas desnudas, inmaculada