Para Antonella McKay, trabajar para el imponente Maximilian Bryant parecía el inicio de una nueva vida y la oportunidad de ayudar a su familia. Sin embargo, entre largas jornadas y miradas intensas, la atracción entre ellos crece peligrosamente. Cuando Antonella decide trazar una línea entre lo profesional y lo personal, descubre una verdad devastadora: Maximilian solo la ha utilizado para cumplir una venganza oculta. Ahora, atrapada entre el amor, el deseo y la traición, Antonella deberá encontrar la manera de escapar sin que su corazón salga destrozado ------. . SERIE: EEA 0.5. Entre Venganza & Seducción 1. Amor Por Contrato 2. A Tu Lado 3. Al Fin Enamorada 4. La Chica Que Amas 4.5. Nuestro Pequeño Secreto (ASF1) 5. Debajo De Mi Piel 6. Dulce Loco Amor (ASF2) 7. Siempre Fuiste Tú (ASF3)
Leer más*—Max:Las señales estaban ahí, claras e inconfundibles. Max no necesitaba confirmaciones verbales: las expresiones de Antonella, su tono distante y su fría formalidad lo decían todo. Su chica sabía del compromiso con Shanna y, posiblemente, del beso que él había permitido. Ese pensamiento lo golpeó como un martillo en el pecho.Max suspiró profundamente mientras recordaba la frialdad con la que ella lo había recibido esa misma mañana. Sí, él había estado distante últimamente, perdido entre las demandas del trabajo, las estrategias para intervenir en la mejoría de los problemas de los McKay sin levantar sospechas de Chris, y, por supuesto, el maldito compromiso, pero al verla esa mañana, tan hermosa como siempre, su corazón había latido con fuerza. Quiso abrazarla, besarla, perderse en ella como antes, pero Antonella lo había recibido con una barrera emocional que le dejó claro que ya no confiaba en él.Se pasó una mano por el cabello, frustrado. Sabía que debía hablar con ella, expli
*—Antonella:No entendía qué estaba pasando, pero algo en Max parecía diferente últimamente. Había una desconexión entre ellos que la inquietaba. Su relación era reservada, si, hacían todo en privado para que malos ojos no los vieran, pero eso no era a lo que se refería. Las veces que lograban estar juntos, Max la abrazaba con una intensidad que casi la hacía sentir atrapada, como si intentara compensar con contacto físico lo que no podía expresar con palabras y esto era extraño. Max era muy conversador, pero había un silencio algo incómodo desde hace días para acá.Antonella quería hablar con él, preguntarle qué sucedía, pero Max estaba más ocupado que nunca. Ahora trabajaba hasta tarde y apenas respondía sus mensajes cuando estaban fuera del horario laboral. Solo se veían en el trabajo y cuando lo hacían, su amado solo la abrazaba y ya. No entendía nada. Suspiró al bajarse del transporte público, algo a lo que no estaba acostumbrada. Durante semanas, Max había sido quien la llevab
*—Max:Lo que había pasado ese fin de semana en casa seguía atormentando a Max como una sombra que no lo dejaba en paz.La pelea con su padre había sido intensa, un intercambio feroz de palabras que terminó con Max colgando el teléfono en un ataque de furia. Su padre, en un movimiento audaz y completamente fuera de lugar, lo había comprometido con Shanna sin su consentimiento. Lo peor de todo fue darse cuenta, más tarde, de que él mismo había dado su aprobación mucho tiempo atrás, en una conversación que apenas recordaba, cuando ni siquiera tenía los ojos puestos en Antonella ni imaginaba que la vida lo llevaría hasta ella. Ahora, arrepentido y enamorado, no podía aceptar lo que su padre había hecho.«Me niego a comprometerme con Shanna», le había dicho Max con dureza antes de colgar. Desde entonces, su padre había intentado llamarlo varias veces, pero Max no contestaba. Estaba esperando a que su padre apareciera en su oficina para enfrentar el tema cara a cara, pero mientras tanto, l
*—Max:Tenía una rutina clara los fines de semana, y una de las cosas que más odiaba era cuando su padre lo llamaba de improviso e irrumpía dichas actividades. Estas reuniones inesperadas eran impredecibles: a veces hablaban de negocios, otras compartían momentos familiares jugando ajedrez o charlando, y en el peor de los casos, lo arrastraba a un interminable juego de golf. Aunque Max entendía que su padre a veces se sentía solo, no podía evitar sentir frustración. Todos tenían responsabilidades, incluido él, y este fin de semana había planeado algo especial: pasar tiempo de calidad con Antonella, visitando el refugio y, después, llevándola a su apartamento para presentarle a sus “pequeños”, los que ansiaba que ella conociera, pero no se pudo dar. Sin embargo, su padre había interrumpido sus planes con sus insistentes llamadas. Max tuvo que posponer todo y llamar a Antonella para explicarle que no podrían verse. Ella había entendido, como siempre, pero él seguía molesto. Tal vez, de
*—Antonella:—¿Es así como tratas a mi acompañante? —dijo Max cuando se detuvo frente a ellos, viendo a Chris con una expresión de ira, pero este, solo levantó una ceja, sin mostrar arrepentimiento alguno.—Solo estaba ayudándola a entender que este no es su lugar —respondió con una sonrisa que pretendía ser inocente, pero que destilaba veneno.Max no necesitó más. En un movimiento rápido, cruzó el espacio que lo separaba de ellos y le arrancó los billetes de la mano a Antonella. Sin dudarlo, se los lanzó a Chris con una fuerza que lo tomó por sorpresa.—La única persona fuera de lugar aquí eres tú —espetó Max, su voz cargada de autoridad y desprecio—. Si no tienes nada mejor que hacer que comportarte como un idiota, te sugiero que te largues antes de que pierda la paciencia.Chris frunció el ceño, claramente molesto, pero no agregó nada más. Con un bufido de desdén, pisoteó los billetes que yacían en el suelo y se dio la vuelta con brusquedad, alejándose sin mirar atrás.Max esperó e
*—Antonella:La semana transcurrió sin sobresaltos. Max y Antonella habían trabajado en armonía, y la tensión que antes marcaba sus interacciones parecía haberse desvanecido. Ambos lo sabían: la mejora en su relación laboral no era casualidad, sino resultado de los momentos secretos que compartían, donde la adrenalina y el deseo les robaban el aliento.Cada mañana, al llegar Max a la oficina, él encontraba la manera de invitarla a su despacho. Apenas cruzaban la puerta, Max la tomaba entre sus brazos, como si no pudiera esperar un segundo más para tenerla cerca. Su oficina, libre de cámaras, era el único refugio donde podían ser ellos mismos, y Max lo aprovechaba al máximo. La besaba con intensidad, sus manos recorriendo su cuerpo sin reparos. No era raro que, en esos instantes de pasión, él dejara escapar sus deseos más íntimos: “No sabes cuánto quiero hacerte mía, Antonella”, le susurraba al oído mientras acariciaba su rostro.Antonella disfrutaba esos momentos, aunque una parte de
*—Antonella:Que alguien la pellizcara, porque Antonella sentía que todo esto era un maldito sueño.Había pasado otro fin de semana que parecía salido de un cuento, pero este tenía un desenlace mucho más inesperado. El recuerdo de lo ocurrido el sábado con Max en el club aún la tenía en un vaivén emocional. Había ido con Camila al lugar con la intención de distraerse, de perderse un poco entre risas y música para intentar dejar atrás los sentimientos que Max había despertado en ella.En la entrada del club, las sorpresas no tardaron en llegar. Se encontraron con Carlos, el hermano mayor de Camila, quien estaba acompañado de un amigo, y poco después con Seth. El grupo se formó espontáneamente, y entre charlas y bromas, habían decidido disfrutar juntos de la noche.Camila no perdió el tiempo lanzando indirectas hacia Antonella, sugiriendo que dejara que Carlos coqueteara abiertamente con ella. Según su amiga, era evidente que él estaba atraído, y además, era una gran oportunidad para qu
*—Max:Decidido a continuar tocando a su amada, Max la tocó. Sus manos se deslizaron por las curvas de ella, desde sus caderas hasta la parte baja de su espalda. Con una de ellas, levantó el vestido hasta amontonarlo en su cintura, dejando sus muslos desnudos al aire. La visión de su piel suave lo hizo jadear, pero lo que lo desarmó fue descubrir que llevaba una tanga, una prenda mínima que apenas cubría lo esencial. Sonrió con picardía al recordar su comentario anterior sobre Camila.—Parece que tienes un gusto interesante por la ropa interior, Ellie —Su voz era un ronroneo mientras sus manos recorrían los bordes de la tela con delicadeza, tentándola.Antonella soltó una risita nerviosa, pero el sonido se convirtió rápidamente en un jadeo cuando Max deslizó sus manos para acariciar sus nalgas desnudas. No eran particularmente voluminosas, pero para él eran perfectas. Su suavidad y la forma en que respondían a su toque lo volvieron loco. Con cada caricia, Antonella se movía más rápido
*—Max:Llegaron al pequeño cuarto privado que Max solía usar. Era un refugio de las tensiones del club, y ahora, era el lugar donde las palabras no podían seguir siendo ignoradas. Cuando la puerta se cerró tras ellos, Max la soltó, pero su mirada nunca abandonó a Antonella.Ella dio un paso atrás, tocándose la muñeca, donde su piel se marcaba por el roce del agarre. Max la observó, sintiendo una punzada de arrepentimiento por la forma en que había lastimado sus sentimientos, pero también se dio cuenta de que ella no habría estado allí por su propia voluntad si no le importara.Antonella lo miró, su fuego interior reflejándose en sus ojos.—Vuelvo y pregunto, ¿estás bebido? ¿Por qué estás actuando así? —exigió saber, pero Max, imperturbable, se acercó un paso más, reduciendo aún más la distancia entre ellos. Antonella retrocedió, pero la puerta la bloqueó.Max la observó detenidamente, notando cómo sus mejillas se sonrojaban levemente, cómo sus labios se entreabrían ligeramente, como s