Maximiliano Neumann, es un hombre poderoso, un CEO implacable en los negocios y astuto en la vida diaria, ambos aspectos le dan siempre la carta ganadora, se ha esforzado cada día, cada hora, por mantener el éxito de sus empresas, pero todo eso está por cambiar porque ahora no quiere dinero, no quiere poder, él quiere venganza. Dispuesto a dejarlo todo, abandona la ciudad para embarcarse en un viaje que tiene como única finalidad, saldar una cuenta pendiente... Una deuda de sangre. Savannah Brown, es una hermosa joven que sueña con sacar adelante su rancho, es lo único que su padre le dejó, y es precisamente ese lugar el que está lleno de hermosos recuerdos, una infancia feliz, una vida maravillosa, hasta que perdió a tres de los seres más importantes en su vida. Lucha a diario por no derrumbarse y ser de apoyo para su tía, como única hija de los Brown, siente el firme compromiso de no rendirse. Conocer a aquel foráneo, que se presentó en su propiedad en busca de empleo, está por cambiarle la vida. Sin siquiera imaginarlo, le abrió las puertas a la Venganza, un hombre dispuesto a todo por verla sufrir y arrastrarse frente a él, pidiendo perdón.
Leer másSavannah lo llevó a la parte lateral del rancho, dónde había una hilera de muchas puertas iguales, por lo que pudo apreciar aquellas eran las habitaciones del personal del rancho. —Como ya le he dicho, no es nada lujoso o muy cómodo, solo lo necesario para descansar. —No se preocupe, estaré bien de cualquier modo— le aseguró— Así que... todo el personal duerme fuera. —No todos, dentro solo las mujeres del servicio, la cocinera, mi madre, mi tía y yo.—explicó en tono neutro. —¿Es hija única?— preguntó buscando indagar, quizás hubiese otra señorita Brown, lo cual complicaría todo, y que de ser así tendría que investigar cuál de ellas había sido la mujer que Dylan había amado.—Lo soy—respondió sin atreverse a decir nada más.— llegaron frente a una de las habitaciones, era de las primeras— no todas están ocupadas, así que podrá usar esta— abrió la segunda puerta... Era un lugar muy, muy pequeño, una pequeña cama individual, una mesa de noche y un ropero, nada más... no había exagerad
Savannah se percató de lo sensual que era aquel hombre... espalda ancha y brazos definidos que se dibujaban bajo su chaqueta, piernas aparentemente fuertes, pero si, su cuerpo era sexy, su rostro era impresionante... Tenía unos bellísimos ojos verdes, que brillaban como esmeraldas, pestañas oscuras y muy tupidas, cejas abundantes y del mismo color chocolate que su cabellera un poco larga y desordenada, con mechones cayendo rebeldemente sobre su frente acariciando suavemente las pestañas masculinas, aquella barba corta y marrón, no hacía más que acentuar su aspecto varonil e impresionante. —¿Y bien?— volvió a preguntar.***************************************************************"Tiene los ojos más bellos del mundo"Aquellas habían sido las palabras de Dylan y ahora entendía por qué... Aquella mujer tenía unos muy pocos comunes ojos color violeta, si, eran violetas, resultaban impresionantes de ver, nunca antes conoció a nadie con aquel color de ojos, por su mirada, parecía estarl
Savannah Brown, tan soñadora, como inteligente. Tan noble, como suspicaz, tan bondadosa, como autoritaria, tan amable, como mordaz... todo dependía de qué sentimiento lograrás despertar en ella ...Savannah Brown, observó como su capataz y dos ayudantes más, arreaban las cabezas de ganado para que abrevaran en la laguna, desde su montura supervisaba personalmente que todos los animales bebieran, acostumbrada desde muy temprano a las tareas del rancho, no era nada nuevo para ella estar presente en la faena diaria. Allí, apreciando la inmensidad verde de su propiedad frente a ella, no pudo evitar que la nostalgia la invadiera... En ocasiones estaba tan cansada de luchar, quisiera solo rendirse, pero si le daba oportunidad al dolor, terminaría apoderándose de ella. El rancho Brown, era la herencia que recibió cuando su padre murió. Albert Brown, había tenido una vida de lucha constante, batalló y reunió cada centavo libre para comprar aquellas tierras, quería darle a su adorada esposa
No más entrar a la enorme mansión de los Neumann, los escalofriantes gritos desconsolados llegaron hasta él, no pudo evitar sentir como el peso de la pena crecía, haciendo mella en su corazón...Sus ojos se llenaron le lágrimas... No era un hombre de llantos, la última vez que lo había hecho, había sido en la muerte del tío Edmud, y anterior a eso, en el funeral de Engel, su padre, de eso ya hacía más de diez años...—Estoy aquí — fue lo único que dijo, cuándo la pequeña Ivy corrió a sus brazos, la abrazó brindándole refugio, mientras que su madre y su tía, permanecían abrazadas brindándose consuelo... —¿Qué le han dicho?—Tuvo un accidente cuando volvía — dijo su madre, Violett, al parecer manejaba con exceso de velocidad y... estaba ebrio — aquello solo era la confirmación de lo que ya sabían — han dicho que... murió de inmediato, no hubo tiempo de hacer nada por él — su tía gritó de dolor, aferrándose a los brazos de su hermana. —¿Dónde lo tienen?—Nos han dado la dirección de un
—¡Oh, hijo, al fin respondes el teléfono!— Maximiliano se detuvo, su cuerpo entero entró en rigor cuándo escuchó el desesperado llanto de su madre. Frunció el ceño, sin procesar qué podría llevarla a llorar de aquella manera. —Estaba en un reunión importante...¿Qué sucede, madre?— preguntó siguiendo su camino, entró a su oficina y cerró la puerta tras él. —¿Por qué lloras? —Hay noticias horribles, Max— gimoteó la mujer— ¡Tu primo... Dylan está muerto!— gimoteó la mujer echándose a llorar aún peor, Maximiliano Neumann, sintió que dejó de respirar, la noticia lo cubrió como un balde de agua extremadamente fría, el dolor presionó su pecho con fuerza, y no supo en qué momento dejó de respirar... —¿De qué diablos hablas, madre?— su voz fue temblorosa— ¡Eso no... no puede, no puede ser cierto! —¡Tu tía está destrozada!— gimoteó—¡Han llamado para informar de que Dylan tuvo un accidente mientras regresaba de ese maldit* pueblo!, ¡ESTÁ MUERTO, MAX!—sollozó. —¡Voy a la casa ahora mismo!— e