Savannah lo llevó a la parte lateral del rancho, dónde había una hilera de muchas puertas iguales, por lo que pudo apreciar aquellas eran las habitaciones del personal del rancho.
—Como ya le he dicho, no es nada lujoso o muy cómodo, solo lo necesario para descansar. —No se preocupe, estaré bien de cualquier modo— le aseguró— Así que... todo el personal duerme fuera. —No todos, dentro solo las mujeres del servicio, la cocinera, mi madre, mi tía y yo.—explicó en tono neutro. —¿Es hija única?— preguntó buscando indagar, quizás hubiese otra señorita Brown, lo cual complicaría todo, y que de ser así tendría que investigar cuál de ellas había sido la mujer que Dylan había amado. —Lo soy—respondió sin atreverse a decir nada más.— llegaron frente a una de las habitaciones, era de las primeras— no todas están ocupadas, así que podrá usar esta— abrió la segunda puerta... Era un lugar muy, muy pequeño, una pequeña cama individual, una mesa de noche y un ropero, nada más... no había exagerado al decir que era muy genérico. Cualquiera que lo conociera, no podría creer que estaba aceptando dormir en aquel lugar, cuando era dueño de grandes empresas y su habitación era más grande que todos esos cuartitos juntos, con una enorme cama en medio... bien, es lo que había, tendría que ajustarse. Todo para poder llevar a cabo su venganza —espero logre acomodarse lo mejor posible, considerando que es usted un hombre... bastante grande, la habitación le parecerá aún más pequeña— le dijo y le tendió una llave. —Es perfecta para mí.—le aseguró Max. —Usted... me genera mucha curiosidad — le dijo apoyándose en el marco de la puerta, frunciendo el ceño mientras cruzaba las manos sobre su pecho y mirándolo con un extraño brillo en sus ojos violetas...— un hombre de ciudad, adinerado, que huye de casa y el compromiso. —Soy un alma libre— dijo llanamente. —Espero sea tan libre como buen trabajador — recuperó su postura— le dejaré para que organice sus cosas, señor Neumann, el almuerzo se sirve a la una en punto. Sería conveniente que me busque un poco antes, así puedo presentarle al personal y mostrarle un rápido recorrido por el lugar, luego del almuerzo cabalgaremos hasta el límite de mis tierras, dónde debemos alzar la cerca nuevamente. —Gracias, así lo haré.— ella se tocó la punta del sombrero y se alejó cerrando la puerta tras de si. Max, suspiró dejándo su bolso y casco en la cama... —Aquí estoy hermano— dijo a la nada— dispuesto a vengar tu nombre, la señorita Brown, debe pagar por lo que hizo— se sentó en la cama— su abandono y desprecio te llevaron a tu trágico final. Veamos que tan fuerte es ella, cuándo sea yo quien le rompa el corazón en mil pedazos... Poco después se cambió por una ropa más cómoda y salió en busca de aquella mujer, caminó hacia el rancho, sin embargo era imposible no apreciar la hermosura del lugar que le rodeaba, el rancho de esa mujer era sin duda un lugar acogedor... Se encontró de frente con una mujer madura, que lo miró de manera extraña. —¿Quién eres?—demandó saber. —Maximiliano Neumann, la señorita Brown acaba de contratarme. —Sabiendo la situación crítica que atravesamos y Savannah se atreve a contratar personal... ¡Por Dios!—Max, le miró frunciendo el ceño pero evidentemente interesado —¡Otro salario, otra boca que alimentar, el rancho necesita liberar deudas, no adquirir más!— parecía frustrada, y Max contuvo una malvada sonrisa. ¿Quería decir aquello que el rancho Brown estaba pasando un mal momento?, ¿Podría tener tanta suerte como para presentarse como un salvador?. —Me he ofrecido a trabajar sin pago, solo necesitaba un lugar para vivir e inspirarme para escribir mi nuevo libro, yo... no sabía que el rancho estaba mal. —Supongo que si Savannah decidió contratarlo, debo confiar en su decisión —se encogió de hombros—pero sepa que aquí el trabajo es duro—lo recorrió con la mirada, como advirtiendo su apariencia citadina— Ya tendré tiempo de hablar con mi hija—y así, sin más, se dió media vuelta y comenzó a caminar alejándose. Maximiliano sonrió, debía obtener más información sobre la condición del rancho, si Savannah necesitaba ayuda económica, se presentaría como salvador, y si tenía la oportunidad le arrebataría a esa mujer su propiedad, ésta propiedad que trajo desgracia a los Becker, poco le importaría adquirirla y rematarla a precio de caballo flaco, solo para ver a esa mujer sufrir por perder su patrimonio. Debía averiguar más... Llegó a la puerta principal, a la cual llamó y esperó, un par de minutos después una joven le abrió la puerta y lo miró con evidente asombro, sus femeninas mejillas se ruborizaron, al mirarlo, Maximiliano sonrió. —Hola, soy Max, el nuevo empleado, estoy en busca de... la señorita Brown. —Oh, no sabía que tuviesemos un nuevo integrante— dijo con voz dulce— mi nombre es Jessy. —¡No descansó nada!— escuchó la voz de la mujer que se acercaba a ellos. —Sé que dijo que comenzariamos mañana y que hoy solo me mostraria el lugar pero, estoy ansioso por saber lo que haré. —Bien, es un hombre aplicado, señor Neumann, eso me gusta— Savannah, hubiese querido evitar que sus ojos se deslizaran por la figura del foráneo, pero ciertamente no pudo evitarlo, no solo era muy atractivo, sino que si lucía bastante... fuerte, por usar palabras sencillas.—Me alegra que se hayan conocido, ella es Jessy, nos ayuda en el rancho. Jess, este es Maximiliano Neumann, y se quedará una temporada con nosotros. — la joven asintió con una sonrisa— sigame, Aquí es donde se reunen a la hora de la comida, desayuno a las siete en punto, pero puede venir antes por una taza de café— el asintió— el almuerzo se sirve a la una en punto y la cena a las seis treinta. Si por algun motivo ajeno a actividades encomendadas, llega usted tarde a sus comidas, no puedo asegurarle que tenga compañía para comer, o peor ún, que Mery esté contenta— sonrió y los ojos de Max, fueron directamente a los carnosos labios de la joven... ¿Cuántas veces le había sonreído de ese modo a Dylan?, ¿había sido esa sonrisa la causante de sus desgracias?— ¿Sucede algo, señor Neumann? —No, en lo absoluto. —Bien. La siguiente entrada es la cocina— lo dirigió allí, en cuanto entraron una mujer avanzada en edad, pequeña, regordeta y de rostro amable les sonrió— ella es Mery, nuestra cocinera, nos prepara unos banquetes deliciosos— Savannah sonrió, se acercó a la mujer y le dió un rápido abrazó— Mery, el señor Neumman, esará un tiempo con nosotros. —Puede llamarme, Max— le dijo con amabilidad. —Será un placer, muchacho— sonrió la mujer— tu llámame Mery. Está grande y guapo, debe comer mucho— dijo riendo. —No tanto como aparento— respondió sonriendo. —Aquí estoy para servirte, jovencito. —Tenemos otra joven que nos ayuda con las labores del rancho, su nombre es Kate. Richard, el capataz, también están Matías, Elías, y unos mozos más. También podrá conocer a mi tía Ann y a Jennie, mi madre. —Muchos nombres para recordar, espero no me falle la memoria.— dijo con ironía. —Ya se acostumbrará. Ahora vamos a las cuadras, ha dicho que sabe montar... —Así es, modestia aparte, soy un excelente jinete— dijo orgulloso. —No alardee mucho de sus habilidades— le sonrió— soy la mejor amazonas del lugar, quizás algún día lo rete a una carrera. —Quizás, yo acepte— le respondió con una enorme sonrisa, sintiendo como avanzaba en aquel terreno enemigo, no importaba cuan hermosa era, ni las artimañas que usara en su primo, Savannah Brown conocería el amargo sabor de la venganza.Salieron de la casa grande encaminados directamente a los establos, cada uno sumergido en sus pensamientos. Savannah pensando en el misterioso hombre que caminaba junto a ella, había una pequeña parte de ella que la invitaba a mantenerse en alerta, como si tuviese que cuidarse de él, en ocasiones su mirada cambiaba mientras la observaba y aquello la hacia sentir incomoda. Por su parte, Maximiliano pensaba en lo engañosa que podía ser la belleza... aquella mujer tan hermosa por fuera, asi como tan mala por dentro, ella le había roto el corazón a su primo, ella había arrojado a Dylan a la muerte, ella había causado sufrimiento y tragedia en su familia, ella debía pagar por lo que había hecho.Llegaron a las caballerizas, donde se encontraron con un joven que tendría quizás poco más de unos veonte años, de mirada serena y rostro tranquilo, elevo su rostro hacia ellos y asintio.—Señora... ¿Ensillo a tormenta?, buenas tardes caballero. — le saludó.—Ángel, éste es el señor Neumann, se que
Aquella noche completamente agotado Maximiliano se dejó caer en el no muy cómodo colchón de su cama, después de tomar una rápida ducha decidió que era hora de descansar. Observando el techo, no podía dejar de pensar en aquella mujer... Savannah Brown, parecía tan enigmatica, como hermosa... Sin duda alguna era una mujer por la que cualquier hombre perdería la razón, así como había sucedido con su primo... Su belleza y carácter resaltaba en todo, pero qué impresionante resultaban esos singulares ojos, violetas... es que mientras más los veía, más hipnotizantes les resultban. —Por muy hermosa que sea, no puedes perder la cabeza, Maximiliano— se reprendió así mismo— debes mantener los pensamientos y el cuerpo frío, para poder efectuar tu plan de forma magistral... Savannah Brown debe pagar por lo que ha hecho. Tan bella como desgraciada, debía ser igual de infeliz que los había hecho a ellos.Matrimonio por amor... resultaba que la mujer quería matrimonio por amor. ¿Sería posible que se
Entraron a la casa, bajo los chillidos la su madre y tía que mostraban su terror y preocupación, Savannah se guardó el arma en la funda y respiró hiperventilando, buscando tranquilizarse, sentía lava hirviendo correr por sus venas... nunca, nunca nadie la había golpeado jamás.¡¿Cómo se atrevía Tomás, como?!—¡INFELIZ DESGRACIADO!—rugió furiosa y sus ojos se llenaron de lágrimas ante la impotencia. —Ven aquí, tesoro— una de las empleadas llegó corriendo con lo que parecía ser un botiquín de primeros auxilios. —Venga, señor Neumann— la tía Ann, lo ayudó amablemente a sentarse, él no sentía mayor dolor, pero si miraba la profunda cortada en el labio de ella, y se sentía enojado, ninguna mujer merecía ser tratada así, por muy enojado que estuviese ese tal Tomás... ¡Ni siquiera Savannah Bronw, se merecía ser golpeada de aquella manera por un hombre!, Luego, alejó sus pensamientos sintiéndose avergonzado, ¿No planeaba él mismo hacerle daño?, ¡Era un hipócrita!—Señorita Brown...— ella lo
Después de correr un poco, llegaron a la cueva que Savannah había dicho, Maximiliano observó preocupado que parecía ser una abertura en una enorme piedra, de apariencia profunda y muy oscura. —Espero que no sugieras entrar alli— dijo observando la entrada de la cueva y sintiendo cierto temor, nunca, ni en sus peores pesadillas entraría a un lugar como ese. —No, algún animal peligroso podría estar dentro resguardandose de la lluvia, tal y como hacemos nosotros ahora mismo, nos quedaremos aquí hasta que pase, nos ofrece un refugio sin ponernos en peligro, justo en la entrada. —Bien... no pudimos salvarnos— la observó con una sonrisa— estamos empapados — Savannah lo observó atentamente, le parecía uno de los hombres más guapos, atractivos y misterioso que hubiese conocido, quizás se debía a su enorme estatura y ese porte tan varonil... el hecho que él hubiese salido en su defensa de manera inmediata lanzandose contra Tomás para defenderla de aquel golpe, en aquellas semanas no había p
Tras otra rápida semana, la construcción de la cabaña había iniciado, otro ayudante y Max se encargaban de ella, eran jornadas largas y extenuantes, pero Maximiliano sonreía satisfecho al ver como avanzaban, sin duda el resultado le estaba encantando... había hablado una par de veces con su mejor amigo, una vez con su prima y otra con su tía, con su madre se comunicaba más seguido, llamadas rápidas, cortas y sin muchas explicaciones solo para asegurarle de que estaba bien. Aquella mañana, Savannah estaba reunida con algunos trabajadores, dentro de ellos Max, conversaba de actividades a realizar, y de como el nuevo ganado debía ser marcado con el sello del rancho Brown. La reunión con los trabajadores se llevaba a cabo eficazmente, mientras le asignaba a cada uno sus tareas. —Ya viene este chiquillo de nuevo— escucho Max, que uno de los trabajadores se quejaba, desviaron la vista para encontrarse con un niño de unos once o doce años que entraba al rancho por el camino de gravilla, es
—¿Lo llevamos a la habitación?— preguntó Ángel después de que el capataz se marchara en la camioneta en dirección al pueblo. —No— negó Savannah rápidamente— no podemos moverle, no sabemos su condición o que tan fuerte fue el golpe, necesitamos esperar al menos hasta que recobre la conciencia— ¡¿Por qué le dejaron montar a Diablo?!— preguntó enojada. —Intentamos impedirselo, es más, le advertimos de cuánto se enojaría usted señora, pero el hombre estaba decidido. —Estoy harta de estos accidentes— sus ojos violetas parecieron centellar— ¡nadie más que yo monta a Diablo!— presionó los dientes con fuerza— ¿Es que acaso obedeceran solo cuando alguien muera?— los hombres bajaron la mirada avergonzados, Savannah Brown estaba furiosa y lo mejor era no provocarla más. Pasaron mucho rato en silencio, con Savannah extremadamente preocupada porque él no reaccionaba, hasta que Maximiliano intentó abrir los ojos pero el sol le daba de frente, elevó un mano para cubrirlos. —No se mueva,
Max, observó aquellos ojos violetas y aquel rostro serio, su rostro reflejaba una mezcla de preocupación y enojo... —Lamento haber interrumpido su conversación — le dijo pero el se encogió de hombros. —Solo hablaba con Jael, le pedía que tranquilizara a mi madre — bloqueó el celular y lo dejó a un lado, sentándose mejor en la cama. Savannah lo observó, estaba sin camisa, con el amplio pecho desnudo, se veía increíblemente sexy, y Savannah tuvo que recordarse que estaba enfadada, muy enfadada con él. Se cruzó de brazos y se recargó en el umbral de la puerta, mirándolo fijamente. —Está realmente enojada, ¿no es cierto? —Lo estoy—admitió— fue una imprudencia de su parte Neumann, pudo haber muerto. —Pude, pero no pasó nada— ella resopló enojada. —¿Que no pasó nada?, ¿A eso llama nada, Neumann?— preguntó enarcando una ceja— eso sin contar que me ha desobedecido. —¿En realidad piensas echarme de tus tierras?— preguntó sabiendo que de su respuesta dependía el futuro de sus planes.
—¿Está todo bien?— preguntó él frunciendo el ceño, un poco confundido por encontrar a Savannah frente a su habitaciòn en aquel momento de la noche. —Si... bueno no— le dijo y suspiró sintiédose como una tonta— lo siento es que... no podía dormir y me preocupé, quería saber si te sentías bien...—Gracias— Max le regaló una sonrisa— hace un par de horas me tomé el analgesico que me indicó el doctor Carson. Pero igual no podía dormir... ¿Quieres pasar?— le preguntó con una sonrisa— hace frío aquí afuera, asì que si quieres hablar creo que es prudente hacerlo dentro. —Savannah quedó en silencio por algunos segundos, estaba aturdida, quería pensar pero no podía hacerlo con Neumann semi desnudo ante ella. Él se alejó de la puerta dándole acceso, ella asintió pasando junto a él, Neumann cerró la puerta y ella de pronto se sintió asfixiada en aquel pequeño espacio. — ¿Sigues enojada conmigo?— le preguntó y ella suspiró.— realmente lo siento Savannah, no quería enojarte... fallé en mi misión d