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Capítulo 5; Deseos de venganza.

Savannah lo llevó a la parte lateral del rancho, dónde había una hilera de muchas puertas iguales, por lo que pudo apreciar aquellas eran las habitaciones del personal del rancho.

—Como ya le he dicho, no es nada lujoso o muy cómodo, solo lo necesario para descansar.

—No se preocupe, estaré bien de cualquier modo— le aseguró— Así que... todo el personal duerme fuera.

—No todos, dentro solo las mujeres del servicio, la cocinera, mi madre, mi tía y yo.—explicó en tono neutro.

—¿Es hija única?— preguntó buscando indagar, quizás hubiese otra señorita Brown, lo cual complicaría todo, y que de ser así tendría que investigar cuál de ellas había sido la mujer que Dylan había amado.

—Lo soy—respondió sin atreverse a decir nada más.— llegaron frente a una de las habitaciones, era de las primeras— no todas están ocupadas, así que podrá usar esta— abrió la segunda puerta... Era un lugar muy, muy pequeño, una pequeña cama individual, una mesa de noche y un ropero, nada más... no había exagerado al decir que era muy genérico. Cualquiera que lo conociera, no podría creer que estaba aceptando dormir en aquel lugar, cuando era dueño de grandes empresas y su habitación era más grande que todos esos cuartitos juntos, con una enorme cama en medio... bien, es lo que había, tendría que ajustarse. Todo para poder llevar a cabo su venganza —espero logre acomodarse lo mejor posible, considerando que es usted un hombre... bastante grande, la habitación le parecerá aún más pequeña— le dijo y le tendió una llave.

—Es perfecta para mí.—le aseguró Max.

—Usted... me genera mucha curiosidad — le dijo apoyándose en el marco de la puerta, frunciendo el ceño mientras cruzaba las manos sobre su pecho y mirándolo con un extraño brillo en sus ojos violetas...— un hombre de ciudad, adinerado, que huye de casa y el compromiso.

—Soy un alma libre— dijo llanamente.

—Espero sea tan libre como buen trabajador — recuperó su postura— le dejaré para que organice sus cosas, señor Neumann, el almuerzo se sirve a la una en punto. Sería conveniente que me busque un poco antes, así puedo presentarle al personal y mostrarle un rápido recorrido por el lugar, luego del almuerzo cabalgaremos hasta el límite de mis tierras, dónde debemos alzar la cerca nuevamente.

—Gracias, así lo haré.— ella se tocó la punta del sombrero y se alejó cerrando la puerta tras de si. Max, suspiró dejándo su bolso y casco en la cama... —Aquí estoy hermano— dijo a la nada— dispuesto a vengar tu nombre, la señorita Brown, debe pagar por lo que hizo— se sentó en la cama— su abandono y desprecio te llevaron a tu trágico final. Veamos que tan fuerte es ella, cuándo sea yo quien le rompa el corazón en mil pedazos...

Poco después se cambió por una ropa más cómoda y salió en busca de aquella mujer, caminó hacia el rancho, sin embargo era imposible no apreciar la hermosura del lugar que le rodeaba, el rancho de esa mujer era sin duda un lugar acogedor...

Se encontró de frente con una mujer madura, que lo miró de manera extraña.

—¿Quién eres?—demandó saber.

—Maximiliano Neumann, la señorita Brown acaba de contratarme.

—Sabiendo la situación crítica que atravesamos y Savannah se atreve a contratar personal... ¡Por Dios!—Max, le miró frunciendo el ceño pero evidentemente interesado —¡Otro salario, otra boca que alimentar, el rancho necesita liberar deudas, no adquirir más!— parecía frustrada, y Max contuvo una malvada sonrisa. ¿Quería decir aquello que el rancho Brown estaba pasando un mal momento?, ¿Podría tener tanta suerte como para presentarse como un salvador?.

—Me he ofrecido a trabajar sin pago, solo necesitaba un lugar para vivir e inspirarme para escribir mi nuevo libro, yo... no sabía que el rancho estaba mal.

—Supongo que si Savannah decidió contratarlo, debo confiar en su decisión —se encogió de hombros—pero sepa que aquí el trabajo es duro—lo recorrió con la mirada, como advirtiendo su apariencia citadina— Ya tendré tiempo de hablar con mi hija—y así, sin más, se dió media vuelta y comenzó a caminar alejándose.

Maximiliano sonrió, debía obtener más información sobre la condición del rancho, si Savannah necesitaba ayuda económica, se presentaría como salvador, y si tenía la oportunidad le arrebataría a esa mujer su propiedad, ésta propiedad que trajo desgracia a los Becker, poco le importaría adquirirla y rematarla a precio de caballo flaco, solo para ver a esa mujer sufrir por perder su patrimonio.

Debía averiguar más...

Llegó a la puerta principal, a la cual llamó y esperó, un par de minutos después una joven le abrió la puerta y lo miró con evidente asombro, sus femeninas mejillas se ruborizaron, al mirarlo, Maximiliano sonrió.

—Hola, soy Max, el nuevo empleado, estoy en busca de... la señorita Brown.

—Oh, no sabía que tuviesemos un nuevo integrante— dijo con voz dulce— mi nombre es Jessy.

—¡No descansó nada!— escuchó la voz de la mujer que se acercaba a ellos.

—Sé que dijo que comenzariamos mañana y que hoy solo me mostraria el lugar pero, estoy ansioso por saber lo que haré.

—Bien, es un hombre aplicado, señor Neumann, eso me gusta— Savannah, hubiese querido evitar que sus ojos se deslizaran por la figura del foráneo, pero ciertamente no pudo evitarlo, no solo era muy atractivo, sino que si lucía bastante... fuerte, por usar palabras sencillas.—Me alegra que se hayan conocido, ella es Jessy, nos ayuda en el rancho. Jess, este es Maximiliano Neumann, y se quedará una temporada con nosotros. — la joven asintió con una sonrisa— sigame, Aquí es donde se reunen a la hora de la comida, desayuno a las siete en punto, pero puede venir antes por una taza de café— el asintió— el almuerzo se sirve a la una en punto y la cena a las seis treinta. Si por algun motivo ajeno a actividades encomendadas, llega usted tarde a sus comidas, no puedo asegurarle que tenga compañía para comer, o peor ún, que Mery esté contenta— sonrió y los ojos de Max, fueron directamente a los carnosos labios de la joven... ¿Cuántas veces le había sonreído de ese modo a Dylan?, ¿había sido esa sonrisa la causante de sus desgracias?— ¿Sucede algo, señor Neumann?

—No, en lo absoluto.

—Bien. La siguiente entrada es la cocina— lo dirigió allí, en cuanto entraron una mujer avanzada en edad, pequeña, regordeta y de rostro amable les sonrió— ella es Mery, nuestra cocinera, nos prepara unos banquetes deliciosos— Savannah sonrió, se acercó a la mujer y le dió un rápido abrazó— Mery, el señor Neumman, esará un tiempo con nosotros.

—Puede llamarme, Max— le dijo con amabilidad.

—Será un placer, muchacho— sonrió la mujer— tu llámame Mery. Está grande y guapo, debe comer mucho— dijo riendo.

—No tanto como aparento— respondió sonriendo.

—Aquí estoy para servirte, jovencito.

—Tenemos otra joven que nos ayuda con las labores del rancho, su nombre es Kate. Richard, el capataz, también están Matías, Elías, y unos mozos más. También podrá conocer a mi tía Ann y a Jennie, mi madre.

—Muchos nombres para recordar, espero no me falle la memoria.— dijo con ironía.

—Ya se acostumbrará. Ahora vamos a las cuadras, ha dicho que sabe montar...

—Así es, modestia aparte, soy un excelente jinete— dijo orgulloso.

—No alardee mucho de sus habilidades— le sonrió— soy la mejor amazonas del lugar, quizás algún día lo rete a una carrera.

—Quizás, yo acepte— le respondió con una enorme sonrisa, sintiendo como avanzaba en aquel terreno enemigo, no importaba cuan hermosa era, ni las artimañas que usara en su primo, Savannah Brown conocería el amargo sabor de la venganza.

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