Entraron a la casa, bajo los chillidos la su madre y tía que mostraban su terror y preocupación, Savannah se guardó el arma en la funda y respiró hiperventilando, buscando tranquilizarse, sentía lava hirviendo correr por sus venas... nunca, nunca nadie la había golpeado jamás.¡¿Cómo se atrevía Tomás, como?!—¡INFELIZ DESGRACIADO!—rugió furiosa y sus ojos se llenaron de lágrimas ante la impotencia. —Ven aquí, tesoro— una de las empleadas llegó corriendo con lo que parecía ser un botiquín de primeros auxilios. —Venga, señor Neumann— la tía Ann, lo ayudó amablemente a sentarse, él no sentía mayor dolor, pero si miraba la profunda cortada en el labio de ella, y se sentía enojado, ninguna mujer merecía ser tratada así, por muy enojado que estuviese ese tal Tomás... ¡Ni siquiera Savannah Bronw, se merecía ser golpeada de aquella manera por un hombre!, Luego, alejó sus pensamientos sintiéndose avergonzado, ¿No planeaba él mismo hacerle daño?, ¡Era un hipócrita!—Señorita Brown...— ella lo
Después de correr un poco, llegaron a la cueva que Savannah había dicho, Maximiliano observó preocupado que parecía ser una abertura en una enorme piedra, de apariencia profunda y muy oscura. —Espero que no sugieras entrar alli— dijo observando la entrada de la cueva y sintiendo cierto temor, nunca, ni en sus peores pesadillas entraría a un lugar como ese. —No, algún animal peligroso podría estar dentro resguardandose de la lluvia, tal y como hacemos nosotros ahora mismo, nos quedaremos aquí hasta que pase, nos ofrece un refugio sin ponernos en peligro, justo en la entrada. —Bien... no pudimos salvarnos— la observó con una sonrisa— estamos empapados — Savannah lo observó atentamente, le parecía uno de los hombres más guapos, atractivos y misterioso que hubiese conocido, quizás se debía a su enorme estatura y ese porte tan varonil... el hecho que él hubiese salido en su defensa de manera inmediata lanzandose contra Tomás para defenderla de aquel golpe, en aquellas semanas no había p
Tras otra rápida semana, la construcción de la cabaña había iniciado, otro ayudante y Max se encargaban de ella, eran jornadas largas y extenuantes, pero Maximiliano sonreía satisfecho al ver como avanzaban, sin duda el resultado le estaba encantando... había hablado una par de veces con su mejor amigo, una vez con su prima y otra con su tía, con su madre se comunicaba más seguido, llamadas rápidas, cortas y sin muchas explicaciones solo para asegurarle de que estaba bien. Aquella mañana, Savannah estaba reunida con algunos trabajadores, dentro de ellos Max, conversaba de actividades a realizar, y de como el nuevo ganado debía ser marcado con el sello del rancho Brown. La reunión con los trabajadores se llevaba a cabo eficazmente, mientras le asignaba a cada uno sus tareas. —Ya viene este chiquillo de nuevo— escucho Max, que uno de los trabajadores se quejaba, desviaron la vista para encontrarse con un niño de unos once o doce años que entraba al rancho por el camino de gravilla, es
—¿Lo llevamos a la habitación?— preguntó Ángel después de que el capataz se marchara en la camioneta en dirección al pueblo. —No— negó Savannah rápidamente— no podemos moverle, no sabemos su condición o que tan fuerte fue el golpe, necesitamos esperar al menos hasta que recobre la conciencia— ¡¿Por qué le dejaron montar a Diablo?!— preguntó enojada. —Intentamos impedirselo, es más, le advertimos de cuánto se enojaría usted señora, pero el hombre estaba decidido. —Estoy harta de estos accidentes— sus ojos violetas parecieron centellar— ¡nadie más que yo monta a Diablo!— presionó los dientes con fuerza— ¿Es que acaso obedeceran solo cuando alguien muera?— los hombres bajaron la mirada avergonzados, Savannah Brown estaba furiosa y lo mejor era no provocarla más. Pasaron mucho rato en silencio, con Savannah extremadamente preocupada porque él no reaccionaba, hasta que Maximiliano intentó abrir los ojos pero el sol le daba de frente, elevó un mano para cubrirlos. —No se mueva,
Max, observó aquellos ojos violetas y aquel rostro serio, su rostro reflejaba una mezcla de preocupación y enojo... —Lamento haber interrumpido su conversación — le dijo pero el se encogió de hombros. —Solo hablaba con Jael, le pedía que tranquilizara a mi madre — bloqueó el celular y lo dejó a un lado, sentándose mejor en la cama. Savannah lo observó, estaba sin camisa, con el amplio pecho desnudo, se veía increíblemente sexy, y Savannah tuvo que recordarse que estaba enfadada, muy enfadada con él. Se cruzó de brazos y se recargó en el umbral de la puerta, mirándolo fijamente. —Está realmente enojada, ¿no es cierto? —Lo estoy—admitió— fue una imprudencia de su parte Neumann, pudo haber muerto. —Pude, pero no pasó nada— ella resopló enojada. —¿Que no pasó nada?, ¿A eso llama nada, Neumann?— preguntó enarcando una ceja— eso sin contar que me ha desobedecido. —¿En realidad piensas echarme de tus tierras?— preguntó sabiendo que de su respuesta dependía el futuro de sus planes.
—¿Está todo bien?— preguntó él frunciendo el ceño, un poco confundido por encontrar a Savannah frente a su habitaciòn en aquel momento de la noche. —Si... bueno no— le dijo y suspiró sintiédose como una tonta— lo siento es que... no podía dormir y me preocupé, quería saber si te sentías bien...—Gracias— Max le regaló una sonrisa— hace un par de horas me tomé el analgesico que me indicó el doctor Carson. Pero igual no podía dormir... ¿Quieres pasar?— le preguntó con una sonrisa— hace frío aquí afuera, asì que si quieres hablar creo que es prudente hacerlo dentro. —Savannah quedó en silencio por algunos segundos, estaba aturdida, quería pensar pero no podía hacerlo con Neumann semi desnudo ante ella. Él se alejó de la puerta dándole acceso, ella asintió pasando junto a él, Neumann cerró la puerta y ella de pronto se sintió asfixiada en aquel pequeño espacio. — ¿Sigues enojada conmigo?— le preguntó y ella suspiró.— realmente lo siento Savannah, no quería enojarte... fallé en mi misión d
—¿Encuentros nocturnos con Maximiliano Neumann?— la voz de su madre la sobresaltó en cuánto entró a la casa. Savannah se giró hacia ella y la enfrentó, no tenía por qué sentirse avergonzada por haber sido descubierta. —¡Mamá!— gimió llevándose una mano al pecho—¿ Acaso quieres matarme de un susto?— suspiró—¿ Qué haces alli en la oscuridad?—¿Qué haces visitándo a Neumann de noche?— preguntó y encendió la luz, Savannah sonrió.—¿Me estás espiando?— le preguntó llevándose ambas manos a las caderas.—Solo estabamos teniendo una conversación, mamá.—¿En su cama?—preguntó Jennie frunciendo el ceño y Savannah hizo una mueca.—¿Desde cuándo quieres detalles de mi vida sexual?,no sé qué te ocurre ultimamente, pero no te preocupes, no me he acostado con él.—Todavía...— le dijo Jennie y negó con la cabeza.— porque es bastante claro que es allí en donde vas a terminar, Svannah Brown, ya todos comienzan a rumorear que ustedes estan muy... cercanos.—¿Y cuál es el problema, madre?— preguntó un po
Savannah observó fijamente al hombre sentado frente a ella. —Me parece un buen precio— dijo él y parecía sincero, Savannah estaba que explotaba de felicidad, aquella venta lograría salvar el rancho, quería saltar sobre el hombre y besarlo en ambas mejillas como agradecimiento por aquello, sin embargo se mantuvo quieta, inexpresiva, reprimiendo sus emociones, no le demostraría a aquel hombre que había de salvarla. — el ganado está en excelentes condiciones y por eso es que lo deseo, además de ampliar mi propio rancho, soy nuevo en esto, pero me aseguran que tu ganado es del mejor del lugar.—Y no se equivocan, señor Calligang, es por eso que el precio es más que justo.—Así es, estoy listo para cerrar este trato— se puso de pie y extendió la mano hacia ella, Savannah lo emuló y le dedicó una sonrisa.— algunos dicen que su padre estaría muy orgulloso de usted, no lo conocí, pero seguramente están en lo cierto.— aquellas palabras le refrescaron el alma, que un completo extraño asegurara