*—Antonella:Estaba lista para dar el paso.Durante el fin de semana, intentó hablar con su padre sobre lo que había pasado con los Bryant y su deseo de renunciar. Sin embargo, él estuvo ausente casi todo el tiempo, y cuando regresó no parecía dispuesto a tener una conversación seria. Así que decidió que lo mejor sería que se enterara de su decisión cuando ya estuviera tomada.Llegó temprano a la oficina esa mañana y se preparó para el día. Curiosamente, la agenda de Max estaba vacía, algo extraño, ya que recordaba haber visto varias reuniones programadas. Quizá él mismo había decidido hacerse cargo luego de las confusiones recientes en su agenda. Aprovechando la calma, se concentró en preparar su carta de renuncia. Era una idea atrevida, sí, pero sentía que era lo correcto.Después de redactarla cuidadosamente, la imprimió, la guardó en un sobre y la colocó en el cajón de su escritorio, lista para entregarla cuando Max llegara. Mientras esperaba, se dedicó a sus tareas habituales: re
*—Max:Max estaba perdiendo la cabeza.Durante el fin de semana, había intentado de todo para distraerse. Acostarse el viernes con una pelirroja que, aunque había dicho que no se parecía a Antonella, si tenían similitudes y ese fue su primer error. Después de eso, todo se salió de control. Pasó esos días atormentado, soñando con Antonella en su cama, su cuerpo expuesto, con sus piernas abiertas, sus manos sobre sus pequeños pechos y sus labios rosados, invitándolo a hacerla suya. No fueron una ni dos veces que tuvo que recurrir a su mano para aplacar su deseo. Incluso trató de satisfacerlo con otra chica, pero no logró borrar la imagen de Antonella. Cada vez que cerraba los ojos, ella volvía a su mente, y su frustración solo aumentaba. Esto ya lo estaba afectando.El lunes, su falta de sueño era evidente. Canceló todas las reuniones previstas, pero decidió ir a la oficina para hablar con Antonella. Algo en su subconsciente le decía que aquellos sueños tan vívidos tenían que ver con la
*—Antonella:Miro el mensaje que le había enviado su mejor amiga, en donde está se quejaba de que la estaba ignorando y Antonella suspiro.No es que estuviera ignorándola, es que tenía muchas cosas que hacer. Entre el trabajo y la universidad estaban sacándole la poca energía que tenía. No sabía que iba a ser tan difícil estudiar y trabajar a la vez. Muchos lo hacían y parecía fácil, entonces porque estaba pasándole factura de esta formaAntonella miró la pantalla de su computador, viendo la hora. Eran cerca de las seis y la gente de su edad, o estaban saliendo de la universidad para disfrutar del fin de semana o estaban ya disfrutando de este. Tal vez debería aprovechar que era viernes y casi fin de semana para hacer algo para ella. Tenía que dejar de pensar tanto en los problemas familiares y concentrarse en su propia vida. Sus padres estaban ahí para resolver esos problemas, pero sentía que debía de ayudar también, sin embargo, esto estaba sacándole el jugo a su juventud. Solo te
*—Max:Esto era una locura.Max suspiró y salió de su vehículo. Un valet ya estaba esperando para tomar las llaves, mientras un bellboy se encargaba de las maletas en el maletero. Les dedicó una breve sonrisa antes de dirigirse hacia la majestuosa entrada del lujoso Culler Grand Resort, una joya de la cadena hotelera propiedad de la familia Culler, conocida por su prestigio y cercanía con los Bryant desde hacía generaciones.Había estado en este lugar antes, acompañado por su familia durante algún fin de semana. Aunque no estaba en la playa, el resort ofrecía grandes piscinas, spa de primera clase y múltiples actividades recreativas que lo convertían en un destino perfecto para unas vacaciones, pero esta vez, Max no venía a relajarse.Su mejor amigo, James McDonell, se casaba. Todo había sucedido de forma tan repentina que Max todavía procesaba la invitación, que había recibido apenas anoche. Conocía a la novia de James, Lauren Hale, una joven actriz que estaba en pleno auge de su car
*—Antonella:Había dormido profundamente. Antonella se sentía renovada después de un día agotador, corriendo de un lado a otro comprando ropa para la escapada improvisada y terminando la jornada con una relajante tarde en el spa. Aunque Camila era experta en planear cosas abruptamente, Antonella debía admitir que había disfrutado la adrenalina del momento.Sonrió mientras rebuscaba en su maleta el nuevo bikini que había comprado. Era blanco, hecho de crochet, y aunque había gastado más de lo habitual, decidió que valía la pena. Había un límite para sacrificarse por las deudas familiares; de vez en cuando, necesitaba darse un gusto. Dejó el bikini junto a un kimono de playa sobre la cama y se dirigió al baño para ducharse.Eran casi las diez de la mañana. Ambas habían dormido hasta tarde, perdiéndose el buffet del desayuno, y terminaron pidiendo servicio a la habitación. Comieron juntas en el balcón, disfrutando de la vista que daba al área recreativa del hotel. La suite que compartían
*—Antonella:Lentamente, giró su cabeza hacia la derecha, y allí estaba él, Max con una sonrisa que mezclaba picardía y satisfacción.Su cabello, normalmente peinado hacia atrás con estricta perfección, caía rebelde sobre su frente, dándole un aire relajado y peligroso. Sus ojos brillaban con un matiz que ella nunca había visto en las reuniones de la oficina, un destello que parecía atravesarla por completo.—Hola —saludó Camila, completamente divertida por la escena.—Hola. Soy Max, el jefe de Antonella —dijo Max educadamente, pero sin soltarla, como si fuera lo más normal del mundo sostenerla de esa manera.—Soy Camila, su mejor amiga —respondió Camila con una sonrisa coqueta.Antonella tragó saliva, notando cada detalle: los músculos firmes que la rodeaban, el calor de su cuerpo y, más preocupante aún, la presión en su trasero. Sus mejillas ardieron. ¿Era posible que estuviera tan cerca de… eso?—No me dijiste que ibas a venir aquí —dijo Max en un tono que sonaba más a reproche que
*—Max:¿Qué demonios había hecho?Max salió de la piscina con la piel ardiendo, un hormigueo que no solo le recorría el cuerpo, sino que se concentraba en una parte específica que buscaba atención desesperadamente. Caminó rápido hacia donde estaba el grupo de sus amigos, procurando mantener la calma y, al llegar, tomó asiento cruzando las piernas en un intento casi inútil de disimular su estado.—Amigo, casi te mueres ahí, ¿eh? —bromeó James, dándole una palmada en la espalda.Max apenas reaccionó, su mirada se desviaba constantemente hacia el área de la piscina donde había dejado a Antonella y su amiga Camila. Ambas estaban ahora en el minibar acuático, sus cuerpos parcialmente sumergidos, con la luz reflejándose en el agua que delineaba sus siluetas.Antonella estaba de espaldas a él, inclinándose ligeramente mientras hablaba con el bartender. Su bikini blanco, delicadamente bordado, resaltaba sobre su piel ligeramente bronceada, y mechones de su cabello caía en ondas perfectas sobr
*—Antonella:El resto del día, Camila y Antonella lo habían disfrutado al máximo. Realizaron varias actividades recreativas, aunque ninguna relacionada con el agua, pues Antonella no era fanática. Sin embargo, se apuntaron a una sesión de zumba porque a Camila le había encantado el instructor y no quiso perder la oportunidad de verlo más de cerca. Después, jugaron un amistoso partido de voleibol con unas chicas en una cancha al aire libre, donde las risas y la competitividad llenaron el ambiente. Para terminar, visitaron un spa donde recibieron masajes relajantes, faciales rejuvenecedores y un tiempo para desconectarse de todo.Antonella se sentía renovada. Era como si todo el estrés que cargaba se hubiera desvanecido por unas horas. Mientras salían del spa, se prometió a sí misma hacer más escapadas como esta, al menos para despejarse de la complicada realidad que vivía.Tras regresar a la habitación, ambas se ducharon y comenzaron a arreglarse para la noche. Sus opciones de vestuari