*—Antonella:El resto del día, Camila y Antonella lo habían disfrutado al máximo. Realizaron varias actividades recreativas, aunque ninguna relacionada con el agua, pues Antonella no era fanática. Sin embargo, se apuntaron a una sesión de zumba porque a Camila le había encantado el instructor y no quiso perder la oportunidad de verlo más de cerca. Después, jugaron un amistoso partido de voleibol con unas chicas en una cancha al aire libre, donde las risas y la competitividad llenaron el ambiente. Para terminar, visitaron un spa donde recibieron masajes relajantes, faciales rejuvenecedores y un tiempo para desconectarse de todo.Antonella se sentía renovada. Era como si todo el estrés que cargaba se hubiera desvanecido por unas horas. Mientras salían del spa, se prometió a sí misma hacer más escapadas como esta, al menos para despejarse de la complicada realidad que vivía.Tras regresar a la habitación, ambas se ducharon y comenzaron a arreglarse para la noche. Sus opciones de vestuari
*—Antonella:Al llegar, Antonella quedó maravillada. El restaurante era como un rincón sacado de Italia. Las paredes, decoradas con tonos cálidos de terracota, estaban adornadas con cuadros de paisajes italianos, mientras que suaves luces amarillas colgaban en hileras desde el techo, creando una atmósfera íntima. Cada mesa tenía un candelabro pequeño con velas, cuyas llamas danzaban sutilmente, iluminando los manteles blancos. El aroma a albahaca fresca, salsa de tomate y pan recién horneado llenaba el lugar, despertando su apetito.Cuando Antonella buscó con la mirada, vio a Max sentado cerca de un ventanal. Revisaba su teléfono, ajeno a su llegada. Antonella avanzó con pasos seguros, deteniéndose a su lado para carraspear. Max alzó la vista, y sus ojos azules se iluminaron al reconocerla. Guardó el teléfono con rapidez, poniéndose de pie.—Buenas noches, Ellie —saludó con una sonrisa, mientras apartaba su silla con elegancia.Antonella se permitió sonreír ante el gesto y tomó asient
*—Antonella:«Este es solo un paso más hacia el éxito», se dijo Antonella McKay, conocida cariñosamente como Ellie por sus familiares y amigos más cercanos, mientras entraba en el imponente edificio de cristal donde pronto comenzaría a trabajar.Alzó la vista hacia las oficinas del Grupo Bryant, una reconocida corporación familiar con empresas en sectores comerciales, financieros y manufactureros. La familia Bryant era famosa por su prestigio y habilidad para los negocios. Hoy, Antonella se unía como asistente de uno de los hijos del magnate Bradley Bryant.Respiró hondo y cruzó la puerta automática de cristal, que se abrió suavemente a su paso. Una vez dentro, miró alrededor de la recepción, observando a dos chicas detrás de un mostrador, ocupadas con el control de visitantes. Se aclaró la garganta, y una de ellas levantó la mirada del computador.—Buen día, Grupo Bryant, ¿en qué puedo ayudarla? —saludó la recepcionista.Antonella le dedicó una sonrisa.—Sí, tengo una cita con el señ
*—Max:La reciente visita había sido… interesante.Max observó cómo la atractiva pelirroja salía de su oficina acompañada por la señora Miles, su actual asistente. Sintió una extraña curiosidad por la mujer que sería su próxima ayudante. Miró la taza que ella había dejado en el escritorio y se dio cuenta de la marca de su labial rojo en el borde. Recordó el momento en que Antonella había bebido el té y, al terminar, había pasado su lengua por sus labios rojos, dejándolo deslumbrado. Aquel gesto tan casual le había parecido de lo más sensual y le provocó una reacción inesperada. Se removió incómodo en el asiento, sorprendido de sí mismo. ¿Por qué estaba tan excitado por una chica de apenas 20 años? Después de todo, había conocido a mujeres mucho más deslumbrantes.Sin embargo, debía admitir que Antonella era hermosa. La chica era de piel clara, casi como la leche, y Max imaginó cómo se verían sus labios marcando esa piel sensible. Además, sus ojos verdes tenían un brillo cautivador, p
*—Antonella:El día había sido bastante entretenido.Antonella había pasado un maravilloso día con la señora Miles, cuyo nombre era Florence. Ella insistió en que la llamara por su nombre y se encargó de enseñarle cada rincón del edificio donde Antonella trabajaría de ahora en adelante. Florence también le dio algunos consejos, que Antonella anotó cuidadosamente, queriendo absorber cada detalle para desempeñar bien su nuevo rol.Al mediodía, ambas almorzaron juntas, aprovechando la ocasión para conocerse mejor, ya que trabajarían codo a codo durante los próximos 15 días. Después, Florence la condujo hasta la oficina donde ambas desempeñarían sus funciones como asistentes tanto del presidente como del vicepresidente del grupo, mostrándole con paciencia cada detalle necesario para su trabajo. Antonella memorizó cada indicación, decidida a aprovechar al máximo esta oportunidad.Un detalle importante que Florence mencionó fue que el señor Robert Bryant, el actual presidente del grupo tras
*—Max:—Solo tiene una semana contigo y ya estás siendo otra persona.Max se giró rápidamente al oír la voz de Chris, quien estaba apoyado en su vehículo, como si lo hubiera estado esperando. Max había pasado casi todo el día en una reunión fuera del grupo, discutiendo un proyecto de viviendas con una empresaria de la constructora. Ahora que por fin había regresado, le sorprendía ver a Chris en el estacionamiento. Sabía que tenían programado un almuerzo juntos, al cual también se uniría Charlie, para discutir los últimos movimientos de los McKay. Sin embargo, no tenía idea de que su hermano lo estuviera "acechando" de esa forma.—¿De qué hablas? —preguntó Max, arqueando una ceja mientras se acercaba a él, intrigado.—Hablo de la hija de McKay —replicó Chris, cruzándose de brazos.Max rodó los ojos y negó con la cabeza. Chris estaba hablando tonterías. ¿A qué se refería con que, por tener a Antonella una semana en la empresa, él ya era "otra persona"? Max seguía igual y, en su mente, c
*—Antonella:Las dos semanas de entrenamiento con Florence habían terminado, y Antonella estaba inquieta. Ahora que Florence ya se había ido, estaba oficialmente en el puesto como asistente de Robert y Maximilian Bryant. Aunque Robert rara vez iba a la empresa y gestionaba la mayor parte de sus asuntos de manera independiente, Antonella tenía que estar atenta a su correspondencia y coordinar las pocas reuniones que él decidía agendar. Esta dinámica en la empresa le resultaba desconcertante.Observaba que el Grupo Bryant contaba con personas increíblemente competentes, sin embargo, ni Robert ni Max parecían involucrarse en el trabajo diario. Ambos se mantenían en la cima, supervisando desde una distancia cómoda, sin nunca “embarrarse las manos”. Florence se lo había advertido: Robert casi nunca aparecía y solo se limitaba a firmar documentos y asistir a reuniones importantes; era aún más inaccesible que Max. En contraste, Chris, el menor de los hermanos Bryant, sí parecía tener una éti
*—Max:Cuando Antonella se fue, Max esperó unos segundos antes de volverse hacia Chris. Había algo que tenía en mente desde la primera vez y también algunas cosas que habían estado ocurriendo últimamente en el trabajo. Su hermano estaba sonriente, mirando hacia la puerta, y algo en su expresión le indicó a Max lo que podía estar pasando.—Fuiste tú, ¿verdad? —preguntó Max, refiriéndose a los recientes errores de Antonella.—¿Qué fui yo? —Chris se hizo el desentendido, pero Max suspiró.—Las reuniones cambiadas de horario y canceladas con grandes clientes e inversionistas, ¿te suena? —sugirió Max, logrando que Chris sonriera maliciosamente. Max maldijo en voz baja. No le sorprendía en lo absoluto.Sabía que Chris no la quería allí, porque detestaba a los McKay. Ver a cualquier miembro de esa familia lo ponía de mal humor y, claramente, hacía todo lo posible para que Antonella no durará en su puesto, pero hacerlo de esta manera perjudicaba a la empresa. Ahora tendría que encargarse él m