*—Antonella:Antonella sintió que el corazón se le detenía por un segundo. Su cuerpo entero reaccionó al escuchar su voz. Un leve temblor le recorrió los brazos mientras mantenía los ojos fijos en la entrada del salón.Entonces lo vio.Alto, impecable, más guapo que nunca. Max cruzó el umbral con un ramo de rosas rojas en la mano y una sonrisa luminosa en los labios. Las conversaciones se detuvieron. Todos en la sala se quedaron en silencio, mirando al inesperado visitante.—Buenas tardes… o casi noche —saludó con tono relajado, mirando a cada uno de los presentes.Antonella se quedó inmóvil. ¿Qué hacía él allí? ¿Y con ese ramo…? ¿Era para ella?—Oh, buenas noches, Max —dijo su padre, Jeff McKay, siendo el primero en reaccionar. Caminó hacia él con una sonrisa desconcertada—. Es una grata sorpresa verte por aquí, después de todo lo que pasó…Max sonrió, un poco incómodo.—Sí, lo sé, pero hoy no vengo a hablar de negocios —miró alrededor, notando que interrumpía una reunión fami
*—Antonella:Durante unos minutos se quedaron así, fundidos en un abrazo, con los cuerpos aún unidos y los latidos sincronizados, pero la realidad no tardó en filtrarse entre las rendijas de su refugio, y Antonella giró el rostro hacia él, con una sonrisa aún desordenada por el clímax.—¿No crees que deberíamos…? —empezó a decir, pero se interrumpió al ver la cara divertida de Max.—Hice un desastre —admitió él con una risita avergonzada—. Debería andar con una caja de condones encima. No está bien que te haga el amor así, sin protección.Antonella se mordió el labio y se inclinó para rozarle la boca con la suya, aún jadeante.—A mí me gusta sentirte dentro, Max… y más cuando… —se relamió con lentitud, provocadora—. Ya sabes.Max soltó una carcajada, moviendo la cabeza incrédulo.—Y luego dices que el perverso soy yo.Ambos rieron, cómplices y todavía envueltos en ese calor delicioso. Finalmente, Max la dejó ir con suavidad. Antonella se puso de pie, pero apenas lo hizo, sintió
*—Antonella:«Este es solo un paso más hacia el éxito», se dijo Antonella McKay, conocida cariñosamente como Ellie por sus familiares y amigos más cercanos, mientras entraba en el imponente edificio de cristal donde pronto comenzaría a trabajar.Alzó la vista hacia las oficinas del Grupo Bryant, una reconocida corporación familiar con empresas en sectores comerciales, financieros y manufactureros. La familia Bryant era famosa por su prestigio y habilidad para los negocios. Hoy, Antonella se unía como asistente de uno de los hijos del magnate Bradley Bryant.Respiró hondo y cruzó la puerta automática de cristal, que se abrió suavemente a su paso. Una vez dentro, miró alrededor de la recepción, observando a dos chicas detrás de un mostrador, ocupadas con el control de visitantes. Se aclaró la garganta, y una de ellas levantó la mirada del computador.—Buen día, Grupo Bryant, ¿en qué puedo ayudarla? —saludó la recepcionista.Antonella le dedicó una sonrisa.—Sí, tengo una cita con el señ
*—Max:La reciente visita había sido… interesante.Max observó cómo la atractiva pelirroja salía de su oficina acompañada por la señora Miles, su actual asistente. Sintió una extraña curiosidad por la mujer que sería su próxima ayudante. Miró la taza que ella había dejado en el escritorio y se dio cuenta de la marca de su labial rojo en el borde. Recordó el momento en que Antonella había bebido el té y, al terminar, había pasado su lengua por sus labios rojos, dejándolo deslumbrado. Aquel gesto tan casual le había parecido de lo más sensual y le provocó una reacción inesperada. Se removió incómodo en el asiento, sorprendido de sí mismo. ¿Por qué estaba tan excitado por una chica de apenas 20 años? Después de todo, había conocido a mujeres mucho más deslumbrantes.Sin embargo, debía admitir que Antonella era hermosa. La chica era de piel clara, casi como la leche, y Max imaginó cómo se verían sus labios marcando esa piel sensible. Además, sus ojos verdes tenían un brillo cautivador, p
*—Antonella:El día había sido bastante entretenido.Antonella había pasado un maravilloso día con la señora Miles, cuyo nombre era Florence. Ella insistió en que la llamara por su nombre y se encargó de enseñarle cada rincón del edificio donde Antonella trabajaría de ahora en adelante. Florence también le dio algunos consejos, que Antonella anotó cuidadosamente, queriendo absorber cada detalle para desempeñar bien su nuevo rol.Al mediodía, ambas almorzaron juntas, aprovechando la ocasión para conocerse mejor, ya que trabajarían codo a codo durante los próximos 15 días. Después, Florence la condujo hasta la oficina donde ambas desempeñarían sus funciones como asistentes tanto del presidente como del vicepresidente del grupo, mostrándole con paciencia cada detalle necesario para su trabajo. Antonella memorizó cada indicación, decidida a aprovechar al máximo esta oportunidad.Un detalle importante que Florence mencionó fue que el señor Robert Bryant, el actual presidente del grupo tras
*—Max:—Solo tiene una semana contigo y ya estás siendo otra persona.Max se giró rápidamente al oír la voz de Chris, quien estaba apoyado en su vehículo, como si lo hubiera estado esperando. Max había pasado casi todo el día en una reunión fuera del grupo, discutiendo un proyecto de viviendas con una empresaria de la constructora. Ahora que por fin había regresado, le sorprendía ver a Chris en el estacionamiento. Sabía que tenían programado un almuerzo juntos, al cual también se uniría Charlie, para discutir los últimos movimientos de los McKay. Sin embargo, no tenía idea de que su hermano lo estuviera "acechando" de esa forma.—¿De qué hablas? —preguntó Max, arqueando una ceja mientras se acercaba a él, intrigado.—Hablo de la hija de McKay —replicó Chris, cruzándose de brazos.Max rodó los ojos y negó con la cabeza. Chris estaba hablando tonterías. ¿A qué se refería con que, por tener a Antonella una semana en la empresa, él ya era "otra persona"? Max seguía igual y, en su mente, c
*—Antonella:Las dos semanas de entrenamiento con Florence habían terminado, y Antonella estaba inquieta. Ahora que Florence ya se había ido, estaba oficialmente en el puesto como asistente de Robert y Maximilian Bryant. Aunque Robert rara vez iba a la empresa y gestionaba la mayor parte de sus asuntos de manera independiente, Antonella tenía que estar atenta a su correspondencia y coordinar las pocas reuniones que él decidía agendar. Esta dinámica en la empresa le resultaba desconcertante.Observaba que el Grupo Bryant contaba con personas increíblemente competentes, sin embargo, ni Robert ni Max parecían involucrarse en el trabajo diario. Ambos se mantenían en la cima, supervisando desde una distancia cómoda, sin nunca “embarrarse las manos”. Florence se lo había advertido: Robert casi nunca aparecía y solo se limitaba a firmar documentos y asistir a reuniones importantes; era aún más inaccesible que Max. En contraste, Chris, el menor de los hermanos Bryant, sí parecía tener una étic
*—Max:Cuando Antonella se fue, Max esperó unos segundos antes de volverse hacia Chris. Había algo que tenía en mente desde la primera vez y también algunas cosas que habían estado ocurriendo últimamente en el trabajo. Su hermano estaba sonriente, mirando hacia la puerta, y algo en su expresión le indicó a Max lo que podía estar pasando.—Fuiste tú, ¿verdad? —preguntó Max, refiriéndose a los recientes errores de Antonella.—¿Qué fui yo? —Chris se hizo el desentendido, pero Max suspiró.—Las reuniones cambiadas de horario y canceladas con grandes clientes e inversionistas, ¿te suena? —sugirió Max, logrando que Chris sonriera maliciosamente. Max maldijo en voz baja. No le sorprendía en lo absoluto.Sabía que Chris no la quería allí, porque detestaba a los McKay. Ver a cualquier miembro de esa familia lo ponía de mal humor y, claramente, hacía todo lo posible para que Antonella no durará en su puesto, pero hacerlo de esta manera perjudicaba a la empresa. Ahora tendría que encargarse él m