*—Antonella:Había sido un fin de semana de ensueño, un recuerdo que Antonella sabía que atesoraría por siempre, pero el lunes llegó, y con este, la realidad.El ascensor emitió un suave ding cuando alcanzó el piso de la oficina. Con la cabeza en alto y el corazón latiendo con fuerza, Antonella salió y caminó hacia su escritorio. Era temprano; Max aún no había llegado, pero ese momento a solas le dio tiempo para reunir sus pensamientos y prepararse mentalmente para enfrentarlo.Desde aquella noche, no había vuelto a ver a Max. Sabía que estaba en la boda que se celebraba en un área privada del hotel, pero no se acercó ni una sola vez. Pasó el resto del fin de semana con Camila, disfrutando de masajes, el sol y las piscinas, pero manteniéndose lejos de todo lo que pudiera recordarle a Max. Cuando Camila le preguntó cómo había sido la noche, Antonella mintió diciendo que había sido tranquila. En el fondo, no quería hablar de algo tan hermoso, pero también tan embarazoso.Sabía que no po
*—Antonella:El fin de semana llegó, y Antonella no hizo nada fuera de lo común. Asistió a sus clases, adelantó tareas y, cuando fue necesario, se quedó en casa. Su padre había estado fuera de la ciudad durante algunos días, pero el domingo volvió para compartir el almuerzo en familia.A Antonella nunca le había gustado particularmente ese momento. Las comidas familiares se habían convertido en un evento incómodo en los últimos meses. Fuera cual fuera el tema de conversación, su padre terminaba por dirigirlo hacia ella, enfatizando lo orgulloso que estaba de que trabajara para los Bryant. Este aparente reconocimiento no hacía más que alimentar las reacciones hostiles de sus hermanas menores, quienes no ocultaban sus celos. Y ese día no fue la excepción.—Ha pasado tiempo desde que estoy en casa —comentó Jefferson, su padre, mientras el nuevo personal doméstico servía los platos en la mesa.Desde hacía poco, su padre había logrado algún tipo de acuerdo que les permitió contratar nuevo
*—Max:Estaba siendo un imbécil.Después de lo que pasó con Antonella, Max no podía evitar pensar que había cometido un error monumental. Dejó que el alcohol y el momento lo dominaran, cruzando una línea que no debía cruzarse. A pesar de desearla más de lo que podía admitir, sabía que lo mejor era alejarse. Chris siempre le recordaba que necesitaba mantener el enfoque, y tenía razón. No podía permitirse involucrarse con Antonella, especialmente cuando ella era parte de la familia enemiga. Por eso, decidió actuar como si nada hubiera ocurrido.El lunes, cuando llegó a la oficina, vio a Antonella esperándolo con una sonrisa profesional. Era hermosa, y recordar lo que había sucedido entre ellos lo llenaba de un deseo frustrante. Aquella noche juntos había sido inolvidable, pero ahora se sorprendía al notar la frialdad en su trato. Una parte de él esperaba que ella tratara de hablar de lo ocurrido, que tal vez mostrara algo más de calidez, pero no fue así. Al contrario, la forma en que le
*—Antonella:Los días habían transcurrido incómodamente, como si el tiempo se moviera arrastrando los pies, sin imprevistos ni sobresaltos. Max había pasado la semana anterior fuera del trabajo, y cuando volvieron a encontrarse el lunes, actuó como si aquel mágico fin de semana en el hotel nunca hubiera sucedido. Antonella comprendió que, para él, así debía ser. Lo que ocurrió entre ellos fue un error, y no había espacio para errores en sus vidas.Antonella se esforzó por mantener la compostura, trabajando a su lado como siempre, con profesionalismo y una distancia que antes no existía. Sabía que a Max le incomodaba que lo llamaran "señor", pero a ella no le importaba. Necesitaba hacerlo para recordar constantemente la línea que había trazado entre ellos. Esa formalidad era un escudo, una barrera para no caer nuevamente en la familiaridad de antes, esa que los había conducido a un momento que nunca debió haber ocurrido.A mitad de semana, Antonella se enteró de que habría una celebrac
*—Antonella:Los días pasaban tan rápido que, antes de darse cuenta, el verano había llegado, trayendo consigo una nueva Antonella. O al menos, eso era lo que ella intentaba ser. Había tenido una pequeña esperanza, casi diminuta, de que Max la buscara, que se tomaran el tiempo para hablar sobre lo sucedido aquella noche, pero semanas y semanas de silencio le habían dejado claro que eso no ocurriría. Ahora, con la posibilidad cada vez más real de un compromiso entre Max y Shanna, se prometió enterrar sus sentimientos. Era su hermana menor, y aunque no estaba feliz con la idea, sabía que no podía hacer nada más que aceptarlo. Max nunca sería para ella, y debía aprender a convivir con ese vacío.Era mejor olvidarlo por completo.Antonella respiró hondo y alzó la mano para llamar la atención de Camila, quien acababa de llegar al pequeño café donde habían quedado. Después de semanas sin verse, al fin lograron coincidir. Camila había estado completamente ocupada con su nuevo trabajo en el b
*—Antonella:Al salir del coche, Antonella se estiró un poco, respirando el aire fresco de la mañana. Max la miró por un momento antes de caminar hacia la entrada, abriéndole la puerta de vidrio con un gesto amable.—Bienvenida al refugio —dijo, y Antonella lo siguió, ya con la sensación de que ese día, su visión sobre Max y sobre el refugio en sí misma cambiaría para siempre.La puerta del refugio se cerró tras ellos, y Max comenzó a guiar a Antonella por el interior del lugar. Mientras caminaban, Antonella no podía evitar mirar todo a su alrededor. El refugio estaba lleno de vida, pero lo que más la sorprendió era la atmósfera de cariño y cuidado que se respiraba. No era el tipo de lugar frío y distante que había imaginado. Las paredes estaban adornadas con fotos de animales felices y sonrientes, algunos ya adoptados, otros esperando a encontrar un hogar. Max caminaba a su lado, señalando con entusiasmo a cada rincón.—Aquí tenemos a los cachorros que llegaron hace poco —dijo Max, s
*—Antonella:Después de que Max se alejó, Antonella no pudo evitar sumergirse en un torbellino de pensamientos. La culpa la invadía, haciéndola revivir cada palabra que había dicho, cada gesto que pudo haber arruinado el ambiente entre ellos.«¿Por qué tuve que ser tan estúpida?», se reprochó, sintiendo un nudo en el estómago por haber tocado un tema tan delicado. Decidida a enmendar las cosas, se preparó para disculparse cuando lo vio regresar. Max llevaba dos refrescos en las manos, caminando con esa calma característica que siempre parecía tener. Los colocó sobre la mesa sin prisa y se sentó frente a ella, como si nada hubiera pasado, aunque el ligero fruncimiento en su ceño decía lo contrario.Max, al otro lado de la mesa, abrió su refresco y tomó un largo sorbo antes de hablar. Sus ojos se posaron en ella con una mezcla de seriedad y algo que parecía resignación.—Siento no responderte antes. Es que… —comenzó, deteniéndose un momento como si buscara las palabras adecuadas—. No vo
*—Max:Había sido una mañana hermosa.Max nunca había llevado a nadie al refugio. Era su lugar seguro, un espacio donde podía ser él mismo sin las máscaras que usaba en el trabajo o en la vida social. Sin embargo, cuando se encontró con Antonella por casualidad en el supermercado, algo en su interior se agitó. La idea de invitarla surgió casi sin pensarlo; tenía una invitación pendiente, sí, pero en el fondo, solo quería pasar tiempo con ella, lejos de la oficina y de los amigos. Solo ellos, compartiendo un momento único, rodeados de seres inocentes y diferentes.La mañana fue perfecta. Antonella, con su dulzura natural, parecía iluminar cada rincón del refugio. Su ternura al interactuar con las mascotas le mostró una faceta de ella que lo tenía completamente embelesado. Durante todo ese tiempo, su corazón había latido como loco, cada sonrisa suya enviándole una nueva ola de emociones que apenas podía controlar. No había duda: estaba enamorado de Antonella.Y ese era el problema.Cuan