*—Antonella:Al llegar, Antonella quedó maravillada. El restaurante era como un rincón sacado de Italia. Las paredes, decoradas con tonos cálidos de terracota, estaban adornadas con cuadros de paisajes italianos, mientras que suaves luces amarillas colgaban en hileras desde el techo, creando una atmósfera íntima. Cada mesa tenía un candelabro pequeño con velas, cuyas llamas danzaban sutilmente, iluminando los manteles blancos. El aroma a albahaca fresca, salsa de tomate y pan recién horneado llenaba el lugar, despertando su apetito.Cuando Antonella buscó con la mirada, vio a Max sentado cerca de un ventanal. Revisaba su teléfono, ajeno a su llegada. Antonella avanzó con pasos seguros, deteniéndose a su lado para carraspear. Max alzó la vista, y sus ojos azules se iluminaron al reconocerla. Guardó el teléfono con rapidez, poniéndose de pie.—Buenas noches, Ellie —saludó con una sonrisa, mientras apartaba su silla con elegancia.Antonella se permitió sonreír ante el gesto y tomó asient
*—Antonella:Después de una larga velada, en la que Max y Antonella compartieron confidencias, risas y conversaciones sobre sus vidas mientras disfrutaban de vino y pasta, llegó el momento de despedirse. Una llamada interrumpió la magia del momento; uno de los amigos de Max le recordó la despedida de soltero a la que debía asistir.Salieron juntos del restaurante en un silencio cómodo, y Max, fiel a su carácter caballeroso, la acompañó hasta su habitación. Antonella caminaba con las mejillas enrojecidas, no solo por el vino, sino por la calidez que sentía en su pecho. Estaba ligeramente mareada, pero no por el alcohol, sino por la conexión que había florecido entre ellos esa noche.Le dolían las mejillas de tanto reír y sentía la garganta seca de tanto hablar. Nunca había disfrutado tanto de la compañía de alguien del sexo opuesto. Miró discretamente a Max, quien caminaba a su lado en silencio, con la mirada fija hacia adelante. Su perfil era perfecto, desde la curva elegante de su na
*—Antonella:Estaba siendo besada por Max.Max profundizó el beso, introduciendo su lengua en la boca de Antonella con un movimiento que la hizo jadear. La sensación era abrumadora, su lengua acariciando la de ella en un ritmo que parecía sincronizado con los latidos desbocados de su corazón.Antonella llevó sus manos a la camisa de Max, aferrándose a él como si fuera su ancla en medio de este mar de emociones desconocidas. Max la empujó contra la puerta con un movimiento decidido, su cuerpo presionándose contra el de ella. Antonella podía sentirlo: la dureza de sus músculos y la intensidad de su presencia que la envolvía por completo.El contacto era un incendio que se encendía en su interior. Besarlo era como tocar el cielo, y por primera vez, se alegró de haber esperado tanto para experimentar algo así. Que fuera con Max, que fuera así de inolvidable, hacía que todo tuviera sentido.Max devoraba su boca con una necesidad palpable, como si intentara grabar su sabor en su memoria. An
*—Max:Max había perdido la cabeza.Entró en su habitación apresuradamente, cerrando la puerta tras de sí con un golpe. Apenas llegó al borde de la cama, sus manos bajaron el cinturón y los pantalones con una urgencia primitiva. Tomó su erección con fuerza, comenzando a masturbarse con movimientos rudos mientras las imágenes de Antonella aún danzaban en su mente. Su rostro estaba encendido, y su respiración, irregular. El recuerdo de lo sucedido estaba fresco, tan vívido que casi podía sentirla nuevamente entre sus manos.No había planeado que la noche terminara así. Cuando Seth le sugirió cambiar los planes para salir con la amiga de Antonella, Max había considerado cancelar. Sabía lo peligroso que sería estar cerca de ella. Sin embargo, la idea de dejarla plantada no le parecía correcta, y al final decidió aceptar.Cuando Antonella llegó, con un atuendo sencillo, pero perfecto para ella, Max quedó hechizado. Sabía que era hermosa, pero verla fuera del ambiente de la oficina era otra
*—Antonella:Había sido un fin de semana de ensueño, un recuerdo que Antonella sabía que atesoraría por siempre, pero el lunes llegó, y con este, la realidad.El ascensor emitió un suave ding cuando alcanzó el piso de la oficina. Con la cabeza en alto y el corazón latiendo con fuerza, Antonella salió y caminó hacia su escritorio. Era temprano; Max aún no había llegado, pero ese momento a solas le dio tiempo para reunir sus pensamientos y prepararse mentalmente para enfrentarlo.Desde aquella noche, no había vuelto a ver a Max. Sabía que estaba en la boda que se celebraba en un área privada del hotel, pero no se acercó ni una sola vez. Pasó el resto del fin de semana con Camila, disfrutando de masajes, el sol y las piscinas, pero manteniéndose lejos de todo lo que pudiera recordarle a Max. Cuando Camila le preguntó cómo había sido la noche, Antonella mintió diciendo que había sido tranquila. En el fondo, no quería hablar de algo tan hermoso, pero también tan embarazoso.Sabía que no po
*—Antonella:El fin de semana llegó, y Antonella no hizo nada fuera de lo común. Asistió a sus clases, adelantó tareas y, cuando fue necesario, se quedó en casa. Su padre había estado fuera de la ciudad durante algunos días, pero el domingo volvió para compartir el almuerzo en familia.A Antonella nunca le había gustado particularmente ese momento. Las comidas familiares se habían convertido en un evento incómodo en los últimos meses. Fuera cual fuera el tema de conversación, su padre terminaba por dirigirlo hacia ella, enfatizando lo orgulloso que estaba de que trabajara para los Bryant. Este aparente reconocimiento no hacía más que alimentar las reacciones hostiles de sus hermanas menores, quienes no ocultaban sus celos. Y ese día no fue la excepción.—Ha pasado tiempo desde que estoy en casa —comentó Jefferson, su padre, mientras el nuevo personal doméstico servía los platos en la mesa.Desde hacía poco, su padre había logrado algún tipo de acuerdo que les permitió contratar nuevo
*—Max:Estaba siendo un imbécil.Después de lo que pasó con Antonella, Max no podía evitar pensar que había cometido un error monumental. Dejó que el alcohol y el momento lo dominaran, cruzando una línea que no debía cruzarse. A pesar de desearla más de lo que podía admitir, sabía que lo mejor era alejarse. Chris siempre le recordaba que necesitaba mantener el enfoque, y tenía razón. No podía permitirse involucrarse con Antonella, especialmente cuando ella era parte de la familia enemiga. Por eso, decidió actuar como si nada hubiera ocurrido.El lunes, cuando llegó a la oficina, vio a Antonella esperándolo con una sonrisa profesional. Era hermosa, y recordar lo que había sucedido entre ellos lo llenaba de un deseo frustrante. Aquella noche juntos había sido inolvidable, pero ahora se sorprendía al notar la frialdad en su trato. Una parte de él esperaba que ella tratara de hablar de lo ocurrido, que tal vez mostrara algo más de calidez, pero no fue así. Al contrario, la forma en que le
*—Antonella:Los días habían transcurrido incómodamente, como si el tiempo se moviera arrastrando los pies, sin imprevistos ni sobresaltos. Max había pasado la semana anterior fuera del trabajo, y cuando volvieron a encontrarse el lunes, actuó como si aquel mágico fin de semana en el hotel nunca hubiera sucedido. Antonella comprendió que, para él, así debía ser. Lo que ocurrió entre ellos fue un error, y no había espacio para errores en sus vidas.Antonella se esforzó por mantener la compostura, trabajando a su lado como siempre, con profesionalismo y una distancia que antes no existía. Sabía que a Max le incomodaba que lo llamaran "señor", pero a ella no le importaba. Necesitaba hacerlo para recordar constantemente la línea que había trazado entre ellos. Esa formalidad era un escudo, una barrera para no caer nuevamente en la familiaridad de antes, esa que los había conducido a un momento que nunca debió haber ocurrido.A mitad de semana, Antonella se enteró de que habría una celebrac