*—Max:¿Qué demonios había hecho?Max salió de la piscina con la piel ardiendo, un hormigueo que no solo le recorría el cuerpo, sino que se concentraba en una parte específica que buscaba atención desesperadamente. Caminó rápido hacia donde estaba el grupo de sus amigos, procurando mantener la calma y, al llegar, tomó asiento cruzando las piernas en un intento casi inútil de disimular su estado.—Amigo, casi te mueres ahí, ¿eh? —bromeó James, dándole una palmada en la espalda.Max apenas reaccionó, su mirada se desviaba constantemente hacia el área de la piscina donde había dejado a Antonella y su amiga Camila. Ambas estaban ahora en el minibar acuático, sus cuerpos parcialmente sumergidos, con la luz reflejándose en el agua que delineaba sus siluetas.Antonella estaba de espaldas a él, inclinándose ligeramente mientras hablaba con el bartender. Su bikini blanco, delicadamente bordado, resaltaba sobre su piel ligeramente bronceada, y mechones de su cabello caía en ondas perfectas sobr
*—Antonella:El resto del día, Camila y Antonella lo habían disfrutado al máximo. Realizaron varias actividades recreativas, aunque ninguna relacionada con el agua, pues Antonella no era fanática. Sin embargo, se apuntaron a una sesión de zumba porque a Camila le había encantado el instructor y no quiso perder la oportunidad de verlo más de cerca. Después, jugaron un amistoso partido de voleibol con unas chicas en una cancha al aire libre, donde las risas y la competitividad llenaron el ambiente. Para terminar, visitaron un spa donde recibieron masajes relajantes, faciales rejuvenecedores y un tiempo para desconectarse de todo.Antonella se sentía renovada. Era como si todo el estrés que cargaba se hubiera desvanecido por unas horas. Mientras salían del spa, se prometió a sí misma hacer más escapadas como esta, al menos para despejarse de la complicada realidad que vivía.Tras regresar a la habitación, ambas se ducharon y comenzaron a arreglarse para la noche. Sus opciones de vestuari
*—Antonella:Al llegar, Antonella quedó maravillada. El restaurante era como un rincón sacado de Italia. Las paredes, decoradas con tonos cálidos de terracota, estaban adornadas con cuadros de paisajes italianos, mientras que suaves luces amarillas colgaban en hileras desde el techo, creando una atmósfera íntima. Cada mesa tenía un candelabro pequeño con velas, cuyas llamas danzaban sutilmente, iluminando los manteles blancos. El aroma a albahaca fresca, salsa de tomate y pan recién horneado llenaba el lugar, despertando su apetito.Cuando Antonella buscó con la mirada, vio a Max sentado cerca de un ventanal. Revisaba su teléfono, ajeno a su llegada. Antonella avanzó con pasos seguros, deteniéndose a su lado para carraspear. Max alzó la vista, y sus ojos azules se iluminaron al reconocerla. Guardó el teléfono con rapidez, poniéndose de pie.—Buenas noches, Ellie —saludó con una sonrisa, mientras apartaba su silla con elegancia.Antonella se permitió sonreír ante el gesto y tomó asient
*—Antonella:Después de una larga velada, en la que Max y Antonella compartieron confidencias, risas y conversaciones sobre sus vidas mientras disfrutaban de vino y pasta, llegó el momento de despedirse. Una llamada interrumpió la magia del momento; uno de los amigos de Max le recordó la despedida de soltero a la que debía asistir.Salieron juntos del restaurante en un silencio cómodo, y Max, fiel a su carácter caballeroso, la acompañó hasta su habitación. Antonella caminaba con las mejillas enrojecidas, no solo por el vino, sino por la calidez que sentía en su pecho. Estaba ligeramente mareada, pero no por el alcohol, sino por la conexión que había florecido entre ellos esa noche.Le dolían las mejillas de tanto reír y sentía la garganta seca de tanto hablar. Nunca había disfrutado tanto de la compañía de alguien del sexo opuesto. Miró discretamente a Max, quien caminaba a su lado en silencio, con la mirada fija hacia adelante. Su perfil era perfecto, desde la curva elegante de su na
*—Antonella:Estaba siendo besada por Max.Max profundizó el beso, introduciendo su lengua en la boca de Antonella con un movimiento que la hizo jadear. La sensación era abrumadora, su lengua acariciando la de ella en un ritmo que parecía sincronizado con los latidos desbocados de su corazón.Antonella llevó sus manos a la camisa de Max, aferrándose a él como si fuera su ancla en medio de este mar de emociones desconocidas. Max la empujó contra la puerta con un movimiento decidido, su cuerpo presionándose contra el de ella. Antonella podía sentirlo: la dureza de sus músculos y la intensidad de su presencia que la envolvía por completo.El contacto era un incendio que se encendía en su interior. Besarlo era como tocar el cielo, y por primera vez, se alegró de haber esperado tanto para experimentar algo así. Que fuera con Max, que fuera así de inolvidable, hacía que todo tuviera sentido.Max devoraba su boca con una necesidad palpable, como si intentara grabar su sabor en su memoria. An
*—Max:Max había perdido la cabeza.Entró en su habitación apresuradamente, cerrando la puerta tras de sí con un golpe. Apenas llegó al borde de la cama, sus manos bajaron el cinturón y los pantalones con una urgencia primitiva. Tomó su erección con fuerza, comenzando a masturbarse con movimientos rudos mientras las imágenes de Antonella aún danzaban en su mente. Su rostro estaba encendido, y su respiración, irregular. El recuerdo de lo sucedido estaba fresco, tan vívido que casi podía sentirla nuevamente entre sus manos.No había planeado que la noche terminara así. Cuando Seth le sugirió cambiar los planes para salir con la amiga de Antonella, Max había considerado cancelar. Sabía lo peligroso que sería estar cerca de ella. Sin embargo, la idea de dejarla plantada no le parecía correcta, y al final decidió aceptar.Cuando Antonella llegó, con un atuendo sencillo, pero perfecto para ella, Max quedó hechizado. Sabía que era hermosa, pero verla fuera del ambiente de la oficina era otra
*—Antonella:Había sido un fin de semana de ensueño, un recuerdo que Antonella sabía que atesoraría por siempre, pero el lunes llegó, y con este, la realidad.El ascensor emitió un suave ding cuando alcanzó el piso de la oficina. Con la cabeza en alto y el corazón latiendo con fuerza, Antonella salió y caminó hacia su escritorio. Era temprano; Max aún no había llegado, pero ese momento a solas le dio tiempo para reunir sus pensamientos y prepararse mentalmente para enfrentarlo.Desde aquella noche, no había vuelto a ver a Max. Sabía que estaba en la boda que se celebraba en un área privada del hotel, pero no se acercó ni una sola vez. Pasó el resto del fin de semana con Camila, disfrutando de masajes, el sol y las piscinas, pero manteniéndose lejos de todo lo que pudiera recordarle a Max. Cuando Camila le preguntó cómo había sido la noche, Antonella mintió diciendo que había sido tranquila. En el fondo, no quería hablar de algo tan hermoso, pero también tan embarazoso.Sabía que no po
*—Antonella:El fin de semana llegó, y Antonella no hizo nada fuera de lo común. Asistió a sus clases, adelantó tareas y, cuando fue necesario, se quedó en casa. Su padre había estado fuera de la ciudad durante algunos días, pero el domingo volvió para compartir el almuerzo en familia.A Antonella nunca le había gustado particularmente ese momento. Las comidas familiares se habían convertido en un evento incómodo en los últimos meses. Fuera cual fuera el tema de conversación, su padre terminaba por dirigirlo hacia ella, enfatizando lo orgulloso que estaba de que trabajara para los Bryant. Este aparente reconocimiento no hacía más que alimentar las reacciones hostiles de sus hermanas menores, quienes no ocultaban sus celos. Y ese día no fue la excepción.—Ha pasado tiempo desde que estoy en casa —comentó Jefferson, su padre, mientras el nuevo personal doméstico servía los platos en la mesa.Desde hacía poco, su padre había logrado algún tipo de acuerdo que les permitió contratar nuevo