Samantha Abro los ojos y veo que Edward sigue dormido. Su mano está alrededor de mi cintura, y no puedo evitar sonreír como una tonta. —Sam, ¿estás despierta? —pregunta Drake desde su cama. Como respuesta, le lanzo una almohada y él suelta una carcajada. —¿Y a mí me das un beso? —susurra Edward—. Un beso de buenos días. Me acerco y le doy un beso corto. —Buenos días. —Buenos días, linda. —Yo no pienso bañarme —dice Drake. —Yo no quiero llegar sucia —respondo. —Yo tampoco —apoya Edward—. ¿Tú primero o yo? —Tú. Edward se levanta de la cama y se mete al baño. Yo me quedo viendo mi pequeña maleta y saco la ropa que traje para hoy. —Tu turno —dice Edward al salir del baño. Abro los ojos y veo que Edward sigue dormido. Su mano está alrededor de mi cintura y no puedo evitar sonreír como una tonta. —Sam, ¿estás despierta? —pregunta Drake desde su cama. Como respuesta, le lanzo una almohada y él suelta una carcajada. —¿Y a mí me das un beso? —susurra Edward—.
Samantha Estoy demasiado aburrida en mi casa, así que le pregunto a Edward qué va a hacer hoy. Me responde que va a salir con una amiga llamada Rebekah. Me pregunto si Rebekah será solo una amiga o si también se acuesta con ella. Cualquiera que sea la respuesta, siento como me hierve la sangre al pensar que está con otra chica. Decido llamarlo para saber si va a venir o pasará todo el día con su estúpida amiga. —¿Hola? —contesta una mujer— ¿Quién es? Escucho a Edward en el fondo— ¿Sam? —toma el teléfono. —No sabía que estabas tan ocupado —es lo primero que le digo. —Oye, ¿qué sucede? Nada, solo soy una estúpida por haberte llamado. —Solo quería saber si vas a venir a almorzar. —No te preocupes por mí. —Bien —siento demasiada rabia. —Adiós. Cuelgo el teléfono y lanzo un suspiro de frustración. No soporto la idea de que esté con otra chica, aunque sé que no tengo derecho a sentirme así. Intento distraerme con cualquier cosa, pero no puedo sacármelo de la cabeza. Después de
Samantha Mi celular empieza a sonar y, al escuchar el tono, noto que Edward emite un gruñido de frustración desde la cama. —¿Hola? —respondo, aún adormilada. —Señorita Jenner —dice una voz grave—. Soy Pedro, de la empresa de seguridad que trabaja para su familia. Hemos recibido una alerta de que las alarmas de seguridad están activadas. —Voy en camino —digo y cuelgo rápidamente. Me levanto de la cama con urgencia, mientras Edward abre los ojos y se sienta, preocupado. —¿Qué pasa? —pregunta, frotándose los ojos. —Las alarmas del edificio están sonando —le explico. —Vamos —se levanta de un salto—. No pienso dejarte ir sola, Sam. —Déjame ponerme algo —le digo, mientras me visto con un conjunto de sudadera rosa y unas zapatillas deportivas. Recojo mi cabello en una coleta rápida y veo a Edward esperando con las llaves del auto en la mano. —¿Qué crees que haya pasado? —pregunto mientras miro por la ventana del auto. —No estoy seguro —toma mi mano—. Probablemente se t
El sonido insistente de mi celular me arranca de mis sueños. Con los ojos aún entrecerrados, veo el nombre de mi madre en la pantalla. —Hola, mamá —digo, tratando de sonar más despierta de lo que realmente estoy. —Sam, cariño, solo quería informarte que regresamos la semana que viene —responde ella con un tono animado. El anuncio me hace sentarme de golpe en la cama, mi corazón acelerándose. ¿Cómo les diré a mis padres que estoy saliendo con Edward, el socio de mi padre? —¿Por qué tan pronto? —pregunto, tratando de disimular mi preocupación. —Pensé que te ibas a alegrar —dice mamá, sorprendida por mi reacción. —Sí... claro —digo, frotándome los ojos —Es que recién me despierto. —Ya veo. No te preocupes, hablaremos más tarde. Te quiero, Sam. —Yo también te quiero, mamá. Te llamo luego, adiós. Cuelgo la llamada y dejo escapar un suspiro. Miro el reloj y veo que apenas son las ocho de la mañana. La luz del sol se filtra a través de las cortinas, iluminando suavemente la habitaci
¿Por qué Edward tuvo que invitarme a salir hoy? No tengo ropa para ir a cenar con sus amigos. Así es, me dijo que quería presentarme a sus amigos y no puedo evitar sentirme nerviosa. Quiero causar una buena impresión. Reviso mi armario minuciosamente, mirando cada prenda que tengo hasta que me decido por un body negro, una falda negra y unos tacones. —Te ves preciosa —dice mi mejor amiga, Lucy. —Lucy, ¿a dónde crees que vamos a ir? —A un restaurante elegante o a un bar elegante. Empiezo a peinarme y decido hacerme una cola alta. Siento que me hace ver segura y empoderada. —Sam, tengo que confesarte algo. Me volteo a verla —¿Qué pasa? —Estoy feliz por ti, de que él finalmente haya confesado sus sentimientos hacia ti. Solo quiero que tengas mucho cuidado, por favor. —Tendré mucho cuidado —le aseguro. Mi celular comienza a sonar y Edward me dice que ya está abajo. Me despido de Lucy y me dirijo a la puerta con el corazón en la garganta. ¿Por qué estoy tan nerviosa? Al salir
Salimos del club y subimos al auto. Mi respiración está agitada, el enojo me consume. En mi mente, me imagino arrastrando a Jennifer por el suelo, arrancándole esas extensiones baratas que tanto presume. Cuando llegamos al apartamento de Edward, noto con sorpresa que su madre está allí. Su presencia inesperada sólo añade tensión a mi ya revuelta emoción. —Te esperaré en la habitación —le digo mientras nos dirigimos hacia la entrada. —¿Por qué? —responde Edward con una sonrisa pícara—. Dúchate conmigo. —Tu madre está en la habitación de al lado —le explico en voz baja, tratando de mantener la calma. —Sam, es solo un baño. Relájate —dice él, con una sonrisa que refleja la confianza que tiene en su capacidad para desarmar mi resistencia. No puedo negarme a su propuesta, y él lo sabe. La sonrisa triunfante en su rostro al ver mi suspiro de derrota es la prueba de que ha ganado esta pequeña batalla. —¿Me bajas la cremallera? —le pido, y me pongo de espaldas a él. Me levanto el pelo
Hoy llegan mis padres y no puedo evitar sentirme algo nerviosa. Sé que ellos no tienen problema con que Edward y yo tengamos una relación, pero aun así estoy nerviosa y es inevitable. —¿Quieres desayunar? —Edward besa mi frente. —Sí. ¿Salimos? —Por supuesto —se queda viéndome —Tal vez puedas ayudarme, amor. Odio las erecciones en la mañana. —¿De verdad? —me burlo. —Es difícil controlarla y más cuando estás vestida así. Tienes un cabello tan hermoso, Sam —su boca se encuentra cerca de mi oído y siento su aliento, aunque sus labios no me tocan —Eres solo mía. —Ed... —suelto un gemido. —Silencio —me advierte —Tan hermosa —dice mientras deshace de su bóxer. Cada palabra es un placer. Cierro los ojos e inclino la cabeza, dándole un acceso más fácil a mi cuello. —Mía —susurra una vez más —Date la vuelta — me dice con su voz de repente ronca. Lo hago y él jadea. Llevo puesta su camisera negra y mi panty de encaje color blanco. —¿Te gusta? —susurro. —Más que eso, nena. Te v
Abro la puerta y una ráfaga de aire frío me golpea en la cara.—Eddie, ¿apagaste la calefacción? —Sam pregunta, su voz temblando de frío.—No, la dejé encendida esta mañana —respondo, sorprendido. Me acerco al termostato y veo que marca veinticinco grados, pero claramente la temperatura en la sala no está ni cerca de eso.—Voy a llamar al servicio técnico —dice ella, sacando su teléfono con determinación.La escucho hablar con urgencia mientras marco el número del servicio técnico.—Hola, tengo un problema con la calefacción. Mi novia está temblando de frío y necesitamos que vengan a arreglarlo lo antes posible. ¿Pueden enviar a alguien ya?La operadora promete enviar a alguien en diez minutos. Sam cuelga y me lanza una mirada de alivio mientras se sienta en el sofá, intentando recuperar el calor.—Ya vienen en camino —le digo mientras me siento a su lado.La observo temblar ligeramente y veo cómo trata de disimularlo. No puedo evitar sonreír ante su esfuerzo por mantener la calma.—G