Capítulo 9

Samantha

Todo en mi habitación da vueltas mientras los eventos de anoche invaden mi mente.

¡Mierda!

Recuerdo cada cosa que le dije a Edward y también cuando estábamos en la ducha.

Decido hacerme la que no recuerda nada, será más fácil así.

—Sam —escucho unos golpes en mi puerta.

¿Qué hago?

¿Me hago la dormida?

Actúa normal, Samantha.

—Hola —abro la puerta de mi habitación—. ¿Te sucede algo?

—¿Quieres una pastilla o algo?

—No, tranquilo —sonrío—. Amanecí demasiado bien.

—¿Quieres ir a la casa del lago?

—¿Casa del lago?

—Con mis padres.

—No, me da mucha pena —admito—. Solo he visto a tus padres dos veces y eso fue hace tiempo.

—Vamos, Sam —me suplica—. Además, creo que los dos nos debemos una charla.

Dudo un momento, pero sé que tiene razón. Hay muchas cosas que necesitamos aclarar.

—Y yo que iba a hacerme la que no recordaba —él ríe un poco.

—¿No quieres hablar?

—No es eso —muerdo mi labio—. Bien, iré a la casa del lago y hablaremos de lo que necesites.

—Ambos lo necesitamos —me aclara.

Mi celular comienza a sonar y veo que es Luke. No le contesto porque no sé qué hacer.

Lo sé, siento que estoy jugando con los sentimientos de ambos. Para mi defensa, Edward me tiene muy confundida, así que no es completamente mi culpa, creo.

Entro a la ducha y comienzo a recordar las escenas de anoche, siento tanta vergüenza. El baño es corto y, mientras me peino el cabello, noto unos cuantos rasguños en mi cara.

—No puede ser —digo en voz baja.

Espero que mi mamá no me haga videollamada, no quiero tener que darle explicaciones.

Miro mi armario y me pongo un short de jean, una blusa blanca y unas zapatillas del mismo color.

—Estoy lista —digo al llegar a su lado.

Él me mira y sonríe levemente. Me sorprende cuando me da un beso en la mejilla, haciendo que mi corazón se acelere.

Mi celular sigue sonando y lo pongo en silencio para que no vuelva a interrumpirnos.

—¿No vas a contestar? —me pregunta mientras me abre la puerta del copiloto.

—No.

Y aunque me siento mal por ignorar las llamadas, es lo que siento que debo hacer en estos momentos.

—¿Te sientes bien? Te veo algo nerviosa.

—Es porque estoy nerviosa —hago una mueca.

—Tú nunca estás nerviosa —replica—. Y ni siquiera sé por qué te pones nerviosa.

Tal vez porque voy a estar con tus padres y tú me gustas.

Decido ignorarlo y comienzo a cantar.

—Tienes una voz muy linda —sonríe—. ¿Por qué no le sacas provecho?

—¿De qué hablas?

—Tengo un amigo que es productor —me explica—. Te puedo presentar con él para que escuche tu hermosa voz.

—Gracias, pero no puedo hacerlo. Me da vergüenza y tengo responsabilidades en la empresa de mis padres.

—¿Y eso es lo que quieres?

—Sí —respondo decidida.

—Tenemos que recoger a mi hermano.

—No sabía que tu hermano estaba acá.

—Yo tampoco —hace una mueca.

Recogemos al hermano de Edward y durante el camino nos cuenta una historia.

—Y lo siguiente que pasó fue que la chica terminó muerta. Estaba en el auto y ya se estaba marchando de la ciudad y... ¡Pum! El asesino no estaba muerto, entonces, la mató con la sierra.

El hermano de Edward nos está contando sobre una película de terror que vio anoche. Edward tiene la expresión de querer matarlo.

—¿Por qué no las ves conmigo? —me pregunta.

—Porque las verá conmigo —responde Edward.

—¿Son novios?

—No —me apresuro a decir.

—No, pero no coquetees con ella —advierte Edward.

—¿Por qué siempre está de mal genio?

—Porque no soporto escucharte —dice Edward sin inmutarse.

—No habrá dormido bien —me encojo de hombros.

—¿Quieres que te lo recuerde? —dice en voz baja.

Miro mi celular y veo que tengo un mensaje de Luke diciendo que quiere salir conmigo en la noche. Realmente me siento mal por no haberle contestado su llamada antes. Me siento confundida con todo lo que está pasando. Necesito hablar con Edward lo más rápido posible.

Ya hemos salido de la ciudad y lo único que veo a nuestro alrededor es la carretera que nos lleva a la casa del lago.

—¿Y queda muy lejos? —le pregunto a Drake.

—Faltan como dos horas de camino.

Drake es dos años mayor que yo. Solíamos salir juntos a todas partes hasta que se fue a estudiar a otro país.

El auto comienza a perder velocidad y veo que Edward tiene cara de preocupación.

—¿Está todo bien?

—No —el auto se apaga—. ¡Demonios!

Nos bajamos del auto y Edward trata de encenderlo, pero no lo logra.

—Debemos llamar a un mecánico —dice Drake.

—Creo que debemos llamar a la grúa —dice Edward.

—¿Y nosotros qué haremos?

—Buscar un hotel —dice tranquilo—. Mañana el auto estará arreglado y podremos ir a la casa del lago.

—Por aquí no hay hoteles.

—Entonces busca un motel, Sam.

¿Un motel? No me quiero quedar en un motel con ellos dos.

Busco en mi celular un hotel cercano y no hay ningún resultado. Para mi mala suerte, solo hay tres moteles cerca y ninguno llega a las cinco estrellas de calificación.

—Ya viene la grúa y llevará el auto al taller —Edward se acerca a mí—. Lamento que todo esto haya pasado.

—No es tu culpa.

—Creo que disfrutarías más estando con tu novio en estos momentos.

—Que no es mi novio.

Una grúa toca la bocina y un hombre mayor se acerca a nosotros. Lo primero que hace es mirarme de arriba a abajo y veo cómo Edward se tensa a mi lado.

—¿Qué sucedió?

Los chicos comienzan a contarle lo sucedido y él engancha el auto a la grúa. Dice que el auto estará listo para mañana en la mañana.

—¿Nos puede llevar? —pregunta Drake.

—Suban.

—No me haré a su lado —le digo a Edward.

Drake se sienta al lado del señor y yo me siento en las piernas de Edward, que está junto a la ventanilla. Por suerte, el motel está a diez minutos porque no creo poder soportar mucho tiempo aquí.

—Una habitación con tres camas —Edward se acerca a la recepcionista.

—Tengo habitaciones con dos camas.

—Entonces esa —le da el dinero.

—Bien —ella le da el cambio—. Y aquí están las llaves de la habitación.

Subimos las escaleras y observo todo con cuidado. Edward abre la puerta y, por dentro, no se ve tan mal.

—¿Dormirás conmigo? —le pregunto a Edward.

—No pensaba dejarte dormir con mi hermano.

Entramos a la habitación y nos quedamos viendo televisión hasta que llega la noche.

—¿Dónde vamos a comer? —les pregunto.

—Busqué en G****e y hay una pizzería cerca —dice Drake—. Puedo ir por ella.

—Te esperamos aquí —dice Edward.

Drake se pone los zapatos y sale de la habitación, lo que significa que ha llegado el momento de hablar con Edward.

—¿A qué hora estará listo el auto?

—A las nueve.

—Genial —digo, sintiéndome un poco tonta.

—Oye, Sam —Edward respira hondo—. ¿Quieres hablar de lo que sucedió?

—¿Y tú?

—Yo te pregunté primero.

—Está bien —suspiro—. ¿Qué quieres saber?

—¿Por qué dijiste todo eso anoche?

—Porque estaba borracha.

—Y los borrachos siempre dicen la verdad —se acerca a mí—. ¿Lo que dijiste era verdad?

—Sí, pero no sé lo que tú sientes.

—Me gustas, Sam —pone sus manos en mi rostro—. Quiero salir contigo, pero me da miedo lo que piensen tus papás.

—Todos saben que soy bastante madura.

—Pero soy mayor que tú.

—¿Y?

—¿Y Luke?

—Hablaré con él —le aseguro.

Sus labios atrapan los míos y siento que necesitaba este beso desde hace mucho. Me inclino más hacia él y muerdo suavemente su labio inferior.

La puerta se abre y nos separamos justo a tiempo. Drake entra con una caja de pizza extra grande y se tira en la cama.

—Está deliciosa —digo después de tragar—. Y tiene mucho queso.

—Lo sé —sonríe—. Soy el mejor.

Terminamos de comer y nos acostamos en nuestras camas. El primero en quedarse dormido es Drake. Me doy la vuelta en la cama y Edward y yo quedamos cara a cara.

—¿No puedes dormir? —me susurra.

—No.

Él me pega hacia él y siento la necesidad de besarlo. Me inclino hacia él y atrapo sus labios con los míos, pero no es un beso normal. Él pone sus manos en mi trasero y yo paso mi pierna alrededor de su cintura.

—Sam, me estás provocando —me advierte.

—¿Y no te gusta?

Siento que su mano entra por mi pantalón de pijama y no puedo evitar soltar una respiración fuerte. Su dedo comienza a tocar mi clítoris y yo me remuevo en la cama sin hacer mucho ruido.

—Eddie —digo con la respiración acelerada.

Él se hace encima de mí y comienza a besar todo mi abdomen hasta llegar a la parte de abajo. Siento su respiración sobre mi parte íntima y arqueo un poco mi espalda.

—¿Te gusta? —pregunta cuando introduce su dedo dentro de mí.

Comienza a acelerar sus movimientos y me cubro la boca para no hacer mucho ruido.

Lo tomo del rostro y lo hago subir hasta mi altura.

—Quiero que me lo hagas —le pido.

—No, Sam. Tienes que estar segura. Sé que no es tu primera vez, pero de igual manera...

—Si estoy segura —lo miro a los ojos —¿O es que tú no quieres?

—Si quiero.

Le bajo su pantalón con mis pies y él tira de mi pantalón de pijama.

—Mañana te compraré una pastilla.

Edward entra en mí y me toma de la mano para comenzar a hacer movimientos lentos y placenteros. Este hombre es un Dios en la cama y no quiero ser egocéntrica, pero yo también sé jugar en la cama.

—¿Te gusta? —me penetra más a fondo.

—Si —le doy un beso —Quiero estar encima de ti.

Él se acomoda y yo me subo sobre él para comenzar a hacer movimientos circulares. Él pone sus manos en mis caderas y me aprieta sin hacerme ningún daño. Comienzo a acelerar mis movimientos y él tira su cabeza para atrás, sé que le está gustando.

—Sam, voy a venirme —me levanta y me pone al lado de él —Eso fue lo mejor del mundo —besa mi cabeza.

—Descansa —cierro mis ojos.

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