Capítulo 47

Hoy es el día en que nos embarcamos hacia Santorini, y no puedo evitar sentir una mezcla de emoción y nervios. La boda está a solo una semana de distancia, y la realidad de lo que está por suceder comienza a hundirse en mí. Todo tiene que salir perfecto, y aunque estoy segura de que lo hará, hay una pequeña parte de mí que no puede evitar preocuparse por los detalles.

Edward y yo nos hemos estado preparando para este día durante meses, y finalmente está aquí. Louis, que ahora tiene casi dos meses, está en su cuna, tranquilo, ajeno al ajetreo que se desarrolla a su alrededor. Observo cómo Edward revisa una lista en su teléfono, asegurándose de que no hayamos olvidado nada importante. Me siento en la cama, dándole el último sorbo a mi café, tratando de calmar las mariposas en mi estómago.

—¿Todo listo? —pregunta Edward mientras guarda su teléfono en el bolsillo y se acerca para besarme en la frente.

—Creo que sí —respondo con una sonrisa—. Aunque no puedo dejar de pensar en si nos hemos olvidado de algo.

Edward sonríe, esa sonrisa que siempre logra tranquilizarme.

—Todo va a estar bien, Sam. Hemos planeado esto hasta el último detalle. Y si algo sale mal, lo solucionaremos juntos.

Sus palabras, como siempre, me llenan de confianza. Edward ha sido mi roca durante todo este proceso, y no puedo imaginarme pasando por esto sin él a mi lado. Me levanto para comenzar a empacar las últimas cosas, y juntos nos aseguramos de que todo esté listo para el viaje.

**Capítulo 47 - Narrado por Sam**

Louis comienza a moverse en su cuna, emitiendo pequeños sonidos que indican que está a punto de despertarse. Me acerco a su cuna con cuidado, tratando de no hacer demasiado ruido para no sobresaltarlo. A medida que me inclino para recogerlo, sus ojos se abren lentamente, y su carita se arruga en una expresión que precede a su llanto. Lo levanto con suavidad, sosteniéndolo cerca de mí mientras me dirijo al sofá donde Edward sigue mirando la película.

—Parece que el pequeño príncipe se ha despertado —comento con una sonrisa, sentándome junto a Edward mientras acomodo a Louis en mis brazos.

Edward pausa la película y gira hacia nosotros, una expresión de ternura en su rostro al vernos. Se inclina hacia adelante para besar la cabecita de Louis, y el bebé responde emitiendo un pequeño suspiro.

—¿Tiene hambre? —pregunta Edward, colocando una mano sobre la pequeña espalda de Louis.

—Creo que sí. Siempre tiene hambre —respondo, ajustando mi blusa para amamantarlo.

Louis se prende de inmediato, y sus pequeños ojos se cierran mientras comienza a succionar con avidez. La sensación es una mezcla de alivio y conexión, una de esas experiencias que, aunque agotadoras, también son profundamente satisfactorias. Edward se queda a mi lado, observándonos con una sonrisa en el rostro, y me siento completamente en paz en este momento.

—Es increíble cuánto ha crecido en tan poco tiempo —murmura Edward, acariciando la cabecita de Louis con suavidad—. Parece que fue ayer cuando estábamos en el hospital, esperando que naciera.

—Lo sé —asiento—. Y pensar que en una semana estaremos casados. Todo está sucediendo tan rápido.

—Sí, pero también es perfecto —responde Edward, dándome un beso en la frente—. No podría pedir nada más.

Pasamos un rato así, disfrutando del momento, mientras Louis termina de alimentarse y comienza a quedarse dormido nuevamente. Lo recuesto en su cuna con cuidado, asegurándome de que esté bien arropado, y luego me vuelvo hacia Edward, sintiéndome llena de amor por nuestra pequeña familia.

—¿Listos para Santorini? —pregunta Edward, mientras vuelve a poner la película en pausa.

—Sí, pero primero necesito terminar de empacar —respondo, dándole un ligero golpe en el hombro mientras me levanto del sofá—. No puedo creer que aún me falten cosas por meter en la maleta.

Edward se ríe y me sigue al dormitorio, donde las maletas ya están medio llenas. Comenzamos a empacar lo último, asegurándonos de no olvidar nada para Louis. Mientras lo hacemos, Edward y yo hablamos sobre la boda, sobre cómo imaginamos ese día y sobre todo lo que nos espera en el futuro.

El día avanza rápidamente, y antes de darnos cuenta, estamos en el aeropuerto, listos para abordar nuestro vuelo hacia Santorini. Louis está tranquilo en su cochecito, observando todo con esos grandes ojos curiosos que tanto nos encantan. Edward y yo nos miramos, compartiendo una sonrisa cómplice.

—Próxima parada: nuestra boda —digo, sintiendo una oleada de emoción.

—Y el comienzo de una nueva vida juntos —añade Edward, tomando mi mano con firmeza mientras nos dirigimos hacia la puerta de embarque.

Nuestros padres y Drake llegarán mañana para acompañarnos en los preparativos finales de la boda. Mientras tanto, Edward y yo aprovechamos este tiempo a solas con Louis, disfrutando de los momentos tranquilos antes de que todo se vuelva un torbellino de actividades.

Nos dirigimos a una de las cafeterías del aeropuerto, donde decidimos comer algo ligero antes de que nos llamen para abordar el avión. Pedimos unos sándwiches y café para nosotros, mientras que Louis sigue durmiendo en su cochecito, ajeno al bullicio que nos rodea. Me tomo un momento para observar a Edward, notando cómo la paternidad ha añadido una nueva capa de serenidad a su rostro.

—¿Nervioso por mañana? —le pregunto mientras doy un sorbo a mi café.

—Un poco, pero más que nada estoy emocionado —responde con una sonrisa, tomando mi mano sobre la mesa—. Va a ser increíble tener a toda nuestra familia con nosotros en Santorini.

Asiento, compartiendo su sentimiento. La idea de tener a todos nuestros seres queridos reunidos para celebrar nuestra boda y conocer a Louis me llena de una alegría indescriptible. Pero al mismo tiempo, siento un pequeño nudo en el estómago, una mezcla de nervios y anticipación por todo lo que está por venir.

Terminamos de comer justo cuando anuncian nuestro vuelo. Edward se levanta y comienza a recoger nuestras cosas, mientras yo me aseguro de que Louis esté bien abrigado para el vuelo.

—Listos para nuestra gran aventura, pequeño? —le susurro a Louis mientras lo acomodo en su asiento.

Nos dirigimos hacia la puerta de embarque y, después de pasar por el control de seguridad, finalmente subimos al avión. Edward guarda las maletas en el compartimiento superior y luego se sienta junto a mí, asegurándose de que Louis esté cómodo en su asiento.

—Santorini, allá vamos —murmura Edward, dándome un beso en la mejilla.

El avión comienza a rodar por la pista, y siento una mezcla de emociones que burbujean dentro de mí. Mientras nos elevamos hacia el cielo, me recuesto en el asiento y dejo que la calma me envuelva, sabiendo que estamos a punto de embarcarnos en uno de los capítulos más emocionantes de nuestras vidas.

Edward toma mi mano, entrelazando sus dedos con los míos, y me ofrece una sonrisa cálida. Con Louis durmiendo tranquilamente a nuestro lado y el mundo entero esperándonos en Santorini, sé que estamos exactamente donde debemos estar.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo