Estoy sentada en Starbucks con mi novio y mis amigas, disfrutando del bullicio y el aroma a café recién hecho. Es uno de esos lugares que siempre me hacen sentir viva, conectada con el mundo. Acabo de pedir un frappuccino y me dejo envolver por el dulce y frío sabor mientras escucho las animadas conversaciones a mi alrededor.
—¿Y qué planes tienes para el fin de semana? —pregunta Ana, una de mis mejores amigas, mientras juguetea con su taza de café. —No lo sé, tal vez solo relajarme en casa —responde María con una sonrisa perezosa. Mis amigas están sumergidas en sus charlas, riendo y compartiendo historias. Mi novio, siempre a mi lado, me da una sensación de confort y familiaridad. Entonces, de repente, su voz corta el aire, trayendo consigo una propuesta inesperada. —Hoy vamos a una discoteca —dice, con un brillo en sus ojos que no había visto en mucho tiempo. Levanto la vista, sorprendida pero curiosa. —¿Una discoteca? ¿Esta noche? —pregunto, tratando de asimilar la idea. —Sí, ¿por qué no? —responde él, encogiéndose de hombros con una sonrisa despreocupada—. Será divertido. Además, hace tiempo que no salimos a bailar. Miro a mis amigas y veo la misma chispa de emoción reflejada en sus rostros. —¡Eso suena genial! —exclama Ana, ya animada con la idea. —Sí, hace mucho que no salimos todas juntas —añade María, asintiendo con entusiasmo. Llego a casa después de unos minutos de haber salido de Starbucks. El aire de la tarde está fresco y me llena de energía mientras subo las escaleras hasta la puerta de entrada. Al entrar, el aroma familiar de la cocina me recibe, junto con la voz de mi padre que parece esperarme con una noticia. —Samantha, necesito que te cambies —dice desde la sala. Dejo mis cosas en el recibidor y camino hacia él, curiosa. —¿Por qué? —pregunto, mirándolo con una mezcla de curiosidad y preocupación. —Edward, un amigo mío, vendrá a casa y se quedará con nosotros por unos días. Quiero que estés presentable cuando llegue —explica, con un tono serio pero amable. —¿Edward? —repito, procesando la información—. Está bien, me cambiaré. Me pongo una falda negra con un body blanco y mis zapatos Dolce & Gabbana. Me miro en el espejo y sonrío, satisfecha con mi elección. Quiero causar una buena impresión, aunque no esperaba tener que hacerlo hoy. Bajo las escaleras con calma, cada paso resonando ligeramente en la casa silenciosa. Al llegar al final de las escaleras, lo veo. Edward está de pie en la sala, conversando con mi padre. Tiene tatuajes que asoman bajo las mangas de su camiseta, el cabello negro algo rizado y un cuerpo de infarto que no puedo evitar notar. Él levanta la vista y nuestras miradas se encuentran. Su rostro se ilumina con una sonrisa encantadora, y siento un ligero cosquilleo en el estómago. —Hola, Samantha. Ha pasado tiempo —dice, su voz profunda y amigable. —Hola, Edward. Sí, ha pasado un tiempo —respondo, tratando de mantener la compostura mientras me acerco. Mi padre interviene, ajeno a mi nerviosismo. —Samantha, Edward estará con nosotros unos días. Quiero que te sientas cómoda y le hagas sentir como en casa. Asiento, todavía algo aturdida por la presencia imponente de Edward. —Claro, papá. Bienvenido, Edward. Espero que disfrutes tu estadía. —Gracias, Samantha. Estoy seguro de que lo haré —responde él, con esa sonrisa que parece desarmarme. Nos sentamos en la mesa cuando mi mamá sirve la lasaña, su especialidad. El aroma es delicioso y me hace sentir un poco más relajada. Edward se sienta frente a mí, y trato de no mirarlo demasiado mientras él se acomoda. Mis padres también se sientan, y la cena comienza con la típica charla ligera. Mientras disfrutamos de la comida, mi padre carraspea y capta nuestra atención. —Samantha, tu madre y yo queremos decirte algo —comienza, con un tono serio pero amable. Miro a mis padres, curiosa y un poco nerviosa. —Mañana saldremos de viaje por unos días. Es un viaje de negocios que no podemos posponer —continúa mi padre. Me sorprendo un poco, ya que no había oído hablar de este viaje antes. —¿Y qué haré yo? —pregunto, tratando de entender el plan. —Edward se quedará aquí para cuidarte y asegurarse de que todo vaya bien en nuestra ausencia —explica mi madre, sonriendo. Mi mirada se dirige a Edward, que me observa con una expresión tranquila y confiada. —No te preocupes, Samantha. Estaré aquí para lo que necesites —dice él, su voz cálida y tranquilizadora. Asiento lentamente, tratando de asimilar la noticia. La idea de quedarme sola con Edward es inesperada y un poco intimidante, pero también intrigante. —Está bien, papá. Mamá. Disfruten su viaje —respondo finalmente, esbozando una sonrisa. La conversación continúa mientras disfrutamos de la lasaña, pero no puedo evitar sentir curiosidad por la presencia de Edward en nuestra casa. Finalmente, dejo el tenedor a un lado y me dirijo a él. —Edward, ¿por qué vas a quedarte aquí? —pregunto, tratando de sonar casual pero claramente interesada. Él levanta la mirada y, por un momento, parece pensativo. Luego suspira y me ofrece una sonrisa que no llega del todo a sus ojos. —Me acabo de separar de mi novia y, bueno, no tengo dónde vivir por el momento —explica, su voz tranquila pero con un matiz de tristeza. —Oh, lo siento mucho —respondo, sintiendo una punzada de empatía por él. —Gracias, Samantha. Pero estaré bien. Solo necesito un lugar donde estabilizarme un poco —dice, su tono volviendo a ser más animado. Mi madre interviene, su voz suave y maternal. —Estamos felices de tenerte aquí, Edward. Esta es tu casa por el tiempo que necesites. Después de la cena, me disculpo y subo a mi habitación. La noticia de que mis padres se van de viaje y que Edward se quedará con nosotros me ha dejado con la necesidad de procesar todo. Además, tengo que avisar a mi novio sobre el cambio de planes. Tomo mi teléfono y marco su número. Él contesta al segundo tono. —Hola, amor —dice, su voz animada al otro lado de la línea—. ¿Estás lista para la discoteca? —Sobre eso... —empiezo, sintiéndome un poco culpable—. No creo que pueda ir esta noche. —¿Por qué no? —pregunta, su tono cambiando a uno de preocupación. —Mis padres se van de viaje mañana y su amigo Edward se quedará con nosotros. No creo que sea una buena idea salir —explico, tratando de sonar razonable. —¿Y si te escapas un rato? —sugiere él, su tono volviendo a ser juguetón—. Solo por un rato. Te prometo que será divertido. Dudo por un momento, considerando la posibilidad. La idea de salir y divertirme con mis amigos sigue siendo tentadora. —Está bien, podría escaparme un rato —digo finalmente, cediendo a la tentación. Justo en ese momento, la puerta de mi habitación se abre y Edward aparece en el umbral. Su presencia es imponente y me siento atrapada. Rápidamente, cuelgo el teléfono. —¿Qué pasa? —pregunta Edward, frunciendo el ceño. —Nada, solo hablaba con mi novio sobre salir un rato —respondo, tratando de actuar con naturalidad. Edward sacude la cabeza lentamente. —Lo siento, Samantha, pero no puedes salir esta noche. Ahora estás bajo mis reglas mientras tus padres están fuera. Mi corazón se hunde. —¿Qué? Pero ya habíamos hecho planes... —Entiendo, pero no puedo permitirlo. Tus padres confían en mí para cuidarte, y no voy a decepcionarlos —dice, con firmeza en su voz. —Pero... —No hay peros, Samantha. Puedes hablar con tu novio y explicarle la situación. Espero que lo entienda —concluye, saliendo de la habitación. Edward entra en mi habitación con una expresión de complicidad en el rostro. —Samantha —dice, sonriendo—. Estaba bromeando antes. Puedes salir esta noche. Lo miro, sorprendida y aliviada al mismo tiempo. —¿En serio? —pregunto, aún dudando. —Sí. De hecho, también me voy a una discoteca —explica—. Así que si quieres, puedo llevarte. Mi sorpresa se convierte en emoción. —¿De verdad? ¡Eso suena genial! Déjame cambiarme rápidamente. Edward asiente, con una sonrisa que parece esconder un secreto. Mientras me apresuro a cambiarme, me siento aliviada por la inesperada vuelta de los acontecimientos. En unos minutos, estoy lista con un look perfecto para la noche. —Vamos entonces —digo, saliendo de mi habitación con una nueva energía.Samantha Subimos al auto de Edward, y mientras él arranca el motor, me siento un poco nerviosa y emocionada por la noche que nos espera. La radio está encendida, y una canción animada llena el coche, creando una atmósfera vibrante. Edward dirige la conversación con naturalidad, pero sus ojos vuelven a mí de vez en cuando. Finalmente, suelta una observación que me toma por sorpresa. —Sabes, Samantha, la falda que llevas es bastante corta —dice, con un tono que mezcla admiración y crítica. Lo miro, sorprendida. —¿Ah, sí? No sabía que te estabas fijando en mis piernas —respondo, intentando sonar despreocupada mientras una ligera risa se escapa de mis labios. Edward sonríe, aparentemente divertido por mi respuesta. —No es que esté fijándome en tus piernas, solo que es un comentario que tenía que hacer. —Bueno, es un look para salir, ¿no? —digo, tratando de justificar mi elección—. A veces hay que arriesgarse un poco para divertirse. —Lo entiendo, solo quería decirlo para que
SamanthaCierro los ojos en cuanto nos montamos en su auto, intentando evitar cualquier conversación con Edward mientras nos dirigimos a casa. El alcohol ha dejado mi mente aturdida, y el silencio parece la mejor opción en este momento.El motor arranca y el suave murmullo del coche me envuelve, creando un ambiente casi hipnótico. Siento el leve movimiento del auto mientras avanzamos por las calles, y cada giro y frenada se mezclan con los latidos de mi corazón, que parecen haberse calmado finalmente.No sé cuánto tiempo pasa mientras mantengo los ojos cerrados, pero el viaje se siente eterno y, al mismo tiempo, fugaz. A través de mis párpados cerrados, puedo percibir las luces de la ciudad parpadeando, creando sombras y destellos que bailan en el interior del coche.Mi mente divaga, repasando los eventos de la noche. Luke, la discoteca, el juego de verdad o reto, y la mirada fija de Edward que parecía seguirme a cada paso. Una mezcla de emociones se arremolina en mi interior: confusi
SamanthaMe despierto algo desubicada, ¿en dónde estoy? Intento levantarme, pero unos brazos alrededor de mi cintura me lo impiden.¿Con quién dormí anoche?¿Será Luke?Giro para ver a la persona que está a mi lado y abro los ojos con sorpresa al ver a Edward.¿Acaso dormí con él?Mi mente trata de recuperar los recuerdos de la noche anterior. La discoteca, la preocupación de Edward, el café, y finalmente, caer rendida en su cama. Miro su rostro relajado, sus facciones más suaves y pacíficas mientras duerme.Intento moverme de nuevo, pero él me sostiene firmemente. Me quedo quieta por un momento, tratando de procesar todo. El calor de su cuerpo es reconfortante, pero a la vez, la situación me parece surrealista.—Edward —susurro, tratando de despertarlo sin alarmarlo.Mi celular comienza a sonar, rompiendo el silencio de la habitación. Lo agarro rápidamente, tratando de no despertar a Edward. Es Luke.—Hola, Luke —susurro, saliendo de la habitación para no hacer ruido.—Hola, amor. ¿C
SamanthaPapá se da la vuelta y se dirige a su oficina para atender una llamada importante de un inversionista de la empresa. Me quedo sola con Edward, y no puedo evitar sentirme incómoda con su presencia, aunque no sé exactamente por qué.—¿Quién era el chico que te dejó? —pregunta Edward, con un tono que no admite evasivas.—Edward, ¿qué haces aquí? —pregunto, nerviosa y tratando de mantener la compostura.—Te hice una pregunta —su tono se vuelve más serio—. Es de mala educación no responder.—Luke —respondo con un tono menos amistoso—. Te lo mencioné esta mañana.—No, no se me olvida —responde, girando los ojos—. Vine porque tu papá quería hablar conmigo.—¿Y ya hablaron?—Claramente.—¿Y sobre qué?—No te lo voy a decir —se burla ligeramente—. Ellos se van esta noche. Quería enseñarme toda la casa y mostrarme dónde están las alarmas para que no te escapes.—Tengo permiso para salir, ¿sabes? —le digo, tratando de mantener un tono firme.—Conmigo no vas a necesitar salir, Sam.Me qu
Samantha Edward comienza a besar mi cuello y yo me estremezco al sentir sus labios sobre mi cuerpo. Me atrevo a mirarlo a los ojos y me inclino hacia él para atrapar sus labios y morderlos un poco, haciéndolo soltar un gemido.—Desde hace mucho deseaba hacer esto —va dejando besos por todo mi cuerpo hasta llegar a mi parte íntima.—Yo también deseaba mucho esto —le doy la vuelta y me subo encima de él —¿Te gusta lo que hago?—Si —dice con su voz ronca —Samantha, te he deseado toda mi vida.—¿Y tú crees que yo no?—¿Y que pasara con Luke?Detengo mis movimientos por un momento —No sé. Solo quiero estar contigo, Edward.—Yo igual.Edward mete sus manos por mi blusa y la lanza a cualquier lado de la habitación. Sus manos atrapan mis senos y comienza a darle varios masajes. Puedo sentir lo excitado que estar.—Me encanta ponerte de esta forma —lo toco encima de la ropa.—¿Y yo te coloco de alguna forma?Él me toca encima de mi panty y muerdo mi labio al saber que él está sintiendo
SamanthaMientras me cambio en el baño, la puerta se abre de par en par. Edward entra y, al verme en ropa interior, se cubre los ojos con un gesto de cortesía.—Es lo mismo que un traje de baño —le digo, rodando los ojos.—Soy un caballero y no voy a mirarte —responde, sin mirar hacia mi dirección.—Bueno, tú te lo pierdes —murmuro, casi inaudible.A través del espejo, noto que, a pesar de sus intentos de no mirar, su atención parece estar dirigida hacia mi trasero.—¿Todo un caballero, verdad? —le digo con una sonrisa irónica.—Lo siento —dice, sacudiendo la cabeza —Me daré un baño y luego iremos a la empresa. ¿Te gustaría desayunar?—¿Quieres que cocine? —pregunto.—En realidad, pensaba en invitarte a desayunar en algún restaurante —responde.—Me parece una excelente idea —sonrío —Te esperaré, Eddie.—¿Eddie? —se sorprende.—Edward —corrijo de inmediato —Quise decir Edward.—Eddie suena lindo —dice con una sonrisa.Edward sale de mi habitación y me quedo sentada en la cama, inmersa
Edward No entiendo a Samantha, ni a ninguna mujer en el mundo, para ser honesto. Hoy besé a Sam en su habitación y ella me rechazó, diciendo que era porque está con Luke. Seamos sinceros, ni ella misma se cree ese cuento de sentir algo por Luke. Esta mañana estuvimos desayunando en McDonald's cuando me encontré con Erika. Erika y yo fuimos a la misma secundaria y éramos buenos amigos. En una ocasión, Erika se me declaró, pero la verdad es que yo no sentía nada por ella. —¿Puedo quedarme un rato? —Erika mira la casa de Sam. —No creo que sea buena idea —admito. —No haremos nada malo —sonríe— Solo quiero hablar un rato más contigo. —Bueno. Estaciono el auto y entramos sin hacer ruido. —Sam está dormida y creo que es mejor que te deje en casa, Erika —trato de sonar amable. —¡No! Al contrario, tenemos que aprovechar que ella está dormida. —¡No! —digo decidido— Sam se va a enloquecer cuando te vea dentro de su casa. —No va a pasar nada —me toma del brazo. —No, Erik
SamanthaTodo en mi habitación da vueltas mientras los eventos de anoche invaden mi mente.¡Mierda!Recuerdo cada cosa que le dije a Edward y también cuando estábamos en la ducha. Decido hacerme la que no recuerda nada, será más fácil así.—Sam —escucho unos golpes en mi puerta.¿Qué hago?¿Me hago la dormida?Actúa normal, Samantha.—Hola —abro la puerta de mi habitación—. ¿Te sucede algo?—¿Quieres una pastilla o algo?—No, tranquilo —sonrío—. Amanecí demasiado bien.—¿Quieres ir a la casa del lago?—¿Casa del lago?—Con mis padres.—No, me da mucha pena —admito—. Solo he visto a tus padres dos veces y eso fue hace tiempo.—Vamos, Sam —me suplica—. Además, creo que los dos nos debemos una charla.Dudo un momento, pero sé que tiene razón. Hay muchas cosas que necesitamos aclarar.—Y yo que iba a hacerme la que no recordaba —él ríe un poco.—¿No quieres hablar?—No es eso —muerdo mi labio—. Bien, iré a la casa del lago y hablaremos de lo que necesites.—Ambos lo necesitamos —me aclar