Capítulo 2

Samantha

Subimos al auto de Edward, y mientras él arranca el motor, me siento un poco nerviosa y emocionada por la noche que nos espera. La radio está encendida, y una canción animada llena el coche, creando una atmósfera vibrante.

Edward dirige la conversación con naturalidad, pero sus ojos vuelven a mí de vez en cuando. Finalmente, suelta una observación que me toma por sorpresa.

—Sabes, Samantha, la falda que llevas es bastante corta —dice, con un tono que mezcla admiración y crítica.

Lo miro, sorprendida. —¿Ah, sí? No sabía que te estabas fijando en mis piernas —respondo, intentando sonar despreocupada mientras una ligera risa se escapa de mis labios.

Edward sonríe, aparentemente divertido por mi respuesta. —No es que esté fijándome en tus piernas, solo que es un comentario que tenía que hacer.

—Bueno, es un look para salir, ¿no? —digo, tratando de justificar mi elección—. A veces hay que arriesgarse un poco para divertirse.

—Lo entiendo, solo quería decirlo para que estuvieras consciente —responde, su tono volviéndose más relajado.

Mientras llegamos a la discoteca, Edward y yo seguimos conversando sobre cosas triviales. La música y las luces de la discoteca empiezan a ser cada vez más evidentes desde el coche, creando una atmósfera vibrante.

—Samantha —dice Edward, mirando al frente mientras conducimos—, no pareces tener 20 años. Tienes una madurez que no esperaba.

Lo miro con curiosidad. —¿Ah, sí? Y tú no pareces tener 30. Pareces mucho más joven de lo que pensaba —respondo, sonriendo y levantando una ceja.

Edward suelta una risa contagiosa, su risa profunda resonando en el coche. —Bueno, gracias. Eso es un cumplido.

La conversación se llena de un tono juguetón, y la atmósfera en el coche se vuelve más relajada. Edward parece disfrutar de la broma y, al parecer, la risa ha aliviado cualquier tensión que pudiera haber entre nosotros.

Llegamos a la discoteca, y las luces vibrantes y la música retumbante nos envuelven de inmediato. La fila para entrar es larga, pero al acercarnos a la entrada, veo a un conocido rostro en la seguridad.

—¡Hey, Samantha! —dice el chico de seguridad, un viejo amigo mío, levantando la mano en señal de saludo.

—¡Hola! —le respondo, sonriendo mientras me acerco a él.

Él me hace señas para que pase, y le devuelvo una sonrisa agradecida. Justo cuando estoy a punto de entrar, Edward intenta seguirme, pero el chico de seguridad lo detiene con una mano en el pecho.

—Un momento, amigo —dice el guardia, frunciendo el ceño.

—Espera, él viene conmigo —le digo rápidamente, señalando a Edward.

El guardia me mira, y luego a Edward, antes de soltar una sonrisa. —Si tú lo dices, Samantha. Adelante, ambos pueden pasar.

—Gracias —respondo, guiando a Edward hacia adentro.

Una vez dentro, las luces de neón y la música envolvente nos sumergen en una atmósfera llena de energía. La pista de baile está llena de gente moviéndose al ritmo de la música, y las mesas están repletas de grupos de amigos disfrutando de la noche.

Edward me mira con una mezcla de asombro y diversión. —Parece que tienes amigos en todas partes.

—Algo así —respondo, sonriendo—. Es bueno tener conexiones, ¿no?

Edward y yo caminamos juntos por el lugar, buscando una mesa donde sentarnos. Para mi sorpresa, la mesa que Edward elige está justo al lado de la nuestra. Me siento un poco incómoda, pero trato de no mostrarlo.

Justo cuando me acomodo, veo a mi novio Luke acercarse con una gran sonrisa en el rostro. Sin dudarlo, me envuelve en un abrazo y me besa con pasión. Me siento aliviada y feliz de verlo.

—¡Te ves increíble! —dice Luke, ofreciéndome un pequeño vaso—. ¿Tequila?

—Claro —respondo, aceptando el vaso y brindando con él.

Mientras disfruto del tequila, mi mejor amiga Ana se acerca y me pregunta curiosa:

—¿Con quién llegaste? No te vi en la fila.

—Con el amigo de mi padre —le respondo, señalando discretamente hacia Edward, que está en la mesa de al lado.

Ana mira a Edward con curiosidad, luego me mira a mí, levantando una ceja. —¿Amigo de tu padre, eh?

—Sí, se quedará en casa unos días mientras mis padres están de viaje —explico.

Luke me toma de la mano y me lleva a la pista de baile. La música es envolvente y el ambiente está lleno de energía. Mientras nos movemos al ritmo de la canción, Luke me atrae hacia él y me besa apasionadamente. En ese momento, siento una mirada fija sobre mí.

Abro los ojos y, como lo sospechaba, es Edward. Está sentado en su mesa, observándonos con una expresión indescifrable. La intensidad de su mirada me provoca una extraña sensación de nerviosismo mezclada con curiosidad.

Trato de concentrarme en Luke y disfrutar del momento, pero la presencia de Edward es difícil de ignorar. La canción termina y Luke me sonríe.

—¿Vamos a la mesa? —pregunta, sin notar mi distracción.

—Sí, claro —respondo, forzando una sonrisa.

Regresamos a nuestra mesa y me siento, tratando de recomponerme. Ana me mira con curiosidad.

—¿Estás bien? —pregunta, notando mi incomodidad.

—Sí, todo bien —respondo, aunque no estoy del todo segura.

Luke va a buscar más bebidas, y aprovecho el momento para respirar hondo. A lo lejos, Edward sigue en su mesa, ahora hablando con algunas personas que se le han acercado. Pero de vez en cuando, su mirada se cruza con la mía, manteniendo esa conexión silenciosa e intrigante.

Después de un rato en la pista de baile, siento que la noche ha alcanzado un punto culminante. La música sigue resonando a mi alrededor y la euforia del momento me envuelve. Sin embargo, de repente, siento una presencia a mi lado. Giro la cabeza y veo a Edward acercarse.

—Samantha —dice, su voz firme pero no sin un toque de amabilidad—. Es hora de irnos a casa.

Lo miro, un poco confundida por el alcohol y la sorpresa. —¿Irnos? Pero la noche apenas empieza.

Edward me toma del brazo con suavidad pero con decisión. —Has bebido bastante, y creo que es mejor que te lleve a casa antes de que las cosas se descontrolen más.

Trato de protestar, pero algo en su tono me hace dudar. Luke se acerca y parece captar la situación de inmediato.

—¿Todo bien? —pregunta Luke, mirando a Edward con cierta desconfianza.

—Sí, todo bien. Solo creo que Samantha ha tenido suficiente por esta noche —responde Edward, manteniendo la calma.

Luke me mira, y puedo ver la preocupación en sus ojos. —¿Estás bien con esto, Sam?

Asiento lentamente, empezando a sentir el cansancio y la confusión del alcohol. —Sí, creo que es lo mejor.

Luke asiente, resignado. —Está bien. Cuídate, ¿sí?

—Lo haré. Gracias —digo, dándole un último abrazo antes de seguir a Edward hacia la salida.

Mientras caminamos hacia el coche, el aire fresco de la noche me ayuda a despejar un poco la mente. Edward abre la puerta del auto y me ayuda a entrar.

—Gracias, Edward —murmuro, recostándome en el asiento.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo