Samantha
Me despierto algo desubicada, ¿en dónde estoy? Intento levantarme, pero unos brazos alrededor de mi cintura me lo impiden. ¿Con quién dormí anoche? ¿Será Luke? Giro para ver a la persona que está a mi lado y abro los ojos con sorpresa al ver a Edward. ¿Acaso dormí con él? Mi mente trata de recuperar los recuerdos de la noche anterior. La discoteca, la preocupación de Edward, el café, y finalmente, caer rendida en su cama. Miro su rostro relajado, sus facciones más suaves y pacíficas mientras duerme. Intento moverme de nuevo, pero él me sostiene firmemente. Me quedo quieta por un momento, tratando de procesar todo. El calor de su cuerpo es reconfortante, pero a la vez, la situación me parece surrealista. —Edward —susurro, tratando de despertarlo sin alarmarlo. Mi celular comienza a sonar, rompiendo el silencio de la habitación. Lo agarro rápidamente, tratando de no despertar a Edward. Es Luke. —Hola, Luke —susurro, saliendo de la habitación para no hacer ruido. —Hola, amor. ¿Cómo estás? Pensé que te gustaría saber que hoy saldremos a desayunar con mi mamá —dice con entusiasmo. Me detengo un momento para procesar sus palabras. —Ah, claro. Eso suena bien —respondo, tratando de sonar lo más normal posible. —Te recojo en una hora, ¿te parece? —Sí, perfecto. Nos vemos en una hora —cierro la llamada y me quedo un momento en el pasillo, tratando de ordenar mis pensamientos. Regreso a la habitación y veo a Edward aún dormido. Cuelgo el celular y noto que Edward no me quita la mirada de encima. —¿Quién era? —pregunta, su tono claramente molesto. —Era mi novio. Necesito que me lleves a mi casa ahora mismo, por favor. —¿No quieres seguir durmiendo? ¿O que te haga el desayuno? —ofrece, su tono suavizándose un poco. —Voy a salir a desayunar con Luke y su mamá. —¿Luke es tu novio? —pregunta, su expresión endureciéndose de nuevo. —Sí, lo es —respondo, sintiendo el peso de su mirada. Él se levanta de la cama y noto su espalda tonificada. Lleva puesto solo un pantalón de pijama, que, por cierto, lo hace ver extremadamente atractivo. —¿Te gusta lo que ves? —dice, sorprendiéndome al girarse de repente. —No te estoy viendo —respondo rápidamente, sintiendo el calor subir a mis mejillas. Me levanto de la cama y voy al baño a ponerme mi ropa, y me pongo a pensar en qué dirían mis padres si se llegaran a enterar de lo que sucedió anoche. Porque obviamente no voy a llegar en el auto de Edward; él me va a dejar un poco antes y yo caminaré. Nos montamos en el auto, y él comienza a decirme que no quiere dejarme caminar una cuadra porque algo malo me puede suceder, y yo digo que está exagerando. —¿Te acuerdas de todo lo que pasó anoche? —se voltea a verme, sus ojos buscando los míos. —No, ¿y tú? —Sí, yo te cuidé —responde con una mezcla de seriedad y ternura en su voz. No sé cómo preguntarle si nosotros tuvimos sexo o al menos nos besamos. —¿Y nosotros...? —pregunto con nerviosismo. —No hicimos nada, tranquila —dice Edward, y suelto un gran suspiro de alivio. —Eres la hija de unos de mis más grandes amigos, no podría hacer algo contigo. Ahora no me siento aliviada, solo siento una gran decepción dentro de mí. Me quedo callada por el resto del camino y cuando llegamos al lugar acordado, dudo mucho en despedirme de él. —¿Dije algo malo? —me toma del brazo antes de que me baje del auto. Niego con la cabeza. —Gracias por traerme. —Avísame cuándo entres a tu casa, ¿sí? Me bajo del auto y comienzo a caminar hacia mi casa. Le había dicho a mi mamá que dormiría en casa de mis amigas y me dejó quedarme sin ningún problema. —Buenos días —entro casi corriendo. —Saldré a desayunar con Luke y su mamá, debo darme un baño. —¿Cómo te fue con Edward? —aparece mi papá. Me quedo pasmada en la escalera. —¿Qué te dijo? —Que te dejó en la discoteca, es todo. —Está bien —sonrío forzadamente. —Voy a darme un baño. Subo las escaleras rápidamente, con la mente aún revoloteando por la experiencia de la noche anterior. Necesito tiempo para procesarlo todo y poner mis pensamientos en orden antes de enfrentar el día. Entro a mi baño y me ducho lo más rápido posible para no hacer esperar a Luke. Miro mi armario y decido ponerme un pantalón bota campana, una blusa negra con escote de corazón y unos zapatos negros. Bajo corriendo las escaleras y veo a mi mejor amigo en la sala, saludando a mis padres. Mi mamá siempre me ha dicho que Luke y yo seríamos una buena pareja. Prefiero ignorar sus comentarios. —Hola, Luke —digo mientras beso su mejilla. —Estás hermosa —sonríe. —Bueno, me llevaré a su hija por un rato. —El tiempo que quieras —responde mi mamá, sonriendo. —Sé que está en buenas manos. —Adiós, nos vemos. Salimos de la casa y nos dirigimos al auto de Luke. Mientras nos acomodamos, no puedo evitar pensar en la diferencia entre estar con Luke y estar con Edward. Nos montamos en el auto y me quedo pensando en si contarle lo que sucedió anoche, pero prefiero hacerlo de regreso a casa para no dañar el ambiente. —¿Y tu mamá? —pregunto, volteando a verlo. —Ya está yendo al restaurante. Es que madrugó a hacerse las uñas. —¿Y a dónde vamos a ir? —Es el restaurante de una de sus amigas —responde con una sonrisa. —Aquí es —dice Luke, deteniendo el auto frente a una casa de color rosa. —Es muy lindo —comento mientras me bajo del auto. —Y la comida es deliciosa —asegura con una sonrisa. Entramos al restaurante, y la madre de Luke sale a darme un abrazo en cuanto me ve. Siempre ha sido muy querida conmigo, probablemente porque Luke y yo pasábamos mucho tiempo juntos, ya sea en mi casa o en la suya. Con el tiempo, nuestras familias se hicieron cercanas y solíamos salir todos juntos. —Estás hermosa —dice, analizándome —No parece que hubieran salido de fiesta anoche. —Tú también te ves muy linda —respondo con una sonrisa. Nos sentamos en una mesa y comienzo a leer el menú. Veo que venden unos huevos con queso cheddar y pido eso para mí. Luke pide lo mismo que yo y agrega unas tostadas francesas a su plato. La madre de Luke ordena unos huevos revueltos con galletas y un café. —¿Qué tal va la escuela? —pregunta amablemente. —Demasiado bien —respondo con felicidad —Dentro de tres meses es la graduación. —Es verdad —Luke hace una mueca —Y yo aún no sé qué estudiar. —Luke, tienes tiempo para eso —lo tranquilizo —Y ya te dije que mi papá puede darte trabajo en la empresa, solo si quieres. Yo también estaré ahí. La madre de Luke asiente, apoyando mi idea. —Es una gran oportunidad, hijo. Podrías tomar un año sabático y trabajar, así te das tiempo para pensar bien qué es lo que quieres estudiar. —Ese lado es bueno —dice Luke con una sonrisa—. No me imagino estudiando en otro país o algo así. Por ahora, aceptaré el trabajo en la empresa de tu papá y luego veré qué pasa. —Gran idea, hijo —apoya su madre. El desayuno llega y comemos en un silencio absoluto. Lo único que se escucha es la música suave del restaurante. La verdad, me gusta mucho este lugar; quizás invite a mi mamá a desayunar aquí en su cumpleaños. Cuando terminamos, la madre de Luke se despide y se va en su auto. —¿Qué quieres hacer? —me pregunta Luke. —De hecho, quiero hablar contigo sobre anoche. —¿Sobre qué? Me quedo pensando un momento en cómo expresar lo que necesito decir. —No dormí en mi casa, Luke —le digo, notando cómo frunce el ceño. —¿Te fuiste con ese idiota? —Luke, es que... —¿Te acostaste con él? —pregunta, acercándose a mí. —No, eso no —respondo con una mueca—. Estaba demasiado borracha y él me ofreció quedarme en su apartamento. —Te podías haber quedado en mi casa, Sam. —Lo siento —murmuro, mirando el suelo—. Sentí que debía contártelo. —¿Quieres ir por un helado o te llevo a casa? —pregunta Luke. —Vamos por helado —digo mientras me monto en el auto—. Mis padres se van de viaje. Podemos hacer una reunión en la piscina con nuestros amigos. —Que no se repita lo de la última vez —advierte Luke. —No volverá a pasar. —Eso espero. —Mi mamá fue muy clara: nada de fiestas en la casa —me quedo pensando—. No mencionó nada sobre la piscina. —Sam —me advierte Luke. —Una fiesta en la piscina sería genial. Además, podemos cobrar la entrada y hacer algo de dinero. —Tú siempre eres tan inteligente. —Por eso tengo mucho dinero ahorrado —respondo con una sonrisa. Paramos en la tienda de helados y Luke me pide uno de chocolate con galletas, mi favorito. Comemos el helado en el auto, ya que afuera hace demasiado calor. Unos minutos después, llegamos a mi casa. Le pregunto a Luke si quiere pasar, pero me dice que no, ya que quiere ir a su casa a descansar. —Mamá, ya llegué —grito al entrar y cerrar la puerta. —Tu mamá salió —responde mi papá al verme—. Mira quién vino a visitarnos. —Edward —digo en voz baja al ver a Edward en la sala. ¿Será que le contó a mi papá lo de anoche? La inquietud se apodera de mí mientras me acerco a saludarlo.SamanthaPapá se da la vuelta y se dirige a su oficina para atender una llamada importante de un inversionista de la empresa. Me quedo sola con Edward, y no puedo evitar sentirme incómoda con su presencia, aunque no sé exactamente por qué.—¿Quién era el chico que te dejó? —pregunta Edward, con un tono que no admite evasivas.—Edward, ¿qué haces aquí? —pregunto, nerviosa y tratando de mantener la compostura.—Te hice una pregunta —su tono se vuelve más serio—. Es de mala educación no responder.—Luke —respondo con un tono menos amistoso—. Te lo mencioné esta mañana.—No, no se me olvida —responde, girando los ojos—. Vine porque tu papá quería hablar conmigo.—¿Y ya hablaron?—Claramente.—¿Y sobre qué?—No te lo voy a decir —se burla ligeramente—. Ellos se van esta noche. Quería enseñarme toda la casa y mostrarme dónde están las alarmas para que no te escapes.—Tengo permiso para salir, ¿sabes? —le digo, tratando de mantener un tono firme.—Conmigo no vas a necesitar salir, Sam.Me qu
Samantha Edward comienza a besar mi cuello y yo me estremezco al sentir sus labios sobre mi cuerpo. Me atrevo a mirarlo a los ojos y me inclino hacia él para atrapar sus labios y morderlos un poco, haciéndolo soltar un gemido.—Desde hace mucho deseaba hacer esto —va dejando besos por todo mi cuerpo hasta llegar a mi parte íntima.—Yo también deseaba mucho esto —le doy la vuelta y me subo encima de él —¿Te gusta lo que hago?—Si —dice con su voz ronca —Samantha, te he deseado toda mi vida.—¿Y tú crees que yo no?—¿Y que pasara con Luke?Detengo mis movimientos por un momento —No sé. Solo quiero estar contigo, Edward.—Yo igual.Edward mete sus manos por mi blusa y la lanza a cualquier lado de la habitación. Sus manos atrapan mis senos y comienza a darle varios masajes. Puedo sentir lo excitado que estar.—Me encanta ponerte de esta forma —lo toco encima de la ropa.—¿Y yo te coloco de alguna forma?Él me toca encima de mi panty y muerdo mi labio al saber que él está sintiendo
SamanthaMientras me cambio en el baño, la puerta se abre de par en par. Edward entra y, al verme en ropa interior, se cubre los ojos con un gesto de cortesía.—Es lo mismo que un traje de baño —le digo, rodando los ojos.—Soy un caballero y no voy a mirarte —responde, sin mirar hacia mi dirección.—Bueno, tú te lo pierdes —murmuro, casi inaudible.A través del espejo, noto que, a pesar de sus intentos de no mirar, su atención parece estar dirigida hacia mi trasero.—¿Todo un caballero, verdad? —le digo con una sonrisa irónica.—Lo siento —dice, sacudiendo la cabeza —Me daré un baño y luego iremos a la empresa. ¿Te gustaría desayunar?—¿Quieres que cocine? —pregunto.—En realidad, pensaba en invitarte a desayunar en algún restaurante —responde.—Me parece una excelente idea —sonrío —Te esperaré, Eddie.—¿Eddie? —se sorprende.—Edward —corrijo de inmediato —Quise decir Edward.—Eddie suena lindo —dice con una sonrisa.Edward sale de mi habitación y me quedo sentada en la cama, inmersa
Edward No entiendo a Samantha, ni a ninguna mujer en el mundo, para ser honesto. Hoy besé a Sam en su habitación y ella me rechazó, diciendo que era porque está con Luke. Seamos sinceros, ni ella misma se cree ese cuento de sentir algo por Luke. Esta mañana estuvimos desayunando en McDonald's cuando me encontré con Erika. Erika y yo fuimos a la misma secundaria y éramos buenos amigos. En una ocasión, Erika se me declaró, pero la verdad es que yo no sentía nada por ella. —¿Puedo quedarme un rato? —Erika mira la casa de Sam. —No creo que sea buena idea —admito. —No haremos nada malo —sonríe— Solo quiero hablar un rato más contigo. —Bueno. Estaciono el auto y entramos sin hacer ruido. —Sam está dormida y creo que es mejor que te deje en casa, Erika —trato de sonar amable. —¡No! Al contrario, tenemos que aprovechar que ella está dormida. —¡No! —digo decidido— Sam se va a enloquecer cuando te vea dentro de su casa. —No va a pasar nada —me toma del brazo. —No, Erik
SamanthaTodo en mi habitación da vueltas mientras los eventos de anoche invaden mi mente.¡Mierda!Recuerdo cada cosa que le dije a Edward y también cuando estábamos en la ducha. Decido hacerme la que no recuerda nada, será más fácil así.—Sam —escucho unos golpes en mi puerta.¿Qué hago?¿Me hago la dormida?Actúa normal, Samantha.—Hola —abro la puerta de mi habitación—. ¿Te sucede algo?—¿Quieres una pastilla o algo?—No, tranquilo —sonrío—. Amanecí demasiado bien.—¿Quieres ir a la casa del lago?—¿Casa del lago?—Con mis padres.—No, me da mucha pena —admito—. Solo he visto a tus padres dos veces y eso fue hace tiempo.—Vamos, Sam —me suplica—. Además, creo que los dos nos debemos una charla.Dudo un momento, pero sé que tiene razón. Hay muchas cosas que necesitamos aclarar.—Y yo que iba a hacerme la que no recordaba —él ríe un poco.—¿No quieres hablar?—No es eso —muerdo mi labio—. Bien, iré a la casa del lago y hablaremos de lo que necesites.—Ambos lo necesitamos —me aclar
Samantha Abro los ojos y veo que Edward sigue dormido. Su mano está alrededor de mi cintura, y no puedo evitar sonreír como una tonta. —Sam, ¿estás despierta? —pregunta Drake desde su cama. Como respuesta, le lanzo una almohada y él suelta una carcajada. —¿Y a mí me das un beso? —susurra Edward—. Un beso de buenos días. Me acerco y le doy un beso corto. —Buenos días. —Buenos días, linda. —Yo no pienso bañarme —dice Drake. —Yo no quiero llegar sucia —respondo. —Yo tampoco —apoya Edward—. ¿Tú primero o yo? —Tú. Edward se levanta de la cama y se mete al baño. Yo me quedo viendo mi pequeña maleta y saco la ropa que traje para hoy. —Tu turno —dice Edward al salir del baño. Abro los ojos y veo que Edward sigue dormido. Su mano está alrededor de mi cintura y no puedo evitar sonreír como una tonta. —Sam, ¿estás despierta? —pregunta Drake desde su cama. Como respuesta, le lanzo una almohada y él suelta una carcajada. —¿Y a mí me das un beso? —susurra Edward—.
Samantha Estoy demasiado aburrida en mi casa, así que le pregunto a Edward qué va a hacer hoy. Me responde que va a salir con una amiga llamada Rebekah. Me pregunto si Rebekah será solo una amiga o si también se acuesta con ella. Cualquiera que sea la respuesta, siento como me hierve la sangre al pensar que está con otra chica. Decido llamarlo para saber si va a venir o pasará todo el día con su estúpida amiga. —¿Hola? —contesta una mujer— ¿Quién es? Escucho a Edward en el fondo— ¿Sam? —toma el teléfono. —No sabía que estabas tan ocupado —es lo primero que le digo. —Oye, ¿qué sucede? Nada, solo soy una estúpida por haberte llamado. —Solo quería saber si vas a venir a almorzar. —No te preocupes por mí. —Bien —siento demasiada rabia. —Adiós. Cuelgo el teléfono y lanzo un suspiro de frustración. No soporto la idea de que esté con otra chica, aunque sé que no tengo derecho a sentirme así. Intento distraerme con cualquier cosa, pero no puedo sacármelo de la cabeza. Después de
Samantha Mi celular empieza a sonar y, al escuchar el tono, noto que Edward emite un gruñido de frustración desde la cama. —¿Hola? —respondo, aún adormilada. —Señorita Jenner —dice una voz grave—. Soy Pedro, de la empresa de seguridad que trabaja para su familia. Hemos recibido una alerta de que las alarmas de seguridad están activadas. —Voy en camino —digo y cuelgo rápidamente. Me levanto de la cama con urgencia, mientras Edward abre los ojos y se sienta, preocupado. —¿Qué pasa? —pregunta, frotándose los ojos. —Las alarmas del edificio están sonando —le explico. —Vamos —se levanta de un salto—. No pienso dejarte ir sola, Sam. —Déjame ponerme algo —le digo, mientras me visto con un conjunto de sudadera rosa y unas zapatillas deportivas. Recojo mi cabello en una coleta rápida y veo a Edward esperando con las llaves del auto en la mano. —¿Qué crees que haya pasado? —pregunto mientras miro por la ventana del auto. —No estoy seguro —toma mi mano—. Probablemente se t