Samantha
Mientras me cambio en el baño, la puerta se abre de par en par. Edward entra y, al verme en ropa interior, se cubre los ojos con un gesto de cortesía. —Es lo mismo que un traje de baño —le digo, rodando los ojos. —Soy un caballero y no voy a mirarte —responde, sin mirar hacia mi dirección. —Bueno, tú te lo pierdes —murmuro, casi inaudible. A través del espejo, noto que, a pesar de sus intentos de no mirar, su atención parece estar dirigida hacia mi trasero. —¿Todo un caballero, verdad? —le digo con una sonrisa irónica. —Lo siento —dice, sacudiendo la cabeza —Me daré un baño y luego iremos a la empresa. ¿Te gustaría desayunar? —¿Quieres que cocine? —pregunto. —En realidad, pensaba en invitarte a desayunar en algún restaurante —responde. —Me parece una excelente idea —sonrío —Te esperaré, Eddie. —¿Eddie? —se sorprende. —Edward —corrijo de inmediato —Quise decir Edward. —Eddie suena lindo —dice con una sonrisa. Edward sale de mi habitación y me quedo sentada en la cama, inmersa en pensamientos sobre la situación entre nosotros. Reflexiono sobre Edward y los recientes acontecimientos entre nosotros, y también sobre Luke y nuestra relación. La confusión sobre mi vida amorosa me abrumaba. Mi celular interrumpe mis pensamientos. Es un mensaje de Luke. —Hola, Luke —le digo, tratando de sonreír. —Hola, linda. ¿Qué planes tienes para hoy? —Voy a desayunar y luego a la empresa de mi padre —respondo. —Quería decirte que tengo entradas para el cine esta noche. ¿Te gustaría ir? —Sí —trato de sonar segura—. Te llamaré más tarde para confirmarlo. —Perfecto, nos vemos. Me aplico un poco de labial, me pongo perfume y bajo a la sala de la casa, esperando a Edward. —¡Vamos rápido! —grito desde abajo—. Te estás demorando más que yo. Oigo su risa y lo veo aparecer en la sala, vestido con un jean y una camiseta negra que resalta su atractivo. —¿Listos para irnos? —se acerca a mí. —Sí —respondo. Nos subimos a su auto y le menciono que tengo antojo de McDonald's. Me sorprende que él también lo considere uno de sus lugares favoritos; parece que hemos descubierto algo en común. —¿Prefieres bajar a comer o prefieres desayunar en la oficina? —me pregunta. —Como prefieras —digo, sintiéndome un poco incómoda. —Perfecto, entonces vamos —responde Edward con una sonrisa. Nos bajamos del auto y entramos al McDonald's. Hacemos nuestro pedido en la caja y luego buscamos una mesa al aire libre. Mientras nos dirigimos hacia la mesa, una chica rubia de cabello rizado se queda mirándonos con evidente sorpresa. —¡Edward! —exclama ella, acercándose con entusiasmo. —¿Erika? —Edward parece sorprendido—. No esperaba verte aquí. —Yo tampoco —responde Erika, visiblemente nerviosa—. ¿Cómo has estado? —Muy bien —dice Edward, pero su nerviosismo es palpable—. Estás diferente. —¿Para bien o para mal? —Erika pregunta con una sonrisa curiosa. Mientras ellos conversan, me siento como si fuera invisible, notando que la conversación no incluye mi presencia. —Erika, te presento a Samantha —dice Edward, finalmente notando mi incomodidad—. Ella es hija de un amigo mío. Erika me mira con una mezcla de curiosidad y desdén. Edward parece incómodo, como si se diera cuenta tarde de lo mal que podría haber salido la situación. —Mucho gusto, Samantha —dice Erika con una sonrisa que parece un poco forzada—. No sabía que Edward estaba en compañía. —El gusto es mío —respondo, tratando de mantener la compostura a pesar de la incomodidad que siento. Mientras Edward y Erika continúan charlando, me esfuerzo por no parecer completamente desubicada. ¿La hija de su amigo? Pensé que diría que soy su amiga o algo por el estilo. —Un gusto —me dice Erika, mirándome de arriba abajo con una mezcla de curiosidad y desdén. —Oh, mira, nuestro desayuno —respondo, ignorándola completamente mientras tomo mi café. Me siento en una mesa vacía y Edward se sienta frente a mí. Me concentro en mi café, evitando mirarlo, ya que sé que mi reacción anterior no fue la mejor. —¿Qué fue eso? —Edward rompe el silencio—. Erika intentó ser amable contigo. —Solo me dijo que era un gusto conocerme —digo, haciendo una mueca—. No veo lo amable en eso. —No te entiendo —responde, rodando los ojos. Le doy un mordisco a mi muffin, y en ese momento, escucho unos pasos acercándose. Es Erika nuevamente. —Ed, ¿qué planes tienes para esta noche? —pregunta ella. Edward me mira—. Estaremos... —Yo saldré con Luke —interrumpo de repente. —¿Quieres salir conmigo? —le pregunta Erika a Edward. —Sí —siento una punzada en el corazón—. Te escribiré en la tarde, Erika. —Adiós, Ed —le da un beso en la mejilla—. Adiós, nena. ¿"Nena"? ¿Acaso piensa que tengo catorce años? —Samantha —la corrijo—. Adiós. Erika se aleja y termino mi desayuno en silencio. El trayecto hacia la empresa es silencioso y bastante incómodo. Me siento molesta sin una razón clara. No debería importarme si Edward sale con alguien más. Al final del día, estoy con Luke, y lo que haga Edward no debería afectarme. —Buenos días, Sam —saluda la recepcionista cuando llego a la empresa. Saludo a todo el personal mientras subo al último piso y me encuentro con uno de los hijos de un socio de mi padre. —Un placer volver a verte —sonríe Noah. Noah es bastante atractivo, pero tiene fama de mujeriego, así que prefiero mantener distancia. No obstante, debo admitir que es encantador, con su cabello negro rizado y sus ojos color miel. —Igualmente, Noah —respondo mientras él besa mi mano—. Sam, he venido a entregar los diseños que tu padre solicitó. Hago que Noah me siga hasta la oficina, donde nos sentamos los tres en la mesa para debatir sobre los elementos que mejorarán la próxima colección. —¿Está decidido? —pregunta Noah. —Sí, gracias —respondo. —Oye, Sam —se acerca a mí—, estás muy linda. ¿Ya te lo habían dicho? —Gracias, Noah —sonrío—. Pero no va a funcionar coquetear conmigo. —Solo tenía que intentarlo —se ríe—. Creo que tu novio está celoso —me susurra con complicidad. —No es mi novio —respondo en el mismo tono. —Nos vemos —se despide de nosotros. Noah se va de la oficina, y me quedo a solas con Edward, que tiene el ceño fruncido y una expresión de enojo. —Estás muy linda —imita Edward en un tono burlón. —Noah ni siquiera habla así —respondo, rodando los ojos—. ¿Y qué tal esto? ¡Edward! —imito a Erika. —Erika tampoco habla así —protesta Edward. —Tiene una voz muy fastidiosa. —O estás celosa —dice, acercándose a mí. Mi respiración se acelera a medida que Edward se acerca, quedando a pocos centímetros de mi boca. Alzo la mirada y noto que sus ojos están fijos en mis labios. Está a punto de besarme cuando unos golpes en la puerta nos interrumpen. —Sam, se me olvidó darte esto —dice Noah al entrar en la oficina—. Son unos documentos para tu padre. —Gracias, Noah —respondo con amabilidad. Noah sale de la oficina y me obligo a desviar la mirada de Edward. Edward intenta hablar, pero el sonido de mi celular lo interrumpe. —Hola, Luke. —¿A qué hora paso por ti? —Estoy en la empresa. ¿Podrías recogerme aquí? —Claro que sí. —Nos vemos entonces. Cuelgo la llamada y noto que Edward está ocupado con su celular. —¿Vas a quedarte aquí? —le pregunto. —Voy al cine con Erika —responde con una sonrisa—. Llegaré tarde a casa. —¿Qué? —exclamo, casi gritando—. ¿Qué vas a hacer? —¿Acaso te importa? —pregunta con una mirada desafiante. ¿A qué está jugando? —Yo también llegaré tarde a casa —digo con una sonrisa que intento que sea convincente. —Bien. —Bien. Él sale de la oficina y me quedo sentada en el sofá de mi papá, esperando a que Luke llegue por mí. Tomo un vaso de agua y luego bajo al vestíbulo en el ascensor para esperarlo. Al escuchar la bocina de su auto, salgo del edificio. —¿Cómo estás? —me saluda con un breve beso. Hay algo extraño en esto, y no estoy segura si es por el hecho de que Luke es mi mejor amigo de toda la vida o porque estoy confundida acerca de Edward. —Bien, estuve eligiendo algunos diseños para la próxima colección de alfombras y otros asuntos. ¿Y tú? —Ayudé a mi madre con unas compras. —¿Qué película vamos a ver? —Una película de Marvel —responde mientras me muestra las entradas. —Amo las películas de Marvel —sonrío con entusiasmo. —Lo sé. Luke empieza a conducir hacia el cine y yo reviso mi celular, esperando algún mensaje de Edward, pero no recibo nada. Reviso mis redes sociales y accedo a un perfil falso para ver las historias de Erika en I*******m. Las imágenes muestran que están en un restaurante. —Idiota —murmuro para mí misma. —¿Dijiste algo? —pregunta Luke mientras toma mi mano. —Nada, solo que ya tengo hambre por las palomitas —sonrío. Llegamos al cine y Luke compra una gran cantidad de comida: palomitas, perros calientes, nachos con queso y dos gaseosas. Me siento un poco preocupada por la cantidad de calorías que estoy a punto de consumir. —Sala cinco —indica mientras me muestra las boletas. Entramos a la sala de cine y nos sentamos en la última fila. Mientras los comerciales se reproducen, comenzamos a comer los perros calientes, y cuando empieza la película, pasamos a las palomitas y al resto de la comida. La película dura más de dos horas y, al revisar mi celular, veo que son las diez de la noche. Como no he recibido ningún mensaje de Edward confirmando que ha llegado a casa, decido enviarle un mensaje yo misma. Luke me toma de la mano cuando salimos del cine y paga el parqueadero del auto. Nos montamos en el auto y Luke maneja hasta mi casa. —Gracias por la salida —le doy un corto beso —Y avísame cuando llegues a casa. —Siempre lo hago, Sam. Entro a casa y me doy cuenta de que el idiota no ha llegado. ¿En dónde estará? ¿Estará teniendo sexo con ella? Subo a mi habitación, me cambio a la pijama y me acomodo en la cama con la intención de ver algunas películas para relajarnos. Sin embargo, el agotamiento acumulado del día me vence. Me envuelvo en las sábanas y cierro los ojos, sintiendo cómo el cansancio se apodera de mí. En poco tiempo, el sueño se convierte en un profundo y reparador descanso. Mientras las imágenes de las películas comienzan a desdibujarse en mi mente, mi respiración se vuelve lenta y constante, y el mundo exterior desaparece, dejando solo la tranquilidad de la noche.Edward No entiendo a Samantha, ni a ninguna mujer en el mundo, para ser honesto. Hoy besé a Sam en su habitación y ella me rechazó, diciendo que era porque está con Luke. Seamos sinceros, ni ella misma se cree ese cuento de sentir algo por Luke. Esta mañana estuvimos desayunando en McDonald's cuando me encontré con Erika. Erika y yo fuimos a la misma secundaria y éramos buenos amigos. En una ocasión, Erika se me declaró, pero la verdad es que yo no sentía nada por ella. —¿Puedo quedarme un rato? —Erika mira la casa de Sam. —No creo que sea buena idea —admito. —No haremos nada malo —sonríe— Solo quiero hablar un rato más contigo. —Bueno. Estaciono el auto y entramos sin hacer ruido. —Sam está dormida y creo que es mejor que te deje en casa, Erika —trato de sonar amable. —¡No! Al contrario, tenemos que aprovechar que ella está dormida. —¡No! —digo decidido— Sam se va a enloquecer cuando te vea dentro de su casa. —No va a pasar nada —me toma del brazo. —No, Erik
SamanthaTodo en mi habitación da vueltas mientras los eventos de anoche invaden mi mente.¡Mierda!Recuerdo cada cosa que le dije a Edward y también cuando estábamos en la ducha. Decido hacerme la que no recuerda nada, será más fácil así.—Sam —escucho unos golpes en mi puerta.¿Qué hago?¿Me hago la dormida?Actúa normal, Samantha.—Hola —abro la puerta de mi habitación—. ¿Te sucede algo?—¿Quieres una pastilla o algo?—No, tranquilo —sonrío—. Amanecí demasiado bien.—¿Quieres ir a la casa del lago?—¿Casa del lago?—Con mis padres.—No, me da mucha pena —admito—. Solo he visto a tus padres dos veces y eso fue hace tiempo.—Vamos, Sam —me suplica—. Además, creo que los dos nos debemos una charla.Dudo un momento, pero sé que tiene razón. Hay muchas cosas que necesitamos aclarar.—Y yo que iba a hacerme la que no recordaba —él ríe un poco.—¿No quieres hablar?—No es eso —muerdo mi labio—. Bien, iré a la casa del lago y hablaremos de lo que necesites.—Ambos lo necesitamos —me aclar
Samantha Abro los ojos y veo que Edward sigue dormido. Su mano está alrededor de mi cintura, y no puedo evitar sonreír como una tonta. —Sam, ¿estás despierta? —pregunta Drake desde su cama. Como respuesta, le lanzo una almohada y él suelta una carcajada. —¿Y a mí me das un beso? —susurra Edward—. Un beso de buenos días. Me acerco y le doy un beso corto. —Buenos días. —Buenos días, linda. —Yo no pienso bañarme —dice Drake. —Yo no quiero llegar sucia —respondo. —Yo tampoco —apoya Edward—. ¿Tú primero o yo? —Tú. Edward se levanta de la cama y se mete al baño. Yo me quedo viendo mi pequeña maleta y saco la ropa que traje para hoy. —Tu turno —dice Edward al salir del baño. Abro los ojos y veo que Edward sigue dormido. Su mano está alrededor de mi cintura y no puedo evitar sonreír como una tonta. —Sam, ¿estás despierta? —pregunta Drake desde su cama. Como respuesta, le lanzo una almohada y él suelta una carcajada. —¿Y a mí me das un beso? —susurra Edward—.
Samantha Estoy demasiado aburrida en mi casa, así que le pregunto a Edward qué va a hacer hoy. Me responde que va a salir con una amiga llamada Rebekah. Me pregunto si Rebekah será solo una amiga o si también se acuesta con ella. Cualquiera que sea la respuesta, siento como me hierve la sangre al pensar que está con otra chica. Decido llamarlo para saber si va a venir o pasará todo el día con su estúpida amiga. —¿Hola? —contesta una mujer— ¿Quién es? Escucho a Edward en el fondo— ¿Sam? —toma el teléfono. —No sabía que estabas tan ocupado —es lo primero que le digo. —Oye, ¿qué sucede? Nada, solo soy una estúpida por haberte llamado. —Solo quería saber si vas a venir a almorzar. —No te preocupes por mí. —Bien —siento demasiada rabia. —Adiós. Cuelgo el teléfono y lanzo un suspiro de frustración. No soporto la idea de que esté con otra chica, aunque sé que no tengo derecho a sentirme así. Intento distraerme con cualquier cosa, pero no puedo sacármelo de la cabeza. Después de
Samantha Mi celular empieza a sonar y, al escuchar el tono, noto que Edward emite un gruñido de frustración desde la cama. —¿Hola? —respondo, aún adormilada. —Señorita Jenner —dice una voz grave—. Soy Pedro, de la empresa de seguridad que trabaja para su familia. Hemos recibido una alerta de que las alarmas de seguridad están activadas. —Voy en camino —digo y cuelgo rápidamente. Me levanto de la cama con urgencia, mientras Edward abre los ojos y se sienta, preocupado. —¿Qué pasa? —pregunta, frotándose los ojos. —Las alarmas del edificio están sonando —le explico. —Vamos —se levanta de un salto—. No pienso dejarte ir sola, Sam. —Déjame ponerme algo —le digo, mientras me visto con un conjunto de sudadera rosa y unas zapatillas deportivas. Recojo mi cabello en una coleta rápida y veo a Edward esperando con las llaves del auto en la mano. —¿Qué crees que haya pasado? —pregunto mientras miro por la ventana del auto. —No estoy seguro —toma mi mano—. Probablemente se t
El sonido insistente de mi celular me arranca de mis sueños. Con los ojos aún entrecerrados, veo el nombre de mi madre en la pantalla. —Hola, mamá —digo, tratando de sonar más despierta de lo que realmente estoy. —Sam, cariño, solo quería informarte que regresamos la semana que viene —responde ella con un tono animado. El anuncio me hace sentarme de golpe en la cama, mi corazón acelerándose. ¿Cómo les diré a mis padres que estoy saliendo con Edward, el socio de mi padre? —¿Por qué tan pronto? —pregunto, tratando de disimular mi preocupación. —Pensé que te ibas a alegrar —dice mamá, sorprendida por mi reacción. —Sí... claro —digo, frotándome los ojos —Es que recién me despierto. —Ya veo. No te preocupes, hablaremos más tarde. Te quiero, Sam. —Yo también te quiero, mamá. Te llamo luego, adiós. Cuelgo la llamada y dejo escapar un suspiro. Miro el reloj y veo que apenas son las ocho de la mañana. La luz del sol se filtra a través de las cortinas, iluminando suavemente la habitaci
¿Por qué Edward tuvo que invitarme a salir hoy? No tengo ropa para ir a cenar con sus amigos. Así es, me dijo que quería presentarme a sus amigos y no puedo evitar sentirme nerviosa. Quiero causar una buena impresión. Reviso mi armario minuciosamente, mirando cada prenda que tengo hasta que me decido por un body negro, una falda negra y unos tacones. —Te ves preciosa —dice mi mejor amiga, Lucy. —Lucy, ¿a dónde crees que vamos a ir? —A un restaurante elegante o a un bar elegante. Empiezo a peinarme y decido hacerme una cola alta. Siento que me hace ver segura y empoderada. —Sam, tengo que confesarte algo. Me volteo a verla —¿Qué pasa? —Estoy feliz por ti, de que él finalmente haya confesado sus sentimientos hacia ti. Solo quiero que tengas mucho cuidado, por favor. —Tendré mucho cuidado —le aseguro. Mi celular comienza a sonar y Edward me dice que ya está abajo. Me despido de Lucy y me dirijo a la puerta con el corazón en la garganta. ¿Por qué estoy tan nerviosa? Al salir
Salimos del club y subimos al auto. Mi respiración está agitada, el enojo me consume. En mi mente, me imagino arrastrando a Jennifer por el suelo, arrancándole esas extensiones baratas que tanto presume. Cuando llegamos al apartamento de Edward, noto con sorpresa que su madre está allí. Su presencia inesperada sólo añade tensión a mi ya revuelta emoción. —Te esperaré en la habitación —le digo mientras nos dirigimos hacia la entrada. —¿Por qué? —responde Edward con una sonrisa pícara—. Dúchate conmigo. —Tu madre está en la habitación de al lado —le explico en voz baja, tratando de mantener la calma. —Sam, es solo un baño. Relájate —dice él, con una sonrisa que refleja la confianza que tiene en su capacidad para desarmar mi resistencia. No puedo negarme a su propuesta, y él lo sabe. La sonrisa triunfante en su rostro al ver mi suspiro de derrota es la prueba de que ha ganado esta pequeña batalla. —¿Me bajas la cremallera? —le pido, y me pongo de espaldas a él. Me levanto el pelo