Samantha
Edward comienza a besar mi cuello y yo me estremezco al sentir sus labios sobre mi cuerpo. Me atrevo a mirarlo a los ojos y me inclino hacia él para atrapar sus labios y morderlos un poco, haciéndolo soltar un gemido. —Desde hace mucho deseaba hacer esto —va dejando besos por todo mi cuerpo hasta llegar a mi parte íntima. —Yo también deseaba mucho esto —le doy la vuelta y me subo encima de él —¿Te gusta lo que hago? —Si —dice con su voz ronca —Samantha, te he deseado toda mi vida. —¿Y tú crees que yo no? —¿Y que pasara con Luke? Detengo mis movimientos por un momento —No sé. Solo quiero estar contigo, Edward. —Yo igual. Edward mete sus manos por mi blusa y la lanza a cualquier lado de la habitación. Sus manos atrapan mis senos y comienza a darle varios masajes. Puedo sentir lo excitado que estar. —Me encanta ponerte de esta forma —lo toco encima de la ropa. —¿Y yo te coloco de alguna forma? Él me toca encima de mi panty y muerdo mi labio al saber que él está sintiendo lo mojada que estoy en estos momentos. Él provoca esta sensación en mí y no me importa que se dé cuenta. —Sam, estás tan mojada, cariño —me pone sobre la cama y mete sus dedos en mi parte íntima. —¡Oh Dios! —me muevo un poco —Sigue así, Edward. Mi celular comienza a sonar y abro los ojos de golpe, sorprendida por el sueño que acabo de tener con Edward. Intento moverme, pero siento unos brazos rodeando mi cintura. Edward está dormido cómodamente a mi lado. —No te muevas —murmura adormilado. Me quedo inmóvil al escuchar su voz, sin poder creer que esté en mi habitación a esta hora de la mañana. El celular vuelve a sonar; es una videollamada de mi mamá. —Es mi mamá —le susurro a Edward mientras me levanto. Me acerco a la ventana para asegurarme de que no vea a Edward en mi cama. —Buenos días, nena —saluda mi mamá al contestar. —¿Cómo les está yendo? —le pregunto. —Ayer cenamos en un restaurante muy agradable. ¿Y tú, cómo vas? —Excelente —le respondo con una sonrisa—. Hoy vienen unos amigos a la piscina. No causaremos problemas. Veo a Edward sentarse en mi cama, lanzándome una mirada de desagrado. —Que no sean más de diez —me advierte mi mamá. —Está bien. Voy a desayunar. —Adiós —finaliza la llamada. Me tiro en mi cama, sintiendo la mirada de Edward como si fuera a matarme. —¿Qué? —pregunto, con un tono de molestia. —¿Para qué quieres invitar gente? —suena algo desesperado—. Te iba a proponer salir o hacer algo. —Podemos salir mañana —le sugiero—. Ya había planeado esto con mis amigos. Puedes venir con nosotros a la piscina. —Lo pensaré. ¿Qué quieres desayunar? —¿Sabes cocinar? —pregunto, sorprendida. —No, pero lo puedo intentar. —Yo sé cocinar —le respondo mientras me levanto de la cama—. ¿Te parece si preparamos huevos con tocino para el desayuno? —Perfecto. Bajamos a la cocina, donde él se sienta y yo comienzo a preparar el desayuno. Hago también un poco de café, ya que es parte de mi rutina matutina. —Aquí tienes —le entrego su desayuno. —¡Espera! ¿No le habrás puesto nada para envenenarme? —¿Qué te pasa? —frunzo el ceño—. ¿Qué tipo de persona crees que soy? Él resopla y empieza a comer. Por la expresión en su rostro, parece disfrutar de lo que he preparado. En realidad, me considero bastante buena en la cocina. —¿Qué te gustaría hacer hoy? —le pregunto. —¿A qué hora llegan tus amigos? —Al mediodía —respondo con una sonrisa. Subimos a mi habitación y le digo que voy a darme un baño para estar lista antes de que lleguen mis amigos. Cuando mis amigos comienzan a llegar, pongo el parlante a un volumen moderado. Nos acomodamos alrededor de la piscina, y noto que Edward no deja de observarme desde dentro de la casa. —Voy a regresar enseguida —le digo a Luke. Entro a la casa y me acerco a Edward. —¿No te gustaría unirte a nosotros? —No, gracias —responde con una sonrisa ligera—. Prefiero dejarte disfrutar con tus amigos. —Eres mi amigo —le digo—. Estaré con ellos si decides ir a la piscina. Regreso a la piscina y me siento junto a Luke. La música llena el ambiente y, sinceramente, ya no me preocupo por dónde está Edward o qué está haciendo. El novio de Lucy pone música electrónica y todos empezamos a bailar alrededor de la piscina. El alcohol comienza a hacer efecto y me siento enérgica. Lucy camina por el borde de la piscina y me río al verla tambalearse, casi cayendo al agua. Luke regresa del bar junto a la piscina, y no puedo evitar notarlo. Está atractivo con el cabello mojado y gotas de agua en su cuerpo. —¿Te gustaría bailar? —me pregunta Lucy. Nos levantamos y dejo que la música me envuelva, moviendo mis manos por mi cuerpo de manera sensual. Esto me recuerda a la noche en la discoteca, cuando Edward no dejaba de mirarme mientras bailaba. —Suficiente —dice Luke, tomando mi mano y llevándome a sentar a su lado—. No quiero que todos te estén mirando. —No me importa si me miran —respondo con firmeza. —A mí sí me importa —gruñe Luke—. Acabas de causarme un problema, Sam. Mientras pienso en cómo responderle, veo que Edward se acerca con una expresión que no augura nada bueno. Me toma de la mano y me arrastra hacia el interior de la casa. —¡Suéltame! ¿Qué estás haciendo? Sin decir una palabra, me carga y sube las escaleras hasta mi habitación, donde cierra la puerta tras de sí. —¿Qué te ocurre? —le pregunto, confundida. Edward se acerca y coloca sus manos en mi rostro, inclinándose para besarme. ¿Esto es real? Siento cómo mi corazón late con fuerza al darme cuenta de lo que está pasando. Sin embargo, sé que esto no está bien. —No puedo —digo, alejándome de él. Edward, claramente enfadado, tiene el rostro enrojecido y el ceño fruncido. —¿Qué estás haciendo? —pregunta con irritación. —¿De qué estás hablando? —respondo con frustración—. Estaba abajo con Luke, y tú me traes aquí y me besas. Además, escuché que hablaste con alguien y le decías cosas lindas y... —Hablaba con mi prima, que tiene siete años —me interrumpe. Siento que el suelo se desploma bajo mis pies. La vergüenza me abruma; me siento como una novia celosa sin motivo alguno. —Necesito regresar con mis amigos —digo, y me dirijo hacia la puerta. —Eres increíble —dice, con un tono que parece sarcástico. —No sé por qué te estoy dando explicaciones cuando no debería hacerlo —respondo, sintiendo que mi paciencia se agota. —¿Me estás intentando poner celoso? —me pregunta, frunciendo el ceño. —Solo estoy tratando de divertirme con mis amigos —le aclaro. De repente, me acorrala contra la pared. —Entonces, sigue divirtiéndote con tus amigos. Yo llamaré a una amiga para que venga a casa. No creo que a tus padres les moleste. —¿No decías que no salías con nadie? —le digo, sintiendo cómo los celos empiezan a invadirme—. Eres igual a todos los idiotas con los que he salido. Lo empujo y salgo de la habitación, dirigiéndome de nuevo con mis amigos. —¿Todo bien? —me pregunta Luke, visiblemente preocupado. —Sí, todo bien —respondo, recostándome en su hombro. Luke se acerca y me besa lentamente, un gesto que disfruto plenamente. Sin embargo, la bulla que hacen nuestros amigos a nuestro alrededor nos obliga a separarnos de inmediato. —Parece que se comportan como niños de preescolar —comento, rodando los ojos. La fiesta llega a su fin, y subo al segundo piso, sintiendo la tranquilidad de la noche tras la animada celebración. Al llegar, encuentro a Edward solo en la habitación de invitados. —¿Y tu novia? —pregunto con indiferencia. —No llamé a nadie, ¿contenta? —responde con una sonrisa desafiante. —A mí me da igual —digo con desdén. —No seas ridícula —se acerca a mí, con una expresión seria —Sé que me deseas, Samantha. —Claro que no —respondo, tratando de mantener mi compostura mientras ruedo los ojos. —Entonces, ¿por qué respondiste al beso? —pregunta con una mezcla de curiosidad y desafío. —No lo sé —miro hacia otro lado, incómoda —¿Por qué me besaste? —Solo quería saber qué tan bien besabas —dice con una sonrisa burlona. —Bien —respondo, tratando de ocultar mi incomodidad con una sonrisa forzada —Voy a irme a mi habitación. Mañana tengo que ir a la empresa para revisar algunos diseños. —¿Quieres que te acompañe? —pregunta, con un tono de simpatía en su voz —Sabes que soy bastante bueno en eso. —Está bien —cedo, sintiendo que mi decisión no tiene mucha lógica en el momento. Mientras camino hacia mi habitación, Edward me detiene. —¿No quieres que durmamos juntos? —pregunta, con una insinuación en su tono. Quiero decir que no, pero la verdad es que me confunde. Me doy cuenta de que estoy rompiendo mis propias reglas, ya que supuestamente estoy con Luke y, sin embargo, estoy considerando pasar la noche con Edward. —¿En tu habitación o en la mía? —añade, su tono lleno de expectativa. Me detengo, dudando. ¿Qué estoy haciendo? La confusión me invade, y me pregunto si estoy tomando decisiones impulsivas que realmente no deseo.SamanthaMientras me cambio en el baño, la puerta se abre de par en par. Edward entra y, al verme en ropa interior, se cubre los ojos con un gesto de cortesía.—Es lo mismo que un traje de baño —le digo, rodando los ojos.—Soy un caballero y no voy a mirarte —responde, sin mirar hacia mi dirección.—Bueno, tú te lo pierdes —murmuro, casi inaudible.A través del espejo, noto que, a pesar de sus intentos de no mirar, su atención parece estar dirigida hacia mi trasero.—¿Todo un caballero, verdad? —le digo con una sonrisa irónica.—Lo siento —dice, sacudiendo la cabeza —Me daré un baño y luego iremos a la empresa. ¿Te gustaría desayunar?—¿Quieres que cocine? —pregunto.—En realidad, pensaba en invitarte a desayunar en algún restaurante —responde.—Me parece una excelente idea —sonrío —Te esperaré, Eddie.—¿Eddie? —se sorprende.—Edward —corrijo de inmediato —Quise decir Edward.—Eddie suena lindo —dice con una sonrisa.Edward sale de mi habitación y me quedo sentada en la cama, inmersa
Edward No entiendo a Samantha, ni a ninguna mujer en el mundo, para ser honesto. Hoy besé a Sam en su habitación y ella me rechazó, diciendo que era porque está con Luke. Seamos sinceros, ni ella misma se cree ese cuento de sentir algo por Luke. Esta mañana estuvimos desayunando en McDonald's cuando me encontré con Erika. Erika y yo fuimos a la misma secundaria y éramos buenos amigos. En una ocasión, Erika se me declaró, pero la verdad es que yo no sentía nada por ella. —¿Puedo quedarme un rato? —Erika mira la casa de Sam. —No creo que sea buena idea —admito. —No haremos nada malo —sonríe— Solo quiero hablar un rato más contigo. —Bueno. Estaciono el auto y entramos sin hacer ruido. —Sam está dormida y creo que es mejor que te deje en casa, Erika —trato de sonar amable. —¡No! Al contrario, tenemos que aprovechar que ella está dormida. —¡No! —digo decidido— Sam se va a enloquecer cuando te vea dentro de su casa. —No va a pasar nada —me toma del brazo. —No, Erik
SamanthaTodo en mi habitación da vueltas mientras los eventos de anoche invaden mi mente.¡Mierda!Recuerdo cada cosa que le dije a Edward y también cuando estábamos en la ducha. Decido hacerme la que no recuerda nada, será más fácil así.—Sam —escucho unos golpes en mi puerta.¿Qué hago?¿Me hago la dormida?Actúa normal, Samantha.—Hola —abro la puerta de mi habitación—. ¿Te sucede algo?—¿Quieres una pastilla o algo?—No, tranquilo —sonrío—. Amanecí demasiado bien.—¿Quieres ir a la casa del lago?—¿Casa del lago?—Con mis padres.—No, me da mucha pena —admito—. Solo he visto a tus padres dos veces y eso fue hace tiempo.—Vamos, Sam —me suplica—. Además, creo que los dos nos debemos una charla.Dudo un momento, pero sé que tiene razón. Hay muchas cosas que necesitamos aclarar.—Y yo que iba a hacerme la que no recordaba —él ríe un poco.—¿No quieres hablar?—No es eso —muerdo mi labio—. Bien, iré a la casa del lago y hablaremos de lo que necesites.—Ambos lo necesitamos —me aclar
Samantha Abro los ojos y veo que Edward sigue dormido. Su mano está alrededor de mi cintura, y no puedo evitar sonreír como una tonta. —Sam, ¿estás despierta? —pregunta Drake desde su cama. Como respuesta, le lanzo una almohada y él suelta una carcajada. —¿Y a mí me das un beso? —susurra Edward—. Un beso de buenos días. Me acerco y le doy un beso corto. —Buenos días. —Buenos días, linda. —Yo no pienso bañarme —dice Drake. —Yo no quiero llegar sucia —respondo. —Yo tampoco —apoya Edward—. ¿Tú primero o yo? —Tú. Edward se levanta de la cama y se mete al baño. Yo me quedo viendo mi pequeña maleta y saco la ropa que traje para hoy. —Tu turno —dice Edward al salir del baño. Abro los ojos y veo que Edward sigue dormido. Su mano está alrededor de mi cintura y no puedo evitar sonreír como una tonta. —Sam, ¿estás despierta? —pregunta Drake desde su cama. Como respuesta, le lanzo una almohada y él suelta una carcajada. —¿Y a mí me das un beso? —susurra Edward—.
Samantha Estoy demasiado aburrida en mi casa, así que le pregunto a Edward qué va a hacer hoy. Me responde que va a salir con una amiga llamada Rebekah. Me pregunto si Rebekah será solo una amiga o si también se acuesta con ella. Cualquiera que sea la respuesta, siento como me hierve la sangre al pensar que está con otra chica. Decido llamarlo para saber si va a venir o pasará todo el día con su estúpida amiga. —¿Hola? —contesta una mujer— ¿Quién es? Escucho a Edward en el fondo— ¿Sam? —toma el teléfono. —No sabía que estabas tan ocupado —es lo primero que le digo. —Oye, ¿qué sucede? Nada, solo soy una estúpida por haberte llamado. —Solo quería saber si vas a venir a almorzar. —No te preocupes por mí. —Bien —siento demasiada rabia. —Adiós. Cuelgo el teléfono y lanzo un suspiro de frustración. No soporto la idea de que esté con otra chica, aunque sé que no tengo derecho a sentirme así. Intento distraerme con cualquier cosa, pero no puedo sacármelo de la cabeza. Después de
Samantha Mi celular empieza a sonar y, al escuchar el tono, noto que Edward emite un gruñido de frustración desde la cama. —¿Hola? —respondo, aún adormilada. —Señorita Jenner —dice una voz grave—. Soy Pedro, de la empresa de seguridad que trabaja para su familia. Hemos recibido una alerta de que las alarmas de seguridad están activadas. —Voy en camino —digo y cuelgo rápidamente. Me levanto de la cama con urgencia, mientras Edward abre los ojos y se sienta, preocupado. —¿Qué pasa? —pregunta, frotándose los ojos. —Las alarmas del edificio están sonando —le explico. —Vamos —se levanta de un salto—. No pienso dejarte ir sola, Sam. —Déjame ponerme algo —le digo, mientras me visto con un conjunto de sudadera rosa y unas zapatillas deportivas. Recojo mi cabello en una coleta rápida y veo a Edward esperando con las llaves del auto en la mano. —¿Qué crees que haya pasado? —pregunto mientras miro por la ventana del auto. —No estoy seguro —toma mi mano—. Probablemente se t
El sonido insistente de mi celular me arranca de mis sueños. Con los ojos aún entrecerrados, veo el nombre de mi madre en la pantalla. —Hola, mamá —digo, tratando de sonar más despierta de lo que realmente estoy. —Sam, cariño, solo quería informarte que regresamos la semana que viene —responde ella con un tono animado. El anuncio me hace sentarme de golpe en la cama, mi corazón acelerándose. ¿Cómo les diré a mis padres que estoy saliendo con Edward, el socio de mi padre? —¿Por qué tan pronto? —pregunto, tratando de disimular mi preocupación. —Pensé que te ibas a alegrar —dice mamá, sorprendida por mi reacción. —Sí... claro —digo, frotándome los ojos —Es que recién me despierto. —Ya veo. No te preocupes, hablaremos más tarde. Te quiero, Sam. —Yo también te quiero, mamá. Te llamo luego, adiós. Cuelgo la llamada y dejo escapar un suspiro. Miro el reloj y veo que apenas son las ocho de la mañana. La luz del sol se filtra a través de las cortinas, iluminando suavemente la habitaci
¿Por qué Edward tuvo que invitarme a salir hoy? No tengo ropa para ir a cenar con sus amigos. Así es, me dijo que quería presentarme a sus amigos y no puedo evitar sentirme nerviosa. Quiero causar una buena impresión. Reviso mi armario minuciosamente, mirando cada prenda que tengo hasta que me decido por un body negro, una falda negra y unos tacones. —Te ves preciosa —dice mi mejor amiga, Lucy. —Lucy, ¿a dónde crees que vamos a ir? —A un restaurante elegante o a un bar elegante. Empiezo a peinarme y decido hacerme una cola alta. Siento que me hace ver segura y empoderada. —Sam, tengo que confesarte algo. Me volteo a verla —¿Qué pasa? —Estoy feliz por ti, de que él finalmente haya confesado sus sentimientos hacia ti. Solo quiero que tengas mucho cuidado, por favor. —Tendré mucho cuidado —le aseguro. Mi celular comienza a sonar y Edward me dice que ya está abajo. Me despido de Lucy y me dirijo a la puerta con el corazón en la garganta. ¿Por qué estoy tan nerviosa? Al salir