Es nuestro último día de vacaciones y estoy decidida a no volver a casa de mis padres mañana. Si tengo que ir, iré con Edward. No me importa enfrentarme a mi padre.
—Buenos días, linda —Edward me da un beso corto pero tierno. —Buenos días, Eddie. —Odié estar peleado contigo —admite—. Prometo no volver a hacerlo. —Eso espero. —Quiero pedirle perdón a Luke. ¿Edward pidiéndole perdón a alguien? Eso es nuevo. —¿Te sientes bien? —bromeo un poco. —Sí —dice, entrelazando nuestras manos—. Hice mal en decirle que se alejara de ti. No quiero ser como tu padre. —No menciones a mi padre —respondo, frunciendo el ceño. —Nena, es tu papá. —Los padres quieren la felicidad de sus hijos. Tú me haces feliz, Ed. —Tú también me haces feliz, nena. Vamos al baño para cepillarnos los dientes y luego descendemos a desayunar. Los padres de Edward nos reciben con sonrisas cálidas al vernos juntos. —¿Ya están bien? —pregunta Leonardo. —Sí —respondemos al unísono. —Qué bueno, porque Sam... —empieza Drake, antes de que lo interrumpa con una mirada—. Es insoportable cuando está sin ti. —Drake —le reprocha su mamá—. ¡Qué falta de tacto! —Lo siento. —Estamos preparando panqueques —anuncia Leonardo—. Espero que les guste. Nos sentamos en la sala con Drake, quien observa nuestras manos entrelazadas con una ligera mueca antes de desviar la mirada. Mi celular comienza a sonar. Es mi padre. No estoy lista para hablar con él en este momento. —¿No vas a contestar? —pregunta Drake. —No. —¿Es Richard? —pregunta Ed y yo asiento. —¿Puedo saber qué pasa? —pregunta Drake. —Mi papá le dijo a Ed que me dejara —le explico—. Es un idiota. —Nena... —No sigas diciéndome que respete a mi padre por serlo, Edward —digo con seriedad. —Lo siento. —¿Y qué van a hacer? —pregunta Drake. Me recuesto en el hombro de Edward y reflexiono sobre la pregunta de Drake. Está claro que no quiero ir a ver a mi padre, y no estoy segura si mi mamá también está en contra de mi relación. Parecía que ambos estaban felices por mí. —Nada —digo con resignación—. Iré a casa y hablaré con ellos. —¿Estás segura? —pregunta Ed. —Sí, pero si en media hora no te he escrito, tendrán que venir a rescatarme. Hablo en serio. Mi padre es alguien que cumple sus promesas y no dudo que intentará convencerme de que me vaya a un internado, diciendo que es una experiencia única que debo aprovechar. Nos sentamos a desayunar y puedo decir que estos son los mejores panqueques que he probado, especialmente con los arándanos en su interior. Después de desayunar, vamos a la habitación a relajarnos y ver películas. —Sam, no quiero que vayas a tu casa. —¿Por qué? —Me da miedo no volver a verte. —Ya te dije cuál es el plan, amor. —¿Y si no vuelves a salir? —Llévame a casa con tu hermano y, si no salgo en media hora, entren a buscarme. —O puedo ir contigo. —Sí. Es mejor que Edward entre conmigo para asegurarme de que mi papá no me encierre o algo así. Realmente no reconozco a mi padre en este momento; nunca imaginé que él pudiera actuar de esta manera. —Oye, ¿te parece si salimos con Roxy? —¿Qué? —Amor... —Bueno, sí. —Oye, ayer me comporté mal con el camarero. —Bastante —me río—. Estabas celoso. —Es que pensé que iba a quitarme a mi chica. —Edward, eso no va a pasar —lo beso—. Vamos a salir con Roxy. —Perfecto. Nos paramos y caminamos a la ducha para darnos un baño. Dejo que el agua caiga por todo mi cuerpo y miro a Edward cuando veo que pone sobre mí la esponja llena de jabón. —Ed... —digo en tono de advertencia. —Creí que necesitabas ayuda, amor —pasa la esponja por mis brazos. Después pasa la esponja por mis senos y va bajando por mi vientre hasta llegar a mi intimidad. Él sonríe maliciosamente cuando pone la esponja encima de mi clítoris y comienza a presionarla para que suelte espuma. —Ya estabas mojada y no es agua —sonríe —Me encanta cuando estás mojada. Edward cierra la llave y me toma de la cintura para subirme sobre él. Paso mis brazos alrededor de su cuello y gimo cuando Edward entra en mí. Mis pechos suben y bajan a la velocidad en que mi novio me penetra. Me toma del cabello y tira un poco de él, acercándose a mi cuello y dejar un chupado. —Ed... —gimo un poco. Muerdo mis labios al recordar que están sus padres y no quiero que ellos me escuchen. Edward intensifica sus movimientos y mi respiración se acelera cada vez más. —Amor —Edward me mira —Tenemos que ir a la farmacia. Me corrí dentro de ti. —Ahora vamos a la farmacia —digo, tranquila. —¿Por qué eres tan tranquila? —¿Y por qué no estarlo? —frunzo el ceño. —Porque podrías quedar embarazada y eres demasiado joven. —Mira, si llegara a quedar embarazada... lo tomaría como una buena noticia. Estoy segura de que tú me amas y yo te amo. —¿Tú quieres formar una familia conmigo? Asiento con algo de timidez. Nunca había pensado en tener hijos, pero la verdad es que me gustaría formar una familia con Edward. Estoy segura de que nuestros hijos serían hermosos. —Te amo, Sam. —Te amo, Eddie. Miro a Edward y veo que se queda algo pensativo por un instante. —Sam, cásate conmigo —entrelaza nuestras manos. —Creo que la emoción del momento... —En serio, Sam —suplica —Me da miedo que tu padre nos haga separar y si nos casamos... —¿Y dónde está el anillo, cariño? —enseño mis manos. —Te compraré un anillo hermoso, amor —me da un profundo beso —Y también te haré algo romántico para proponerte matrimonio. Creo que la ducha no es un lugar muy romántico para hacerlo. —Puedes hacerlo en un basurero y te diría que sí. —Eres la chica perfecta, Sam. Salimos de la ducha y me pongo un vestido rosado con unas zapatillas para salir con Roxy. —Le diré a Drake si quiere ir —miro a Ed. Salgo de la habitación y veo a Drake en su celular. Me acerco a él y veo que sonríe un poco. —¿Quieres salir a comer helado? —¿Los tres? —Y Roxy. —¿Roxy? —se ríe. —Quiero conocerla un poco. ¿Vamos? —Bien. Llegamos a la cabaña de los padres de Roxy y la esperamos afuera. No sé muy bien como reaccionar cuando la vea. Sé que ni debo odiarla, pero es que tuve muchos pensamientos de ella y Ed. —Hola, Samantha —me saca de mis pensamientos. —Hola, Roxy —extiendo la mano—. Espero que nos llevemos bien. —Yo también —responde con una sonrisa. Empezamos a caminar y buscamos una heladería cercana. Edward toma mi mano mientras avanzamos y me siento realmente segura a su lado. Con él, todo es tan perfecto. —Aquí —anuncia Roxy. Entramos a la heladería y la mesera nos entrega el menú. Después de leerlo por un buen rato, decido pedir una malteada de frutos rojos. —Yo quiero una de chocolate —dice Roxy. —¿Y ustedes? —pregunto a los chicos. —Torta con helado —responden al unísono. La mesera se va y quedamos los cuatro en la mesa. —Qué bueno que estén bien —dice Roxy—. Le dije a Edward que se disculpara desde el primer día. —Mi hermano es terco —añade Drake—. Solo le hace caso a ella. —Sam es mi debilidad —dice Edward—. Siempre haré lo que ella me pida. Escuchar a Edward me hace enamorarme aún más. ¿Quién iba a decir que sería novia del hombre del que estuve enamorada desde pequeña? Roxy comienza a contarnos sobre su novia y menciona que sus padres no aprueban que le gusten las chicas, pero respetan su relación. Ojalá pudiera decir lo mismo sobre mi padre. Los helados llegan y veo que Drake hace una mueca al probar la torta. —Tiene nueces. —¿Quieres cambiarla? —¿Segura? —Sí. Pruebo la torta y está deliciosa, y el helado de chocolate es aún mejor. Mi celular comienza a sonar nuevamente. Es mi papá. —Hola. —Hija, te he estado llamando. —Estaba ocupada, papá. —¿Llegas mañana? —Sí. —¿Está todo bien? No digas nada, Sam. —Revisé el celular de Edward y vi una conversación. Me levanto de la mesa y salgo del restaurante. Edward me sigue. —¿Y qué viste? —Le dijiste que terminara conmigo. Pongo el altavoz para que Edward escuche la conversación. —Edward es mayor. —¿Y? —Es que... —Tú también eres mayor que mi mamá. Más te vale aceptar mi relación o juro que me iré de casa. —Nena... —¿Vas a aceptarlo? —Sí —suspira—. Lo siento, Sam. También llamaré a Edward para disculparme. —Estoy en altavoz. —Edward, lo siento. Me daba miedo que hicieras sufrir a mi hija, pero veo que la haces feliz. Eres bueno para mi princesa. —No dudes de mí, Richard. Samantha es todo lo que necesito. La amo demasiado. —Mañana los espero para cenar. Les debo una disculpa a los dos. —Nos vemos —digo. —Adiós. Vuelvo a mirar a Edward y me acerco para darle un profundo beso. —Tú también eres todo lo que necesito para vivir, Ed. —Te amo, nena. —Y yo a ti.Después de regresar de nuestras vacaciones, estacionamos frente a mi casa. El aire fresco de la tarde me envuelve, y aunque aún falta tiempo para la cena, pienso que sería perfecto que Edward se quedara desde ya. Hay algo reconfortante en la idea de estar en casa, rodeados de las personas que más nos importan. —¡Ya llegamos! —grito con entusiasmo al abrir la puerta, dejando que el sonido de mi voz se disperse por el interior de la casa. En cuestión de segundos, escucho el eco de pasos apresurados bajando las escaleras. Mis padres aparecen en el umbral, sus rostros iluminados por sonrisas amplias. Mamá es la primera en alcanzarnos, envolviéndonos en un abrazo cálido, seguido de papá, quien no tarda en unirse. —Qué bueno que han regresado —dice mamá, con la alegría reflejada en su mirada. Es evidente que han estado esperando este momento con ansias. —¿Tienen hambre? —pregunta papá, siempre atento, con una sonrisa que promete más de lo que se ve a simple vista. —Sí, mucha —respondem
Me despierto con la luz del sol filtrándose por las cortinas, y al voltear, me doy cuenta de que Edward ya no está en la cama. Me estiro, dejando que mis músculos se despierten lentamente, y escucho el suave clic de las teclas en la computadora. Me levanto y, al acercarme a la sala, lo veo sentado en la mesa del comedor, absorto en la pantalla. Me acerco con sigilo, apoyando las manos en sus hombros mientras le doy un beso en la mejilla. —¿Qué haces tan temprano? —le susurro, todavía con voz adormilada. Edward sonríe y me jala suavemente hacia su regazo. —Estaba viendo algunos apartamentos —responde, señalando la pantalla. Miro la pantalla, curiosa. Hay varias pestañas abiertas, todas con fotos de apartamentos de diferentes tamaños y estilos. Algunos son modernos y minimalistas, mientras que otros tienen un encanto más clásico. Veo uno en particular que me llama la atención, con grandes ventanales y una vista impresionante de la ciudad. —¿Este te gusta? —le pregunto, señalando l
Mi celular recibe varios mensajes y, al revisar, veo que Carla, la asesora inmobiliaria, me está enviando mensajes llenos de cumplidos y sugiriendo que salgamos. La incomodidad se convierte en frustración mientras leo sus palabras. Me siento incómoda y molesta por su comportamiento. Inmediatamente le cuento a Sam, quien está a mi lado. —Mira esto —le digo, mostrándole los mensajes en mi pantalla. Sam lee rápidamente, sus cejas se fruncen y sus labios se aprietan en una línea delgada. La incomodidad en su expresión es palpable. —No puedo creerlo —dice con una mezcla de enojo y celos—. ¿Cómo se atreve a hacer algo así? —Lo sé, es completamente inapropiado —respondo—. No quiero que esto afecte nuestra búsqueda de la casa. Sam respira hondo, tratando de calmarse, pero puedo ver que está visiblemente afectada. Sin decir una palabra más, se da la vuelta y se dirige a la habitación, cerrando la puerta detrás de ella. Sigo su ejemplo y la sigo hasta la habitación, encontrándola sentad
Mi celular suena a las cinco de la mañana, despertándome de golpe. Es una amiga de mi madre.¿Para qué me puede estar llamando a esta hora?Cuando contesto, me dice que su modelo principal de pasarela le ha cancelado y que me necesita. Me quedo en silencio, aún intentando procesar la información. No soy modelo, ni mucho menos una profesional en esto, pero antes de que pueda negarme, ella insiste en que soy la única que puede ayudarla en este momento.—Samantha, sé que no eres modelo, pero confío en ti. Además, no es la primera vez que desfilas, ¿recuerdas aquella vez en la fiesta de tu madre? Lo hiciste increíble —dice con un tono de urgencia.—Eso fue hace años y era solo una fiesta de cumpleaños, no una pasarela de verdad —respondo, pero su persistencia me deja sin opciones.—Por favor, Samantha. Necesito a alguien de confianza, y eres la única que puede hacerlo.Finalmente, acepto. Ella me da las instrucciones para el día, y me promete que todo saldrá bien.Después de colgar, me qu
El sol apenas comienza a filtrarse por las cortinas cuando siento a Sam moverse a mi lado. Me estiro, tratando de sacudirme el sueño, y recuerdo lo que habíamos planeado para hoy. O mejor dicho, lo que ella había planeado: compras.Suspiro, mirando el techo. Adoro a Sam, no hay nada en este mundo que no haría por ella. Pero, sinceramente, acompañarla a comprar ropa para nuestro viaje a París no es lo que tenía en mente para un sábado.Me giro hacia ella y la veo revisando algo en su celular, probablemente ya planificando la ruta de tiendas.—Buenos días, amor —le digo, tratando de sonar más entusiasmado de lo que realmente estoy.Ella sonríe y me da un beso rápido en los labios.—Buenos días. ¿Estás listo para nuestro día de compras? —pregunta con esa chispa en los ojos que hace que sea imposible negarle nada.—Claro que sí —respondo, aunque por dentro estoy pensando en mil formas de escapar.Nos levantamos, y mientras ella se arregla, yo me preparo mentalmente. Sé que Sam se emociona
El día finalmente ha llegado: nos vamos a París. La emoción corre por mis venas mientras reviso mi maleta por última vez, asegurándome de que todo esté en orden. Es mi primer viaje con Edward y mis padres, y quiero que todo salga perfecto, justo como lo he imaginado.Bajo las escaleras con mi maleta en mano. Edward está sentado en la sala, concentrado en su celular, mientras mis padres ya están cargando el auto.—Por fin llegas —dice, levantándose para recibirme. Sus ojos brillan cuando me mira—. Estás hermosa, nena.—Gracias —respondo, devolviéndole una sonrisa. Me da un beso suave, pero cargado de cariño.Edward toma mi maleta y la sube al auto. Nuestro chofer ya está listo para llevarnos al aeropuerto. Sin embargo, mientras me siento en el asiento, una sensación incómoda se instala en mi estómago, como un nudo de nervios que no se disipa.Intento ignorarlo, no quiero alarmar a nadie, especialmente a Edward o a mis padres. Pero en el fondo, una sombra de preocupación comienza a form
Una corriente de cosquilleo recorre mi cuerpo mientras Edward me llena de besos, su toque es suave pero intensamente electrizante. —Eddie… —murmuro, retorciéndome ligeramente en la cama. —Feliz cumpleaños, futura esposa —me susurra, plantando un suave beso en mis labios. —Gracias, cariño. Sin dejar de sonreír, Edward continúa su recorrido con besos, descendiendo lentamente desde mi cuello hasta llegar a mi abdomen. Siento que mi respiración se acelera y arqueo la espalda ante la cálida sensación de sus labios sobre mi piel. —Ven aquí, nena —dice, tomándome de la mano. Me guía hasta el balcón, donde el aire fresco de la mañana acaricia mi piel. Edward se sienta en una de las sillas y me mira con una expresión traviesa, una chispa de picardía iluminando sus ojos. —Siéntate conmigo un momento —me pide, tirando suavemente de mi mano para que me acerque. Mientras me acerco, la luz del sol baña todo el lugar, iluminando el comienzo de lo que promete ser un día lleno de sorpr
Edward Tengo a Sam completamente desnuda en mi cama. La veo dormir mientras admiro lo sexy que se ve respirando lento y con el cabello a lo largo de la almohada. Me paseo descalzo por la cocina, sintiendo el frío del suelo bajo mis pies, mientras sostengo una cerveza en la mano. La casa está en silencio, excepto por el suave zumbido del refrigerador y el sonido de las puertas de la despensa que abro y cierro en busca de algo para comer. Pero la búsqueda no es muy fructífera; no hay nada preparado y la nevera parece tan vacía como mi estómago. Decido pedir comida a domicilio, optando por un poco de deliciosa comida italiana que sé que ambos disfrutaremos. Antes de hacer el pedido, mis ojos se detienen en una bandeja de fresas que reposa en la encimera. Me acerco y comienzo a cortarlas en rodajas, disfrutando del aroma dulce que se desprende de cada corte. Las coloco en un tazón, y con un movimiento casi automático, saco un bote de crema batida del refrigerador y la rocío sobre l