Capítulo 24

Es nuestro último día de vacaciones y estoy decidida a no volver a casa de mis padres mañana. Si tengo que ir, iré con Edward. No me importa enfrentarme a mi padre.

—Buenos días, linda —Edward me da un beso corto pero tierno.

—Buenos días, Eddie.

—Odié estar peleado contigo —admite—. Prometo no volver a hacerlo.

—Eso espero.

—Quiero pedirle perdón a Luke.

¿Edward pidiéndole perdón a alguien? Eso es nuevo.

—¿Te sientes bien? —bromeo un poco.

—Sí —dice, entrelazando nuestras manos—. Hice mal en decirle que se alejara de ti. No quiero ser como tu padre.

—No menciones a mi padre —respondo, frunciendo el ceño.

—Nena, es tu papá.

—Los padres quieren la felicidad de sus hijos. Tú me haces feliz, Ed.

—Tú también me haces feliz, nena.

Vamos al baño para cepillarnos los dientes y luego descendemos a desayunar. Los padres de Edward nos reciben con sonrisas cálidas al vernos juntos.

—¿Ya están bien? —pregunta Leonardo.

—Sí —respondemos al unísono.

—Qué bueno, porque Sam... —empieza Drake, antes de que lo interrumpa con una mirada—. Es insoportable cuando está sin ti.

—Drake —le reprocha su mamá—. ¡Qué falta de tacto!

—Lo siento.

—Estamos preparando panqueques —anuncia Leonardo—. Espero que les guste.

Nos sentamos en la sala con Drake, quien observa nuestras manos entrelazadas con una ligera mueca antes de desviar la mirada.

Mi celular comienza a sonar. Es mi padre. No estoy lista para hablar con él en este momento.

—¿No vas a contestar? —pregunta Drake.

—No.

—¿Es Richard? —pregunta Ed y yo asiento.

—¿Puedo saber qué pasa? —pregunta Drake.

—Mi papá le dijo a Ed que me dejara —le explico—. Es un idiota.

—Nena...

—No sigas diciéndome que respete a mi padre por serlo, Edward —digo con seriedad.

—Lo siento.

—¿Y qué van a hacer? —pregunta Drake.

Me recuesto en el hombro de Edward y reflexiono sobre la pregunta de Drake. Está claro que no quiero ir a ver a mi padre, y no estoy segura si mi mamá también está en contra de mi relación. Parecía que ambos estaban felices por mí.

—Nada —digo con resignación—. Iré a casa y hablaré con ellos.

—¿Estás segura? —pregunta Ed.

—Sí, pero si en media hora no te he escrito, tendrán que venir a rescatarme.

Hablo en serio. Mi padre es alguien que cumple sus promesas y no dudo que intentará convencerme de que me vaya a un internado, diciendo que es una experiencia única que debo aprovechar.

Nos sentamos a desayunar y puedo decir que estos son los mejores panqueques que he probado, especialmente con los arándanos en su interior.

Después de desayunar, vamos a la habitación a relajarnos y ver películas.

—Sam, no quiero que vayas a tu casa.

—¿Por qué?

—Me da miedo no volver a verte.

—Ya te dije cuál es el plan, amor.

—¿Y si no vuelves a salir?

—Llévame a casa con tu hermano y, si no salgo en media hora, entren a buscarme.

—O puedo ir contigo.

—Sí.

Es mejor que Edward entre conmigo para asegurarme de que mi papá no me encierre o algo así. Realmente no reconozco a mi padre en este momento; nunca imaginé que él pudiera actuar de esta manera.

—Oye, ¿te parece si salimos con Roxy?

—¿Qué?

—Amor...

—Bueno, sí.

—Oye, ayer me comporté mal con el camarero.

—Bastante —me río—. Estabas celoso.

—Es que pensé que iba a quitarme a mi chica.

—Edward, eso no va a pasar —lo beso—. Vamos a salir con Roxy.

—Perfecto.

Nos paramos y caminamos a la ducha para darnos un baño. Dejo que el agua caiga por todo mi cuerpo y miro a Edward cuando veo que pone sobre mí la esponja llena de jabón.

—Ed... —digo en tono de advertencia.

—Creí que necesitabas ayuda, amor —pasa la esponja por mis brazos.

Después pasa la esponja por mis senos y va bajando por mi vientre hasta llegar a mi intimidad. Él sonríe maliciosamente cuando pone la esponja encima de mi clítoris y comienza a presionarla para que suelte espuma.

—Ya estabas mojada y no es agua —sonríe —Me encanta cuando estás mojada.

Edward cierra la llave y me toma de la cintura para subirme sobre él. Paso mis brazos alrededor de su cuello y gimo cuando Edward entra en mí. Mis pechos suben y bajan a la velocidad en que mi novio me penetra. Me toma del cabello y tira un poco de él, acercándose a mi cuello y dejar un chupado.

—Ed... —gimo un poco.

Muerdo mis labios al recordar que están sus padres y no quiero que ellos me escuchen. Edward intensifica sus movimientos y mi respiración se acelera cada vez más.

—Amor —Edward me mira —Tenemos que ir a la farmacia. Me corrí dentro de ti.

—Ahora vamos a la farmacia —digo, tranquila.

—¿Por qué eres tan tranquila?

—¿Y por qué no estarlo? —frunzo el ceño.

—Porque podrías quedar embarazada y eres demasiado joven.

—Mira, si llegara a quedar embarazada... lo tomaría como una buena noticia. Estoy segura de que tú me amas y yo te amo.

—¿Tú quieres formar una familia conmigo?

Asiento con algo de timidez.

Nunca había pensado en tener hijos, pero la verdad es que me gustaría formar una familia con Edward. Estoy segura de que nuestros hijos serían hermosos.

—Te amo, Sam.

—Te amo, Eddie.

Miro a Edward y veo que se queda algo pensativo por un instante.

—Sam, cásate conmigo —entrelaza nuestras manos.

—Creo que la emoción del momento...

—En serio, Sam —suplica —Me da miedo que tu padre nos haga separar y si nos casamos...

—¿Y dónde está el anillo, cariño? —enseño mis manos.

—Te compraré un anillo hermoso, amor —me da un profundo beso —Y también te haré algo romántico para proponerte matrimonio. Creo que la ducha no es un lugar muy romántico para hacerlo.

—Puedes hacerlo en un basurero y te diría que sí.

—Eres la chica perfecta, Sam.

Salimos de la ducha y me pongo un vestido rosado con unas zapatillas para salir con Roxy.

—Le diré a Drake si quiere ir —miro a Ed.

Salgo de la habitación y veo a Drake en su celular. Me acerco a él y veo que sonríe un poco.

—¿Quieres salir a comer helado?

—¿Los tres?

—Y Roxy.

—¿Roxy? —se ríe.

—Quiero conocerla un poco. ¿Vamos?

—Bien.

Llegamos a la cabaña de los padres de Roxy y la esperamos afuera. No sé muy bien como reaccionar cuando la vea. Sé que ni debo odiarla, pero es que tuve muchos pensamientos de ella y Ed.

—Hola, Samantha —me saca de mis pensamientos.

—Hola, Roxy —extiendo la mano—. Espero que nos llevemos bien.

—Yo también —responde con una sonrisa.

Empezamos a caminar y buscamos una heladería cercana. Edward toma mi mano mientras avanzamos y me siento realmente segura a su lado. Con él, todo es tan perfecto.

—Aquí —anuncia Roxy.

Entramos a la heladería y la mesera nos entrega el menú. Después de leerlo por un buen rato, decido pedir una malteada de frutos rojos.

—Yo quiero una de chocolate —dice Roxy.

—¿Y ustedes? —pregunto a los chicos.

—Torta con helado —responden al unísono.

La mesera se va y quedamos los cuatro en la mesa.

—Qué bueno que estén bien —dice Roxy—. Le dije a Edward que se disculpara desde el primer día.

—Mi hermano es terco —añade Drake—. Solo le hace caso a ella.

—Sam es mi debilidad —dice Edward—. Siempre haré lo que ella me pida.

Escuchar a Edward me hace enamorarme aún más. ¿Quién iba a decir que sería novia del hombre del que estuve enamorada desde pequeña?

Roxy comienza a contarnos sobre su novia y menciona que sus padres no aprueban que le gusten las chicas, pero respetan su relación.

Ojalá pudiera decir lo mismo sobre mi padre.

Los helados llegan y veo que Drake hace una mueca al probar la torta.

—Tiene nueces.

—¿Quieres cambiarla?

—¿Segura?

—Sí.

Pruebo la torta y está deliciosa, y el helado de chocolate es aún mejor.

Mi celular comienza a sonar nuevamente. Es mi papá.

—Hola.

—Hija, te he estado llamando.

—Estaba ocupada, papá.

—¿Llegas mañana?

—Sí.

—¿Está todo bien?

No digas nada, Sam.

—Revisé el celular de Edward y vi una conversación.

Me levanto de la mesa y salgo del restaurante. Edward me sigue.

—¿Y qué viste?

—Le dijiste que terminara conmigo.

Pongo el altavoz para que Edward escuche la conversación.

—Edward es mayor.

—¿Y?

—Es que...

—Tú también eres mayor que mi mamá. Más te vale aceptar mi relación o juro que me iré de casa.

—Nena...

—¿Vas a aceptarlo?

—Sí —suspira—. Lo siento, Sam. También llamaré a Edward para disculparme.

—Estoy en altavoz.

—Edward, lo siento. Me daba miedo que hicieras sufrir a mi hija, pero veo que la haces feliz. Eres bueno para mi princesa.

—No dudes de mí, Richard. Samantha es todo lo que necesito. La amo demasiado.

—Mañana los espero para cenar. Les debo una disculpa a los dos.

—Nos vemos —digo.

—Adiós.

Vuelvo a mirar a Edward y me acerco para darle un profundo beso.

—Tú también eres todo lo que necesito para vivir, Ed.

—Te amo, nena.

—Y yo a ti.

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